El 9 de febrero de 1959 el gobierno de Cuba le concedió la condición de cubano por nacimiento al Comandante Ernesto Guevara de la Serna
A pocas semanas del triunfo revolucionario, el 9 de febrero de 1959, por acuerdo del Consejo de Ministros se le concedió la condición de cubano por nacimiento al Comandante Ernesto Guevara de la Serna, en virtud de los servicios prestados al país y del inciso c, artículo 12 de la Ley Fundamental de la República, que mantenía vigente los postulados de la Constitución de 1940.
En ese acápite se definían que son cubanos por nacimiento: «Los extranjeros que hubiesen servido a la lucha armada contra la tiranía batistiana derrocada el 31 de diciembre de 1958 en las filas del Ejército Rebelde durante dos años o más y hubiesen ostentado el grado de Comandante durante un año por lo menos, siempre que acredite esas condiciones en la forma que la Ley disponga».
La noticia se dio a conocer el día siguiente en el periódico Revolución donde se reseñaban varios artículos de la Ley Fundamental aprobados el día 7, y entre ellos se expresaba: «De este modo se considera ciudadano cubano por nacimiento al Comandante Ernesto Guevara por las mismas razones que tuvieron los constituyentitas de 1901 y 1940 para considerar al Generalísimo Máximo Gómez».
El Che había acumulado tales derechos por sus cualidades personales y su pensamiento revolucionario, que le habían granjeado el respeto del pueblo y convertido en una de las figuras más notables de la Revolución Cubana.
Para el Che, aquel gesto de los cubanos lo comprometía y emocionaba; por ello se consideró a sí mismo soldado de esta Revolución.
En la carta de despedida al pueblo cubano, y en especial a Fidel, dio muestras de su cubanía: «Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla, llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta con creces cualquier desgarradura.
«Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti… Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré».
De procedencia argentina, Cuba le confirió su nacionalidad al combatiente internacionalista; al médico y primer expedicionario del yate Granma ascendido a Comandante; al luchador contra la dictadura batistiana; al combatiente de Alegría de Pío, El Uvero, La Plata, Arroyo del Infierno, El Hombrito, Pino del Agua; al jefe de la Columna Invasora No. 8 Ciro Redondo; al héroe de Santa Clara; al hombre que a partir del 1ro. de enero de 1959 fue cronista de la Revolución, impulsor y ejemplo del trabajo voluntario; presidente del Banco Nacional de Cuba, Ministro de Industrias; representante en diferentes eventos internacionales, como la Asamblea General de la ONU y la Reunión de Punta del Este, Uruguay; al guerrillero de Bolivia, del Congo y del mundo entero.
Pero más allá de cualquier territorialidad, el Che se sintió patriota de Latinoamérica y del mundo, por cuya justicia cayó combatiendo en las selvas bolivianas.
Yuniel Labacena Romero
Juventud Rebelde