Las elecciones de gobernadores y alcaldes del próximo domingo 23 revisten una importancia estratégica para el futuro del proceso de cambios en Venezuela. El Presidente Hugo Chávez se ha jugado a fondo por una votación masiva a favor de los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a fin de revertir ostensiblemente los resultados de la reforma constitucional plebiscitada el 2 de diciembre 2007 (2D) y perdida por escasos 49.000 votos, en tanto 3 millones de partidarios se abstuvieron de acudir a las urnas.
Las elecciones del domingo resultan cruciales para intentar posteriormente una nueva reforma constitucional, que esta vez debe ser solicitada por la ciudadanía, y así abrir paso a la reelección del Presidente en 2012. A diferencia de ciertas contiendas anteriores, como el referéndum presidencial que ratificó su mandato en agosto 2004, en estas elecciones no están en juego el futuro cercano de la Revolución Bolivariana, ni la estabilidad del gobierno que conduce el Presidente Chávez.
Adicionalmente, la elección permitirá conocer la envergadura real de la influencia electoral de la oposición de derecha al proceso de cambios instaurado por voluntad popular hace casi diez años. A diferencia de las elecciones regionales de 2004, esta vez la oposición no llamó a la abstención, sino a la participación. Habrá una contienda limpia, con un sistema electrónico de votación puesto a prueba en otros comicios y elogiado antes por observadores internacionales como el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Probable alegato de “fraude”
Tampoco ha sido cuestionado con la virulencia de otras ocasiones el organismo electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE), que en Venezuela tiene rango de poder del Estado como Poder Electoral. Pero… probablemente la derecha cuestionará los resultados si le resultan adversos, aplicando la misma estrategia mediática que EEUU impuso en Nicaragua en los comicios municipales del pasado domingo 9. Quizás para fertilizar este escenario, los grandes diarios latinoamericanos iniciaron esta semana una suerte de campaña sicológica que atribuye a Chávez “amenazas contra los medios opositores”, que en Venezuela gozan de absoluta libertad.
Con los grandes medios informativos protagonizando directamente la política durante más de una década --de manera libérrima y como un partido más--, la libertad de prensa derivó al libertinaje, frecuentemente matizado con ataques personales e insultos al jefe del Estado, incitaciones al magnicidio, falacias, ocultamiento de noticias y desinformación, entre otras prácticas reñidas con la ética más elemental del periodismo, así como el 12 de abril 2002 los medios transmitieron dibujos animados en vez de informar a la población que estaba desarrollándose un golpe y en septiembre 2008 ocultaron la noticia sobre un abortado plan de magnicidio. La gente se enteró igual, salió a las calles a defender al Presidente constitucional y los grandes medios perdieron credibilidad.
El presidente Chávez ha encabezado personalmente la campaña, con dedicación casi exclusiva a tiempo completo, en procura de resultados contundentes respecto al 2D, que puso en juego su propia reelección. Sin embargo, la oposición se atribuyó entonces una victoria que técnicamente no fue suya, sino que resultó de la renuencia a sufragar de tres millones de partidarios del Presidente que simplemente se quedaron en sus casas y no acudieron a las urnas, abriendo paso a una derrota por apenas 49 mil de votos.
La confrontación permitirá visualizar la dimensión e influencia electoral reales de una oposición de derecha que ahora se muestra respetuosa del juego electoral democrático, aunque sea en apariencia, y que aún a última hora podría cuestionar los resultados. En este tipo de elección suelen influir factores emocionales y locales, no siempre absolutamente políticos, pero la participación activa del jefe de Estado en la campaña le confirió a la contienda la impronta de una virtual consulta popular sobre la gestión presidencial.
Votación compleja
Para estas elecciones existe una amplia variedad de candidatos que disputarán 22 de 23 gobernaciones (se exceptúa el estado Amazonas que tiene otro régimen), 328 alcaldías, 233 diputaciones estadales, 13 concejalías metropolitanas de Caracas y 7 del Alto Apure para el periodo 2008-2012. El acto mismo de votar será de gran complejidad para casi 17 millones (16.887.734) de electores inscritos, quienes podrán ejercer su derecho con la ayuda de una guía o “chuleta”, autorizada por el CNE. Esta guía, “torpedo” o “chuleta” deberá tenerse a mano antes de ir a votar, pues durante la jornada no podrá distribuirse en los centros de sufragio, ni en un perímetro de 200 metros, por mandato del CNE.
Para votar hay que estar inscrito en los registros electorales, pero en Venezuela el sufragio no es obligatorio y no existen sanciones a quienes no acudan a las urnas, como en países como Chile y otros. Por lo tanto, la abstención es un candidato fantasmagórico que causa temor a todas las partes. En 2004 hubo 54,6% de abstención nacional, rango considerado históricamente “normal” para este tipo de comicios en Venezuela, pero contradictorio con la participación popular incrementada por la nueva realidad política que se abrió paso con el Presidente Chávez.
