Resoluciones Primera Conferencia Nacional CNCC

 

Por una Sociedad de Nuevo Tipo, Una Sociedad Socialista.

El Consejo Nacional de Comités Comunistas ha desarrollado su Primera Conferencia Nacional, un paso importante en el impulso al desarrollo de nuestro partido. Por primera vez asumimos colectivamente un nuevo nivel de compromiso y, por sobre todo, trazamos un camino más ambicioso y exigente. Es por ello que nos pareció importante dar este paso, en los días en que recordamos la histórica Revolución de Octubre, con la mente abierta y la memoria en toda su intensidad para considerar que el fantasma que recorría Europa en 1848 cruzó los siglos y los continentes con su luz, no sólo por la propia magnificencia de sus ideas, sino porque las condiciones que lo forjaron perduran hasta este siglo XXI y le dan vida y vitalidad, justificación y razón de ser, pero por sobre todo le determinan un curso de desarrollo, un destino: regresar la soberanía de toda la tierra a manos de la inmensa familia humana.

El Papa y los emperadores de hoy surcan el aire en aviones jet, adormecen y dominan cientos de millones de conciencias con sólo algunas horas de televisión y otros poderosos medios. Pero el hambre y la pobreza, la falta de un techo y medicamentos, golpean diariamente a esos mismos y a otros muchos millones más de seres humanos.

El fantasma del comunismo impuso a los imperios del siglo XIX, a las burguesías que les sucedieron y al moderno imperio imperialista del siglo XX, una vertiginosa actualización en sus formas de dominación, que incluyeron trascendentes modificaciones a los propios Estados sin que pudieran impedir a los explotados, adquirir conciencia de sí mismos como clase social y por añadidura, de la misión histórica de cambiar el mundo mediante la destrucción del sistema explotador y la construcción en su reemplazo de un orden social justo, en el cual el Trabajo rija las relaciones sociales en que se producen, distribuyen y rentan todas las riquezas naturales, todos los bienes de consumo y todos los servicios.

 

Basados en el diagnóstico construido colectivamente desde el surgimiento de nuestra organización, respecto al carácter fundamental del sistema capitalista dependiente, subdesarrollado y exportador de materias primas imperante en Chile, sustentado en el ordenamiento institucional heredado de la dictadura y, por tanto, un régimen político antidemocrático, autoritario y restringido, bajo control del militarismo y del aparato financiero-estatal de los Estados Unidos de América en su rol de potencia imperialista; y de la consecuente conclusión de que éste solamente puede ser superado a través de un proceso revolucionario materializado mediante la rebelión del pueblo, encabezado por la clase trabajadora dotada de un programa para la construcción del socialismo; nuestro esfuerzo se abocó a elaborar las medidas que nos permitan impulsar un significativo avance al desarrollo de nuestro partido, el partido de los Comunistas.

En este, nuestro primer torneo, nos propusimos analizar y adoptar resoluciones políticas y de trabajo práctico que, de manera efectiva, nos hicieran avanzar como organización revolucionaria de la clase obrera y los trabajadores.

Agrupamos en tres áreas temáticas la discusión y la posteriores resoluciones de esta conferencia: la primera, que hemos llamado “Línea política”, la segunda “Lucha de Masas” y la tercera, “Organización”.

 

Línea Política

 

Somos una organización política de la clase trabajadora.

Nuestra misión es el establecimiento de una sociedad basada en la hegemonía de la clase trabajadora, por la superación del capitalismo y en la perspectiva de la construcción del socialismo.

Nos consideramos comprometidos con las tradiciones de lucha de los explotados y oprimidos a lo largo de toda la historia de la Humanidad. En particular, nos sentimos comprometidos con las tradiciones de lucha de nuestro pueblo, desde la invasión española en el siglo XVI, hasta la lucha actual contra el capitalismo neoliberal.

Somos herederos de la gesta emancipadora de la independencia frente al colonialismo español, herederos de las luchas de la clase obrera chilena y estamos comprometidos con el ejemplo y el legado de Luis Emilio Recabarren.

