Miles de personas participaron del acto contra el desalojo
del BAUEN
(AW). Una multitud se concentró hoy frente al hotel BAUEN,
recuperado por sus trabajadores, para rechazar la decisión judicial que
ordena del desalojo y la devolución del edificio a los antiguos dueños, que
lo llevaron a la quiebra.
Buenos Aires, 21 de agosto (Agencia Walsh). Una multitud se concentró hoy
frente al hotel BAUEN, recuperado por sus trabajadores, para rechazar la
decisión judicial que ordena del desalojo y la devolución del edificio a los
antiguos dueños, que lo llevaron a la quiebra.
El festival artístico y musical se inició poco después de las 18 en la
intersección de Corrientes y Callao, en pleno centro porteño. El cierre del
acto, al que asistieron organizaciones sociales, representantes de fábricas
recuperadas y partidos políticos, estuvo a cargo de León Giego, quien
conmovió a todos con varias de sus mejores canciones.
Debajo adjuntamos una nota publicada hoy en Página/12 acerca de la situación
del hotel.
El padre, el hijo y un espíritu non sancto
El desalojo del hotel, ordenado por la Justicia, pone en primer plano al
grupo que lo construyó, lo abandonó, lo vendió dos veces y parece estar
próximo a recuperarlo a costa de los trabajadores que lo mantienen en
funcionamiento desde 2003.
Por Santiago O’Donnell
El Bauen tiene dueño. El mes pasado la Justicia determinó que el hotel de 20
pisos ubicado en Callao al 300 y valuado en 20 millones de dólares pertenece
a la firma Mercoteles, vinculada a la familia Iurcovich. Marcelo Iurcovich,
el fallecido patriarca de la familia, había fundado el Bauen en 1978. Los
derechos propietarios se los disputaba el empresario Félix Solari, que había
comprado el Bauen en 1997 y quebrado en el 2001, y los trabajadores que lo
ocupan y explotan desde 2003. La Justicia también ordenó a los empleados
desalojar el hotel, antes del jueves o a mediados del mes que viene, según
cómo se cuente el plazo de 30 días que dio la jueza comercial Paula Ualde en
su visita al hotel el 30 de julio último.
El fallo de Ualde es el último eslabón de la asombrosa cadena de
acontecimientos que marcó la historia del Bauen. La historia del hotel es a
su vez la historia de Marcelo Iurcovich y de sus herederos del “grupo
Iurcovich”, que amasaron su fortuna ayudados por sus contactos con la
dictadura militar, la multiplicaron durante la intendencia de Grosso,
demostraron que su influencia se mantenía durante la administración de
Aníbal Ibarra y dieron una nueva demostración de fuerza a caballo del
macrismo en la actual gestión de Telerman.
Para lograrlo, los Iurcovich se valieron de una telaraña de empresas a
nombre de familiares y personeros de las más variadas razones sociales,
muchas de ellas inscriptas en las oficinas del contador Carlos Sterin en
Paraná 754, al menos dos offshores uruguayas, negocios en Brasil y hasta el
control de un importante hotel en Puerto Iguazú, en la zona de la Triple
Frontera.
El Padre
A lo largo de su extensa y multifacética carrera empresaria, Marcelo
Iurcovich demostró una gran habilidad para convencer a la Justicia de la
validez de sus argumentos y a los políticos de la conveniencia de hacer
negocios con su grupo. En el hotel era conocido como “don Marcelo”, un
hombre duro y distante, de los que imponen respeto. “Los empleados no
podíamos usar las instalaciones. Si queríamos tomar un café en la confitería
en nuestro franco no nos dejaba don Marcelo”, dijo un ex empleado de
seguridad. Una persona que negoció con él y lo respeta dijo que en privado
Iurcovich se ufanaba de haber construido el Bauen sin haber puesto dinero.
Corría el año 1978 y sus contactos con el contraalmirante Carlos Alberto
Lacoste, entonces presidente del EAM 78, y con el brigadier Osvaldo
Cacciatore, entonces intendente municipal, le permitieron acceder a un
crédito del banco Banade para la construcción del Bauen. Según los abogados
del Banco Nación, que absorbió la cartera tras el cierre del Banade,
Iurcovich nunca pagó ese crédito. Según declaró Iurcovich en el 2003, no
sólo había pagado cuatro millones al banco, sino que por incumplimientos
varios el banco le debía dinero a él. En agosto del 2005 la Corte Suprema le
dio la razón al empresario. No sería su última victoria judicial.
