Chaco: Racismo y
muerte para los aborígenes
Por Eduardo Jara
eduuujara@msn.com
"La madre
volvió con los cadáveres de sus dos
hijos, para enterrarlos en Nueva
Pompeya. No consiguió cajones para
sepultarlos, ni siquiera una sábana.
Los bebés están enterrados en el
cementerio aborigen de Pozo del
Toro, en una caja de cartón".
COMUNIDADES INDIGENAS, GALERÍAS DEL
HORROR
Por Julio Molisano
Las imágenes que forman parte de este
documento reflejan las crudas
condiciones en que sobreviven, se
enferman y mueren los indígenas
chaqueños. El hambre y la pobreza atacan
diariamente. Le siguen la tuberculosis,
el chagas y otras patologías propias del
hambre y de la pobreza. Desde hace mucho
tiempo se instalaron la desnutrición, la
mortalidad infantil y materna, las
discapacidades físicas y mentales, el
analfabetismo y las muertes tempranas.
Situaciones extremas, el Ministerio de
Salud Pública y Desarrollo Social
En el 2006 un equipo médico trabajó en
la región. Asistieron a las comunidades
aborigenes. Evaluaron a 171 personas de
los Parajes Central Norte, Techat 1 y 2
(Miraflores), del Barrio 19 de Abril, de
la Jum y Pampa Argentina (Castelli), de
Fortín Lavalle, del Cerec y de Villa Río
Bermejito. Encontraron un elevado
porcentaje de cardiopatías vinculado con
el chagas. Detectaron pocos pacientes
evaluados y muy pocos previamente
medicados. Emergió el carácter netamente
deficitario de la atención primaria en
salud o su inexistencia como tal. Los
tratamientos crónicos y detección de
patologías en general pusieron en
evidencia un fuerte déficit en el
servicio de salud. Quedó a la vista el
mal funcionamiento del sistema
sanitario.
Los médicos detectaron la presencia de
elevados porcentajes de seropositividad,
lo que marcó la prevalencia
(victoria/éxito) de las enfermedades.
Encontraron serologías positivas en
niños, con lo cual también ha quedado
expuesto la deficitaria acción sobre el
control del vector (vinchucas).
Corroboraron que son prácticamente nulos
o altamente deficitarios los programas o
planes de fumigación y de vigilancia
epidemiológica.
Son extremas las necesidades básicas
insatisfechas en estas comunidades. La
mayoría presentan deficientes estados
nutricionales. Las discapacidades
físicas y mentales, leves o severas,
también comienzan a prevalecer en los
núcleos familiares, con una incidencia
hasta ahora desconocida. Corren severos
riesgos de enfermar y morir. La inmensa
mayoría de desnutridos, enfermos y
discapacitados no reciben atención
médica plena, eficiente y a tiempo. Los
enfermos son atendidos cuando se
aproximan a situaciones de extrema
gravedad, sino a la muerte. Los
discapacitados directamente no tienen
tratamientos especializados. Los
desnutridos están condenados a
alimentarse deficitariamente, hasta
poner en crisis sus últimas reservas. El
Ministerio de Salud Pública del Chaco,
en realidad se parece a un ministerio de
enfermedades.
Racismo declarado
Las comunidades indígenas integran un
amplio cortejo de hambre y pobreza. Son
la expresión de la más profunda de las
degradaciones del pensamiento humano.
Los indígenas están atrapados por
múltiples subordinaciones. Tienen
comportamientos de pueblos conquistados,
en donde manda la crueldad por la
indiferencia y el juego tramposo de
quienes manejan las políticas públicas,
que claramente actúan bajo perfiles
corporativos.
El gobierno actúa dentro de los
parámetros políticos del racismo. Hoy
esto ya es un hecho evidente, que no se
puede discutir a propósito del
comportamiento del ministro Matkovich.
Toma decisiones que agravan situaciones
extremas. Aplica el concepto del uso
mínimo de las políticas públicas. El
resumen inevitable que debemos hacer, es
que ejecuta políticas de discriminación
en altas dosis, lo que refleja la
aplicación de doctrinas monstruosas.
Todo esto se lleva adelante frente a
comunidades aborígenes que conviven con
las enfermedades y la muerte, que fueron
despojados de todo, parece que hasta el
exterminio. Perdieron los derechos. Dan
formas e integran las inmensas y
trágicas galerías del horror chaqueño.
Muertes en Nueva Pompeya, el genocidio
en marcha
El 2007 arrancó con muertes en Nueva
Pompeya. Murieron los mellizos hijos del
Presidente de la Asociación Comunitaria
Misión Nueva Pompeya. Nacieron
prematuros. Fueron derivados al Hospital
de Castelli. El chofer de la ambulancia,
con su impericia, generó una gran
demora; tomó un camino que se encontraba
intransitable, a pesar de que la Juana
Uzurduy estaba en perfecto estado. Se
terminó el oxígeno. Murió el primer
bebé. Tarde llegaron al Hospital Güemes
de Castelli. Allí decidieron derivar al
segundo bebé, que también murió en el
trayecto. Es la una breve crónica de una
profunda y gran tragedia.
Es que la vida de los wichí en Nueva
Pompeya está signada por el sufrimiento
y el abandono, desde el nacimiento hasta
la muerte. Los mellizos José y Daniel
Berté sintetizan este cuadro. La mamá
Norma Pila presentó complicaciones
durante el embarazo. Esto motivó que la
trajeran del campo a los fines de
esperar la fecha del parto en un paraje
ubicado a 2 kilómetros del Hospital
Rural de Misión Nueva Pompeya.
A las 2 de la mañana del 8 de enero
Enrique Berté llevó a su esposa al
Hospital. Allí se resolvió derivarlo al
Hospital General Güemes de Castelli. Con
mucho retraso, finalmente a las 9 de la
mañana de uno de los días más calurosos
de verano partió la ambulancia en la que
fueron trasladados la madre y los
mellizos. La ambulancia no tenía aire
acondicionado. Los mellizos fueron
colocados en una bolsa de plástico negra
(de residuos), cubiertos con algodones.
Cuando se terminó el oxígeno, murió el
primer mellizo. El segundo mellizo murió
camino a Sáenz Peña. La madre volvió con
los cadáveres de sus dos hijos, para
enterrarlos en Nueva Pompeya. No
consiguió cajones para sepultarlos, ni
siquiera una sábana. Los bebés están
enterrados en el cementerio aborigen de
Pozo del Toro, en una caja de cartón.
La muerte de otro niño, y sigue…
Hace pocos días murió otro niño
indígena, de un año. Llegó con fiebre al
Hospital de Nueva Pompeya. Lo
asistieron; le aplicaron una inyección y
después se produjo el fallecimiento. Su
padre, Jesús Molato, que vive en el
Barrio Wichí todavía continúa sin
entender nada.
Cuesta comprender todo esto. Es
imposible aceptar que se produzcan estas
tragedias. Es que los indígenas dan
formas e integran las inmensas y
trágicas galerías del horror chaqueño.
Libre reproducción mencionando al autor
y a Carta Argentina como fuente
|