El gobierno capitalista de los EEUU salva al sistema con el dinero de los trabajadores estadounidenses y del mundo
Alfredo Jalife-Rahme

La Jornada

Asistimos al “día del juicio final” de la muy cantada desintegración del sistema financiero del modelo neoliberal anglosajón. Pese a que la quiebra, aceptada semántica y legalmente bajo el capítulo 11 del legendario banco de inversiones Lehman Brothers, de 158 años de vida –representa la mayor en la historia–, no se compara en términos contables con la nacionalización (más correctamente dicho estatización) de las gemelas hipotecarias Fannie y Freddie (ver Bajo la Lupa, 10/09/08).

Los últimos en asombrarse de la desintegración del sistema financiero de Estados Unidos y la insolvencia bancaria de sus principales bancos de inversiones (bancos comerciales, como Bank of America, han soportado mejor las turbulencias hasta ahora) son los dilectos lectores de Bajo la Lupa, quienes habían sido advertidos con bastante antelación de la inviabilidad del monetarismo centralbanquista del modelo neoliberal anglosajón en implosión vertiginosa.
El FDIC, que dice disponer de miserables 50 mil millones de dólares para asegurar los pletóricos depósitos de los cuentahabientes, recurrió a empréstitos emergentes de la Secretaría del Tesoro cuando Goldman Sachs y Morgan Stanley, los dos últimos bancos de inversión que han sobrevivido, exhiben severo desfondamiento.

Pocos bancos se salvarán del “tsunami financiero” que vaticinó Bill Gross, mandamás de PIMCO, el todavía sólido fondo de pensiones de EU. El oleaje arrasó hasta al Silver State Bank, de Nevada, donde Andrew K. McCain (hijo adoptivo del primer matrimonio del bélico candidato presidencial) formaba parte del consejo de administración.

En nuestro comentario semanal nocturno en Proyecto 40 del viernes pasado advertimos el advenimiento del “lunes del agujero negro” que esperaba a Lehman Brothers en particular y a Wall Street en general. En un clásico “efecto dominó”, la toxicidad financiera infectó con virulencia a los “intocables”: Merril Lynch, rescatado por Bank of America (en “un acto de desesperación”, según James Quinn de The Daily Telegraph, 16/09/08) y a la mayor aseguradora de Estados Unidos, AIG –beneficiada con el doble cobro de los seguros por la “demolición controlada”, perdón, los atentados terroristas de las Torres Gemelas del 11/9–, en busca de un salvador que le conceda un “crédito puente” por 40 mil millones de dólares y que parece va que vuela a la nacionalización (mejor dicho estatización).

Los “maestros del universo”, como los catalogó el novelista Tom Wolfe, resultaron unos parasitarios mendicantes del dinero ciudadano en manos gubernamentales y el “maestro (sic) del universo”, como el publicista del establishment Bob Woodward enalteció en forma ditirámbica al mago malhadado y malvado Alan Greenspan, ha sido degradado como el principal artífice de las mayores burbujas especulativas jamás vistas en la historia humana.

