Michel Chossudovsky |
Global Research
Lunes sangriento: 15 de septiembre de 2008 La media industrial del Dow Jones (DJIA, en sus siglas inglés) bajó ese día 504 puntos (4,4%), la mayor caída registrada desde el 17 de septiembre de 2001, fecha en la que se reanudaron las actividades tras los ataques del 11-S. El desplome financiero prosigue incontenible y el Dow Jones ha llegado a bajar 800 puntos en menos de una semana. Los mercados bursátiles del mundo están interconectados “alrededor del reloj” a través de los enlaces instantáneos vía ordenador. La volatilidad de Wall Street se “derrama” así a toda velocidad sobre los mercados bursátiles asiáticos y europeos, empapando todo el sistema financiero.
La crisis financiera más seria desde el Crac de Wall Street de 1929 Las implicaciones de esta crisis, al situarlas en un contexto global y teniendo en cuenta la inestabilidad generada por el comercio especulativo, son de largo alcance. Sin embargo, la crisis no ha tocado fondo aún en modo alguno. Y, potencialmente, podría llegar a trastocar los cimientos mismos del sistema monetario internacional. Las repercusiones que tendría sobre la vida de la gente en EEUU y en todo el planeta serían muy graves. La crisis no se limita al colapso de los mercados financieros, también está en peligro la economía real -nacional e internacional-, así como sus instituciones y subestructuras productivas. Cuando los valores de la bolsa se derrumban, los ahorros de toda la vida de las familias merman o se evaporan, por no mencionar los fondos de pensiones. El colapso financiero repercute inevitable y
violentamente en los mercados de consumo, en el mercado de la
vivienda y, más ampliamente, en el proceso de inversión en la
producción de bienes y servicios. La guerra y la crisis de la economía El hecho más destacable es que ese desplome de los valores de la bolsa se produce en la encrucijada de una aventura militar importante. La crisis financiera global va íntimamente relacionada con la guerra. Al dedicar un presupuesto desbocado al sector de la defensa se incide de forma nefasta en los sectores civiles de la actividad económica. La economía de guerra repercute directamente sobre la política monetaria y fiscal. Los gastos en defensa suponen más de 500.000 millones de dólares. Además, hay otros 70.000 millones de dólares destinados ya a “cubrir costes de guerra en los primeros meses de la próxima administración”. Estas sumas, combinadas, representan el grado más alto de gastos militares desde el final de la Segunda Guerra Mundial (una vez hechos los ajustes necesarios por la inflación)”. (Csmonitor.com, 6 de febrero de 2008). “La guerra es buena para hacer negocios”: Los poderosos grupos financieros que rutinariamente manipulan los mercados de valores, los mercados de la moneda y las materias primas están también fomentando la continuación y escalada de la guerra en Oriente Próximo. La crisis financiera se refiere a la estructura de la inversión pública estadounidense en la economía de guerra frente a la financiación, mediante los dólares de los impuestos, de programas sociales civiles. “Esto cuestiona también, en un plano más amplio, el papel del Tesoro y del sistema monetario estadounidenses, dedicados de forma implacable a financiar el complejo industrial militar y la guerra en Oriente Próximo a costa de la mayoría de sectores de la actividad económica civil”. (Véase Michel Chossudovsky, The Democrats endorse the “Global War on Terrorism”: Obama “goes after” Osama, 29 de agosto de 2008) [*] La guerra se emprende para cosechar beneficios y se financia con la expansión masiva de dólares por todo el mundo a través de deuda pública. Guerra y Globalización van de la mano. Wall Street, las compañías petroleras y los contratistas de la defensa tienen intereses simultáneos y coincidentes. Las compañías petroleras están detrás del aumento especulativo de los precios del crudo en el mercado energético londinense. A su vez y como consecuencia de la agenda
militar, la economía civil estadounidense está en crisis, mientras
los recursos de la nación, incluidos los dólares de los impuestos,
se desvían para financiar una guerra multimilmillonaria en Oriente
