La Unidad
“¡Proletarios de todos los países, uníos!” (Proletarier aller Länder,
vereinigt euch)
No hay tiempo que perder, las oportunidades son de oro
Carlos Marx, que era también un comunicador tozudo, pensaba que la única
manera de librarnos del yugo capitalista era avanzar unidos, no amontonados,
no en tropel, no en estampida, no amorfos... No con cualquier “Unidad”, no
uniformes, no sin identidad y no sin diversidad. No reformistas, no
reconciliadores, no olvidadizos. Pensaba en la Unidad para lo inmediato y
para los largos plazos, pensaba en la Unidad como un salto cualitativo de la
conciencia, no utópica sino concreta, racional y de corazón. Pensaba en la
unidad como peldaño necesario para salir de la prehistoria y construir la
etapa verdaderamente histórica de la humanidad, esta vez sin clases
sociales. Pensaba, pues, en una Unidad rica y sabrosa compendio de las
mejores ideas, acciones y voluntades que se empeñan en impulsar el
desarrollo y el bien común a toda costa. Una Unidad que implica mucho más
que acuerdos de coyuntura o episodios diplomáticos para salir del paso. Marx
pensaba en una Unidad inmensa y generosa plena de retos y promesas que se
ofreciera siempre dinámica y frondosa en las manos proletarias que luchan
por emanciparse. En fin una Unidad dialéctica y sin simplismos que sigue
siendo asignatura pendiente y desafío nuestro.
No saldremos de las trampas que el capitalismo nos tiende a mansalva si no
logramos construir nuestra Unidad de clase armados con un programa
socialista para la revolución permanente. Hay que insistir en el problema de
la Unidad y en la trascendencia que tiene aprovechar el tiempo y las
oportunidades para las luchas emancipadoras, reiterar, sin cansancio, lo
lamentable que es perder el tiempo y las oportunidades que pueden ser
usados, paradójicamente, en nuestra contra. Nuestras tareas consisten en
estar a favor del proletariado - de las masas - y de la maduración
irreversible de la Unidad. ¿Hay algo acaso más importante?
El cúmulo de los problemas y estragos que enfrentamos por ser blanco y
víctimas de la ofensiva mass media burguesa, de la guerra ideológica con sus
episodios de terrorismo mediático y de la violencia simbólica contra la
conciencia de la clase trabajadora, es de tal calibre y extensión que, se
vea por donde se le vea, siempre queda claro que estamos en desventaja, en
condiciones asimétricas, a veces lentos y muchas veces débiles. Nada de lo
cual quiere decir incapaces. Y no obstante el despojo, el secuestro y la
subordinación de las herramientas para la comunicación, tenemos hoy un
escenario mundial extraordinario donde fermentan y crecen, de manera
desigual y combinada, experiencias emancipadoras que impulsan la liberación
honesta de los caudales expresivos revolucionarios. Es decir, la libertad de
expresión verdadera. Pero estamos, por causas muy diversas, atomizados y
divididos mientras las burguesías lo celebran.
Hoy no tenemos manera de eludir la tarea de unirnos en el sentido en que
Marx lo pensaba, de unificar fuerzas y talentos para que todos nuestros
medios de comunicación, inspirados en la transformación profunda de la
realidad y la superación definitiva del capitalismo, contribuyan sistemática
y efectivamente, al acenso del proletariado, al florecimiento de la
revolución y a la construcción de su poder socialista. Ha llegado un momento
exigente para luchar por elevar la conciencia de la totalidad del
proletariado y poner al servicio de esa lucha todos nuestros medios y modos
de comunicación democráticos que entienden la lucha por los intereses
inmediatos de los trabajadores y también sus intereses mediatos.
Hoy no hay excusa que valga para eludir la Unidad. Nuestro interés en la
lucha comunicacional emancipadora debe tener por prioridad el interés del
movimiento revolucionario mundial. Es necesario un Frente Internacional de
la Comunicación Emancipadora como acción política de la clase proletaria que
hoy cuenta con miles de activistas de la comunicación pero que no cuentan
suficientemente con la Unidad de programa, de acción y de dirección. Este
tiempo es un tiempo extraordinario que de no aprovecharse puede tronarse en
cierto reflujo, puede generarnos sentimientos de retirada, de merma en el
estado del ánimo, de decepción y abandono. No podemos correr ese riesgo. A
estas horas un continente entero, pese a todos los pesares, conserva e
impulsa sus ideales revolucionarios. No hay excusa para dilatar la Unidad
especialmente cuando el continente enfrenta el momento de nuevas elecciones
de jerarquía geopolítica histórica. Brasil y Venezuela por ejemplo.
Tenemos muchos medios muy desorganizados. Tenemos un terreno excelente para
nuestra propaganda a través de los medios alternativos y comunitarios, las
universidades con algunos estudiantes y profesores críticos, los medios de
los gobiernos democráticos de verdad... tenemos la prensa de muchos partidos
revolucionarios y muchos movimientos sociales y, también tenemos mítines,
discursos, cátedras, asambleas, manifestaciones... herramientas excelentes
que languidecen si no se organizan... si no se unen.
Por desorganizados tenemos periódicos sin lectores, televisoras públicas sin
público, revistas sin audiencias... porque entre otras calamidades tenemos
ciertos sectarismos - de género muy diverso - que ahuyentan a las masas y
desilusionan a los trabajadores. El resultado suele ser que tenemos pueblos
movilizados con urgencias de cambios radicales, que olfatean el rumbo pero
que no encuentran qué leer confiable porque esencialmente perciben
desorganización, tendencias individualistas y tufos burocrático-sectarios.
Mal de males. Así pues, nuestra desorganización se vuelve instrumento de la
burguesía, ella a cambio se organiza y nos derrota.
Y nuestra tarea es ahora la Unidad. Combatir los vicios que nos
des-organizan, impulsar un Frente imbricado hondamente con las luchas del
proletariado. Frente a favor de la revolución cuya comunicación sea acción
de conjunto del proletariado asegurado de englobar a todas las opiniones,
todas las tendencias, con base democrática efectiva y luchar por los
intereses mediatos e inmediatos. Es necesaria la unidad de acción, esa debe
ser nuestra táctica. Unidad de acción contra los reformistas y contra los
sindicaleros corruptos. Unidad de acción que construya un programa muy
flexible, pero al mismo tiempo enérgica, porque la dirección seguirá siendo
la misma. No confundir las tácticas con los principios.
Necesitamos un Frente Internacional de la Comunicación Emancipadora porque
en el tiempo y en las condiciones actuales nuestros triunfos borrarán todo
obstáculo psicológico, todo escepticismo, todo desánimo y eso tiene una gran
importancia. Necesitamos la Unidad en un Frente Internacional de la
Comunicación Emancipadora como resultado de una situación proactiva creada
por nosotros en una organización de acción inmediata completamente dentro de
la lógica de las tareas que nos debemos. Este Frente sentirá la necesidad de
hacer toda acción posible, mediante la propaganda, mítines o demostraciones,
hay camaradas que lo necesitan y lo reclaman, son optimistas y no le tienen
miedo a los agentes del imperialismo. Necesitamos un Frente que de ninguna
manera abandone la Unidad organizativa, bajo ningún concepto abandon e la
lucha ideológica y mantenga una posición firme en todas las tareas y
tácticas de la Unidad revolucionaria que exige precisión teórica y política
en interés del porvenir humano. Las condiciones están dadas. ¿Nos unimos?
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la Filosofía