En reciente conferencia magistral que tuvimos el honor de impartir (Burbujas, deflación financiera y estanflación económica) con nuestros amigos de la Unidad de Investigación de Economía Mundial del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, pusimos de relieve cinco características de la insolvencia bancaria anglosajona, extensiva al G-7: 1) ausencia de confianza entre los mismos actores (ningún banco presta al otro por desconocer su estado contable verdadero); 2) la sobresaturación del “nivel 3” (deudas impagables e incobrables), que rebasa en varios múltiplos a sus activos (en la época de mi abuelo esto significaba “quiebra”); 3) la megaburbuja de los “derivados financieros” que en papel virtual andarían en una cifra antigravitatoria, desconectada de la realidad productiva en mil millones de millones (cuatrillón en anglosajón; 10 a la quinceava potencia) frente a 54.5 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón; 10 a la doceava potencia) del PIB mundial, en valor nominal; 4) la fase de desapalancamiento (de-levereging) de las finanzas desacopladas de la economía, y 5) la toxicidad de los CDS (Credit Default Swaps), instrumentos especulativos muy complejos diseñados para proteger contra las quiebras y cuya insolvencia rebasa en cuatro veces el monto de los subprime (los créditos hipotecarios de baja calidad) que detonaron la sequía crediticia global.
La “geopolítica de las finanzas” nos enseña que en los recientes cuatro siglos los vencedores de las guerras (Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos) impusieron el modelo financiero que más beneficia a sus intereses (y sus capitales). La otrora superpotencia unipolar estadounidense llevó a extremos insostenibles la desregulada (sin supervisión gubernamental ni ciudadana) globalización financiera monetarista, fomentada por los bancos centrales del G-7. Este modelo escatológico (en el doble sentido), mediante el cual la dupla anglosajona de Wall Street y la City se apodera(ba) de las joyas estratégicas de la “periferia subdesarrollada en finanzas”, se acabó. Ahora se requieren los servicios de un Hércules posmoderno para limpiar los “establos de Augias”, donde se acumularon las inmundicias del Olimpo financiero trasatlántico. Es altamente significativo que en el recientemente enunciado Índice del Desarrollo Financiero (obviamente apadrinado por el Foro Económico Mundial de Davos) ostenten los dos primeros lugares mundiales Estados Unidos y Gran Bretaña. México aparece en un triste lugar 43 (al nivel de Colombia y Kazajstán), pese a haberse convertido en una franquicia anglosajona y en un territorio inexpugnable de Goldman Sachs (con ramificaciones en Banca Mifel), gracias a las maquinaciones de los hermanos Werner Wainfeld (Martín, como deudor, y Alejandro Mariano, acreedor): los diabólicos creadores de los pagarés del Fobaproa que aniquilaron a la banca nacional desde sus puestos en las secretarías de Hacienda neoliberales priísta-panistas.

La aniquilación de 92 por ciento de la banca de México es catalogada por los neoliberales priístas y panistas como un “éxito”, aclamado por los lorocutores del sistema (en realidad éstos son unos lastimosos empleaditos: el problema proviene del inmundo sistema de concesiones y sus agraciados). Un “éxito”: hasta la fecha no se realiza la auditoría del Fobaproa/IPAB (en el que participó destacadamente Calderón, a quien le fascinan las “emociones fuertes”). Un “éxito”: México, donde hay que leer al revés las noticias reguladas por el totalitarismo vigente, se quedó sin banca.

La carnicería del “lunes del agujero negro” no nos provoca ningún Schadenfreude (placer que estimula la desgracia ajena) de la literatura alemana. Al contrario: frente al Fin de una era (título premonitorio de nuestro reciente libro editado en Argentina), de la unipolaridad de Estados Unidos y su dolarcentrismo, el grave problema yace en la ausencia de un sistema financiero alternativo creíble que urge establecer con bendición multipolar.

|20-09-2008

Metamorfosis y paréntesis

Diego Taboada

"Paréntesis", esa es la palabra que se pronunciaba en la última reunión de la confederación española de empresarios. Como no, a puerta cerrada. En nuestra democracia realmente existente hay todavía muchos espacios vedados y mucha institución-trinchera, y la CEOE tampoco iba a ser una excepción. Después de haber entonado hasta la exasperación la histriónica necesidad de dejar operar a las fuerzas ciegas del mercado sin intervención estatal de ningún tipo. Después de haber absorbido desde el otro lado del Atlántico las "nuevas ideas" en materia de pensamiento económico, publicitadas por Cowboy Reagan y la dama de hierro, con la inestimable ayuda de los "think thank" y los medios de comunicación que sirvieron de canalizadores y voceros de la nueva ortodoxia ultra-liberal que acabó imponiéndose a escala planetaria, ahora los vientos soplan hacia "otros" horizontes teóricos. El centro de gravedad se desplaza hacia el Estado y sus administraciones y al nuevo infarto global de la economía-mundo hay que reanimarlo con una nueva dosis de intervencionismo. Eso sí, este giro intervencionista no deja de ser un paréntesis, como bien recalcó Díaz Ferrán, presidente de la confederación española de empresarios.

 