Próximo. La avalancha especulativa La contienda mundial para apoderarse de las riquezas a través de la “manipulación financiera” es la fuerza motriz que subyace en esta crisis. Es la fuente del torbellino económico y de la devastación social. ¿Cuáles son las causas subyacentes? Lo que prevalece es un entorno financiero sin regla alguna, caracterizado por un comercio especulativo extenso. La historia de la desregularización data de los comienzos de la administración Reagan. Debido al colapso de mercado bursátil de 1987, Wall Street advirtió al Tesoro estadounidense que no interfiriera en los mercados financieros. Una vez liberadas del control gubernamental, se invitó a las bolsas de Nueva York y Chicago a que establecieran sus propios procedimientos reglamentarios. La autoridad para regular el mercado ya no recaía en el Estado sino en los directivos bursátiles que sirven directamente a los intereses de los especuladores institucionales. La crisis de Wall Street es parte de un proceso de guerra financiera. Desde la crisis de 1987, se ha venido desplegando una nueva era de intensa competencia financiera. La desreglamentación financiera en EEUU ha creado un entorno que favorece una concentración sin precedentes del poder financiero global. A lo que nos estamos enfrentando es a un conflicto entre conglomerados financieros en competencia. El colapso financiero está íntimamente
relacionado con el crecimiento incontrolado de operaciones
especulativas muy apalancadas. Los fondos de cobertura Los fondos de cobertura juegan un papel principal en todo este proceso de reestructuración. Esas transacciones especulativas (toda la panoplia de fondos derivados, opciones, futuros, fondos de inversión relacionados con los índices de mercado, etc.) negociadas a menudo mediante fondos de cobertura ocultan el funcionamiento de las transacciones bursátiles y su relación con la actividad económica real. Los fondos de cobertura son fondos de inversión
privados que administran la agrupación de fondos de inversores
adinerados. Aunque van unidos a menudo a instituciones financieras
importantes, están fuera de cualquier reglamentación. Operan con
grandes fondos comunes de dinero-capital que se utilizan para
emprender transacciones especulativas muy apalancadas. Estas tienen
la característica de que pueden cosechar beneficios cuando el
mercado está al alza, pero también cuando está a la baja. Ventas al descubierto El colapso del mercado bursátil puede ser una operación absolutamente rentable. Con información previa desde dentro, el colapso del mercado de valores constituye (mediante las ventas al descubierto) una oportunidad lucrativa para ganar muchísimo dinero para toda una categoría selecta de especuladores poderosos que tienen capacidad para manipular el mercado en la dirección apropiada en el momento adecuado. Hay indicios de que ha existido una conspiración cuidadosamente orquestada para provocar el colapso de varias instituciones financieras importantes mediante descaradas manipulaciones. “Las ventas al descubierto”, junto a la propagación de falsos rumores, se han utilizado como estrategia para provocar el colapso de acciones en Wall Street, incluyendo las de Lehman, Morgan Stanley y Goldman Sachs. “Los vendedores al descubierto tienen como objetivo aprovecharse de la bajada de las acciones comprando habitualmente acciones con dinero prestado para venderlas y comprarlas de nuevo cuando su precio ha bajado. En las ventas al descubierto “manifiestamente” abusivas, el vendedor no ha pedido dinero prestado para comprar las acciones y no se las ha llegado a traspasar al comprador”. Algunos participantes en el mercado dicen que vendedores abusivos al descubierto han contribuido a la quiebra de compañías tales como Lehman Brothers al obligar a bajar los precios de las acciones. El miércoles pasado, John Mac, jefe ejecutivo de Morgan Stanley, dijo a los empleados en un memorándums: “¿Qué es lo que está sucediendo ahí fuera? Para mí está muy claro, estamos en medio de un mercado controlado por el miedo y los rumores, y los vendedores al descubierto están haciendo caer nuestras acciones”. (Financial Times, 17 de septiembre de 2008). Las autoridades reguladoras han reconocido que el colapso de Bear Sterns del pasado marzo fue consecuencia de las ventas al descubierto. “Los reguladores han estado investigando una combinación de ventas al descubierto y rumores falsos como parte del problema”. (Wall Street Journal, 18 de septiembre de 2008) Merril Lynch está en venta y Lehman Brothers en bancarrota. Esos no son acontecimientos fortuitos. Son el resultado de las manipulaciones de poderosas instituciones financieras rivales, que ponen en marcha operaciones especulativas altamente apalancadas para conseguir sus objetivos desplazando o adquiriendo el control de una institución financiera rival. El actual colapso financiero no tiene nada
que ver con las fuerzas del mercado: se caracteriza por ser una
guerra financiera entre especuladores institucionales rivales. El mercado del crudo El comercio especulativo apalancado empujó al alza el precio del crudo hasta grados extremos, alcanzándose el pico en julio de 2008, momento a partir del cual se invirtió rápidamente la orientación del comercio especulativo, llevando a un desplome espectacular en los precios del petróleo (Ver gráfico).