Estamos comprometidos con el proceso de la Unidad Popular y con la continuidad de las transformaciones revolucionarias conducidas por el Presidente Salvador Allende.

Somos herederos de la Política de Rebelión Popular de Masas, que durante la década de 1980 logró poner de pie al pueblo de Chile frente a la dictadura criminal de Pinochet.

 

Nuestra Política de Rebelión Popular de Masas considera válidas todas las formas de lucha que posibiliten la victoria del pueblo encabezado por la clase obrera. Como organización revolucionaria inspirada en la elaboración teórica de Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Lenin, desarrollada posteriormente por el movimiento revolucionario internacional en forma teórica y práctica, definimos que ninguna táctica es absoluta por si sola y que ellas son requeridas de manera específica por el carácter y nivel de desarrollo de los acontecimientos, teniendo como condición sine qua non para resultar vencedoras, la participación de vastas masas populares encabezadas por la clase obrera. Que por estas mismas razones el desarrollo de la lucha demanda diversas formas y diversos tipos y grados de actuación.

 

Los procesos eleccionarios propician la politización de amplios sectores de la sociedad cada cierto tiempo, generalmente de manera efímera. Pero en esos períodos, fuera de lo habitual, la sociedad aborda el debate de asuntos políticos de mayor o menor trascendencia, que independientemente de las fuerzas en pugna y sus respectivas propuestas, alimentan un ambiente algo más receptivo a las ideas políticas.

En este sentido, la participación en los eventos electorales de las organizaciones sociales, como sindicatos, federaciones, organizaciones estudiantiles, de pobladores, de trabajadores agrícolas, de campesinos y otros, es necesaria para aumentar los niveles de conciencia política de los trabajadores y de otros sectores de nuestro pueblo.

Distinto es el caso de los eventos electorales de carácter político, donde la manipulación mediático-electoral del modelo impuesto por la dictadura produce desgaste, apatía, falta de participación y distorsión fraudulenta de la voluntad ciudadana.

En este último caso, sólo un análisis detallado y profundo de las condiciones y contexto específico de cada elección podrá entregarnos un diagnóstico certero y una decisión correcta de la forma de participar o hacer uso del contexto de mayor politización existente. Todo ello en la perspectiva de que tras cada elección, logremos aumentar la articulación del movimiento de masas, gracias a haber desarrollado más y mejores lazos orgánicos y de coordinación a nivel de la clase trabajadora y el conjunto de los sectores progresistas de la sociedad.

 

Nuestra política de alianzas en primer lugar, esta definida por las coincidencias estratégicas que nos identifican como partido de la clase trabajadora, con otras organizaciones políticas que se plantean la transformación revolucionaria de la sociedad.

Los partidos revolucionarios deben desarrollar una gran capacidad y habilidad para sumar fuerzas que actúen en conjunto frente a las diferentes etapas de la lucha. Sabido es que entre las organizaciones que declaran su antagonismo con el sistema dominante y nuestra concepción de objetivos tácticos y estratégicos, existen desde matices de diferencia, hasta contenidos irreconciliables entre sí. La realidad nos exige un arte excepcional para sumar las fuerzas correctas en los momentos precisos y en las direcciones exactas. De ello se desprende la necesidad de identificar lo más correctamente posible a quienes son y serán nuestros aliados circunstanciales, transitorios y estratégicos; y elaborar una acertada política de entendimiento y unidad con ellos en la perspectiva de proporcionarle a la clase obrera –a nuestro proletariado del siglo XXI- la correlación de fuerzas propicia para lograr avances y conquistas que la aproximen a la toma del poder y finalmente la concreción de ésta.

La construcción de la correlación de fuerzas debe estar basada, necesariamente, en la representación real de las organizaciones sociales y de base y en la lucha popular.

En el terreno estratégico es necesario también identificar los grupos o sectores sociales que tienen coincidencias de largo plazo con los intereses de la clase trabajadora, junto a los que se puede constituir el eje central de una alianza con perspectivas de poder.

