CHILE: PISTAS DE LA COYUNTURA EN LA MADRUGADA DE OCTUBRE

1. Mientras la recesión económica norteamericana intoxica los negocios del capital a escala planetaria, descubre los límites del neoliberalismo y destruye en los hechos el mito de la “mano invisible” del mercado; en Chile, la primavera no termina de estabilizarse, Sebastián Piñera (candidato presidencial de la derecha histórica del bloque en el poder) gana en todas las encuestas, un tercio de los chilenos teme perder el empleo, el desempleo sube oficialmente a 8,2 %, los ahorros para la jubilación administrados por privados a través de AFP’s facultadas para invertir en instrumentos financieros en el extranjero han perdido a septiembre de 2008, un promedio de un 13 % de rentabilidad; el gobierno continúa dando golpes al pueblo mapuche en lucha, y los trabajadores de la radio comunitaria Primero de Mayo sufren persecuciones y amenazas de muerte, al igual que bajo el régimen pinochetista.
2. Ante las eventuales malas interpretaciones, es preciso recordar que la derecha histórica del país (Alianza por Chile) está ligada genéticamente a los dueños de todo; es conservadora, rentista, rascista y parte de un solo concierto con la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas y la cumbre clerical integrista. Sus relaciones con el capital transnacional tiene tramas indisolubles y dependientes; culturalmente es snob, extranjerizante y estéril; y cuando es preciso (es decir, cuando los trabajadores y el pueblo han alcanzado fueros que disputan la conducción burguesa de la sociedad chilena), simplemente, la derecha histórica es fascista.
3. El padre de la Concertación de Partidos por la Democracia y primer presidente civil post dictadura, el democratacristiano Patricio Aylwin (quien pidiera disculpas lacrimógenas públicas por el papel golpista asumido por la mayoría de la dirección de ese partido durante el gobierno del doctor Salvador Allende), declaró recientemente en un periódico nacional que a “Sebastián Piñera no le faltaron ganas en algún momento de hacerse democratacristiano, pero puso condiciones inaceptables (…) él quería entrar a la DC con cierto poder…”. Vale recordar que el padre de Sebastián Piñera, José Piñera Carvallo fue uno de los fundadores de la DC. Las palabras de Aylwin resultan abrumadoramente significativas. El impedimento de que el actual candidato de la derecha histórica no sea hoy militante de la tienda de los Frei y del senador Andrés Zaldívar –hermano del Presidente del Senado y motor del Partido Regionalista de los Independientes, PRI, Adolfo Zaldívar, escisión reciente de la DC- no fue nunca producto de diferendos político ideológicos con ese partido, sino que sus ambiciones en la administració n de la DC chocaron, aparentemente, con la estructura de la carrera dirigencial establecida allí. En buenas cuentas, la DC es un partido muy fracturado en su interior, con rupturas explícitas y convivencias atadas precariamente y con motivaciones puramente pragmáticas, que bien pueden contener en su seno a fracciones de la derecha neoliberal más ortodoxa. La excepción –por ventura de los tiempos- fue el candidato a la presidencia en 1970, Radomiro Tomic, cuyo programa estaba asociado parcialmente a un desarrollismo dependiente propiciado en la época por la Alianza para el Progreso (política imperialista para evitar el ejemplo y la influencia de la entonces, joven Revolución Cubana en Latinoamérica) . Un año antes ya había nacido el MAPU, y durante la Unidad Popular, la Izquierda Cristiana; ambos desprendimientos de la DC producidos, en general, por la enorme hegemonía de la izquierda anticapitalista del período. Si bien, Patricio Aylwin apuesta por Soledad Alvear como candidata de la Concertación para fines de 2009 –pese a su escaso apoyo electoral de acuerdo a las encuestas pagadas por ellos mismos-, lo cierto es que Sebastián Piñera no es un personaje extraño, ni antagónico al historial proimperialista de la DC.. En una segunda vuelta, y con un candidato concertacionista proveniente de las filas del PPD o el Partido Socialista, y con Soledad Alvear fuera de la contienda, ¿Por quién votaría Patricio Aylwin?
Como broche de oro de la entrevista a Aylwin, consultado sobre su vínculo con el principal genocida de la historia chilena, Augusto Pinochet, durante su mandato, el democratacristiano manifestó que “con él llegamos a tener una buena relación humana”.
4. Por arriba y al centro podría resumirse la fórmula política explicitada por la izquierda tradicional chilena para enfrentar el actual período. En el informe de la Comisión Política al 9º Pleno del Comité Central del Partido Comunista que decidió la pre candidatura presidencial del líder de esa tienda, Guillermo Teillier, se afirma que “planteamos incidir en el centro para provocar que sectores de él se desplacen y participen de alianzas y acuerdos por un programa democrático de profundas transformaciones sociales”. Asimismo, el documento señala “avanzar en las tareas democráticas y superar el carácter de la contradicción existente, implican un arduo trabajo de construcción de alianzas. Alianzas de clase y alianzas que buscan influir en las correlación de actuales de fuerzas sociales y políticas.”
