El agua del río Andalgalá, palabra quechua que quiere
decir “señor de la montaña alta”, inventó un oasis en el centro norte de la
provincia de los cerros azules, Catamarca.
Allí se levantó la ciudad homónima que está en la base de la Sierra del
Aconquija, rodeada de selvas subtropicales y más al norte estalla el llamado
Salar de Pipanaco.
Casi quince mil almas viven en Andalgalá, tierra de aceitunas, duraznos,
ovejas, cabras y muchos recursos minerales.
Lo que debería ser motivo de felicidad popular, termina siendo causa de
dolores e impunidades.
Será que el verdadero señor de la montaña alta no es ni el río ni las hijas
y los hijos del pueblo, sino los intereses multinacionales que se llevan lo
parido en las entrañas de las sierras de fantasía.
El viernes 12 de febrero, los integrantes de la Asamblea El Algarrobo fueron
rodeados por efectivos de la guardia de Infantería, el grupo Kuntur y la
policía catamarqueña.
Doscientas personas entre las que había mujeres, chicos y abuelos dispuestos
a defender el patrimonio colectivo del subsuelo de Andalgalá y exigiendo el
derecho a “una vida digna y sana, a un ambiente libre de contaminación,
diciéndole si a la vida y no a la explotación a cielo abierto del Nevado de
Aconquija en manos de la empresa minera Agua Rica”, tal como decía el
comunicado de la asamblea. La orden había partido del intendente, José
Perea, y la fiscal, Martha Nieva.
Dos funcionarios que parecen funcionar a favor de los intereses de la minera
Agua Rica que quiere explotar el cobre y el oro de la provincia desde el año
2003 y que ahora se encuentra en la etapa de construcción hasta 2012.
El propio intendente había dicho: “El 25 de febrero, caiga quien caiga, las
máquinas van a llegar al yacimiento”. La respuesta fue una movilización que
reunió a más de 4.000 andalgalenses en contra de la minería.
El lunes 15, “el conflicto terminó de estallar cuando una máquina tipo oruga
retroexcavadora y 20 camionetas de la minera, con el apoyo de la policía, se
dispusieron a atravesar el corte. La resistencia de los ciudadanos -que
reclaman un plebiscito sobre la instalación de la minera- fue quebrada a
balazos de goma, culatazos, gases lacrimógenos y detenciones. “Te tiraban a
dos metros, no podían errarle” contó Aldo Flores.
Las crónicas dicen que “unos 300 integrantes de la asamblea El Algarrobo
fueron reprimidos a media tarde por las denominadas fuerzas del orden en
Chaquiago, donde la asamblea realiza un corte en el camino que va hacia la
minera. El episodio mostró la entusiasta e indiscriminada violencia policial
(contra mujeres, niños, ancianos), y terminó generando una pueblada durante
la noche, con quema de la intendencia y otros ataques emblemáticos: contra
las oficinas de la minera Agua Rica, el juzgado y la fiscalía, y el
supermercado Los Mellizos propiedad de una proveedora de la minera”.
Como consecuencia de la represión, Raúl Guillermo Cerda, juez Electoral y de
Minas de Catamarca, ordenó paralizar los trabajos en la mina de Agua Rica,
como resultado de los incidentes registrados en Andalgalá.
Fundamentó la decisión, que rige hasta nuevo aviso, en la necesidad de
“pacificar” a la comunidad. La empresa fue notificada.
La mina de Agua Rica pertenece al grupo canadiense Yamana Gold y ellos son
los que se quieren convertir en los auténticos y nuevos señores de la
montaña alta.
Sin embargo allí está el pueblo, los integrantes de la Asamblea de El
Algarrobo dispuestos a defender el río, la tierra, el cielo y la vida porque
no quieren convertirse en otro pueblo fantasma.
Porque ellos son los verdaderos descendientes del señor de las montañas
altas.
Carlos del Frade (APE)
La represión al servicio de la contaminación y el saqueo
El Pueblo de Andalgala acaba de dar una
muestra de dignidad y valentía que los empresarios y la
institucionalidad cómplice de sus crímenes han querido acallar con su
habitual represión.
La resistencia de los hombres, mujeres y pibes catamarqueños frente al
negocio de la destrucción medioambiental y el saqueo de las riquezas
naturales en el cerro Aconquija, al amparo de la represión estatal,
muestra la única cara del sistema. Mientras el lucro y la ganancia de
los capitalistas son defendidos por la policía y la gendarmería, los
pobladores tienen en sus propias fuerzas y en la solidaridad de todos
los que luchan las armas para defenderse.
Como siempre, el estado, a través de los gobiernos provincial y
nacional, resulta responsable directo, no sólo de la explotación
delictiva de la empresa Minera Agua Rica LLC, sino también de la
represión contra los que se organizan y luchan por condiciones de vida
que ese estado, de y para los poderosos, nunca podrá garantizar.
Desde CORREPI denunciamos que oficialismo y oposición revelan su única y
común condición de gerentes de los intereses de la empresa
contaminadora, con su recurrente política que empieza con la
habilitación para el saqueo y sigue con la represión a los que resisten.
Saludamos al pueblo catamarqueño de Andalgala por su decisión y
dignidad.
BASTA DE REPRESIÓN A LOS QUE LUCHAN
LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS
BASTA DE SAQUEO Y CONTAMINACIÓN EN AGUA RICA
FRENTE A LA REPRESION, ORGANIZACION Y LUCHA
Correpi
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