Por otra parte, en cada situación histórico-política concreta, debemos ser capaces de determinar cuales son las clases o sectores políticos y sociales con los cuales se puede articular un movimiento de carácter amplio, para lograr avances en la dirección de las luchas por las reivindicaciones más importantes y sentidas del conjunto del pueblo, en lo económico, en lo social y en lo político.

En cada caso, la orientación fundamental y la guía para nuestra acción y decisiones, es la lucha y organización de los trabajadores como la clase más avanzada de la sociedad y motor fundamental de las transformaciones revolucionarias.

 

Es necesario identificar y precisar qué factores resultan determinantes para la lucha de los trabajadores en el plano económico y establecer la relación y alcances existentes entre ella y la lucha política. Se trata de recoger y dar certera cuenta de las necesidades y urgentes demandas y reivindicaciones de los trabajadores en general y de la clase obrera en particular. Ejemplo de ello es la lucha por el fin del régimen de subcontratación, pilar del sistema de explotación capitalista bajo el modelo neoliberal, y su conexión e interrelación con la instauración de una asamblea constituyente para la elaboración y aprobación de una nueva constitución.

La gran diferencia y ventaja que ofrece la lucha económica como plataforma para las demandas políticas superiores, radica en que es más permanente que otras contiendas. Los trabajadores son afectados todos los días de su vida por las condiciones  en que son explotados y los resultados de esa explotación en sus variadas formas. En segundo término, el avance de las demandas de los trabajadores golpea directamente las tasas de ganancia del capital. Los trabajadores aumentan su grado de conciencia de clase al calor de estas batallas y se puede avanzar desde ella a la conciencia política con mayor facilidad. Los desafíos principales radican en establecer las conexiones precisas y los pasos correctos entre una y otra forma de conciencia y entre una y otra formas de acción, en el más breve plazo.

 

En el ámbito de la cultura, es necesario articular un programa para reinstalar la hegemonía cultural de la clase trabajadora en la sociedad chilena.

La expresión cultural de los trabajadores, unida a la expresión cultural de otros sectores del pueblo, debe conquistar un papel dominante que logre contrarrestar la influencia mediática de la ideología neoliberal. Los artistas y trabajadores de la cultura son parte importante en la construcción de la nueva sociedad; ellos son quienes, luego de conocer las ideas de la revolución, nos hacen enamorarnos de ellas.

 

Nuestra visión de sociedad considera la realidad pluricultural y pluriétnica de nuestra composición poblacional.

El territorio que denominamos Chile comprende diversos pueblos originarios tales como los aimara, los quechua, los rapa-nui, los selknam y los mapuche, además de la población de origen europeo y la mayoritaria población mestiza.

Solidarizamos con los pueblos originarios que hoy se levantan por las justas reivindicaciones territoriales, tras siglos de despojo, de abusos y exterminio por parte de los estados colonial y capitalista.

En particular, la lucha del Pueblo-Nación Mapuche representa para nosotros una legítima lucha libertaria e identitaria que debería conducir a mayores grados de autonomía y soberanía de las comunidades mapuche sobre sus territorios ancestrales, como la única reparación  a la altura del daño infligido por casi 5 siglos de invasiones y de opresión.

La sociedad chilena de nuevo tipo a la que aspiramos, debe considerar la identidad y los derechos de los pueblos originarios como parte integral de una identidad nacional colectiva, pluriétnica y pluricultural.

 

La excesiva centralización que sufre nuestro país, y que se hace sentir con más agudeza después del terremoto de febrero de 2010, condena la las regiones a ser las “parientes pobres” del “gran” Santiago.

La distribución de la riqueza en Chile es tan desigual para las regiones como para las personas. La cesantía, la pobreza, la falta de oportunidades, las carencias en salud y en educación, entre otros males, son más agudos que en la capital.

Se hace necesaria una reformulación completa de la relación entre la capital y las provincias en todos los ámbitos. En los aspectos tributarios, político-administrativos, judiciales y legislativos se requiere de un gran consenso democrático nacional para la reorganización de nuestro país.

 

Los comunistas debemos considerar también la acción depredadora del capitalismo sobre el medio ambiente y los recursos naturales.