Esas instituciones financieras y/o inversores que tienen capacidad para manipular el movimiento de los precios del crudo, y que tenían conocimientos previos y capacidad para determinar el calendario del aumento especulativo y del consiguiente colapso, pudieron cosechar inmensas cantidades de beneficios tanto durante los movimientos al alza como a la baja del precio del petróleo. “El movimiento en los precios globales
en los valores mercantiles de Nueva York y Chicago no guarda relación
alguna con los costes de producción del petróleo. La espiral en el
precio del crudo no es consecuencia de una escasez de petróleo. Se
estima que el coste de un barril de petróleo en Oriente Próximo no
supera los 15 dólares. Los costes de un barril de petróleo extraído
de las arenas de alquitrán de Alberta, Canadá, es del orden de
30$”. (Para ampliar detalles, véase: Michel Chossudovsky, The
Global Crisis: Food, Water and Fuel, Three Fundamental Necessities
of Life in Jeopardy”, Global Research, julio
2008) [**] Reestructuración económica global La crisis económica es el resultado de un proceso de reestructuración macroeconómica y financiera que se inició en los primeros años de la década de 1980. Es la consecuencia de un marco político: las reformas de los sectores comerciales y financiero bajo los auspicios de la Organización Mundial del Comercio, por no mencionar la imposición de las terribles reformas macroeconómicas del Fondo Monetario Internacional, habitualmente denominadas programas de ajuste estructural. Todo ello unido al empobrecimiento de grandes sectores de la población mundial. La crisis de la deuda de los primeros años de la década de 1980 desencadenó una oleada de fusiones corporativas, compras de acciones y bancarrotas. Esos cambios prepararon a su vez el camino para la consolidación de una nueva generación de financieros agrupados alrededor de grandes bancos mercantiles, inversores institucionales, firmas de correduría de bolsa, grandes compañías de seguros, etc. En este proceso, las funciones de la banca comercial se unen a las de los bancos inversores y los broker, llevando todo ello a la consolidación de un puñado de conglomerados financieros globales. El uso no controlado de instrumentos especulativos complejos ha hecho que Wall Street disponga de los medios necesarios para extender su imperio financiero global. El principal avance de este proceso no consiste en la supervisión del mercado de valores per se. Más bien reside en el control de los mercados lucrativos a través de instrumentos especulativos –derivativos, opciones, futuros, coberturas, etc.- donde el ámbito para la manipulación y el tráfico de información confidencial son mucho más grandes. Wall Street consiguió el dominio financiero a través del control institucional de los canales del comercio especulativo. Este control también le facilitó, como en el caso de la crisis asiática, la base para debilitar el papel de los bancos centrales, haciéndose con el dominio de los reinos de la política monetaria, de los mercados bursátiles y de los mercados monetarios. Tan sólo en la crisis asiática de 1997 se llegaron a confiscar, en cuestión de meses, más de 100.000 millones de dólares de las bóvedas de los bancos centrales de Asia; similares asaltos especulativos se llevaron a cabo en Rusia en 1998 y en Brasil en 1999. Esos acontecimientos fueron seguidos de una burbuja espectacular y de la quiebra de las acciones de dot.com, cuando el índice compuesto NASDAQ subió a más de 5.000 puntos en marzo de 2000, con el consiguiente colapso, provocando una cadena de ventas a causa del pánico (Véase abajo)
NASDAQ (1994-2008). Pico alcanzado por Dot.com
en marzo de 2000
El Acta de Modernización de los Servicios Financieros de 1999 [1] En 1999, el Congreso estadounidense adoptó el Acta de Modernización de los Servicios Financieros (Gramm-Leach Bliley Act). Tras largas negociaciones, se revocaron “de un plumazo” todas las restricciones reglamentarias existentes sobre los poderosos conglomerados bancarios de Wall Street. Bajo las nuevas normas ratificadas por el