Escenario electoral
Entre el 45,4% que efectivamente votó hace 4 años, los bolivarianos obtuvieron el 57,3% de las preferencias nacionales, contra 39,6% de la oposición y 3,1% de otros sectores. Pero más allá de una eventual participación electoral baja, los resultados siempre reflejan las preferencias políticas del electorado de manera mucho más certera y creíble que cualquier encuesta.
Los resultados de 2004, aportaron al chavismo 22 gobernaciones, incluyendo el Distrito Capital, contra 2 estados en que ganó la oposición (Zulia, capital Maracaibo y Nueva Esparta, capital Margarita). En cuanto a población, estos resultados de las gobernaciones corresponden al 86% versus 14%.
A nivel municipal, en aquellas mismas elecciones los bolivarianos eligieron 197 de los 334 alcaldes (59%), en distritos que representaban 64,2% de la población, contra 107 (32%) de la oposición y 30,1% de los habitantes. En la votación de alcaldes hubo menos abstención que en la de gobernadores.
En el transcurrir de estos 4 años, la oposición incrementó sus gobernaciones de 2 a 5, por la defección de 3 gobernadores que “saltaron la talanquera”: Carabobo (capital Valencia); Sucre (Cumaná); y Aragua (Maracay). Este es el escenario electoral que se pondrá a prueba el domingo, pero esta vez con la participación activa de la derecha, que hoy favorece la vía electoral en vez de la opción golpista.
En el espectro político afín al gobierno predomina el nuevo Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV), pero también hay candidaturas de aliados minoritarios del chavismo, como el Partido Patria para Todos (PPT) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), que no quisieron integrarse al PSUV, además de otros que se definen como “chavistas independientes”.
En la otra vereda se encuentran los disminuidos Partido Social Cristiano (Copey), los social demócratas Movimiento al Socialismo (MAS), Podemos, Acción Democrática (AD) y Alianza Bravo Pueblo (ABP), más Primero Justicia (PJ), que es una expresión nueva de la vieja extrema derecha equivalente al Podemos de Bolivia o a la Unión Demócrata Independiente (UDI) de Chile. La oposición está fragmentada y carece de un liderazgo nacional unificador desde que en 2004 abandonó la escena política su líder “natural”, el multi-millonario Gustavo Cisneros.
Prematuro triunfalismo opositor
La oposición de derecha saca cuentas alegres para estas elecciones, fundadas en su no participación en 2004, cuando pateó la mesa y llamó a la abstención, y en los resultados del 2D. No se descarta que esta vez aleguen “fraude electoral” durante el desarrollo mismo de la jornada, dando a conocer resultados parciales prematuros a fin de alterar la tranquilidad eleccionaria. En la normativa electoral venezolana no está permitido dar resultados a boca de urna, proyecciones o recuentos parciales de mesas sueltas antes del primer informe oficial del CNE. Está norma, así como la prohibición de expender alcoholes, existe desde mucho tiempo antes que Chávez emergiera en la política local.
Esta vez la derecha formula llamados contra la abstención. Luis Carlos Solórzano, secretario general de Copey, dijo que en 2004 perdieron alcaldías y gobernaciones precisamente por abstenerse de participar. Antonio Ledezma, de la ABP, anunció “antídotos contra el fraude”, con miles de voluntarios vigilando las mesas de votación, en tanto el líder del PJ Julio Borges dijo que la pelota está en el campo de juego de los electores: “Ahora la responsabilidad es de ustedes”, dijo. Ismael García, del Podemos, desprendimiento del MAS que recientemente abandonó el chavismo, proclamó la “Operación Esperanza”, con vigilantes electorales propios por doquier.
Alberto Müller Rojas, ex general, ex embajador en Chile y primer vicepresidente del PSUV, alertó ante la probable aparición de “Manos Blancas”, una novísima expresión internacional y “apolítica” del fascismo juvenil de inspiración estadounidense, que se importó del este de Europa y ha debutado este año en diversos países de Latinoamérica. También anunció a la militancia: “Quien no vote se autoexcluye del partido… No importa por quien vote, sino que participe”. Ante probables desórdenes públicos –llamados “guarimba”-- fomentados por la oposición, advirtió: “¡Candelita [fuego] que se prenda, candelita que se apaga!”.