La intensa y despiadada explotación del hombre por el hombre se suma a la explotación depredadora de la naturaleza en el marco del capitalismo neoliberal.

El control de los recursos del subsuelo, de las fuentes de agua potable y de uso agrícola, el control de las semillas, la destrucción de las selvas y bosques nativos y la introducción de los productos alimenticios transgénicos, atentan contra la seguridad y la soberanía alimentaria, energética y sanitaria del conjunto de nuestro pueblo y en particular, de las futuras generaciones.

Debemos incentivar la autogestión  energética y alimentaria para contrarrestar los nocivos efectos de las políticas solapadas de los grandes consorcios transnacionales de la energía, de la alimentación y de la medicina, para controlar totalmente las posibilidades de subsistencia biológica de las comunidades humanas.

Apoyamos decididamente la lucha de las organizaciones ambientalista que tratan de poner freno  al inmenso daño ecológico que produce la falta de control y fiscalización efectivos sobre la operación de las empresas contaminantes.

 

En el campo de los Derechos Humanos (DD.HH.), debemos considerar que, por una parte se levanta la lucha por justicia plena, verdad total, memoria sobre los crímenes de lesa humanidad y acontecimientos vinculados a ellos, y también reparación. Reparación que importa la aplicación de medidas reparatorias directas hacia las familias afectadas, que debieran incluir la reivindicación de la dignidad de los luchadores caídos. A lo que se suma, por otra parte, la defensa de los DD.HH. en la actualidad. En este terreno cabe considerar el rescate de las agrupaciones especiales de DD.HH., llámense AFDD, AFEP, ANEXPP u otras, considerando además su puesta al día con las exigencias surgidas de las luchas en el Chile de hoy, cuando todavía se violan los derechos humanos.

He aquí un eslabón de la lucha social, de la más alta relevancia política, pues los DD.HH. son todos aquellos derechos fundamentales para la existencia y desarrollo de la sociedad. No pueden imperar los DD.HH. en una sociedad dominada por el lucro, la competencia desenfrenada, en definitiva donde los trabajadores son forzados a laborar en jornadas supuestamente superadas por la historia, percibiendo sueldos miserables y en condiciones de extrema precariedad. Y menos aún, cuando la población es reprimida, acechada y perseguida por organismos secretos del Estado, atemorizada sistemáticamente y se emplean nuevas y viejas formas del terrorismo de Estado contra los trabajadores, grupos étnicos o nacionales, y se militarizan zonas del país para aplastar las luchas de estos sectores, son asesinados estudiantes, trabajadores y comuneros mapuche, cuando protestan contra la vulneración de sus derechos fundamentales.

No se debe omitir que todavía queda mucho por hacer en cuanto a exigir justicia acerca de miles de crímenes de lesa humanidad que nunca han sido investigados, así como también que las medidas recientemente adoptadas al calor de la huelga de hambre de los Presos Políticos mapuche, para restringir el campo de acción de la Justicia Militar, no eliminó del todo su facultad de procesar a ciudadanos civiles, como tampoco la facultad de investigar causas por violaciones a los DD.HH.

Está pendiente incluso, la posibilidad de estudiar el impulso de medidas para cuestionar jurídicamente el propio golpe de Estado, pues hasta hoy, más allá de los argumentos políticos esgrimidos durante la lucha contra la dictadura, tras la salida pactada por el militarismo, la Concertación y los EE.UU., nunca se ha emprendido acciones efectivas para demostrar ante tribunal alguno la ilegitimidad del golpe, sus secuelas y se aplique las sentencias que corresponda.

 

Comunicaciones y propaganda: Factor cardinal en toda lucha política y especialmente en la lucha revolucionaria. Surge en este terreno, como un grito imperativo, la voz de Lenin cuando definió la urgencia e importancia vital de la existencia de un periódico de los social demócratas rusos para todo el país. Un medio de comunicación central que construya identidad, que informe y oriente en materia política, que coordine las luchas y eleve los grados de organización en las principales regiones del país, es una obligación que debemos cumplir. Al mismo tiempo, el aprovechamiento de los avances tecnológicos, específicamente la internet, para difundir nuestras ideas, visiones, propuestas y también coordinar las acciones de masas, se convierte en otro imperativo.