Senado estadounidense y aprobadas por el presidente Clinton, los
bancos comerciales, las firmas de broker, los inversores
institucionales y las compañías de seguros podían invertir
libremente en cualquier negocio e integrar completamente sus
operaciones financieras. La legislación revocó el Acta Glass-Steagall
de 1933, un pilar de la “política de recuperación económica y
social de los años 30” [New Deal] del Presidente Roosevelt,
puesta en marcha en respuesta al ambiente de corrupción, manipulación
financiera y “tráfico de influencias” que provocaron más de
5.000 quiebras bancarias en los años siguientes al crac de Wall
Street de 1929. (Véase Martin, MacLaughlin, Clinton Republicans
agree to deregulation of US banking system, World Socialist Website,
1 de noviembre de 1999). El frenesí de las fusiones Se realizaron varias fusiones bancarias elefantíacas (incluidas las del National Bank Corp con el Bank of America y la del Citibank con Traveler Group), que fueron aprobadas por la Junta de la Reserva Federal (en abierta violación de la legislación anterior a la aprobación del Acta de Modernización Financiera de 1999). En los años anteriores a la inauguración de
la administración Bush, se había desarrollado un proceso de
intensa rivalidad financiera. El Nuevo Orden Mundial, en gran medida
bajo dominio del capital financiero estadounidense, trataba de
aplastar a los conglomerados bancarios rivales de Europa Occidental
y Japón y de sellar alianzas estratégicas con un “club
selecto” de gigantes bancarios británicos y alemanes. The Shape of Things to Come [***] Las fusiones de los bancos (llevadas a cabo antes de la legislación de 1999 en violación del Acta Glass-Steagall) no fueron más que “la punta del iceberg”, la forma de las cosas por venir. La revocación del Acta Glass-Steagall había creado un contexto que se trasladó a un puñado de conglomerados financieros. Actualmente, lo que prevalece de facto es un sistema de regulaciones privadas. El cambiante “supermercado financiero global” está controlado por los gigantes de Wall Street. Por todo el país, los bancos de ámbito estatal acabaron desplazados o absorbidos por los gigantes financieros, provocando una serie mortal de quiebras bancarias. A su vez, los poderes de supervisión de la Junta de la Reserva Federal, cada vez más directamente dominada por Wall Street, aparecían significativamente debilitados. En EEUU, los gigantes financieros tienen capacidad para estrangular negocios de ámbito local y ensombrecer la economía real. De hecho, debido a la ausencia de competencia, la legislación de 1999, que fue una iniciativa del Senador Phil Gramm, autorizó también a los gigantes de los servicios financieros (eludiendo a la Junta de la Reserva Federal y actuando en tácita colusión unos con otros) para que fijaran la estructura de tasas de interés como a ellos les conviniera: “A pesar de las inminentes señales de
peligro, la legislación de 1999 parece ignorar totalmente la
historia de los fracasos de los mercados bursátiles desde el
comienzo de la “crisis asiática” a mediados de 1997. Las
repercusiones económicas y sociales en un sistema financiero
globalmente integrado –por no mencionar los riesgos de un colapso
financiero global consecuencia de la ausencia de regulaciones
financieras- son mucho más graves hoy [1999] que durante los años
que siguieron al crac de Wall Street de 1929. (Michel
Chossudovsky, notas no publicadas sobre el Acta de Modernización de
