Hace un mes, una madrugada como esta, mi hermana Celia Hart Santamaría,
escribía una nota al sociólogo panameño Olmedo Beluche, pidiendo se hiciera
pública, al día siguiente y simultáneamente en varios países, una
declaración del Consejo Editorial de Revista de América exigiendo la
libertad de sus Cinco compañeros cubanos presos en EE.UU.
Horas más tarde, un absurdo y terrible accidente acabó con su vida y la de
su hermano Abel. Solo tres días antes estaba junto a todos nosotros en la
Casa de la Amistad, reivindicando la resistencia de los Cinco y sus familias,
planificando decenas de acciones para denunciar en todo el mundo la barbaridad
que desde hace una década comete el gobierno terrorista de Bush contra
Gerardo, Antonio, Fernando, Ramón y René.
Celia compartió mesa con César Portillo de la Luz, el mítico autor de
"Contigo en la distancia", como siempre habló con todo el mundo,
comentó su proyecto de subir al Turquino con un grupo de jóvenes en el 50
aniversario de la Revolución Cubana, su paso reciente por Argentina y la
necesidad de volver a trabajar sobre el proyecto "Puentes contra
Muros" por Palestina.
Llevaba esa noche un vestido rojo, tan rojo como su corazón revolucionario y
noble. Estaba hermosa y feliz, rodeada de gente muy querida. Fue la última
actividad pública en la que participó.
Durante los cinco años que trabajó junto a quienes integramos el Comité
Internacional por la Libertad de los Cinco, no dejó un solo día de su corta
y fecunda vida de denunciar lo que creía injusto, de alertar sobre lo que no
creía verdadero, de batallar por esa revolución permanente por la cual
decidió dejar su trabajo en la Universidad de la Habana para dedicarse a
escribir y participar en la militancia revolucionaria.
Estaba fuera de nuestra querida isla cuando sucedió. Dos compañeros me
dieron la noticia casi temblando. Igual que estoy ahora al intentar escribir
lo que ha significado la desaparición física de Celia en todos nosotros.
Durante un mes no he podido articular dos líneas para despedirla, solo las
torpes letras que salieron aquella noche para verificar ese manotazo terrible
que nos dio la vida a todos privándonos de su presencia.
Esa presencia entrañable que quedará para siempre en todos los que la
quisimos y admiramos, aún sin estar muchas veces de acuerdo con lo que decía.
No puedo asumir a Celia, nuestra Celia, herida de muerte. Si acaso puedo
asumirla herida de vida. Con profundas cicatrices, pero no las que dejó aquel
fatal accidente, sino las que llevaba por dentro.
No había nacido todavía Celia María y su hermano Abel cuando Batista marcaría
la vida de los Hart Santamaría para siempre. Le arrancó los ojos a su tío
Abel, los testículos a quien era el novio de su madre Haydee, y provocó la
muerte de su tío Enrique Hart al estallarle un artefacto explosivo en las
manos. Cuánto dolor en los Hart Santamaría en estas cinco décadas. Cuánto
esfuerzo y tesón para intentar superarlos, cada uno a su manera y como mejor
ha podido. Cada uno con enorme honestidad y valor.
Celia era fuerte, alegre, vital, le encantaba la música y el baile, amaba la
vida, sus hijos José Julián y Ernesto, los amigos y la Revolución Cubana,
amaba al Che con toda la pasión de la sangre que corría por sus venas. Podía
prescindir de todo artificio y objeto material, sus libros y los recuerdos de
su madre eran su bien más preciado. Admiraba profundamente la obra de sus
padres. Con enorme orgullo me enseñó un día "El Aldabonazo", el
libro de Armando Hart que Bush prohibió en toda las librerías
norteamericanas.
Sostenía que teníamos que hacer un comité de solidaridad con el pueblo
norteamericano bloqueados de conocer desde la geografía hasta su propia
realidad, por el autismo en que lo tiene sumido el imperio. Pero fuera de toda
broma, abrazó y estudió el marxismo leninismo y luego el trotskismo con
enorme honestidad y seriedad.
Provocó mareas de discusiones entre las corrientes de izquierda, poniendo más
de una vez al desnudo las limitaciones y debilidades de nuestro propio campo
popular. Pero supo defender, subida a una mesa si era necesario y pegando
gritos a los cuatro vientos, los principios de la Revolución Cubana cuando
alguien quería sacar provecho de su propio discurso para desvirtuar a la
Revolución.
Discutió a Fukuyama el supuesto "fin de la historia", demostrándole
que el Che y Fidel seguían en la cima de ese Turquino que quería alcanzar
este 1ro. de enero con los jóvenes del MST.
Y fue capaz, cuando muy pocos lo hacían, de firmar sus artículos diciendo:
¡Proletarios de todos los países, Uníos! ¡Socialismo o Muerte!
Hago mías las palabras que nuestra hermana Arleen Rodríguez Derivet pronunció
al despedirla hace un mes atrás: "Para hacer la Revolución vivió
Celia...La mejor síntesis de la Revolución, así la recordaremos siempre
quienes la conocimos y la quisimos en los trajines de la lucha que nos unió
como una familia en torno a la causa de los Cinco. Ella es la Revolución, una
Revolución alegre y divertida, compleja y discutidora, inconforme y rebelde.
Fiel. Fidelista"
Así te recordaremos siempre, Celia. Con tu vestido rojo y tu enorme sonrisa,
discutiendo, hablando, riendo, marchando el 1ro. de Mayo con tu bandera
comunista junto a tu hijo Ernestito y los trabajadores cubanos, bajo el
modesto cartel de nuestro Comité, portando los rostros de tus Cinco hermanos.
Siempre estarás en las letras de las canciones de Silvio y de Sara que te sabías
de memoria, en tus viejos Combatientes del Moncada y en La Internacional. En
las prisiones donde se encuentran los Cinco, en el abrazo que les daremos
cuando logremos su libertad. En aquellos girasoles que tanto te gustaban a ti
y a tu madre, porque decías que eran grandes y hermosos y solo necesitaban de
un poco de agua y sol. En tu querido y heroico pueblo cubano.
En cada persona que luche en este mundo, en cada uno de los que te quisimos,
ahí estás tú, Celia, con tu huella imborrable, para siempre.
6 de octubre de 2008
Graciela Ramírez | para Resumen Latinoamericano | 15-10-2008
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Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el
terror. Haga circular esta información”.
Rodolfo Walsh, ANCLA (Agencia de Noticias
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