Pero por sobre todo es fundamental que cada comunista se transforme en un comunicador social popular. La agitación y propaganda deben ser herramientas de uso permanente por cada militante y comité del partido, por ello deben velar los consejos con el máximo celo.

La propaganda callejera por medio de papelógrafos y rayados murales debe hacerse presente en una primera etapa, para avanzar a una forma sistemática de trabajo en este campo. Debería ser labor de cada comité seleccionar dos o tres muros ubicados en puntos por donde transite mucha gente en su sector, en los que permanentemente aparezca nuestra palabra escrita. Para ello se hace necesario elaborar consignas centrales que proyecten la misma idea de modo simultáneo en diversos puntos de las ciudades, regiones y del país.

Debemos evaluar antiguas formas de agitación y propaganda cuya eficacia está dando buenos resultados, como es la salida a terreno para conversar directamente con los trabajadores. No debería sernos ajeno el divulgar insistentemente nuestros mensajes, cara a cara con los trabajadores y la población en general. No es nada más, ni nada menos, que retomar la senda del maestro Luis Emilio Recabarren.

Un capítulo especial lo encarna el trabajo que deberíamos realizar con el Colectivo Muralista BRP, cuyos responsables máximos están integrados a nuestra organización. Esta agrupación realiza desde hace largo tiempo una incesante actividad artística de alto contenido político y propagandístico, pues su mensaje de irrenunciable compromiso social, antiimperialista y revolucionario, se reproduce prácticamente cada semana en diversos puntos del país e incluso del extranjero. El colectivo goza de un reconocimiento amplio y es requerida su presencia activa incluso desde Europa. He aquí una área de trabajo que nos demanda la construcción de una línea de acción altamente creativa, porque las perspectivas de lo que se puede hacer son inmensas. Ciertamente es posible también la capacitación  de todos los militantes en el arte de confeccionar papelógrafos, de calidad, pero las actividades muralistas encierran un poderoso atractivo político, porque cada jornada es un acto agitativo por sí mismo, al que concurren decenas de personas atraídas por el mágico suceso de la creación colectiva, lo que proporciona una llave maestra para sensibilizar y llegar a la conciencia de centenares de manera bastante profunda.

 

Lucha de masas

 

El capitalismo no ha dejado de tener su base y esencia en la producción de plusvalía. Es por tanto el régimen de explotación del trabajo el pilar sobre el cual se conserva y desarrolla. Sólo el trabajo es capaz de producir riquezas, incluso cuando nos tratan de convencer por todos los medios, que el inmenso desarrollo tecnológico ha convertido al trabajo humano en algo casi prescindible.

 

Considerando que la expresión fundamental de la lucha de clases en la sociedad actual es la contienda que se da entre explotadores y explotados, entre el proletariado del siglo XXI y la burguesía financiera e industrial, hemos definido como la columna vertebral y fuerza determinante de la democratización de la sociedad chilena y de la revolución, la lucha de la clase obrera. Hemos confirmado nuestra convicción respecto a la definición histórica, de que la clase obrera es la principal fuerza motriz de la revolución y que en torno a ella deben agruparse otras clases y capas de la sociedad que aspiren también a su materialización.

 

La clase obrera es y seguirá siendo en el marco del capitalismo en cualquiera de sus versiones –neoliberal, liberal, Estado de bienestar, etc.-, la portadora de un nuevo orden económico, político y social. Sigue siendo la clase social que al luchar por su emancipación, empuja la emancipación de toda la sociedad.

Por todo ello es nuestro norte acrecentar los niveles de organización de los trabajadores en general y de la clase obrera en particular. A la vez, es necesario desarrollar una labor política y organizativa que asegure a los trabajadores organizados, su avance exitoso en los procesos de negociación colectiva, de manera que se demuestre en los hechos, cuanto sirve estar organizados en sindicatos. Para ello se requiere preparar e impulsar medidas efectivas por medio de una buena planificación para cada contienda en la que lleguemos a tomar parte, sea en forma directa, protagonizada por sindicatos o agrupaciones con influencia nuestra o ayudando a trabajadores que no pertenezcan a nuestras filas o entre los cuales no contemos con influencia alguna.