los Servicios Financieros de 1999, Legislación, noviembre de 1999). Arquitectura financiera global El Acta de Modernización de los Servicios Financieros no debería considerarse de forma aislada como un procedimiento doméstico limitado al paisaje financiero estadounidense. El impacto de la legislación se extendió más allá de las fronteras del sistema financiero estadounidense. Los cambios institucionales que trajo consigo, incluida la concentración y centralización de poder en manos de un pequeño número de gigantes financieros, contribuyeron en gran medida a la inquebrantable búsqueda de la dominación financiera global por parte de Wall Street. La pelea de ámbito mundial para apropiarse de las riquezas mediante la “manipulación financiera” era la fuerza motor existente tras esa reestructuración de la arquitectura financiera global de la que era parte integral la legislación estadounidense de 1999, estableciendo un modelo de reforma financiera en diferentes partes del mundo. Aunque la legislación de 1999 no rompía por
sí misma las barreras a los movimientos de capital, en la práctica
capacitaba a jugadores clave de Wall Street para entrar en
los mercados de servicios financieros de los países en desarrollo y
consolidar una posición hegemónica en la banca mundial, eclipsando
y finalmente desestabilizando los sistemas financieros de Asia,
Latinoamérica y Europa Oriental… El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) Bajo los auspicios del FMI y de la OMC, la desregulación financiera estadounidense ejerció una influencia decisiva a la hora de “marcar el paso” de la reforma financiera global. La Legislación de 1999 era parte de una agenda financiera global, que consistía en desregular los movimientos de capital, liberalizando la banca doméstica y los mercados de capital por todo el mundo y abriendo los mercados nacionales de servicios financieros a los conglomerados financieros globales, todo ello auspiciado por la OMC. En función de la agenda de la OMC, fue implementándose toda esa legislación junto con la reorganización del comercio global y la arquitectura financiera. Bajo el Acuerdo General de los Servicios Comerciales (GATS, en sus siglas en inglés), los países en vías de desarrollo se habían comprometido a liberalizar completamente sus servicios financieros, es decir, que los gobiernos nacionales, que ya estaban controlados por sus acreedores externos, no podían impedir que los gigantes de Wall Street entraran y absorbieran los bancos nacionales y las instituciones financieras. Conjuntamente con las provisiones del Acuerdo de Servicios Financieros y el GATS, la legislación bancaria de 1999 adoptada en EEUU posibilitó que un puñado de conglomerados bancarios tuvieran capacidad para desestabilizar el escenario financiero interno de los países en desarrollo. La radical desregulación de la banca estadounidense confirió poderes sin precedentes a los conglomerados financieros de Wall Street para adquirir y apoderarse de las instituciones bancarias de todo el mundo. Lo que se pretendía era avanzar hacia un supermercado financiero mundial controlado por un puñado de instituciones financieras globales que penetran e impregnan la estructura de las economías nacionales. Dos importantes acuerdos (negociados bajo la OMC) contribuyeron a “afianzar los derechos de los bancos globales” en el derecho internacional, lo que supuso (según los críticos) la concesión de “derechos fundamentales” a los bancos que anularan los contenidos de sus constituciones nacionales. Las provisiones tanto del GATS como del Acuerdo de Servicios Financieros (FTA, siglas en inglés) sirvieron para desarticular los impedimentos que aún quedaban frente a los flujos de capital, lo que significó que el Bank of America o el Citigroup podían ir donde se les antojara y provocar la bancarrota de bancos e instituciones financieras nacionales. Además, con el apoyo del FMI, los
conglomerados de Wall Street y sus socios japoneses y
europeos reforzaron y consolidaron su papel como las instituciones
acreedoras más importantes del mundo, financiando rutinariamente la
deuda pública, supervisando la conducta de la política
presupuestaria estatal, concediendo préstamos sindicados a
corporaciones industriales, supervisando la privatización de las
corporaciones estatales sacadas a subasta en el contexto de un
