Opinión
Traducción Aldo Casas (HERRAMIENTA)
Una advertencia inicial, porque el título puede ser equívoco. Este artículo no hace una presentación y análisis referido a los tres campos mencionados, sino que es apenas un intento de clasificación de las formas contemporáneas de guerra. Propone un marco analítico a ser alimentado con nuevos datos, de modo que su configuración pueda ir cambiando.
Partamos de una idea que gana terreno (en algunos es una aguda sospecha, en otros una hipótesis de trabajo, angustiante pero científica): lejos de ser el sistema racional que describen sus apologistas, la sociedad basada en "el mercado" está marcada por una profunda irracionalidad; tan profunda que incluso conlleva su auto-destrucción. "Puede parecer imposible que una sociedad tecnológicamente avanzada pudiese elegir autodestruirse. Sin embargo, esto es lo que estamos haciendo". Con estas palabras termina su libro sobre los cambios climáticos (1) Elizabeth Kolbert, una de las grandes periodistas estadounidenses especializada en temas medioambientales. Muchos dirán que semejante autodestrucción está en discusión, que no hay pruebas de que el planeta se modifique tan rápido ni tan claramente como dicen los "ecolo-pesimistas"… Pero todo depende de qué se esté hablando. Una sociedad puede haber destruido su "civilización", entendida como el fundamento de su "vivir-conjuntamente", mucho tiempo antes de que el proceso de autodestrucción llegue a afectar las condiciones de reproducción de la vida de todos sus miembros. En sociedades estructuradas en clases y en un marco internacional en que la distancia entre los países se amplían cada vez más, algunos países y determinados grupos sociales pueden mantenerse a salvo bastante tiempo, mientras otros caen inexorablemente en la miseria. Y este es el camino en que estamos empeñados "nosotros", la sociedad capitalista mundializada contemporánea. La conversión en guetos de las ciudades del suburbio parisino y los cordones que rodean a las ciudades de provincia en vías de desindustrialización, el futuro radicalmente cerrado para la mayoría de quienes allí nacen, y los reflejos de temor ante las reacciones a veces realmente violentas de esos jóvenes devenidos "extranjeros" son expresiones "locales" de procesos mundiales. La palabra inglesa más utilizada para indicar el motivo que habilita despedir a los asalariado de una empresa, es que son "redundant", cuya traducción exacta es superfluos. Esta palabra muestra la realidad del capitalismo contemporáneo: en ningún lugar del mundo los asalariados pueden considerarse a salvo de procesos que los conviertan en superfluos. Y en algunas regiones, la "superposición" de procesos económicos y cambios climáticos hace que las cosas sean mucho más graves. Allí, explotados y dominados enfrentan la combinación de mecanismos considerados "económicos" y de fenómenos llamados "ecológicos" relacionados sobre todo con los cambios climáticos. El resultado de esta acción combinada es impedir, cada día más, que millones de chicos, mujeres y hombres accedan a condiciones elementales de vida, expropiándoles lo poco que les queda en algunas partes del globo y destruyendo además el medio físico en el cual tenía lugar su proceso de reproducción social colectiva. Aquí llegamos al problema de las relaciones entre el capitalismo contemporáneo y las guerras contemporáneas, pues los procesos combinados de rapiña imperialista y restricción de las condiciones elementales de supervivencia (en el caso de un continente como Africa, estrechamente entrelazados) abonan el terreno para estos estados de "guerra permanente", de guerras hechas "sin contemplaciones", sobre todo contra las poblaciones civiles. Frente a la crisis ecológica mundial y sus impactos sociales y por tanto políticos, ya se están preparando estrategias para defender "el orden mundial".
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