Es continuación de un primer libro intitulado: ESPECULACIÓN FINANCIERA CONTRA ECONOMÍA REAL, editado en 2003, que concentró el trabajo de 20 años, basado en las ideas permanentes del marxismo-leninismo, pero utilizado sin dogmatismo, y el pensamiento de Fidel Castro, no solo como la aplicación a Cuba de esas ideas, sino en el cuerpo central de la teoría, y que además de incorpora también a Bolívar y Martí, está abierto a otros aportes, como los de Gramsci, Rosa Luxemburgo, Mariátegui, Che Guevara, otros muchos pensadores, y convive con los principios humanistas de la Biblia y los valores éticos de los textos sagrados de todas las religiones.
En el libro ESPECULACIÓN FINANCIERA CONTRA ECONOMÍA REAL, se rechaza el criterio académico prevaleciente acerca de que hay dos esferas: la financiera y la productiva. Su idea principal es que la primera se hizo especulación, y ambas esferas forman una sola pirámide invertida, con absoluto predominio de casi 50 a uno, medido en dólares, de la especulación financiera sobre la economía real. Y siguiendo a Fidel advertí que tarde o temprano esa pirámide se vendría abajo. Exactamente lo que ha sucedido.
Tres años más tarde, al comparar la dinámica de dos factores de Estados Unidos sobre los que alertó él precisamente al analizar el 2002: la reducidísima tasa de interés, lo que debilitaba al dólar, y la disminución alarmante de los capitales directos o como créditos que entraron desde el extranjero, llegué a una conclusión. Y ante un colectivo de estudio de los generales del MINFAR, el 5 de Octubre de 2005, en texto escrito que entregué, y que envío como ADJUNTO, sostuve que ello podría provocar, en un año o dos, una crisis que hará pequeña la de 1929, aniquilando pueblos enteros. Como Estados Unidos concentra el 18% del comercio mundial, golpearía a todos los países, sin excepción.
Emisor de la única divisa universal, Estados Unidos es el país que encima de ser el cabecilla, es la base material, militar y cultural del capitalismo, cuya suerte decide la del capitalismo.
Salí entonces hacia países amigos de Cuba en Asia y hacia Venezuela, con el sentimiento de que nadie es profeta en su tierra, y me encontré que tampoco lo era en tierras ajenas.
Por dos motivos. Primero, imposible pensar que los miles de experimentados economistas de bancos, gobiernos, instituciones internacionales, premios Nobel, dejaran de ver ese peligro, que se derivaba de los análisis de Fidel, pues nadie dijo una sola palabra de su inminencia y menos de la fecha a ocurrir. Segundo, que el capitalismo es capaz de adaptarse a todas sus crisis, según demuestra la historia.
Algunas reflexiones de Fidel son aportes indispensables a nuestra doctrina de redención nacional y social. Por ejemplo, que nunca, ni siquiera en el momento comunista del futuro lejano, los bienes materiales pueden ser ilimitados, como lo son los bienes espirituales. O el peligro de que desaparezca la humanidad. Ya no es socialismo o barbarie, como pensaba Rosa Luxemburgo, sino socialismo o nadie. O que el capital humano, que une revolución con ciencia, es más poderoso que todo el capital financiero del mundo. O que patriotismo e internacionalismo forman una unidad y si uno es débil, el otro también, y nuestro pueblo es socialista por ser fuerte en ambos.
El nuevo libro: CRISIS SIN SALIDA DEL CAPITALISMO está dirigido al conjunto del Partido, el Estado y las organizaciones de masas.. Y su síntesis consiste en reflejar el debate entre dos grandes participantes: los partidarios del capitalismo, que atribuyen la crisis a la mala gestión de banqueros y gobiernos, lo cual piensan superar, y los opuestos al capitalismo, que la vinculan a su existencia misma. Entre los segundos hay quienes piensan que es la última de las crisis cíclicas del moderno sistema de explotación, que acabará venciéndola y que incluso lo fortalecerá, no obstante su extrema gravedad, como en 1929, y los que apreciamos que es la crisis integral y final de ese sistema y que el único modo de salir de ella es establecer el modo de producción comunista, cuyo primer momento es el socialismo, al cabo de una vía no capitalista de desarrollo.