Para la izquierda tradicional, la contradicción del período se sintetiza en neoliberalismo versus democracia (en su sentido amplio). De alguna manera, el informe de la dirección política de la organización de la hoz y el martillo, plantea la tesis histórica de los frentes populares de impronta antifascista, desarrollistas, de colaboración de clases que tuvieron su mejor época durante los gobiernos radicales a mediados del siglo pasado. Era la política emanada de la Unión Soviética, en el marco de la guerra fría, hacia todos los partidos comunistas del mundo. Su actual reedición abre con claridad una voluntad de disputa y unidad con sectores concertacionistas calificados como progresistas y del centro político, pero “No se trata (….) de un Partido o un sector de un Partido, o la mitad de alguno de ellos. Será algo más desordenado que es transversal a los partidos y su influencia social”.
Asimismo, el informe expresa “De gran valor es que el Partido Demócrata Cristiano, en eventos partidarios, y sostenido públicamente por su directiva oficial, ha acordado llevar adelante un acuerdo que incluye al Partido Comunista”. ¿Qué ha ocurrido que los mismos sectores políticos burgueses que marginaron brutalmente a la izquierda tradicional y su aporte estratégico en el término de la dictadura, hoy, eventualmente, pudieran observar con buenos ojos un acercamiento instrumental hacia ella? ¿La inclusión de la izquierda tradicional aportará electoral y simbólicamente la fuerza necesaria para oxigenar y prolongar la vida del rostro indulgente del capitalismo extremista imperante en Chile en la elección presidencial de 2009? ¿A ojos de sectores o dirigentes de la Concertación, la izquierda tradicional ya no tiene capacidad de hegemonía alguna en un cuadro recompuesto del conglomerado actual en el gobierno, y ha desactivado su voluntad subversiva respecto del orden dominante “suficientemente” como para agregarse a las tareas del Ejecutivo? ¿La izquierda tradicional estima con certeza que con sus actuales fuerzas y contenidos asociados a las “tareas democráticas necesarias para el período” podrá bascular eficientemente hacia posiciones pro populares a la Concertación, o a parte de ella? ¿Será posible reproducir la historia –en un contexto mundial y de organización del capital totalmente otro al de mediados del siglo pasado- primero a través del intento de recrear políticas de frentes populares, hasta llegar, sobre una línea diacrónica continua, a una suerte de nueva Unidad Popular en un futuro inefable? ¿Ante la presente debacle mundial de la versión brutal del neoliberalismo y los llamados a refundar el capitalismo por los propios capitalistas y sus expresiones políticas (Nicolás Sarkozy, por ejemplo) sobre nuevas regulaciones respecto del capital financiero especulativo, la izquierda –sea cual sea su impronta- puede en el mediano plazo continuar sosteniendo que la contradicción esencial del período es el neoliberalismo versus la democracia?
5. La independencia política de los intereses de los trabajadores y el pueblo debe ser el eje de construcción, unidad y proyecciones de los empeños anticapitalistas encaminados hacia la construcción de un frente, movimiento, o continente amplio de fuerzas sociales y político-sociales anticapitalistas. La contradicción sustantiva, lejos de las ilusiones y los fenómenos de la superficie, continúa siendo capitalismo versus socialismo, es decir, la hegemonía burguesa versus la hegemonía popular. Sobre la necesidad de que la unidad, por abajo y sin descanso, se fabrique con la piel popular de sus movimientos reales y las dinámicas concretas de la lucha de clases, no significa que el futuro continente de los trabajadores y el pueblo deba deshacerse de las tareas democráticas asociadas a las demandas de la renacionalizació n del cobre y los recursos naturales; una educación pública gratuita, digna, democrática, humanista en sus contenidos y de propiedad social, descentralizada, pero administrada por la comunidad y el Estado, y que ponga en el lugar de los malos recuerdos la educación particular subvencionada; mayores recursos y reconstrucció n de la salud pública; imposición de un sistema de seguridad social y jubilaciones de carácter solidario y no especulativo y privado como el actual; implementació n de políticas redistributivas; pleno empleo, con contrato, indemnización a todo evento y negociación por rama o área económica; administració n estatal y propiedad social del sistema de trasporte público en todo el país, etc., etc. La cuestión es que lo que puede resultar para “sectores progresistas” del centro político los límites de la sociedad por venir, es decir, su estrategia, para el continente anticapitalista capaz de condensar los intereses profundos de los trabajadores y el pueblo, las “tareas democráticas” corresponden a una táctica. Y la independencia política de los intereses de los trabajadores y el pueblo no es un capricho ideológico; es, por el contrario, la única garantía concreta para evitar viejos derroteros que históricamente han postergado la emancipación social. Fracciones de la burguesía sólo fabrican alianzas con las grandes mayorías expoliadas cuando están en juego sus intereses, y siempre son alianzas de subordinación. “No crucemos por esos caminos, dice Pablo Milanés, porque sólo son caminos muertos.”

Andrés Figueroa Cornejo  Octubre 1 de 2008

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