Con el correr de los años Marcelo Iurcovich diversificó su participación en
distintas empresas. Primero con Bauen Suites, un complejo de apart hotel de
lujo anexo al hotel que siempre perteneció a su familia y que en sus épocas
de esplendor, durante el menemismo, supo tener como huésped a Eduardo, el
hermano del presidente. Bauen Suites, a su vez, tiene como accionistas
principales a tres empresas y más de una docena de inversores
independientes. Un ex empleado testificó en sede judicial en el 2005 que
Bauen Suites era manejado por las dos hijas de Iurcovich, pero que el pago
provenía de la empresa Ghesa. Y así se podría formar una red de diversas
empresas turísticas vinculadas a través de directivos en común y lazos
familiares alrededor de Marcelo Iurcovich. Formarían parte de esa red
Rentatur, Corman, Corporación Virtual de Turismo, Sistemas Vacacionales,
Buzios Megaresort, Hospedajes y Alojamientos Temporarios, Soloaparts,
Investment Bauen do Brasil y Colomba Viajes, la más destacada porque recibió
un insólito crédito de 1.100.000 dólares de Finvercon, una financiera con
curiosos nexos con el grupo. A ellas se suman Bauen Suites, y Bauen Sacic,
ex propietaria del hotel. Las offshore uruguayas Radwell, Darwell y Bolton
Group también podrían tener vinculación con el grupo.
El hijo
Tras la muerte de Marcelo Iurcovich, su hijo Hugo pasó a ser la cara visible
del grupo. Quienes lo conocen dicen que mantiene cierta rebeldía en su forma
de ser y algo de onda hippie, quizá producto del tiempo que pasó en Buzios
armando el negocio del megaresort. Sus amigos dicen que Hugo se sentía a
gusto con gente de la farándula, sin abandonar el bajo perfil que
caracteriza a la familia, y quizá por eso habría volcado su vocación
artística en los negocios relacionados con el entretenimiento, como sugiere
su participación en los directorios de empresas como Deporcor y Organización
de Eventos, a la que sumaría la actividad inmobiliaria a través del
directorio de Sedaguma y Suma.
La esposa de Marcelo y madre de Hugo, Raquel Kaliman, también incursionó en
el negocio inmobiliario, a través de la firma Consultex, incripta con
domicilio en las oficinas del grupo en Corrientes al 1500. Compartió el
directorio de Consultex con el contador Sterin y con Alejandro Granillo
Ocampo, familiar del ex funcionario polifuncional del gobierno de Carlos
Menem. Al parecer, Kaliman no eligió al socio más solvente, ya que Alejandro
preside (y Raúl estuvo en el directorio de) la constructora riojana
Construnoa, que presenta créditos de categoría irrecuperable por más de dos
millones de pesos.
En los últimos años el grupo Iurcovich, o empresarios vinculados, se
volcaron a las inversiones inmobiliarias en la zona de Puerto Madero a
través de la firma Sycic, que es un desprendimiento accionario de la empresa
familiar Poliequipos (ver recuadro). Sycic es accionista de las
constructoras JM Aragón, Dique 1 y Puerto Santo.
El comprador
Félix Solari es portador de un apellido de peso en el mundo de los negocios
de su Chile natal, donde la familia Solari es conocida por ser dueña de las
tiendas Falabella y por la afición de algunos de sus miembros por la cría de
caballos pura sangre. Por eso a nadie le debe haber extrañado cuando se
anunció la venta del Bauen en 1997 “al grupo chileno Solari SA”. Pero Solari
no tiene la suerte de pertenecer a tan distinguida familia. Según su
abogado, Gabriel Jaijel, Solari viene del rubro gastronómico y mucho le
costó juntar los cuatro millones de dólares que pagó como primera cuota de
una compra que implicó entre 14 y 20, según quién lo dice. Pero llegó la
recesión y los precios de las habitaciones cayeron de 120 a 50 dólares.
Cuando eso sucedió, según Jaijel, Marcelo Iurcovich se negó a negociar tan
siquiera una coma del contrato. Entonces Solari entró en convocatoria de
acreedores y Iurcovich habría comprado los votos de los acreedores para
forzar la quiebra, dijo Jaijel. Solari abandonó el hotel en el 2001. Según
su abogado sufrió una fuerte depresión. “Imaginate. Pasó de vivir en la
suite principal del Bauen a un galpón prestado de un familiar en
Avellaneda.” El bajón habría durado años. Pero ahora Solari estaría mejor y
habría vuelto a trabajar, dijo su abogado, como empleado en una parrilla del
centro. Mientras, espera recuperar al menos parte de su inversión en el
Bauen.
Los empleados
En el 2002, en pleno auge del movimiento de fábricas recuperadas, unos 20
empleados ocuparon el Bauen, lo arreglaron y empezaron a operarlo. Con el
tiempo se sumaron trabajadores desocupados del Movimiento 26 de Julio y
familiares de los trabajadores hasta conformar una plantilla de 154 puestos
de trabajo. Remozaron las salas, el restaurante, los escenarios y dieron
lugar a recitales, festivales, programas de radio obras de teatro, y
actividades patrocinadas por instituciones como el Goethe Institut y la
embajada de Venezuela. Hoy cuentan con el apoyo de reconocidas figuras del
progresismo internacional como, entre otros, Danielle Mitterrand, Naomi
Klein, Noam Chomsky, Evo Morales, Toni Negri y figuras locales como las
Madres de Plaza de Mayo, el grupo de rock Attaque 77, León Gieco, Adolfo
Pérez Esquivel y legisladores nacionales y porteños. La Justicia les
permitió hacer uso de la explotación del hotel mientras se dirimía el
pleito, pero ya no.