Hay creencias y dogmas del más diverso tipo: políticos, científicos, religiosos... etc, y lo malo de estos es que siempre nos pillan desprevenidos y nos impiden reaccionar a tiempo. No sólo eso, además, nos ciegan, y para entender procesos sociales, siempre con el punto de multicausalidad e incertidumbre que los caracteriza, no conviene en absoluto agarrarse a un clavo ardiendo para justificar nuestras decisiones, nuestros remedios y recetas, en dogmas de supuesto calado "científico", pero que no dejan de ser interesada cháchara ideológica que conviene a los de siempre. Don Gerardo Díaz Ferrán es, él lo dice, un férreo creyente en la libertad de mercado, y como toda creencia que llega del cielo de alguna sacrosanta institución, pocas veces suele contrastarse con los hechos, pocas veces se pone en duda, y sobre todo, pocas veces suele cambiarse. Cuando Díaz Ferrán dice que "cree" en el la libre economía de mercado pocas veces se pregunta, como sus colegas, para quien es libre ese mercado y para cuantos, pocas veces se pregunta cuantos la disfrutan, y pocas veces reflexionan sobre los efectos secundarios, ecológicos y humanos, de su muy "libre" economía de mercado. Cuando Díaz Ferrán dice que "cree" en el libre mercado pero que "hay circunstancias" en la vida que obligan a cambiar el timón ideológico... hace algo así como una muy agnóstica y prudente declaración de fe, esto es, se modera en su creencia cuando las grandes economías privadas se estancan y el "crecimiento" deja de dispararse, y entonces flexibiliza su creencia y se junta con los neo-conversos del intervencionismo estatal. Pero cuando las grandes economías privadas laten fuertes y sanas, crecen como un árbol bien anclado en sus raíces, Díaz Ferrán deja su agnóstica y enternecedora prudencia y contraataca de nuevo con su férrea creencia en la "libre" economía de mercado.

Hay muchos hombres como Díaz Ferrán, yo los llamo empresarios-veleta, y su muy "liberal" costumbre y actitud que consiste en cambiar de creencias en pos de las "nuevas" tendencias ideológicas, suele extenderse también al mundo de la política. Amar e incluso exigir voluntad política para engordar a las vacas flacas que en su tiempo eran gordas, orondas, con jugosas carnes y curvas, amar la política para reanimar el mal estado de los negocios... y despreciarla luego, eso sí, con cínica e histriónica visceralidad, cuando los negocios marchan bien, es la muy "liberal" actitud de Díaz Ferrán y de tantos, tantos políticos, empresarios y periodistas que sufren una imprevisible metamorfosis ideológica cuando las "nuevas" tendencias ideológicas de turno imponen un nuevo "realismo", un nuevo "sentido común" que aspira a perpetuar la voluntad para no hacer nada por el injusto reparto de los panes y los peces... bajo una nueva cháchara ideológica repetida hasta la saciedad por tertulianos, columnistas y conferenciantes que, con vehemente e incluso cómica y hasta histriónica pasión, se ponen de acuerdo en expresar y hasta aparentar un sincero deseo de "cambio" de modelo.

En la universidad, en las columnas de los periódicos y sus nuevos columnistas, en los foros de discusión "científicos", en los pasillos del parlamento, en los despachos de los bancos y en las conversaciones de cafetería algo se mueve. Y sí, algo se mueve, el "cambio" consiste en una operación de by-pass al mercado exigida a las administraciones públicas para resucitar al moribundo, y después de décadas de crecimiento continuado sobre el monocultivo del ladrillo se hace caso omiso a las voces preguntonas que se interrogan sobre el destino de la "riqueza nacional" durante tantos años de supuesta "prosperidad". Todos se ponen de acuerdo en la necesidad de "cambiar de modelo", y entre la ansiedad y la incertidumbre, entre el caótico vaivén y la guerra de trincheras y posiciones, entre la improvisación acelerada que siempre caracteriza a los tiempos de crisis y "cambios", la necesidad de sentarse y pararse a reflexionar sobre las causas, consecuencias y responsabilidades del modelo de crecimiento ya obsoleto, no sólo se olvida, sino que además se corre como galgos en pos del "futuro" y de la necesidad de "cambiar" para dejar las cosas como estaban. Cambiará el lenguaje, sí, cambiarán "las ideas" y el contenido del discurso, sí pero las tradicionales estructuras sociales, las tradicionales relaciones sociales, simplemente, permanecen, y la camaradería y hasta la empatía entre capital y trabajo se convierte en una pose que demanda el "sentido común" para apelar colectivamente a la necesidad de salir de la crisis.

El "cambio", finalmente, consistió, consistirá, en una liberadora pataleta moral de circunstancias para aliviar la tensión y la ansiedad acumulada. Y mientras todos alzaban los brazos y clamaban hacia el cielo por la "crisis"... en la tierra, Don Estado se ponía a trabajar y resucitaba a Don capitalismo.

¿Y la izquierda?, la izquierda dormía, dormía y dormía

|20-09-2008

EL PROGRAMA DE NACIONALIZACION REQUERIRIA UN BILLON DE DOLARES

Bush: el costo del plan caerá sobre los contribuyentes

Lo admitió ayer, pero no dio precisiones sobre el monto que requerirá el rescate.

