Podemos afirmar, hoy más que nunca, la validez de
nuestro eslogan de que “El ferrocarril es una cuestión nacional”. Evo Morales
y su gobierno así lo han entendido y han accionado en tal sentido. Acción que
tiene un sentido patriota, el de rescatar una parte más de la soberanía
territorial y del transporte de la República de Bolivia.
Desde el MONAREFA siempre hemos afirmado que el problema de los ferrocarriles
en la Argentina y en el mundo es una cuestión política y no técnica.
En nuestro caso, fue una desición política su nacionalización, como también
fueron los embates del Plan Larkin en tiempos de Frondizi contra la empresa
ferroviaria argentina, y así en todos los gobiernos hasta llegar a su
paralización. En consecuencia el Sistema de Transporte Ferroviario se
desestructuró, se destazó y sus partes no fueron ofrecidas al menor postor,
sino al mejor amigo del gobierno menemista. Fue una decisión política el
otorgamiento de estas viles concesiones a comerciantes nacionales que vivieron
desde la década de los 90 hasta la fecha de las ubres del
estado a través de la perversidad de los subsidios.
Cuanta diferencia con el gobierno boliviano que recuperará en el acto de la
Nacionalización parte de su soberanía territorial ocupada por empresas
extranjeras como la estadounidense Genesee Wyoming cuyo socio minoritario es
Railway.
Los ferrocarriles bolivianos dejaran de ser una empresa privada con fines de
lucro, se transformarán en una empresa pública, cuyos fines será beneficiar al
pueblo boliviano y a la república boliviana.
La Nacionalización de los ferrocarriles bolivianos es un acto patriótico,
soberano, que tiene que ver con su independencia económica, una manera más, de
las tantas otras ya tomadas por el gobierno de Evo, para dejar de ser un país
colonizado y sometido a los intereses de los colonialistas norteamericanos, en
este caso.
En este bicentenario de nuestra patria, el pueblo hubiera deseado un acto de
esa envergadura, que reparara todo el daño causado por el cerramiento y el
concesionamiento de nuestros ferrocarriles, donde sus restos fueron entregados
a empresas privadas, causando una catástrofe
que se grafica en los casi 1200 pueblos fantasmas, sembrados en nuestra
geografía enrielada. Y no este sainete mediocre entre diferentes factores de
poder, que son sólo enredos entre intereses que no tienen nada que ver con la
Nación, ni con el no pago de la deuda externa ilegítima. Enredos para ver
quien complace mejor al imperio.
El ministro de Obras Públicas del gobierno de Bolivia, Wálter Delgadillo dijo
que luego de 14 años, después de ser transferidos a privados a valores de
remate, los ferrocarriles regresan al Estado. Para ello se creará la Empresa
Boliviana de Ferrocarriles"
El gobierno de Evo Morales va a reparar lo que se hizo durante el gobierno del
ex presidente ultraliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, que vendió las dos redes
de ferrocarriles bolivianas por 14 millones de dólares al grupo chileno Cruz
Blanca. El grupo chileno traspasó la red andina a la estadounidense Genesee
Wyoming, con su socio minoritario Antofagasta Railway.
Debo decir que muchos técnicos ferroviarios argentinos trabajaron para el
desmantelamiento de los ferrocarriles bolivianos, debo manifestar con dolor en
nombre de los ferroviarios que peleamos por el ferrocarril estatal en tiempos
de Menem, como en la actualidad en forma empecinada, que estos individuos nos
avergüenzan. Pedimos disculpas a los compañeros bolivianos por la sucia tarea
de nuestros cipayitos, mercenarios avenidos en masa crítica del liberalismo de
ese entonces.
A diferencia de cuando los ferrocarriles argentinos y bolivianos estaban en
manos del Estado, existía una comisión mixta Argentina-Boliviana que
trabajaban en armonía, los trenes de carga y pasajeros cruzaban la frontera en
forma coordinada. Era tan importante esa comisión que Ferrocarriles Argentinos
designó para esa comisión al Ingeniero Vicente Repeto, un profesional de
reconocimiento mundial, un maestro para nosotros.
Recuperado los ferrocarriles para el Estado Boliviano, el plan del gobierno de
Morales buscará unir oriente-occidente y, además, poner en orden toda la ruta
occidental abandinada. Será una fuerte inversión del gobierno porque se quiere
recuperar las viejas trazas abandonadas. Pero, también, de un nuevo corredor
ferroviario de Este-Oeste para el traslado, esencialmente, de hierro. No se
tiene el cálculo de cuánto va a costar el traspaso pero sólo la interconexión
costará 2 mil millones de dólares con financiamiento estatal y crédito
externo.
Que diferencia entre las promesas realizadas desde los atriles y este hecho
concreto. ¿Qué más podemos decir?
Saludar al gobierno boliviano y a su pueblo por haber recuperado los
ferrocarriles. Nosotros aún estamos en eso. Solución que no vendrá de la mano
del gobierno sino de las luchas populares.
Al pueblo y al Gobierno Boliviano salud, decimos desde el MONAREFA, con
orgullo latinoamericano.
Juan Carlos Cena