Hace mucho sostengo, también con Fidel, que el nombre es lo de menos, y cada pueblo le dará a la sociedad que sustituya históricamente al capitalismo, el que crea conveniente.
El proceso histórico presenta muchas crisis, que son resueltas.
Pero, lo que ocurrió en la historia, ya no tiene que ocurrir, justamente por las muchas veces que sucedió. Objetivamente el régimen burgués está agotado. Por supuesto, en cualquier proceso histórico en el fondo está la economía, pero ese proceso no es exclusivamente económico sino social. Más que ningún otro acontecimiento las crisis abren conciencias y voluntades. De las grandes crisis salen las grandes soluciones, enseña Fidel, y así ha sido y será.
Es indiscutible que todo cambio en Estados Unidos exigirá grandes luchas, como la de los mártires de Chicago o la rebeldía por los Derechos Civiles de los negros o la lucha de estudiantes, artistas, negros, todo el pueblo de Estados Unidos, que aceleró la victoria de Vietnam heroico, dispuesto a perecer antes que rendirse.
El desempleo masivo, la quiebra de un negocio tras otro, la lucha por sobrevivir, el fin de la ilusión de que cada generación vivirá mejor que la anterior, el miedo a todo, no dejarán de empujar los acontecimientos. Y es seguro que los multimillonarios, con el pretexto del terrorismo, llegarán a sembrar el terror dentro de Estados Unidos. Por eso defienden la tortura, el espionaje telefónico, esa fascista Acta Patriótica.
Hay que reconocer que Estados Unidos y otras potencias pueden lograr cierta estabilidad con audaces medidas, pero ellas no son las propuestas por Bush y Obama.
Se trataría de tomar medidas contra las fortunas de los ricos, echando abajo ese Robín Hood al revés, que roba a los pobres para enriquecer más a los ricos, si acaso repartiendo algunas migajas a los primeros.
Pero dicha estabilidad sería transitoria, salvo que se produzcan cambios realmente grandes y permanentes, ajenos a los programas de los dos partidos de la clase dominante de Estados Unidos, que siempre se hacen uno solo en la estrategia imperialista. Así sea honesto y sincero –lo dijo Raúl- es poco lo que pueda hacer Obama. Bueno que quiera salir del infierno de Iraq, malo que busque enviar tres brigadas de combate a Afganistán.
La crisis del capitalismo es integral, abarcando la crisis financiera, la crisis real cíclica, la crisis energética, la crisis del sector alimentario, la crisis ecológica, la crisis de la agresiva política exterior imperialista, la crisis ideológica, la crisis moral, la crisis de gobernabilidad, la crisis del consumismo desenfrenado, la crisis de su Economía Política que mezcla neoliberalismo y recetas de Keynes, antes desechadas. Desde que estas crisis se hicieron una sola, querer examinarlas por separado es el más grave error.
El capital aprecia a los trabajadores como compradores, a los que dicta sus gustos con la industria de los anuncios, pero los esquilma en tanto que vendedores de su fuerza de trabajo, única fuente del valor. Lo que les roba en cada jornada sin darles nada a cambio, se va acumulando y provoca las crisis cíclicas. Hasta llegar la actual dentro de otras y ninguna tiene salida.
El capital no es tanto la ganancia, como el ansia insaciable de acrecentarla. Por ello surgió y no podrá desaparecer, como soñó Keynes, la especulación financiera, que deja de lado los medios de producción para apostar al precio de sus títulos de propiedad y también especula con otros elementos de liquidez, siendo el más líquido de todos, el propio dinero. Es el preferido en liquidar ganancias, salarios, impuestos, deudas, y mide los otros elementos de liquidez. Más que Rey, el dinero es el Dios del capitalismo.
La especulación creó las compras a futuro, los derivados, los paquetes financieros de liquidez, que entremezclan monedas, bonos y otros instrumentos de créditos, y las famosas hipotecas subprime, con lo cual traslada la crisis hipotecaria al exterior. Los bancos prestaban a cualquiera, sabiendo que no podrían pagar para tener esos documentos como títulos de valor. Millones han perdido sus casas al subir la tasa de interés y también se desvalorizan las ya pagadas, porque sobran las casas.
