En una larga conversación con Yacim, uno de mis amigos magrebíes más común,
el tema es Aminetu con la que se siente plenamente solidario, por eso es un
buen amigo. Ella ha ganado una batalla al “monstruo” que tienen en casa,
“nuestro amigo” el rey de Marruecos, dino hijo de su padre. La suya fue,
claro está, la causa saharaui, que debería ser también, siempre y en la
práctica, la nuestra, y también la de los magrebíes que tienen –como
nosotros- el enemigo en casa. Comentamos: es verdad que la lucha de Aminetu
la ha vuelto a poner en la agenda política internacional. Pero es un tema
molesto para quienes gobiernan el mundo y procurarán que vuelva cuanto antes
al archivo de las cuestiones pendientes, en el mejor de lo casos una
cuestión humanitaria, que se resuelve con algunos proyectos de cooperación,
pero nunca una cuestión política que desestabilice a los aliados básicos
como Marruecos. No podemos dejar que se apague la conciencia renacida de que
tenemos un compromiso con el derecho de autodeterminación del pueblo
saharaui y, por eso mismo, con quienes luchan por él y sufren torturas,
humillaciones, largos y durísimos encarcelamientos.
La discusión pasó también por un punto de acuerdo sobre el que he insistido
en muchas ocasiones, a saber que el anticolonialismo ha sido históricamente
una de las mayores debilidades del movimiento obrero y la izquierda del
Estado Español, un sentimiento además que requería ser “comunicante” con la
izquierda magrebí sobre la que Yacim me cuenta cosas diversas y dispersas, y
con la que faltan las conexiones necesarias….
Llegados a este punto nos tocó hablar sobre el personaje de Abd-el-Krim fue,
con el correr del tiempo, cayendo en el olvido hasta ser hoy prácticamente
ignorado por las nuevas generaciones. El punto de partida había la obra la
historiadora María Rosa de Madariaga sobre el caudillo rifeño Abd El Krim
que había editado Alianza, y que aborda la cruenta resistencia colonial
contra España y Francia en los años 20 del siglo XX, luchó contra los
españoles "forzado por las circunstancias", de un acción colonialista que
también estuvo en el origen de la guerra civil, y es que nadie de be olvidar
que el “partido” que preparó el “alzamiento” y que llevó la guerra hasta el
último de los hogares, hasta el más extremo rincón de lo que se llama
España, fueron los militares llamados “africanistas” cuya primera acción fue
“liquidar” a los militares fieles al juramento a la República, y que
trataron a los “rojos” como antes habían tratado a los kabileños. Se podría
decir sin miedo a exagerar que “ocuparon” su propio país, y que trataron a
los trabajadores como a los “nativos”…
Yacim y un servidor nos intercambiamos libros, de su mano entraron en casa
títulos como el del periodista francés tan amigo de nuestra causa Gilles
Perrault, Nuestro amigo el rey (Barcelona, Plaza & Janés, 1991), una
biografía sin desperdicio de Hasam II y su reinado; otro de Tahar Ben
Jelloun, Sufrían por la luz (Barcelona, RBA, 2001), una novela basada en los
testimonios de los supervivientes de las atroces cárceles del padre del
actual monarca que también aspira a ser absoluto, y tener hasta la
“izquierda” a su servicio, una buena táctica posiblemente recomendada por
papa y por otras amistades. Fue Yacim el que me descubrió a Ahmed Marzouki,
Tazmamart cellule 10 [Tazmamart celda 10] (París, Méditerranée, 2001), un
testimonio estremecedor que no sido traducida entre nosotros, en parte
quizás por desconocimiento, y en parte quizás porque alguien haya movido
algunos hilos del poder. También me trajo la edición francesa del libro de
Christine Daure-Serfaty Tazmamart (París, Stock, 1992), obra de intensa
labor investigadora de la activista de derechos humanos y esposa del
disidente marroquí Abraham Serfaty…Antes me había hecho llegar una biografía
gala del líder independentista más odiado por los “africanistas”, estoy
hablando del libro de Zakya Daoud, Abde Krim. Une épopée d´or et de sang
(prefacio de Bruno Étienne, Ed. Séguier, Paris, 1999), que, entre otras
cosas, reportaba una extensa información sobre como el Komintern abandonó
por la mitad de los años treinta el anticolonialismo que había caracterizado
su formación, y como eso repercutió en la evolución del ideario de la
resistencia anticolonialista.
Abd El Krim merece ciertamente ser recordado, porque los acontecimientos que
protagonizó todavía mantienen su vigor histórico y su cadencia en los
acontecimientos que relacionan la historia de Marruecos y de la España
imperial que no están tan lejos como nos quieren hace creer. La obra María
Rosa de Madariaga analiza las ideas y la trayectoria política y humana del
que pasó de “moro amigo” a convertirse en jefe de la resistencia rifeña
contra la ocupación española en Marruecos. No es ésta propiamente una
biografía, por lo menos a la vieja usanza, toda vez que la vida de Abdel-Krim
forma parte integrante de la historia del Rif del primer cuarto del siglo XX,
junto con la de otros muchos personajes que también contribuyeron a
forjarla.
Por sus páginas desfilan toda una galería de personajes desde los más
encumbrados a los más humildes, desde notables y ministros a kabileños de a
pie y soldados, desde heroicos combatientes a desertores, espías y
aventureros. La autora se ha propuesto que esta historia sea coral, aunque
Abdel-Krim destaque en ella como principal protagonista. Si es muy cierto
que la resistencia rifeña no es sólo Abd-el-Krim, no lo es menos que sin él
la resistencia rifeña de los años veinte sería inimaginable. Su lucha por la
independencia hace de él un precursor de los movimientos de liberación
nacional de los pueblos colonizados después de la Segunda Guerra Mundial…
Todo un continente histórico sobre el que ya existe una importante
bibliografía de fechas bastante reciente, y que, entre otras cosas, alumbra
sobre el “totalitarismo” colonialista (desaparecido de la historiografía
dominante), los orígenes de la guerra civil española, y el papel jugado por
los militares colonialistas que, trágica ironía, utilizaron contra el pueblo
español tropas compuestas por “moros” que habían perdido su propia guerra…Un
hilo histórico que conecta plenamente con la historia que evoca el hermoso
nombre de Aminetu Haidar y sus lecciones, y con el oscura asunto de las
actuales relaciones hispano-marroquíes con su secuelas de esas pateras que
son emblema de nuevas u desoladoras derrotas.
Pepe Gutiérrez-Álvarez