 

Otra línea de trabajo debiera orientarse a fortalecer las organizaciones sindicales existentes, mediante nuestra ayuda efectiva en todos los planos que nos resulte posible.

Promover la sindicalización forma parte de nuestro trabajo como organización política de la clase. Ello se traducirá en forma práctica, en la agitación, la propaganda, el estímulo y la orientación directa para la formación de sindicatos allí donde no los hay y para que el papel de esos trabajadores sea fundamental en las luchas venideras. Es necesario construir y ayudar a construir, plataformas de demandas de los trabajadores en donde no cuenten con ellas, intentando establecer los puntos en común, las demandas comunes que muchas veces por los niveles de atomización y dispersión no están uniendo a los cientos de miles y millones de trabajadores que debieran unir, como podría ser la recuperación de la jornada de ocho horas, entre otras.

 

Es fundamental definir con rigor y precisión, la relación que debe existir entre la lucha de los pobladores y la de la clase trabajadora, en circunstancias que ésta última es la que habita en las poblaciones. Somos los trabajadores y nuestras familias quienes habitamos las poblaciones del país y padecemos el flagelo de la delincuencia, el pésimo transporte público de pasajeros, la mala calidad de la salud pública y su constante empobrecimiento en perspectiva de la privatización. Otro tanto sucede con la Educación pública y su defensa. La defensa de la educación pública chilena, constantemente desmejorada y empobrecida, al punto de que muchos establecimientos han sido cerrados y otros están bajo amenaza de serlo, se presenta como un desafío al que hay que responder.

 

Necesitamos establecer cuales serán los esfuerzos principales de nuestra organización en cuanto a la lucha de masas y los frentes principales donde concentrar nuestros limitados recursos. Quizás sea necesario construir una forma de coordinación y acción, que nos permita lograr la cooperación entre estos distintos frentes, mediante alguna expresión orgánica innovadora, pero en la cual sea preponderante la influencia de los trabajadores organizados. Es decir, con la influencia directa del movimiento sindical, reforzando siempre la conducción clasista del conjunto del movimiento popular.

Requerimos para todo ello, identificar los grandes problemas sociales y clasificarlos según la urgencia que impone su superación y diseñar planes de lucha para la superación de ellos.

Es una imperiosa necesidad construir un certero diagnóstico respecto al conflicto mapuche y el rol de la clase y de nuestro partido frente a él. Otro tanto respecto a la situación en el campo y las transformaciones a las que se ha visto sometido: el trabajo temporal y con él la consolidación de un nuevo sector del proletariado.

 

En cuanto a que “es necesario desarrollar una labor política y organizativa que asegure a los trabajadores organizados, su avance exitoso en los procesos de negociación colectiva… y respecto de establecer cuáles serán los esfuerzos principales de nuestra organización en cuanto a la lucha de masas y los frentes principales donde concentrar nuestros limitados recursos”; se resuelve:

Que los Consejos de Comités Comunistas dedicarán sus máximos esfuerzos en concretar la Coordinación de las organizaciones sindicales de los trabajadores mineros, portuarios, gente de mar, forestales, obreros de la construcción, de la agroindustria y otras organizaciones, como la coordinadora sindical clasista de Temuco, que agrupa a trabajadores del retail.

Orientar a que la coordinadora sindical tenga un carácter clasista y se proponga como objetivos, no solo mejoras económicas, sino también reivindicaciones políticas, como el reestablecimiento de la jornada laboral de 8 horas, la gratuidad de la educación, salud y vivienda, la Renacionalización del cobre, la defensa de la indemnización por años de servicios, entre otras demandas, que serían parte de la plataforma de lucha y que la lleven a instalarse como una alternativa de organización para el conjunto de la clase obrera chilena.