Los sabios burgueses que tanto negaban la posibilidad de la crisis ahora dicen que en cinco años será superada, pero se refieren solo a una economía real hipotética, desligada de la crisis de las hipotecas, del déficit fiscal y el comercial, de la drogadicción que abarca al 10% de la población, de la violencia que lleva a que Estados Unidos tenga más presos comunes que el resto del planeta y llega a numerosas escuelas, de la crisis migratoria con 12 millones de ilegales, de la crisis ética y estafas como la de Madoff, quien presidió el índice Nasdaq, y del gobernador que pone a subasta el cargo de senador que ocupaba Obama.
La crisis cíclica existe pero está incrustada en ese afán demencial de hegemonía de Estados Unidos, a imponer con una moneda que acabará siendo repudiada en todas partes, y con bayonetas y tanques que pueden matar pero no vencer.
También es serio error olvidar que la doctrina de Keynes, cuyo rasgo fue aspirar a que el capitalismo se colocara en la posición de la demanda y dejara la tradicional posición de la oferta, algo imposible, no evitó la crisis del capitalismo, o se habría mantenido por las clases dominantes capitalistas. Es inexacto decir que Keynes utiliza el Estado para regular la economía y el neoliberalismo lo rechaza de modo absoluto.
En todas las Economías Políticas burguesas, incluso la neoliberal, el Estado es el fabricante de la mercancía que mide el valor del trabajo encerrado en las demás y permite su intercambio. En realidad no es el intercambio de productos sino de trabajos. El interés es el precio de esa mercancía. Si lo determinante en cualquier sistema social es el empleo, porque solo del trabajo salen los bienes y servicios de la economía real, en el capitalismo eso se deja de lado y lo más importante, en verdad lo único que importa, es el dinero. Los medios masivos del imperio quieren hacer creer que Estados Unidos puede imprimir más dinero para pagar sus deudas, originadas en vivir bien a costa de los demás y en guerras, tipo Vietnam, que crean el desbalance fiscal, y seguir viviendo por encima de su trabajo nacional, recibiendo un 6% más que su PIB, lo que significa que el resto del mundo entrega ese monto.
Y cuidado, podrán llegar a la hiperinflación, por valer cada vez menos su moneda. Pasa igual que con las fusiones entre monopolios. Son remedios, no soluciones.
Los anuncios de Obama de inversiones para rescatar la industria del automóvil y otros sectores, aunque reanimen los mercados bursátiles, no significan salidas reales. El proteccionismo de una potencia imperialista lleva a lo mismo a sus rivales. El caos económico, condición de las crisis del capitalismo, no hará sino acrecentarse. Mientras exista la plusvalía, o sea, el capitalismo, la producción aplastará al mercado, a la larga o a la corta.
Creer que pueda salir de crisis tan descomunal, es creer eterno el régimen burgués, yendo de crisis en crisis siempre con solución.
El pleno empleo debía ser el ideal del capitalismo, pero crea desempleo mediante el desarrollo tecnológico, el cual monopolio alguno puede abolir por que lo usaría su rival.
En diciembre último la tasa de desempleo llegó en Estados Unidos al 7.2%, el mayor en 16 años. Y en el mundo se perderán al menos 25 millones de empleos en poco tiempo. Por cada porciento de crecimiento que deja de alcanzar, China pierde un millón de puestos de trabajo.
En el examen entre las dos apreciaciones que tenemos los revolucionarios: crisis cíclica o crisis sin salida, deciden, no las citas de los teóricos, sino la práctica, y ella aprecia cómo ninguna de las crisis del sistema puede resolverse.
Combatiente alguno contra el capitalismo cae en la utopía de pensar en su caída automática, sino mediante la lucha más llena de contradicciones, avances y derrotas y más difícil jamás librada por el género humano, que de no vencer acabará desapareciendo.
