Significado de la escalada
El análisis trata de desentrañar la realidad de hoy
con parámetros del pasado. Las burguesías locales y el imperialismo podían
dar golpes de Estado cuando tenían instrumentos militares, políticos,
sindicales y sociales en condiciones de ejercer la hegemonía necesaria para
gobernar bajo fachadas más o menos represivas. Eso acabó. Una a una, las
instituciones de las clases dominantes han perdido su capacidad como
instrumentos válidos para el ejercicio del poder. Y esta afirmación no sólo
es válida para Bolivia: toda América Latina está en la misma situación.
Hoy el imperialismo ni siquiera puede apelar al recurso del golpe militar.
Requiere y utiliza la violencia, pero su estrategia ya no consiste en imponer
un gobierno títere. Antes de volver a pensar en esa posibilidad, necesita
infligirle a las masas una derrota letal. En la época de crisis y declinación
irreversible del capitalismo eso sólo es posible mediante el fascismo y la
guerra civil.
Es exactamente lo que han puesto en marcha los agentes de Washington en
Bolivia. El imperialismo necesita de ese enfrentamiento civil y ya ha lanzado
la provocación a gran escala.
La expulsión del embajador de la Casa Blanca indica que Evo Morales comprende
exactamente la estrategia imperial y ha resuelto enfrentarla. La inmediata
solidaridad de Hugo Chávez, haciendo lo mismo con quien en su territorio
promovía una acción análoga, el apoyo incondicional a estas medidas por
parte de Daniel Ortega, la decisión del presidente hondureño Manuel Zelaya
de suspender la ceremonia de recepción de credenciales del nuevo embajador de
Estados Unidos, en solidaridad con Bolivia y Venezuela, son otros tantos
indicativos de la rebelión antimperialista que se agiganta en América
Latina. Estos países se sumaron así a la histórica conducta de la Revolución
Cubana. Cuando el imperialismo apela al fascismo, la diplomacia carece de
sentido. Quien se asusta del tono empleado por Chávez al reiterar su
disposición a defender a Evo Morales incluso enviando combatientes a Bolivia,
o bien no ha comprendido el significado de la escalada fascista, o bien
programa una negociación en cuya conclusión está la cabeza de Evo. Pero Chávez
no está solo. Seremos cientos de miles quienes en América Latina nos
alistaremos para defender con las armas la revolución en Bolivia frente al
ataque imperialista, si una enérgica acción internacional no logra
detenerlo.
Unasur
Otro indicativo de los cambios en las relaciones de
fuerza continental es la realización de una reunión de emergencia de Unasur,
en Santiago, el lunes 15. Allí reside la posibilidad de detener la mano
asesina de la Casa Blanca. Cada gobierno mostrará hasta dónde llega su
compromiso con la democracia, la paz y la unión regional. La diversidad de
los componentes de la Unión de Naciones Suramericanas asegura una dura
disputa. Pero el mínimo común es el apoyo incondicional al gobierno de Evo
(con su reciente ratificación con el 67,41% de los votos tiene más
legitimidad social que ninguno de sus pares), el rechazo a la ingerencia
estadounidense y el compromiso de romper relaciones diplomáticas en conjunto
con Estados Unidos si Washington persiste en alimentar la escalada fascista.
Luiz Inácio da Silva adelantó que “no tenemos derecho a tomar ninguna
decisión sin que haya acuerdo del gobierno y la oposición”. Sus asesores
en política internacional deberían informarle a Lula que “la oposición”
es Estados Unidos y que los jefes políticos locales han tomado por la vía
del fascismo. Apenas unos videos y unos testimonios sobre los saqueos y
matanzas bastarían para que el presidente brasileño tenga la información
suficiente y pueda asumir que las acciones emprendidas en estos días por los
separatistas definen una estrategia de guerra, con la cual Estados Unidos
pretende recuperar el control que se le va de las manos en América Latina.
Eso le concierne también a Brasil.
El fascismo en sentido lato es el primer paso de esa estrategia. Fascismo no
es, como se entiende corrientemente, un gobierno o una política represiva. Es
la utilización de la población civil para ser lanzada contra otros estratos
de la población civil. (Por eso, cuando la teoría política de las clases
dominantes comenzó a enfatizar la expresión “sociedad civil”,
tergiversando por completo su sentido original, era claro en qué rumbo se
orientaba). Es la utilización de sectores de clases medias y de las franjas más
empobrecidas y marginalizadas, a las cuales no ha podido llegar el mensaje de
la revolución, para lanzarlas como fuerza de choque ciega contra los
trabajadores, los campesinos, los estudiantes y los flancos concientes de las
capas medias. Es el choque de aquellos que por determinaciones que van mucho más
allá de su propia cotidianeidad, no están en condiciones de tomar conciencia
de sus actos y contratados como mercenarios son lanzados en operaciones de
guerra contra sus hermanos más próximos. Eso es el fascismo. Y siempre, por
detrás, hay estrategas del capital que programa sus actos.
Urge una respuesta continental
Aparte los gobiernos, cuyo compromiso puede eventualmente lograr efectos extraordinarios, es otra la instancia latinoamericana que al cabo definirá si la revolución latinoamericana en marcha puede o no enfrentar y vencer la contraofensiva imperialista. Las acciones de solidaridad con el gobierno de Evo Morales en cada país son imprescindibles. Pero no bastan. Urge dar pasos efectivos observando la huella de la nueva fuerza revolucionaria de masas que ha aparecido en el panorama internacional: el Psuv (Partido Socialista Unido de Venezuela). Urge concretar instancias análogas de unidad social y política de masas, con definiciones antimperialistas y anticapitalistas. Urge crear organismos que permitan a las direcciones de esas fuerzas revolucionarias diseñar y aplicar una línea de acción latinoamericana. La historia no perdonará omisiones ni retardos.
Luis Bilbao
La Paz, 13 de septiembre de 2008