Previsiblemente, para los Iurcovich los empleados son “ocupantes ilegítimos”
y su reclamo no es “serio”. “La explotación de los ocupantes ilegítimos, que
no paga impuestos de tipo alguno, municipales ni nacionales, se produce en
condiciones precarias y de máximo riesgo por la falta de elementales
condiciones de seguridad, incendio y emergencias, denunciadas oportunamente.
La falta de pago de impuestos está devengando una enorme deuda con la
ciudad, que no se sabe quién pagará. La fuente de trabajo que se pretende
defender no es genuina, toda vez que no paga cargas sociales en un mercado
donde faltan trabajadores de hotelería por el boom del turismo”, escribieron
los Iurcovich en su carta a Hoteles y Restaurantes.
La preocupación de la familia por las cargas municipales quedó zanjada en
diciembre del año pasado cuando el macrismo aprobó una ley con el mínimo de
votos a las dos y media de la madrugada que perdonaba la deuda y disolvía la
cooperativa tras una breve transición. Ante las quejas de los empleados, el
jefe de Gobierno, Jorge Telerman, demoró la firma de la ley y abrió un
compás de espera para seguir las negociaciones. El 30 de julio la jueza
comercial Paula Ualde le trajo más buenas noticias a la familia al fallar en
favor de Mercoteles e intimar el desalojo del hotel. El abogado de Solari
aseguró que había apelado el fallo el lunes, por lo que podría postergarse
la orden de desocupación.
El dueño
En el 2005 la familia Iurcovich anunció una nueva venta del Bauen, esta vez
a Mercoteles S. A., “la empresa argentina que se haría cargo de las
inversiones necesarias para la reapertura”. Se trata de una firma creada en
el 2002 que nunca presentó balances a la Inspección General de Justicia
(IGJ), ubicada en la oficina del contador que figura como su presidente, y
cuyo único accionista declarado, además del contador, es un gestor de
empresas offshore que fue sancionado por la IGJ. Según su acta de
inscripción, el paquete accionario de Mercoteles consiste de 10.000 acciones
nominales de 10 pesos, un voto por acción. El contador Marcelo Hilario
Garella, presidente de la firma, “suscribe 100 acciones e integra el 25 por
ciento, o sea doscientos cincuenta pesos en efectivo.” El director suplente
Juan Carlos Hernández “suscribe 9900 acciones por 24.750 pesos”, O sea,
entre los dos suscriben un total de 25.000 pesos, a cuenta de los 100.000
que constituye el capital de la empresa, a completarse en los próximos dos
balances. De no mediar un traspaso de acciones, que la IGJ desconoce, podría
decirse que Juan Carlos Hernández, comerciante de Quilmes, es el dueño del
Bauen.
Hernández tiene un antecedente muy particular, ya que es el único gestor de
empresas offshore sancionado por inconducta en los últimos años, o al menos
el único que salió en el diario. Fue el año pasado, cuando la IGJ descubrió
que había fijado un domicilio trucho en Chubut, como sede de una empresa
uruguaya con la que compró dos propiedades en Buenos Aires. El dictamen fue
lapidario. Después de una detallada explicación de las maniobras (por
ejemplo, nadie conocía la firma en Chubut), el inspector general Ricardo
Nissen concluye sus considerandos con las siguientes palabras: “Finalmente,
no puedo dejar de merituar la actuación del señor Juan Carlos Hernández,
quien identificado a veces como presidente de la sociedad Bolton Group,
otras como su representante en la Argentina, optó por inscribir a dicha
sociedad en la IGJ de Chubut, en octubre de 2004, cuando dicha sociedad no
tenía actividades en dicha provincia y sí en la ciudad de Buenos Aires,
donde era dueña de dos inmuebles, adquiridos para su inmediata locación a
terceros. Dicha cuestionable actuación del representante de Bolton Group SA,
que afecta el derecho de información y de seguridad de terceros, resulta
pasible de una ejemplar sanción pecuniaria.” La multa “ejemplar”, aplicada
de acuerdo con los estatutos correspondientes, fue de 3500 pesos.
Más allá de las especulaciones que pueda hacerse sobre la composición del
capital de Mercoteles y sus posibles inversores, sobran indicios de su
vinculación con los Iurcovich. Primero, los dos inmuebles que había comprado
el presidente de Mercoteles, Juan Carlos Hernández, luego los alquiló a las
hijas del contador del grupo Iurcovich, Carlos Sterin. Segundo, en una
denuncia de Mercoteles contra los empleados del Bauen en el 2003,
supuestamente por no cuidar bien la caldera del hotel, Samuel Kaliman,
cuñado de Iurcovich, se presentó en el expediente como representante de
Mercoteles, primero como “director general”, después como “director
suplente” y después como “director” a secas. Tercero, en su fallo, la jueza
Ualde afirmó que aceptó garantías de “Bauen Sacic” (de los Iurcovich), para
entregarle el hotel a Mercoteles.
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