Con firmeza el Partido Comunista de China, como el de Vietnam, lo mismo que gobiernos no socialistas pero que responden a sus pueblos, toman medidas para proteger al pueblo ante la crisis globlal.
Un ingeniero chino, haciendo lo mismo que uno norteamericano, gana 25 veces menos. Puede decirse que Beijing imita a Estados Unidos en cuanto a desarrollar el consumo interno Es una estupidez acusar a China de esta crisis. Al contrario, y cito pocas cifras. En miles de millones las ventas netas de dólares, actuales o futuros, como créditos, al año suman 118,6, encabezando la lista Gran Bretaña, Japón, Francia y Corea del Sur, mientras China es, al contrario, el mayor comprador neto con 101, y Brasil con 30,2. Datos curiosos: el Caribe compra 21,7, Israel 1,8, Alemania solo 1, en fin, Polonia cero. Si Estados Unidos le vendiera a China alta tecnología, el comercio sería balanceado, pero se niega, e impide que lo haga Europa.
Con la reducción mundial de la demanda de dólares de Estados Unidos, imprimir más “papelitos”, como enseña Fidel, es una locura, sencillamente un callejón sin salida.
Y vienen golpes nuevos a quien se tambalea en las cuerdas:
1. Kuwait estudia desligarse del dólar, iniciando la estampida en el seno de la OPEC , la poderosa agrupación productora de petróleo, y Rusia organiza otra para el gas, en medio de su choque con Ucrania, a la que acusa de robar el que envía a Europa,
2. Otras bolsas de valores habrán de apoderarse de activos norteamericanos, que se abaratan, y sus países tendrán necesidad de comprar menos dólares.
3. Más y más países comercian de hecho con el trueque o “barter”: Argentina y Brasil, y China y Rusia, y los dólares ya nada pintan.
4. Los países de Nuestra América acabarán teniendo su propia moneda.
A la pregunta de cómo hacer la revolución socialista en Estados Unidos, nadie puede responder. Pero la verdadera pregunta es cómo van a mantener allí el capitalismo.
Prueban la significación de esa crisis integral, el fracaso por destruir la Revolución Cubana y la resistencia que se levanta en todo nuestro continente y crecientemente en el mundo contra la hegemonía del imperio del dólar.
Como estudiantes que odiaban la monarquía en su país natal, sumergida en un feudalismo militarista, Marx y Engels estaban dedicados a usar críticamente la filosofía de Hegel, Feuerbach y Kant, eran demócratas revolucionarios. Hasta que estalló la primera crisis del capitalismo, en 1825. Al estudiarla fundaron el marxismo, pues concluyeron que en última instancia determina la economía, y descubrieron el papel de la plusvalía, y que en la lucha de clases triunfarán los trabajadores.
En 1900 una crisis mundial originó el Partido de Lenin para llevar adelante el sueño de sus maestros. A su sombra surgieron los monopolios del imperialismo, estalló la guerra ruso japonesa y la primera revolución soviética. Alemania, reunificada por Bismarck, reclamó las colonias de sus rivales, que antes habían logrado Estados centralizados. De tales pugnas vino la Primera Guerra Mundial. Luego, de la crisis mundial de 1929, surgió el fascismo en el corazón de Europa y Japón y la Segunda Guerra Mundial. Mientras Keynes prevaleció en Estados Unidos con Roosevelt.
Hay que leer, está solo en inglés, “The Great Slump”, el breve ensayo de Keynes sobre el año 1930. Su idea central es que fue el preludio de la Gran Depresión , de la cual se saldría solo militarizando la economía. Los que sueñan con volver a Keynes, olvidan que ya esa militarización se hizo y el problema es hacer las guerras. Y, además, ganarlas o se pierde la inversión. Estados Unidos no puede ganar en Iraq ni tampoco en Afganistán. Menos de atacar Irán o Corea del Norte.
El genocidio de Gaza revela la crisis moral del imperialismo.
En Cuba la crisis mundial condujo al derrocamiento de Machado en 1933 por la insurrección popular, movida por el hambre. Pero no fue posible a nuestro pueblo conquistar una salida revolucionaria, por no entenderse los comunistas, cuyo Partido fue creado por Mella y Baliño en 1925, y las fuerzas socialistas de Guiteras, y faltar el ejército popular.
