Como respuesta al fracaso de la cumbre climática de Copenhague el presidente
de Bolivia convocó a la "Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio
climático y los derechos de la Madre Tierra", que culminó el 22 de abril.
Más de 20.000 personas de 132 países se dieron cita esta semana en Tiquipaya
a 15 kms. de Cochabamba respondiendo a la convocatoria que, sin condiciones
ni exclusiones, Evo Morales hiciera tanto a gobiernos que comparten los
objetivos de la conferencia como a organizaciones de las Naciones Unidas,
otras instituciones internacionales, científicos, ONG's y movimientos
sociales. Por Eduardo Lucita.
Por ANRed - L
El fracaso de Copenhague
El estruendoso fracaso de la 15ª Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático que
se desarrollara en Copenhague es el antecedente inmediato de esta
conferencia. En aquella los grandes países del norte hicieron pesar sus
negativas para firmar un documento que pusiera metas y plazos concretos.
Esta actitud también los llevó a desconocer su deuda histórica con los
países del sur. Como es conocido el centro de las controversias se manifestó
al interior del G-2. EEUU rechazó una y otra vez firmar compromisos que
implicaran una reducción sustancial de sus emisiones. China no aceptó la
obligatoriedad de esas reducciones, mucho menos que fueran controladas por
un organismo internacional autónomo. Como era de esperar tampoco trataron el
monto de los fondos y su financiamiento para la reconversión de los procesos
productivos en los países menos desarrollados.
Sobre el final del encuentro un comité de solo cinco países (EEUU, China,
Brasil, India y Sudáfrica) presentó un acuerdo mínimo, apenas declarativo.
Este acuerdo ha sido firmado hasta hoy solo por los 25 países más
contaminadores del planeta y no hace más que confirmar el fracaso. Tal como
está formulado sirve sólo a los intereses del gran capital y a la
apropiación capitalista de los recursos y constituye una amenaza grave para
los trabajadores del mundo, los pobres, los campesinos, las mujeres y los
pueblos indígenas.
La convocatoria boliviana
El presidente Evo Morales criticó en forma muy dura ese documento. Tanto en
lo formal, fue discutido entre pocos sin respetar el proceso de trabajo de
la ONU, como en su contenido, ignoró por completo las recomendaciones del
Grupo Intergubernamental de Estudio del Clima (GIEC) y no contemplaba ningún
compromiso obligatorio ni garantías financieras para los países más pobres.
Como se recordará la delegación boliviana fue de las más activas en
Copenhague, prácticamente la única en establecer, desde el inicio mismo de
la conferencia, relaciones solidarias con los movimientos sociales. Fue una
de las pocas en participar en el foro alternativo "Klimaforum" y en la
conferencia oficial de las Naciones Unidas, contribuyendo, junto con los
movimientos sociales y los miles de jóvenes que se dieron cita allí, a la
organización y al éxito de la manifestación de "Reclaim Power", así como a
acuñar la consigna unificadora: "Cambiemos el sistema, no el clima!".
Por lo tanto esta convocatoria a la "Conferencia mundial de los pueblos…"
debe verse como una continuidad de aquellos posicionamientos políticos,
tiene como objetivo analizar las causas estructurales del cambio climático y
"…que sean los mismos pueblos quienes intervengan en el análisis de las
causas y las posibles soluciones a la crisis climática global, en un diálogo
abierto con los gobiernos que están a favor de la vida".
El significado de la sede
La elección de Cochabamba como sede de esta conferencia mundial no es un
dato menor. Es en esta ciudad que tuvo lugar en el año 2000 la llamada
"Guerra del agua" en contra de un grupo financiero multinacional y sus
proyectos de privatización del agua. La victoria fue obtenida por un frente
muy amplio de sindicatos, comités de barrio y asociaciones en el marco de la
"Coordinadora del agua y la vida". Esta experiencia replicó luego en la
ciudad boliviana del Alto y también en Perú.
Con estos antecedentes los movimientos sociales presentes en Cochabamba se
propusieron debatir y organizar el apoyo a las propuestas e iniciativas de
los gobiernos comprometidos con los derechos de los pueblos y de la
naturaleza, así como acordar su agenda para potencializar alternativas y
resistencias a la expansión de las relaciones de mercado a todos los
dominios de la relación entre las personas y de ellas con la naturaleza, a
la ofensiva de las transnacionales y a la militarización.
Así la conferencia mundial de los pueblos resultó una ocasión única para
crear una relación de fuerzas favorable antes de la Cumbre Climática de la
ONU que se hará en México en diciembre del 2010 y ante la cual se
presentarán las conclusiones.
Al cierre de esta nota no se conocen todavía esas conclusiones pero si que
hubo propuestas de realizar un referéndum en defensa de la Tierra-Madre y en
contra del modelo capitalista destructor del ecosistema y de llamar a un
Tribunal Internacional de Justicia Climática.
En los debates se planteó también la necesidad de impulsar un acuerdo
internacional que obligue a los grandes países industrializados -principales
responsables del calentamiento global- a reducir por lo menos en un 40% sus
emisiones de gases de efecto invernadero de aquí al 2020, tomando como
referencia las emisiones de 1990. También la necesidad de oponerse a la
privatización y la mercantilización de los bienes comunes: el agua, la
tierra, los bosques, los ríos, recuperar los recursos naturales que hoy
están en manos las multinacionales. Y exigir que los países ricos se hagan
cargo de la deuda ecológica que tienen con los países del Sur.
Así como se discutieron medidas inmediatas también creció la convicción que
aun cuando estas se aplicaran concientemente no se resolvería el problema de
fondo, porque su origen está en el modelo productivo impuesto por el sistema
del capital. Por lo tanto se trata de salir de el ya que se está en una
ligando la cuestión climática con la cuestión social y éstas en una
dimensión antiimperialista y anticapitalista.
En última instancia se trata de ir creando una nueva sociedad, solidaria y
capaz de vivir en armonía con la naturaleza, con nuevos paradigmas de
producción y consumo, una alternativa que los movimientos indigenistas
llaman del "Buen Vivir", que algunos llamamos "Ecosocialismo", y que el
presidente Evo Morales en la sesión inaugural lo definió como "Socialismo
Comunitario".
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI - Economistas de Izquierda