El PCV y PPT, aliados de minoría del gobierno que rehusaron diluirse incorporándose al PSUV, también explicaron su propia estrategia electoral. A través de su líder Oscar Figueroa, el PCV instó al gobierno a abrir un debate sobre la regulación o nacionalización de la banca, a fin de revertir por adelantado los probables efectos de la crisis financiera mundial en la economía local. En tanto, el PPT alegó contra obsequios electorales de artefactos línea blanca atribuidos a ciertos candidatos y proclamó que ganará en 3 estados. Por su parte, el clásico “cuarto poder” de los grandes medios (diarios nacionales, canales como GloboVisión, cadenas de radioemisoras y otros), derrochan generosamente su tradicional sesgo “informativo” anti Chávez.
El periodista José Vicente Rangel, ex vicepresidente, ex canciller, ex ministro de Defensa y analista político de notoria credibilidad, piensa que las elecciones serán una sorpresa para una oposición ilusionada con el efecto 2D. “Es un falso espejismo, porque entonces faltaron sólo 49.000 votos pero hubo 3 millones de partidarios que no sufragaron, simplemente porque no entendieron las complicadas reformas constitucionales propuestas inicialmente en 17 artículos que terminaron siendo 67. No se entendió la propuesta”, dijo.
Rangel añadió que “la oposición extrapola el 2D, que se registró en un contexto muy distinto y enfrentando una campaña mediática internacional que difundió una lectura equivocada del resultado electoral. Hoy existe un fenómeno de masas con una sólida organización. Creo que incluso pueden hasta perder ‘la joya de la corona’”, dijo, en alusión al estado Zulia, donde la oposición suele levantar el separatismo estilo Santa Cruz y Kovoso.
Campaña mediática internacional
La jornada electoral será vigilada por la Fuerza Armada Nacional (FAN), como es tradición en Venezuela, en una llamada “Operación República”. La mayoría de los locales de votación se instalarán en establecimientos educacionales públicos. Por tal motivo se suspendieron las clases desde el miércoles 19 al lunes 24 a fin de distribuir y retirar los materiales electorales.
Pero persisten los rumores mediáticos en la dirección de un probable desconocimiento de los resultados electorales “a la nicaragüense”. Algunos grandes diarios latinoamericanos han publicitado supuestas “amenazas de Chávez a los medios de comunicación”, aludiendo la normativa que prohíbe la difusión de resultados mientras aún se desarrolla el acto electoral, antes del primer anuncio oficial del CNE, práctica que data desde que existen elecciones en este país, hace medio siglo. "Y como sucedería en cualquier país del mundo, el que viola una normativa se arriesga a ser sancionado", dijo ante nuestra consulta una portavoz del ministerio de Comunicaciones e Información (MINCI).
El 14 de diciembre, en Barcelona, Anzoátegui, Chávez dijo algo muy distinto a lo que difundieron medios como El Mercurio de Chile. Según un reporte de la emisora YVKE Mundial reproducido en Aporrea: “Algunos medios de comunicación están anunciando que tienen sus encuestas y que darán resultados temprano, por lo que [el Presidente] anunció que ningún medio puede dar resultados antes que el CNE”, dijo YVKE Mundial. Y añadió que “si algún medio de comunicación de radio o televisión anuncia resultados antes que el CNE, éste será cerrado”. Chávez pidió a las autoridades de Telecomunicaciones “que estén alertas ante posibles violaciones a las normas electorales por parte de medios de comunicación”.
La agresividad mediática contra el gobierno de Chávez tiene mucha semejanza con la experiencia de Salvador Allende en Chile. Entonces, El Mercurio cerró sus puertas y dejó de publicarse un par de días por voluntad de su dueño, Agustín Edwards, para así justificar una campaña de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en favor de “la libertad de expresión”.
También se fabricaban noticias, como cuando el comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats González, fue víctima de una trampa mediática en medio del tráfico: una mujer lo provocó desde su automóvil, durante los tensos días previos al golpe y a 3 años del asesinato de su antecesor en la vía pública, el general René Schneider Chereau, atacado indefenso en su vehículo tras un incidente similar de manufactura CIA. Cuando Prats descendió pistola en mano para averiguar qué ocurría exactamente, aparecieron las cámaras de televisión y los fotógrafos que registraron en vivo la escena del “general amenazando a una pobre mujer indefensa”.
Esta noticia fabricada, más otras provocaciones de mujeres de militares que memorizaron un guión de la CIA, lo condujeron a renunciar. Al irse, le recomendó a Allende que lo sustituyera con el militar más cercano y “más leal”, Augusto Pinochet. Eso ocurrió el 23 de agosto de 1973: menos de tres semanas después, el nuevo comandante en jefe encabezó el golpe militar del 11 de septiembre. Y el 30 de septiembre de 1974, el general Prats fue asesinado en Buenos Aires por órdenes directas de Pinochet.
Ernesto Carmona (desde Caracas especial para ARGENPRESS.info)