acuerdo de rescate económico del FMI, etc. Guerra financiera: Los poderes del engaño Las armas desplegadas por Wall Street son el conocimiento previo y la información interna, la capacidad de manipular con la capacidad de predecir los resultados, la difusión de información engañosa o falsa sobre los acontecimientos económicos y las tendencias del mercado. Todos estos diversos procedimientos están bien descritos como “los poderes del engaño” que las instituciones financieras utilizan de forma habitual para embaucar a los inversores. El arte del engaño se dirige también contra sus competidores bancarios, que están apostando en los mercados de derivados y futuros, en valores, moneda y materias primas. Aquellos que tienen acceso a información privilegiada (política, de inteligencia, militar, científica, etc.) llevarán invariablemente ventaja en la gestión de esas transacciones especulativas muy apalancadas, que son fuente de inmensas ganancias financieras. La CIA tiene sus propias instituciones financieras en Wall Street. A su vez, los corredores de la banca privada y de la banca exterior, posibilitan que las instituciones financieras transfieran con facilidad sus beneficios de un lugar a otro. Se usa también este procedimiento como una red segura para proteger los intereses de actores financieros clave, incluyendo a directores ejecutivos, accionistas importantes, etc., de instituciones con problemas financieros. Así pueden moverse grandes sumas de dinero en el momento oportuno antes de que la compañía desaparezca del mercado bursátil (e.g. Lehman, Merril Lynch y AIG). El Banco de la Reserva Federal de Nueva York y sus poderosas partes interesadas disponen de “información interna” sobre el comportamiento de la política monetaria de EEUU. Están por tanto en buena posición para predecir resultados y fusionar sus apuestas en operaciones muy apalancadas sobre mercados de derivados y de futuros. Esto crea un obvio conflicto de intereses, porque sus conocimientos previos acerca de determinadas decisiones de la Junta de la Reserva Federal posibilitan que puedan conseguir beneficios multimilmillonarios en dólares como instituciones privadas de la banca. Los contactos con la inteligencia estadounidense, con la CIA, con Seguridad, con el Pentágono son esenciales para la gestión del comercio especulativo, ya que permite a los especuladores prever acontecimientos a través del conocimiento previo de las decisiones de política exterior y/o seguridad nacional que afectan directamente a los mercados financieros. Un ejemplo: las opciones de venta en las acciones de compañías aéreas en los días que precedieron a los ataques del 11-S. Hay emprendida una guerra interna dentro del sistema financiero: Lehman Bros se va a la bancarrota, se compra Merril Lynch… El gobierno adquiere los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac... Bear Stearns se va al garete, las acciones de la compañía más grande de seguros estadounidense, AIG, se desploman el 9 de septiembre, desde 22,19$ a menos de 4,00$ en el momento del cierre de la bolsa el 16 de septiembre, una bajada de más del 80% de su valor… Goldman Sachs, junto con el JP Morgan Chase, está negociando con el Tesoro para tramitar un préstamo de 85.000 millones de dólares a AIG que sería financiado por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York… ¿Quién recoge los vidrios rotos? ¿Qué nos deparará el futuro? Es probable que el proceso de fusiones y adquisiciones avance hasta nuevas cotas llevando a una centralización sin precedentes del poder financiero, con el Bank of America, JP Morgan Chase y el Banco de la Reserva Federal de Nueva York jugando un papel dominante. El colapso propiciará la desintegración de numerosos bancos e instituciones financieras, que desaparecerán totalmente del paisaje financiero o serán adquiridos por gigantes financieros. Se espera que el Bank of America compre Merril Lynch, lo que llevará a la formación de la mayor