Buenos Aires, la máquina del tiempo

 

Si usted anda de visita por Buenos Aires, o si camina por sus calles diariamente, preste atención, porque algo está sucediendo. Aunque las agujas del reloj marquen la hora correcta, aunque las hojas del almanaque muestren el día que corre, hemos retrocedido en el tiempo por lo menos 10 o 15 años.
Para darse cuenta de ello, basta echarle un vistazo a la gestión (indigestión!) del Jefe de Gobierno Mauricio Macri. El hombre de la derecha (hijo del empresario Franco Macri, quién hiciera extraordinarios negocios con el Estado y la última dictadura militar), no se ha enterado que el neoliberalismo se encuentra en su fase terminal en Latinoamérica.
Insiste el hombre con la lógica privada, con el ajuste y la persecución de los trabajadores.
Insiste en destruir el sistema educativo público, reprimiendo a los docentes que paran defendiendo sus derechos y la escuela pública.
Insiste tratando de erradicar a los pobres de la Villa 31, porque esos terrenos son jugosos para los negocios inmobiliarios.
Insiste con el abandono de la salud pública, con subejecución de partidas y falta de insumos en la mayor parte de los hospitales.
Insiste con cara de yo no fui en los medios de comunicación, pasando la pelota al gobierno nacional en algunas cuestiones; echando culpas a los sindicatos y a todos los movimientos u organizaciones que opongan resistencia a sus políticas neoliberales, en otras.
El incumplimiento de sus promesas electorales no debería sorprender a nadie. Varias fuerzas políticas denunciaron la inviabilidad de muchos de sus proyectos. Pero Macri y sus secuaces, que han llegado al gobierno con mucho, pero mucho dinero invertido, piensan que con dinero todo se arregla.
La máscara de la eficiencia, se cae ante la improvisación y la falta de experiencia en gestión pública.
La supuesta honestidad de un hombre rico que no necesita robar, se desvanece con el intento de otorgar sobresueldos disfrazados de “incentivos por resultados” a sus funcionarios, la compra de leche en mal estado, el amiguismo que incorpora funcionarios nada idóneos para distintas áreas.
Buenos Aires retrocedió en el tiempo, y hoy pareciera que estuviéramos en pleno auge del menemismo.
Seguir enumerando las atrocidades cometidas, como la cesación de contratos de trabajadores, el aumento del ABL, la destrucción de patrimonios históricos, nos haría caer en una lista interminable que nos lleva al espanto.
Pero no debemos espantarnos, debemos resistir.
Hoy solo nos queda resistir este retroceso, este gobierno regresivo, y luchar por un tiempo nuestro, un tiempo de los trabajadores, de los sectores olvidados, de una ciudad para todos.
La máquina del tiempo se agota. Y por más que nos llenen de carteles diciendo que Buenos Aires es Disneyworld, no podrán callar las voces que sueñan con un futuro que nada tiene que ver con el pasado reciente.
Adrian Pietryszyn
Rebelión

volver