En 1952, Batista, verdugo traicionero en aquella gesta, provocó con su golpe de Estado una crisis política sin que hubiera crisis económica, aunque sí mucho atraso y miseria y analfabetismo, y sobre todo el predominio del fatalismo más histórico que geográfico: imposible apartarse y menos desafiar a Estados Unidos.
Con Fidel ese mito fue destruido mediante la más desigual guerra popular revolucionaria, conquistando Cuba por primera vez su independencia y soberanía. De modo libérrimo nuestro pueblo decidió iniciar la construcción del socialismo.
Al desaparecer la URSS y el campo socialista europeo, víctimas de graves errores, ingenuidades, traiciones, labor de zapa del enemigo y sabotajes físicos, Cuba padeció la más terrible crisis económica, el Período Especial, nombre exacto por no corresponderse con la naturaleza del socialismo, cuando al máximo Estados Unidos acrecentó el bloqueo genocida.
Con Fidel, Raúl y el Partido al frente, nuestro pueblo venció en una resistencia que asombra al mundo y la simbolizan los Cinco Héroes secuestrados en cárceles del imperio del dólar.
Ahora, utilizando el principio socialista de que cada quien trabaje al máximo de su capacidad y reciba según la cantidad y calidad de su trabajo, Cuba sigue adelante.
Ni para vagos o ladrones del trabajo de los demás, es la Revolución. El ahorro, la sustitución de importaciones, volcarnos a la tierra, potenciar al municipio, cambiar lo que deba ser cambiado, alumbran nuestro siempre épico compromiso con la vida y la verdad.
ADJUNTO.
CUBA EN LA ACTUAL SITUACIÓN INTERNACIONAL
5 Octubre 2005
Intervención de Raúl Valdés Vivó, miembro del Comité Central del PCC y Rector de su Escuela Superior Ñico López, en el concentrado de generales y jefes del aparato central del MINFAR.
En la Escuela Superior del Partido Ñico López consideramos que el problema consiste no sólo en conocer la realidad del mundo, sino las leyes naturales y sociales que la moldean. De ellas dependen sus perspectivas inmediata y mediata, sujetas a cambios incesantes y, consiguientemente, la acción revolucionaria práctica. En nuestro modesto criterio ahora se trata de la idea siguiente:
La tendencia principal en la actualidad es el comienzo del fin del sistema imperialista.
Esa idea recorre todo, de lo económico a lo militar, y requiere un esclarecimiento filosófico previo. A lo largo de su gran obra Marx habla de leyes (valor, plusvalía, acumulación, población, etc) y, en un momento, de tendencias. Porque la ley es lo inexorable, como los ciclones, terremotos, otros procesos naturales al margen del hombre. O sea, algo objetivo. De forma similar, en el pasado, antes de que hubiera una visión científica, la anarquía imperante en la producción social de mercancías hizo creer a los productores que a la hora de comprar y vender había leyes ciegas, como las naturales. Ese prejuicio lo reforzaron las crisis comerciales periódicas, la primera de la cuales ocurrió en 1825. Sin embargo, en El Capital, tomo tercero, el propio Marx aclara que en lugar de ley podría hablarse de tendencia. Ella expresaría mejor que en la sociedad la ocurrencia de los fenómenos depende del factor humano. Es más, cuando sabemos el origen social del catastrófico efecto invernadero, el factor humano aparece relacionado directamente con la naturaleza. En ese ángulo nuevo insiste el Comandante en Jefe. Con esas advertencias podemos usar indistintamente ley o tendencia. La tendencia es la ley con sus circunstancias.
Las tendencias sociales no están dadas de una vez por todas. Dependen de la lucha de clases y otros factores, incluso casuales. La presencia fortuita de esta o la otra personalidad, no puede crear de por sí una determinada tendencia, hija de la época, pero la adelanta o retrasa. En Fidel y Chávez se verifica. Y para ambos el genio está en las masas y es masivo, impulsando proyectos educacionales sin precedentes para cosecharlos.
