Por sí sola Casa de las Américas ha logrado construir
la experiencia cultural que muchos gobiernos (u organizaciones
internacionales) ni imaginan (ni lograrán). No somos pocos los endeudados
con Cuba por el regalo, y legado, continentales que implica Casa de las
Américas. Hay que decir a los jóvenes de todo el mundo que se trata de una
realidad floreciente y posible porque un pueblo en revolución ha impulsado
Casa de las Américas y que Cuba –pese al bloqueo, las injusticias y las
calumnias- la ha hecho posible. “Fundada en 1959 por Haydee Santamaría, y
actualmente presidida por Roberto Fernández Retamar, la Casa de las Américas
divulga, investiga, auspicia, premia y publica la labor de escritores,
artistas plásticos, músicos, teatristas y estudiosos de la literatura y las
artes; cuya comunicación fomenta el intercambio con instituciones y personas
de todo el mundo.”1
Casa de las Américas es una de esas obras revolucionarias con la que el
pueblo cubano revela su carácter internacionalista y sus mejores ideas
socialistas. Casa de las Américas es una realidad de importancia primordial
y ejemplo para todo proyecto cultural revolucionario. Eso no quiere decir
que sea “perfecta” ni quiere decir que no ejerza (por lógica propia) sus
autocríticas. Casa de las Américas es una realidad floreciente que destila
las esencias de fraternidad inteligente, es decir, el alma de Martí. Casa de
las Américas es un bastión y un “Alma Mater” contra el individualismo y la
vanidad de ciertas “inteligencias” (reaccionarias por definición) en un
mundo agobiado por el imperialismo que fabrica (a mansalva y rentablemente)
miseria e ignorancia. Casa de las Américas en una fuerza de inteligencias y
creatividades que impulsa (incluso para la revolución) la nada sencilla
tarea de consolidar vínculos, solidarios e internacionalistas, entre los
artistas, los escritores, los intelectuales y los científicos
latinoamericanos y caribeños. Y es una realidad, y un honor, modelo de
combate.
Contra la devastación cultural perpetrada por el capitalismo, Casa de las
Américas ha sido ejemplo de praxis en clave de lucha, a gran escala, por el
defender el patrimonio cultural de los pueblos y para contribuir a
desarrollar, en plena transición hacia el socialismo, una cultura
revolucionaria para la emancipación. No son pocos los intelectuales
“exquisitos” que “valoran” los premios de Casa de las América, “valoran” sus
publicaciones y también sus investigaciones... pero no todos son
intelectuales de combate dispuestos a entender que la lucha de Casa de las
Américas es la lucha de un pueblo antiimperialista y anticapitalista. No
sólo anti-yanquis.
Casa de las Américas ha sido un combatiente ejemplar contra el aislamiento
impuesto a Cuba. Gracias a sus actividades (publicaciones, concursos,
premios, festivales, exposiciones y encuentros de literatura, teatro,
plástica y música) se ha cumplido la tarea de liberar los caudales
expresivos (libertad de expresión) para vincular a la Revolución Cubana son
los pensadores y creadores más progresistas. Semejante tarea, cálida y
fraterna, es el verdadero sustento de este centro cultural tan prestigioso
que un pueblo en revolución ha impulsado y sostenido ejemplarmente.
Desde sus ejes temáticos diversos y puntuales, desde sus tareas en
disciplinas artísticas variadas y necesarias... el trabajo de Casa de las
Américas ha hecho profesión de ejemplo al poner su pasión por la calidad
como valor revolucionario fundamental. Desde ese parámetro uno puede hacerle
balances y entender por qué proyecta sus tareas como las proyecta. Por qué
su espíritu de trabajo es, en lo esencial, un espíritu de servicio
revolucionario. Semejante responsabilidad de ser útil debe vincular la
política socialista y la emancipación como expresión orgánica que exige
verdad y calidad (no sólo artísticas) sintetizadas firmemente en un
compromiso de combate sobre el escenario contemporáneo. Casa de las Américas
ha probado la importancia de luchar para preservar lo mejor de nuestras
tradiciones sin convertirlas en anécdota muerta y, al contrario, hacerlas
visibles como fuerza viva que informa y anima al presente y al futuro en
plena lucha dialéctica. Tal dinámica de los valores culturales, es
conciencia de trabajo de una Casa de las Américas que ha sabido evitar el
vicio burocrático de inducir, sugerir o señalar pautas al arte, a la
creación o a los idearios de la inteligencia internacional. Eso es un mérito
que uno además de reconocer... aplaude y divulga. La variedad y la búsqueda
permanente le son consustanciales.
Casa de las Américas ha logrado vivir heroica y ejemplarmente en contra,
incluso, de todas las calamidades producto del bloqueo, la ofensiva
mediática inclemente contra Cuba, y las hordas de intelectuales (algunos de
ellos traidores) que se han servido de Casa de las Américas para lustre
individual como francotiradores.
Casa de las Américas, ante el panorama complejo y dramático de nuestros
países, ha sostenido su rechazo al imperialismo y ha combatido cuantas
maniobras se han urdido contra la vida intelectual emancipadora. Ha
impulsado, por eso, valores jóvenes y los ha sumado a la lista de “cabezas”
llamadas a configurar una fuerza imaginativa y revolucionaria nueva con
respuestas pertinentes (combatientes) en las circunstancias actuales. Su
lucha contra fragmentación de nuestras culturas, financiada por el
imperialismo, representa un centro vital para la irradiación cultural desde
su nacimiento, es un triunfo de la sensibilidad responsable y símbolo de un
poder de la revolución y de la creación revolucionarios. Sin igual. Todo
esto, sin pedir ni dar cuartel, casi sin recursos y con mucho en contra.
Todo esto con la voluntad revolucionaria del pueblo cubano, con la certeza
de que la batalla de las ideas deberá impulsar, permanentemente, a la
imaginación como herramienta (también) de la revolución permanente. Casa
Nuestra.
Fenando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la filosofía