La muerte de de Carlos Cobas, una pérdida irreparable
Un amigo, un imprescindible
Qué injusta es la vida a veces. Algunos podrán decir, en este mundo cruel en que vivimos, que así es la mayor parte del tiempo. Pero habiendo tanto ser despreciable por ahí, tanto esparcidor de injusticias libre y gozando de la vida, la muerte de Carlos no sólo duele, sino que da más rabia todavía. Porque era, por sobre todas las cosas, un gran tipo.
Carlitos Cobas tenía un corazón inmenso, la mano siempre tendida para aquél que lo necesitaba, la disposición permanente para trabajar en pos de los intereses populares. Hombre de pocas palabras, tal vez porque no tenía dotes de “decidor”, pero poseedor de una voluntad militante como pocas veces ví.
¿Era Carlos alguien formado en alguna ideología revolucionaria? No, no lo era. Ni siquiera había leído el Manifiesto de Marx y Engels. No tenía idea de “El Capital”, ni de “El Estado y la Revolución”, ni de ninguna otra obra de ese tipo. No militó en ninguna de las organizaciones que se autodenominan “revolucionarias”. Sin embargo, su militancia fue inigualable en pos de los derechos de las mayorías asalariadas y desocupadas, de los marginados y olvidados del sistema. Su sabiduría política era intuitiva, esa que lo hacía ponerse del lado correcto en la permanente lucha que producen las contradicciones de clases. Mucho más que algunos que se han tragado bibliotecas enteras y sólo se la pasan cacareando lejos del barro donde se sufren las miserias. Carlos era pura praxis, y sabía como nadie embarrarse los pies.
Lo conocí allá por el 2001, a la luz de la rebelión popular, donde acompañó y contribuyó con su presencia a la conformación de las asambleas populares. Él, su entrega desinteresada y su cigarrillo encendido de manera irremediable. Cuando el impulso asambleario se fue apagando, fue uno de los precursores para que las Asambleas de Avellaneda –sobre todo la de Sarandí- se transformaran hace cinco años en lo que hoy es el Foro de Salud y Medio Ambiente de Avellaneda. Allí se transformó en el motor de su funcionamiento, y en el hacedor de su relacionamiento con el resto de las organizaciones de salud y ambientalistas del país. Él citaba, él organizaba, el ponía el hombro, él unficaba. Así, por su impulso, surgió la idea del programa de radio del Foro, “Radiografía”, que ya lleva cuatro años consecutivos en el aire, y del cual era el productor.
Carlitos tenía la obsesión de una salud pública igualitaria y de excelencia para todos, universal y gratuita. Por ello, sobre todo, luchó estos últimos años. Le dolía ver cotidianamente la injusticia reflejada en el abandono de los hospitales públicos, cuyas consecuencias, como siempre, pagan los más humildes. Sin embargo, esa misma pasión por luchar por los demás, no la tenía para con su propia salud. Era reacio a ir al médico, a pesar de que los frecuentaba permanentemente por cuestiones políticas. La diabetes era una cruz permanente, y el maldito e inseparable cigarrillo el lento verdugo que terminó con su vida.
El último martes, al salir del programa de radio, se lo veía cansado y demacrado. “Me cuesta respirar cuando camino” me dijo, mientras fumaba su enésimo cigarrillo. Por supuesto, todos los que allí estábamos volvimos a retarlo, también por enésima vez, para que dejase el tabaco y para que de una vez por todas se atendiera como correspondía. Sin embargo, ya era tarde.
El miércoles a la noche tuvieron que trasladarlo de urgencia al Hospital Perón, ese de sus desvelos (pues trabajaba en frente, cruzando la calle). Y el jueves a la madrugada ese corazón inmenso como pocos dijo basta.
Carlitos Cobas tenía unos jóvenes 53 años, y su partida física nos deja un hueco imposible de llenar. Sin dudas, alguna calle de Avellaneda debería llevar su nombre. Parece mentira que ya no vaya a estar con nosotros. Nos ha dejado doloridos, confundidos, a la intemperie, desamparados. Quienes lo conocimos vamos a extrañar su bondad, su empuje, su sonrisa cómplice, su camaradería, su amistad, su solidaridad. Pero su presencia estará siempre en su legado, en Radiografía, en el Foro, en las luchas por una salud y un medio ambiente dignos para todos, en definitiva, en la lucha por una sociedad digna de ser vivida, sin miseria ni explotados.
Carlitos, hermano, seguiremos en la brecha que trazaste.
Hasta la victoria, siempre
Gustavo Robles
volver