La ley absoluta del capitalismo, la obtención de plusvalía, que genera la ganancia, a través de la explotación de la fuerza de trabajo, se hace tendencia si media la lucha sindical. O la maniobra divisionista de la gran burguesía de crear la aristocracia obrera, a costa de superexplotar a otros, originando el socialismo burgués anticomunista, según Lenin.
Al tener que invertir más para ganar lo mismo, surge la ley de la cuota decreciente de ganancia, a causa de cambios en la composición orgánica del capital, o correlación entre lo invertido en medios de producción y lo invertido en fuerza de trabajo vivo, único creador del valor y la plusvalía de bienes y servicios. Sin embargo, se torna tendencia al existir los actos de saqueo más inicuos: precios monopolistas, deuda externa, intercambio desigual, especulación financiera y monetaria, impuestos al valor agregado, etc. Tal saqueo en aras de las superganancias, necesita de la violencia cada vez más sistemática, como la del fascismo. Las dos leyes económicas mencionadas son determinantes en las tendencias del capitalismo, en cuyo mantenimiento o destrucción resultan decisivos el Estado y la conciencia social y, por tanto, los medios masivos, la educación, etc.
La tendencia actual comenzó desde su negación, al ocurrir la destrucción, desde dentro, de la Unión Soviética , cuando el gobierno de Estados Unidos se propuso imponer el mundo unipolar, o sea, su más absoluta y eterna supremacía en la economía, la política, la cultura, todo. Remacha esa concepción la doctrina neoliberal, que opera sobre el fondo de la Revolución Científica y Técnica proveniente de la competencia entre monopolios. Es una Revolución paralela (y rival) a la que hace el socialismo gracias a su planificación. Aquí no hay que recordar la incidencia de esa Revolución en la esfera militar. La vencemos con la ciencia de las ciencias: Doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo.
Convertida en principal elemento de la economía, la ciencia desequilibra más la composición orgánica del capital. Ese hecho objetivo condena al capitalismo a un callejón sin salida, del que pretende escapar avasallando al máximo a pueblos enteros, con lo cual amplía el número de los obligados a luchar. A la protesta proletaria se suma la no proletaria.
Los avances tecnológicos y la existencia de un solo mercado mundial, retan la economía socialista, al generar problemas como el desempleo, pero ella puede solucionarlos si desecha todo burocratismo y corrupción y aprovecha el inmenso tesoro de las leyes económicas socialistas, con el Partido de maestro y guía.
La disyuntiva mundial está clara. O los pueblos destruyen el poder imperialista, instalan su propio poder y pasan a dueños plenos de la naturaleza –lo cual implica protegerla--, o se produce el fin de la historia. No en el sentido de absurdo yugo eterno del capitalismo de Fukuyama, sino desaparición física del género humano. El dilema ya no es: socialismo o barbarie, sino socialismo o nadie.
Fidel ha sido el primero en alertar que esa amenaza es real. Por la sistemática destrucción ecológica, o la suma simultánea de muchas guerras preventivas del imperio, o la voladura de una central nuclear, por terrorismo o accidente, etc. Pero, además, el neoliberalismo es destructivo. Lanza a la marginalización y muerte prematura a masas de gentes sobrantes. Millones de niños mueren al nacer o a corta edad, pudiendo ser salvados. Y falta lo peor.
La bancarrota de la economía de Estados Unidos, que asume el 18% del comercio mundial, puede producir el estallido, en un año o dos, de una crisis que hará pequeña la de 1929, exterminando pueblos enteros.
Los males y las amenazas del capitalismo sólo habrán de cesar con la victoria popular y la construcción de sociedades más lógicas y justas. Con las particularidades de cada país, y nombres diversos, irrumpe el socialismo del siglo XXI. De luchar como deben, los pueblos echarán abajo la sobrevivencia artificial del capitalismo, motivado fundamentalmente en causas subjetivas.
El hecho de reaparecer la pregunta de Lenin, acerca de quién vencerá a quién, indica el cambio radical que puede vislumbrarse adoptándose las pupilas de Fidel y Chávez. Según Martí el que convence a su enemigo de que no tiene razón, ya lo tiene vencido.