institución financiera del mundo, en competición con el Citigroup y JP Morgan Chase. Debe indicare que aunque Citigroup y JP Morgan Chase son instituciones rivales, están sin embargo entrelazadas a través de diversos matrimonios entre las familias Rockefeller y Stillman. En las últimas dos décadas, el Bank of America se ha desarrollado hasta convertirse en un gigante financiero a través de una serie de fusiones y adquisiciones. En 2004, adquirió el FleetBoston Financial, en 2005, compró el gigante de las tarjetas de crédito MBNA y, en 2007, adquiere LaSalle Bank Corporation y Corporate Finance, del banco holandés ABM Amro. El 14 de septiembre de 2008, el Bank of America anunció su intención de adquirir Merril Lynch por 50.000 millones de dólares. Nos enfrentamos a un choque entre un puñado de instituciones financieras importantes que han ido desarrollándose mediante fusiones y adquisiciones de gigantes financieros de talla mundial. El desastre financiero de Wall Street
beneficia en gran medida al Bank of America y al JP Morgan
Chase, que es parte del imperio Rockefeller, a expensas de Lehman
Brothers, Merril Lynch, Goldman Sachs y Morgan Stanley. Lehman
Brothers se declaró en bancarrota, por el Capítulo 11, el
lunes sangriento del 15 de septiembre. Los activos de Lehman
son del orden de 639.000 millones de dólares. Potenciales perdedores: Citigroup Inc., bajó un 15%, hasta 15,24$, la caída más profunda desde julio de 2002 [el 15 de septiembre]. American Express Co., la mayor compañía de tarjetas de crédito para compras, cayó un 8,9%, hasta 35,48$ [el 15 de septiembre]. Goldman Sachs, cayó un 12%, hasta 135,50$, la mayor bajada desde abril del 2000. El descenso fue consecuencia de las ventas al descubierto [el 15 de septiembre]. Morgan Stanley, la mayor firma de seguros, aparte Goldman Sachs, cayó un 14%, hasta 32,19$. La bajada fue consecuencia de las ventas al descubierto [15 de septiembre]. (Véase el Bloomberg del 16 de septiembre) En el año 2000, JP Morgan se fusionó con el Chase Manhattan, lo que llevó a la integración en la entidad única de JP Morgan, Chase, Chemical and Manufacturers Hanover. Este imperio bancario, controlado por la familia Rockefeller, tiene activos por más de 1.600 billones de dólares. Con activos por 1.700 millones de dólares, el futuro del Citigroup sigue siendo confuso. Enfrenta serias dificultades financieras que podrían llevarle a la bancarrota. Los precios de sus acciones se han desmoronado en los últimos meses, junto con las de Fannie Mae. La debacle de Lehman ha precipitado aún más los precios de las acciones del Citigroup. Es el síndico “para acreedores no garantizados a los que Lehman Brothrs debe 155.000 millones de dólares”, pero, según declaraciones del Citigroup, “corren poco o ningún riesgo ante el quebrantado banco de inversiones”. Esto significa que el colapso de Lehman
provocará el impago de préstamos masivos en relación con las
carteras de los clientes de Citigroup y NY Mellon,
tanto instituciones bancarias como inversores individuales. Nota: 1. Esta sección se basaba en una serie de notas no publicadas sobre el Acta de Modernización de los Servicios Financieros, Legislación, que escribí en noviembre de 1999. Relación de los bancos más importantes
de Estados Unidos (en millones de dólares)
NOTA: 30 de mayo 2008. Fuente: Federal Reserve System, National Information Center
N. de la T.: [*] Véase la traducción del artículo al español en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72141 [**] Idem: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68624 [***] “The Shape of Things to Come” es el título de un libro de ciencia-ficción de H.G. Wells, publicado en 1933, que especula con posibles acontecimientos futuros desde ese año hasta el año 2106. Podría traducirse como “La forma de las cosas por venir”
Enlace con texto original: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=10268 |
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