XXV Años de la masacre de Sabra y Chatila
36 horas de muerte y silencio
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12 septiembre del 2007
Hace 25 años, entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, las fuerzas falangistas libanesas masacraron a la población palestina en los campamentos de Sabra y Chatila. Las tropas israelíes, que en ese momento ocupaban Beirut y eran comandadas por Ariel Sharon como ministro de Defensa, permitieron la entrada a los campamentos de las milicias derechistas. Publicamos a continuación fragmentos del Informe Kahan, elaborado por una comisión israelí que trató de encubrir la responsabilidad de Tel Aviv y de Sharon, en esa matanza que conmovió a la Humanidad.
36 horas de muerte y silencio
La matanza comenzó a las seis de la tarde del
jueves 16 de septiembre de 1982, cuando el ejército israelí
facilitó el ingreso de más de 300 elementos de las milicias
derechistas, Fuerzas Libanesas, al área de los campamentos de
Sabra y Chatila en una operación que, según alegara más tarde
Tel-Aviv, pretendía eliminar unos dos mil combatientes
palestinos que Arafat había dejado atrás en los campamentos de
refugiados. Esos alegatos eran totalmente infundados.
La masacre prosiguió hasta las ocho de la mañana
del sábado 18 de septiembre, o sea más de 36 horas de asesinatos
en medio del total, absoluto y hermético silencio de Israel.
Después de 25 años aún se mantiene la incógnita
en torno al número exacto de víctimas civiles de aquella matanza
y lo más probable es que nunca se sepa, ya que los estimados de
los aparatos israelíes de inteligencia militar calculan una
cifra de entre 700 a 800 palestinos ultimados durante la
criminal acción. Mientras fuentes palestinas estiman la muerte
de varios miles, entre ellos niños, mujeres, incluso
embarazadas, y ancianos que fueron vejados de las peores maneras
y algunos apuñalados, pasados por las bayonetas y destrozados
antes o después de ser asesinados.
Según informes de periodistas que llegaron al
lugar pocas horas después también hubo masivas y sumarias
ejecuciones de jóvenes.
Un testigo directo, el periodista estadounidense
Thomas Fredman, del diario The New York Times, dijo: “He visto
frecuentemente grupos de jóvenes en la edad de entre veinte y
treinta años que fueron alineados junto a las paredes, atados de
manos y pies y exterminados a posteriori con ráfagas de
ametralladoras al estilo de las bandas profesionales de
gangsters”.
Todas las versiones confirman que los ejecutores
de esta carnicería eran miembros de la falange Fuerzas
Libanesas, una milicia armada por Israel y que constituyó el más
fiel aliado de Tel Aviv desde el desencadenamiento de la Guerra
Civil en El Líbano, en 1975. Sin embargo, hay que señalar que
esos actos criminales fueron llevados a cabo en una zona bajo el
total control del ejército israelí, que incluso tenía
establecido un puesto de mando en la azotea de un edificio a 200
metros al sudoeste del campamento de Chatila.
La operación de irrupción comenzó mientras el
ejército israelí, que cercó ambos campamentos, impedía la
entrada y salida de ellos y lanzaba proyectiles de iluminación
nocturna para facilitar la tarea de las milicias. Los soldados
sionistas ofrecieron ayuda a las milicias maronitas durante la
matanza.
Las informaciones sobre la masacre comenzaron a
filtrarse después de la huída de varios niños y mujeres hacia el
Hospital Acre en Chatila, donde informaron a los médicos de lo
ocurrido, mientras las noticias al respecto llegaron a los
periodistas extranjeros en la mañana del viernes 17.
De las 20 mil personas que se encontraban dentro
de esos dos campamentos en el momento en que comenzó la
carnicería, tres mil 297 hombres, mujeres y niños fueron
asesinados en menos de dos días. De ellos, mil 800 fueron
ultimados en las calles y callejuelas, mil 097 en el Hospital
Gaza y otros 400 en el Hospital Acre. Entre los cadáveres se
encontraron más de 136 libaneses. (Nota del Editor.-No obstante,
otras fuentes estiman que la cifra exacta de víctimas jamás será
conocida, pues otros varios cientos de palestinos fueron
masacrados sin poder registrarse oficialmente su deceso.)
Menahem Begin, el entonces Primer Ministro
israelí, en su comentario sobre la masacre ante el Knesset
expresó que los miembros de la Resistencia palestina eran
“animales que caminaban sobre sus dos patas”, mientras un
oficial falangista declaró después de la noticia de los sucesos
que “las espadas y fusiles de los cristianos perseguirían a los
palestinos por donde fueran y acabarían con ellos
definitivamente”.
Otro oficial declaró a un corresponsal
norteamericano “hemos esperado mucho tiempo para poder entrar en
los campamentos del Oeste de Beirut, los israelíes nos han
seleccionado porque somos mejores que ellos en ese tipo de
operaciones de casa en casa” y cuando el periodista le preguntó
si se habían tomado prisioneros respondió que “en ese tipo de
operaciones no se tomado prisioneros”. Radio Londres a través de
su corresponsal transmitió que mientras duraron los actos de
matanza los soldados israelíes cerraban con tanques los
campamentos y disparaban contra todo lo que se movía.
La creación de la Comisión Kahan
Con la divulgación de la noticia de la masacre y
su repercusión en todas las capitales del mundo, Israel estuvo
obligado a crear la Comisión encabezada por el presidente del
Tribunal Supremo, Isaac Kahan, para investigar los hechos. El
Consejo de Ministros determinó que la Comisión reuniera las
verdades y los elementos relacionados con los actos salvajes
cometidos por una unidad de las “Fuerzas Libanesas” contra los
civiles en los campamentos de Sabra y Chatila.