Dos peligros ideológicos están rondando. El primero, subestimar al enemigo y esperar que sus contradicciones lo agoten, cuando en realidad sus sectores más subjetivistas y crueles poseen mucho poderío y son capaces de todos los crímenes. El segundo, subestimar la fuerza de los pueblos, lo que igualmente conduce a la pasividad.
El gobierno de Estados Unidos usa a su pueblo, sobre todo inmigrantes, de verdugo en Yugoslavia, Afganistán, Iraq, y la base ilegal de torturas en Guántanamo, y lo proyecta en el Plan Colombia, pero ya ese pueblo protesta como durante la guerra de Vietnam, en defensa de sus hijos sacrificados por las ganancias de los monopolios.
El pueblo norteamericano irá pasando más y más a reserva del cambio revolucionario mundial.
Y espejo de la crisis moral del imperio es la presidencia de un seguidor, no de Dios, como él dice, sino de Hitler.
Cada vez más China será locomotora de la economía mundial, lo que explica los planes de Bush por arrebatarle Taiwán, Hong Kong, el Tibet, sus regiones con gas.
El cerco de Rusia, pese a su paso al capitalismo, con miras a sacar de su seno 18 países, como escribió Brzezinski, maestro de Condoleezza Rice, llevó a que Moscú decidiera vender energía a China, y a ejercicios militares conjuntos con ella de preparación para una eventual legítima defensa, sin amenazar a nadie.
Los pueblos de Europa, con una crisis económica permanente, algún día dejarán de resignarse al ignominioso rol de cómplice menor del imperio mayor. Lo mismo el pueblo de Japón y el de India. Los países nacionalistas no aceptarán continuar siendo humillados.
Los pueblos africanos se alzarán contra los planes de exterminio mediante el SIDA y las guerras tribales.
Iraq deviene otro Vietnam, y el choque de los palestinos con el Israel en manos fascistas, se ampliará por todo el mundo árabe, pese a burguesías entreguistas similares a las de América Latina. En nuestro continente ahora no es fácil instalar dictaduras militares tipo CIA ni engañar a sus pueblos, ya ingobernables. Pero la izquierda tiene que unirse y ser más decidida para romper cierta parálisis.
Nuestra Revolución prueba que la tendencia principal no es dictada ya por el imperialismo.
Tenemos casi asegurada la invulnerabilidad militar. El Ministro de las FAR dijo que Cuba se ha convertido en una trampa para todo invasor, y para todos los tiempos, sea cual sea éste, y, quien meta una bota en son de guerra aquí, perderá la bota con la pierna adentro. La invulnerabilidad económica requiere superar el despilfarro, rebajar costos, retribuir a cada uno según el trabajo, sin dejar de proteger a todos los integrantes de nuestra sociedad, y ahorrar en todo y para todo. Nuestro socialismo será cada día más humano, justo, eficiente.
El socialismo se hace ciencia en la medida en que aplica todas las ciencias a la economía, la construcción de su sociedad civil y su Estado.
La lucha mundial es por cada conciencia y cada pulgada de tierra, y habrá avances y derrotas, héroes y cobardes. Sin embargo, crecen las razones para creer que no tardará un decenio la victoria de la tendencia que dejará atrás la prehistoria de leyes ciegas y abrirá paso a la historia consciente a escala global. Deja Nuestra América el frente secundario. Tras Bolívar y Martí, Venezuela y Cuba despliegan el ALBA, la integración regional con vocación mundial, para que cada pueblo nuestro tome su propia vía y ritmo de emancipación. La lucha es ahora entre el ALCA, o nueva esclavitud, y el ALBA, o nueva estrategia libertadora.
El ALBA avanza con nuestro maravilloso capital humano, que encarna el hombre nuevo del Che convertido en invencible fuerza social, afianzando la nueva tendencia histórica. Al crearlo Cuba, otros también. Porque es lo que dijo Martí: En los tiempos críticos triunfan, por la ley de tabla del naufragio, los virtuosos. *
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* Tomo 21, p. 384
Raúl Valdés Vivó
Rebelión