MUJER... ESENCIALMENTE LUCHADORA INTERNACIONALISTA
Hoy, 6 de enero, hubiera cumplido 65 años.
Si el Terror no tronchaba su vida con violencia en un 8 de enero de 1973 en la
"Chácara de Sao Bento", Pernambuco, Brasil.
Ella puede ser señalada como ejemplo de mujer de la segunda mitad del siglo
pasado en su papel de revolucionaria en el Cono Sur sudamericano. Su
militancia fue muy temprana, siendo casi una niña salió del Paraguay en medio
del exilio colectivo de los Barret en los prolegómenos del FULNA aquí y en
Uruguay, reconocida y admirada en Montevideo por su ajetreada actividad social
entre la colectividad de exiliados y uruguayos cuya fugaz estrella lució en su
discurso antinazi de un mitin multitudinario de reparación al atentado que
sufriera por esos días en esa ciudad. Finalmente, su trágica muerte y que no
podía ser de otro modo cuando el pueblo brasileño oprimido se levantaba
desigualmente en armas contra la feroz dictadura de los macacos militares. La
tragedia no sólo llegó a ella sino al futuro niño que acunaba sus entrañas
tajoneadas salvajemente por los sicarios.
Hubieron muchísimas y valientes mujeres que ofrendaron sus vidas durante la
dictadura, tanto en Paraguay como en la Argentina, sin embargo la Barret tuvo
un especial carisma: fue tan bella y sensual como revolucionaria, traía en la
sangre el fervor militante tanto de su padre como del abuelo, tan figura local
como internacionalista al modo del viejo Rafael Barrett anarquista, fue amada
y admirada entrañablemente por sus compañeros y odiada visceralmente por los
enemigos de clase. La Barrett no anduvo con medias tintas, por todo ello su
figura contribuye a llenar de mística a sus congéneres que lucha construyendo
el socialismo en este Siglo XXI.
Caacupé, enero 6 de 2010.
Agripino Silva.
Soledad Barret
(Daniel Viglietti)
La duda lleva mi mano hasta la guitarra
mi vida entera no alcanza para creer
que puedan cerrar lo limpio de tu mirada;
no existe tormenta ni nube de sangre que puedan borrar
tu clara señal.
La soledad de mi mano se da con otras
buscando dejar lo suyo por los demás,
que a mano herida que suelta sus armamentos
hay que enamorarla con la mía o todas que los van a alzar,
que los van a alzar.
Una cosa aprendí junto a Soledad:
que el llanto hay que empuñarlo, darlo a cantar.
Caliente enero, Recife, silencio ciego,
las cuerdas hasta olvidaron el guaraní,
el que siempre pronunciabas en tus caminos
de muchacha andante, sembrando justicia donde no la hay,
donde no la hay.
Otra cosa aprendí con Soledad:
que la patria no es un solo lugar.
Cual el libertario abuelo del Paraguay
creciendo buscó su senda, y el Uruguay
no olvida la marca dulce de su pisada
cuando busca el norte, el norte Brasil, para combatir,
para combatir.
Una tercera cosa nos enseñó:
lo que no logre uno ya lo harán dos.
En algún sitio del viento o de la verdad
está con su sueño entero la Soledad.
No quiere palabras largas ni aniversarios;
su día es el día en que todos digan,
armas en la mano: "patria, rojaijú".
LA BARRET
Era, después de todo, nieta del escritor anarquista RAFAEL BARRETT, autor de
"EL DOLOR PARAGUAYO", esa aguda denuncia de las injusticias que ocurrían en
nuestro país. Soledad Barrett murió a los 28 años de edad en Recife, el 8 de
enero de 1973.
Ha tenido que pasar más de tres décadas para que su heroísmo revolucionario
empezara a ser conocido en su país natal. Antes, Mario Benedetti y Daniel
Viglietti inmortalizaron en letras y músicas su personalidad cautivante.
** El relato de Jorge Coronel, sin embargo, no se detiene allí. Ya señalamos
que había elegido una senda novedosa: las defecciones que ocurrieron durante
la lucha por transformar la realidad social. Era inevitable, pues, que junto a
la trayectoria límpida de Soledad se trace un paralelo ominoso con la vida de
su entregador, su propia pareja, el cabo Anselmo. Se trata de un líder
revolucionario odiado por una generación de brasileños, pues fue el delator de
sus propios compañeros, llevando a muchos de ellos a un destino fatal.
** Nadie, en el Brasil, conoce su cara. Sigue viviendo, cercano ya a los 70
años, con el rostro cambiado por la cirugía plástica y protegido por la
inteligencia de la Marina brasileña y la CIA. El cabo Anselmo dos Santos es
solo un espectro que en nada recuerda al joven que encabezó la rebelión de los
marineros en 1963 e integró la Vanguardia Popular Revolucionaria, una fuerza
de izquierda brasileña sumada a la guerrilla. Soledad, embarazada de cinco
meses, fue muerta a raíz de la delación de este hombre que indicó a los
militares la ubicación de la chacra de São Bento donde ocurrió la masacre.
Publicado por Foro Derechos Humanos -MERCOSUR de Los PUEBLOS
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