 

Referente a la relación que debe existir entre la lucha de los pobladores y la de la clase trabajadora,  expresamos que, aunque  la principal fuerza son los trabajadores y que por esta misma razón nuestros máximos esfuerzos estarán destinados a este frente, no se debe descuidar la organización de los pobladores, como tampoco la estudiantil. Por esta razón se orienta que cada Comité de pobladores y estudiantes, que resolvemos trabajar para constituir, debe tener claramente en cuenta que las luchas de estos frentes no se resolverán por separado y que, tanto pobladores como estudiantes, deben unirse al movimiento sindical para empujar con una misma fuerza la lucha por las demandas de todos, en beneficio del conjunto de la sociedad.

En definitiva, se debe trabajar, primero, para que la Coordinadora Sindical tome estas demandas y proponga luchar activamente por ellas, y segundo, convencer a pobladores y estudiantes que se unan a las luchas de los obreros, porque solo con ellos se asegura la solución efectiva a estos problemas.

 

El tema de la reconstrucción es parte de la plataforma de lucha, tanto de los Comités Comunistas como de la coordinadora Sindical. Planteamos nuestra oposición a que los recursos salgan de los trabajadores y elevamos la propuesta de que el Gobierno ocupe los fondos invertidos en Bonos en el extranjero, a fin de acelerar la Reconstrucción Nacional.

Con la Renacionalización del Cobre sería posible resolver este y todos los problemas de los chilenos. Hoy, sólo con un royalty como el de Australia, del orden de un 40%, sumado a los excedentes de Codelco, se cubriría el costo total del plan de reconstrucción.

 

Organización

 

Para avanzar en nuestro proyecto de construcción partidaria y de participación en la transformación revolucionaria de la sociedad, concluimos:

El nombre de nuestra organización es Consejo Nacional de Comités Comunistas.

La conferencia reafirma el carácter leninista y de clase de nuestra organización, por lo tanto su estructura y órganos de dirección son resultado de la voluntad colectiva.

 

Nuestra realidad orgánica actual, registra la existencia de un órgano de dirección nacional y comités, NO EXISTEN POR EL MOMENTO ORGANISMOS INTERMEDIOS COMO CONSEJOS LOCALES O REGIONALES.

 

Se adopta como símbolos para la organización, la bandera roja con una estrella dibujada con líneas amarillas, sin relleno, en su extremo superior izquierdo. Al interior de la estrella contendrá una hoz y un martillo cruzados de la manera concebida históricamente por el movimiento comunista internacional, ambas figuras en el mismo amarillo rellenas por completo. Al pié de la estrella lucirá un rectángulo del mismo color de la estrella, que semejará una pequeña bandera ondeando, en cuyo interior se leerán las letras CNCC, en mayúscula, rellenas también con el mismo color amarillo.  

 

Compañeras y compañeros, con la certeza de que hemos participado de un momento histórico para nuestro pueblo, nos disponemos a salir a la lucha renovados en nuestra mística y convicción revolucionaria. Llamamos a incorporarse al Consejo Nacional de Comités Comunistas, a todas las mujeres y hombres que, sin importar su edad, actividad o profesión, poseen o conservan un rojo corazón inundado por el fervor revolucionario, aquellas y aquellos que ayer y siempre han rechazado el yugo del capital y del imperio. Las filas de nuestra organización aguardan a todas las hijas y los hijos del pueblo, especialmente a quienes a diario venden su fuerza de trabajo muchas veces en las peores condiciones para ganar el sustento. La emancipación de los trabajadores es posible, necesaria y urgente. La emancipación de la clase trabajadora es la emancipación de todo el pueblo.

 

Con el ejemplo de tanto héroe popular que nos acompaña en esta senda, concluimos diciendo:

Con la unidad de los trabajadores y el pueblo

Por una Sociedad de Nuevo Tipo, Una Sociedad Socialista.

Asamblea Constituyente y nueva Constitución

Fin al Subcontrato. Nueva Ley Laboral

El cobre para todos los chilenos

 

¡El pueblo de Chile no está vencido!

 

 

6-7 de Noviembre de 2010

 

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