Por: WASHINGTON. AP, ANSA Y Clarín

EQUIPO. BUSH Y DETRAS, DESDE LA IZQUIERDA, EL JEFE DE LA SEC, EL SECRETARIO DEL TESORO Y EL TITULAR DE LA FED.

El presidente George Bush admitió ayer que el peso del rescate de las deudas "tóxicas", es decir incobrables, caerá sobre los contribuyentes. Pero sostuvo que eso es mejor que la alternativa de una crisis más profunda.

La Casa Blanca entonó los mercados del mundo y acabó con una semana de desastres bursátiles sin precedentes desde los años '20, al anunciar que se creará una entidad gubernamental que absorberá las deudas de los bancos, limpiando sus balances en una de las mayores intervenciones estatales de la historia de EE.UU.

"La economía estadounidense está enfrentando retos inéditos. Estamos respondiendo con una acción inédita", dijo el mandatario en su mensaje flanqueado por el secretario del Tesoro, Henry Paulson; el jefe de la Reserva Federal (el Banco Central), Ben Bernanke, y el presidente de la Comisión de Valores y Cambio, Christopher Cox.

 

Añadió que "estas medidas requerirán que usemos un monto significativo de los dólares de los contribuyentes", pero no dio detalles.

Paulson precisó poco antes que la cifra sería de "cientos de miles de millones de dólares. Estoy convencido de que esta aproximación agresiva costará a las familias estadounidenses mucho menos que su alternativa".

El dato del monto es crucial y está vinculado con la aprobación que debe dar el Congreso para poner en marcha la nacionalización. Ese dictamen se produciría la semana entrante.

Ayer el influyente senador republicano Richard Shelby se mostró preocupado por el costo del rescate que se volcará entre los ciudadanos de a pie y estimó que la cifra podría rondar un billón de dólares (millón de millones: alrededor de tres veces el PBI de Argentina en un año). Otras fuentes, duplican sencillamente esa enorme cifra.

"Me preocupa cómo equilibrar todo esto. Quinientos mil millones o un billón es mucho dinero y tarde o temprano eso le va a caer al contribuyente", sostuvo el legislador a la cadena ABC.

La preocupación está ligada también a la cercanía de las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre. La percepción entre los electores de que este esquema, tal como señalaron varios economistas, socializa las deudas pero privatiza las ganancias, puede producir un efecto no deseado en las urnas.

En efecto, la casi totalidad de los contribuyentes de EE.UU. operan de un modo u otro en el mercado bursátil, sea a título personal o a través de sus fondos jubilatorios, que invierten en Bolsa cerca de dos tercios de sus haberes. El peso financiero de ese sector se estima en unos 5 billones de dólares.

En la superestructura el plan fue elogiado, tanto por el FMI como por el Banco Central Europeo y los mercados reaccionaron con euforia. Los analistas, sin embargo, llamaron a la calma. Un experto español aconsejó "cautela extrema" y que sólo los expertos se acerquen a la Bolsa.

Hasta ahora se conocen pocos detalles del plan elaborado por el gobierno para atajar la crisis. Al respecto, Paulson adelantó que trabajará este fin de semana con el Congreso en una legislación que permitirá al gobierno la compra de los activos vinculados con hipotecas basura a través de esta nueva agencia gubernamental.

Sin embargo, la solución genera múltiples dudas, principalmente sobre la solvencia del Tesoro, como consecuencia de que el déficit presupuestario continuó creciendo en los últimos ocho años, y llega hoy a 407 mil millones de dólares. Y se espera que alcance los 500 mil millones de dólares para el año entrante, a lo que debería sumarse todo el dinero que absorbió hasta el momento esta crisis sin precedentes, posiblemente el peor legado que recibirá el próximo presidente de EE.UU.

El tema no preocupa a todos los sectores. La agencia Standard and Poor's esquivó todas las dudas que atenazan al mercado y mantuvo este viernes su nota máxima (AAA) a la deuda estadounidense.

"Era necesario que el gobierno hiciera lo que parece estar haciendo, pero sin embargo, no hay nada (en el plan de Paulson) para limpiar las prácticas bancarias", lamentó el economista Peter Morici de la Universidad de Maryland preocupado ante la posibilidad de la repetición de la crisis, en declaraciones a la agencia AFP

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