De ese modo, la investigación culpaba a las
Fuerzas Libanesas como único responsable de la matanza y con lo
que se descartaba la participación directa de Israel.
También se señaló la participación de otros
grupos como las fuerzas de Saad Hadad, entonces Jefe del
Ejército Libanés en el Sur, creado por Israel.
Los resultados de la investigación tenían que
aparecer de modo tal que a Israel solo se le culpara por
“negligencia” o “error de apreciación”.
Los demás informes sionistas e incluso libros
editados en Israel no dejaron de mencionar nombres de altos
dirigentes falangistas y de las Fuerzas Libanesas, como Elias
Houbeika, Fady Efram y otros, culpándolos totalmente de la
planificación de la matanza y de dar las órdenes de ejecuciones
masivas. Sin embargo a dirigentes sionistas como Ariel Sharon,
ministro de Defensa en aquel entonces, y a Amir Doury, Jefe
Militar de la Región Norte, sólo se les culpó de haber
participado en reuniones donde se discutió el tema del ingreso
de militares falangistas a ambos campamentos para “darle
participación en el control de Beirut Oeste”.
Los resultados de las investigaciones de
la Comisión Kahan
En febrero de 1983, la Comisión Investigadora
israelí encargada de indagar la realidad de los hechos ocurridos
en Sabra y Chatila, “una entidad independiente” integrada por
tres miembros y conocida como la Comisión Kahan, incluyó en los
resultados de su investigación el nombre del entonces ministro,
Ariel Sharon, como una de las personas que “asumen
responsabilidad personal” en los hechos ocurridos.
El informe de dicha Comisión refirió en detalles
el papel directo desempeñado por Sharon para permitir a las
milicias falangistas entrar a los campamentos de Sabra y
Chatila.
El General Rafael Etan, Jefe del Estado Mayor
General del Ejército Israelí en aquel momento, en su testimonio
afirmó que el ingreso de las milicias falangistas a los
campamentos se hizo sobre la base de un acuerdo entre él y
Sharon. Más tarde el ministro de Defensa se dirigió a la Sede
Central de las milicias falangistas donde se reunió con un grupo
de personas, entre ellas varios dirigentes falangistas. La
oficina de Ariel Sharon, un día antes de los acontecimientos,
emitió un documento que contiene un resumen del ministro de
Defensa donde aparece un señalamiento: “Para ejecutar la
operación de los dos campamentos hay que enviar a las milicias
falangistas”; y agrega dicho documento que “las Fuerzas de
Defensa israelíes asumirán la tarea de conducirlas en la zona”.
En relación con el alegato del ex ministro Sharon
ante la Comisión Kahan en el sentido de que “nadie podía
imaginar que las milicias falangistas iban a cometer una
carnicería en los dos campamentos”, la Comisión concluyó que
“nadie podría justificar la toma imprudente de una decisión que
permitía la posibilidad de una matanza”, porque “nadie necesita
de mucho raciocinio para pronosticar la gran amenaza de crímenes
que acontecerían en caso de que entrasen milicianos falangistas
a los dos campamentos sin estar acompañados por las Fuerzas de
Defensa de Israel”.
La Comisión fue aún más allá al decir: “nosotros
vemos que cualquier persona involucrada en los acontecimientos
en El Líbano debe dudar y tener presente la gran posibilidad de
una matanza en estos dos campamentos, si se conoce de que las
Falanges Libanesas van a entrar allí sin que las fuerzas
israelíes asuman el control y la real supervisión... y se le
agrega a esto la realidad del odio visceral que albergan los
falangistas contra los palestinos, sobre todo por el gran choque
que representó para ellos la reciente muerte de Bachir Jemayel,
presidente libanés de aquel entonces…”
La Comisión Kahan concluyó también que “si
realmente el ministro de Defensa no dudaba, cuando decidió la
entrada de las milicias falangistas a los dos campamentos sin la
participación de las Fuerzas de Defensa israelíes, que tal
decisión conduciría a tal desastre, la única explicación
entonces es que él pasó por alto todo motivo de preocupación
respecto a lo que podría ocurrir ya que los objetivos que
pretendía lograr mediante la entrada de los falangistas a los
dos campamentos no lo dejaron tomar las medidas
correspondientes”.
La Comisión aclaró que “si la decisión fue tomada
sabiendo que existía el peligro de que la población de ambos
campamentos sufriera daños, no habría que olvidar que existía un
compromiso israelí en el sentido de tomar las medidas adecuadas
para garantizar la supervisión real, efectiva y constante por
parte del Ejército sobre las acciones de las milicias
falangistas en el lugar, para impedir tal amenaza o reducirla
hasta el mínimo. No obstante, el ministro de Defensa no tomó
ninguna medida al respecto”.
La Comisión finalizó su informe diciendo:
“Nosotros vemos que el ministro de seguridad israelí ha cometido
un grave error al no tomar en cuenta el peligro de actos de
revancha y derramamiento de sangre a manos de las milicias
falangistas contra la población de estos dos campamentos”.
La última recomendación ofrecida por la Comisión
Kahan consiste en que “el ministro de defensa israelí, Ariel
Sharon, sea relevado de su cargo, y que el primer ministro
analice su despido si es necesario”.
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Fuente: www.fdlpalestina.org |
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