Colombia se desangra y el mundo sigue andando…
Pretender encontrar en Colombia un municipio donde no se hayan ejecutado masacres, desapariciones, persecución o encarcelamiento, es tan utópico como pretender encontrar un justificativo para cada acción de las mencionadas.
Si bien hace un tiempo el presidente salió a jactarse acerca de la “desmovilización” de los paramilitares, fue demostrado pública y mundialmente, que no era sino una de las habituales patrañas que emite a partir de su investidura, para salvaguardar el “buen nombre y honor” de sus secuaces, hecho que bastantes dolores de cabeza le han producido los últimos meses, aunque se ve que tiene siempre a mano analgésicos muy buenos…
No obstante, él, sigue allí, tan firme como Anubis frente a la balanza en la que se pesaban los corazones de los muertos durante el Juicio de Osiris, según nos cuenta la mitología egipcia.
O como el mismo Osiris, Dios de la Muerte, mientras esperaba el arribo de las almas para decidir si los recién llegados pasarían los días navegando en la barca de Ra o en el Amenti, donde recibirían los castigos de la diosa Menkeret. Todo dependía de los errores cometidos, de la misma manera que las listas negras dependen del “dios” colombiano.
Creo que esos seres mitológicos de haberse topado en su camino con un tipejo como Uribe, hoy sería un grupo más de desocupados, porque la crueldad de este presidente supera todas las relatadas en las páginas mitológicas.
El proyecto abocado a la re-colonización de nuestros pueblos emergentes, hasta fue capaz de gestar nuevos “dioses” y superadores de los anteriores gracias a los avances tecno-científicos, la degradación moral y las manos de hierro que se cerraron como garras en las gargantas de nuestras tierras.
Uno de los departamentos más golpeados por la furia uribista-narco-paramilitar, trilogía moderna y macabra, de la que nunca hablan los representantes terrestres de la “otra Trilogía”, ha sido y sigue siendo el Norte de Santander, zona que padeciera masacres como la de La Gabarra o Filogringo. Actualmente el horror se expande frente a la aparición de los cadáveres de personas apuñaladas, allí donde las Águilas Negras han instalado nuevos nidos.
Por supuesto, cada campesino asesinado adquiere el status de “guerrillero muerto en combate” algo que se conoce como “falsos positivos”.
La mentira siempre deja caer su velo y permite que se demuestre la hipocresía que existe en esa argumentación, dando fuerza a la vieja teoría de los investigadores criminalistas: “los cadáveres hablan” y los supuestos guerrilleros muestran en sus cuerpos inertes, las huellas de las más atroces torturas.
Hasta puede resultar extraño de comprender cómo puede ser posible que exista en esa zona tanto paramilitar compartiendo espacio con militares de las Brigadas XXX, Móvil No. XV, así como el Plan Energético y Vial No. 10.
Incluso aparecen por la zona, frecuentemente, militares del Batallón Contraterrorista No. 45 “Héroes de Majagual”, de la V Brigada y nunca protectoramente, ni para cumplir la tarea que les asignó la patria, sino para asesinar descaradamente. Paradójicamente, jamás para desalojar a las fuerzas paramilitares.
(A muchos no nos llama la atención, por supuesto, porque sabemos que son lo mismo… muñecos articulados por los mismos titiriteros.)
Se sabe que varios políticos de la zona firmaron un Pacto con los paramilitares, comparable al Pacto de Ralito y que trata de un compromiso de ayuda electoral de varios miles de dólares, a cambio de más dominio para el aparato siniestro.
Son estas las contradicciones permanentes que se dan en Colombia, y entre las cosas que más nos preocupan es que a fuerza de tanto leer o escuchar noticias que hablan de los desastres que se producen en esa tierra, más de uno termine acostumbrándose.
Tal vez por ello ese silencio que mencionamos alguna vez y esa falta de solidaridad del mundo que habla de la violencia colombiana como si fuera un hecho natural y no un verdadero problema político que tiene solución, sólo que hay que querer encontrarla.
También resulta preocupante la actitud de muchos luchadores que extrañamente “se pegaron” al discurso uribista, al punto tal que más de una vez cuando se publica un comentario, hasta que vemos quien lo firma estamos pensando si acaso no fuera el mismo Uribe quien hizo el libreto…
Se habla de la intransigencia de los grupos insurgentes, igual que lo dice Uribe.
Se menciona el tema de los prisioneros políticos en manos de la insurgencia, pero se menciona de la misma manera que lo hace Uribe.
Y cuando dos discursos que deberían ser tan diferentes, se unen en algún punto, hay algo que no está funcionando muy bien, no queremos ni suponer que en algunos temas Dios los cría y ellos se juntan…
Así como tampoco funcionó bien el show mediático que el narco-para-presi intentó capitalizar montándose en la marcha iniciada por el profesor Moncayo, quien lógicamente anhela la liberación de su hijo quien es un militar capturado mientras combatía contra la insurgencia y quien debe ser liberado igual que los prisioneros hacinados en las cárceles colombianas y sin ningún tipo de condicionamiento unilateral, sobre lo que harán de su vida futura.
El intento de Uribe por unirse al padre del oficial, terminó con una soberana golpiza de insultos arrojados a su persona por parte del pueblo que está cansado de tanto cinismo.
El apoyo popular era para el padre desesperado, se dio cuenta tarde el meterete…
Ahora pretende colocar en el lugar de “sediciosos” a sus compinches. Sabemos que la sedición es un alzamiento colectivo y violento contra el poder establecido y los “muchachos” de Uribe ¿cuándo se alzaron contra su proyecto?
Lo cierto es que de ser aprobado el propósito uribista, por los secuaces que están en el congreso, otorgaría un amplio beneficio al aparato criminal y dejaría un precedente para futuros juicios contra esa lacra que bajo el título de parlamentarios, suman abultadísimas cifras a sus bolsillos aún a costa del hambre del pueblo que juraron defender.
Incomprensible es la única palabra que se me ocurre, manteniendo las buenas formas, para definir la situación colombiana que día a día sorprende y conmociona.
Mentir, en Colombia, es tan fácil como asesinar. Días pasados fueron secuestrados un grupo de españoles en Venezuela, entre ellos dos niños, cerca de la frontera vecina.
La cadena radial RCN, atribuyó el hecho al ELN y justamente en momentos en que se están desarrollando diálogos para encontrar, gobierno y movimiento, acuerdos de paz; ¿tiene Uribe voluntad real para continuar con las conversaciones?
¿Acaso podemos pensar que realmente tiene deseos de transitar los caminos de la paz?
¿O estaremos frente a una nueva campaña para agredir a la nación Bolivariana, y de paso cañazo, para satanizar a la organización que negó su participación en dicho secuestro?
No nos olvidemos que hace unos años militares colombianos secuestraron a Rodrigo Granda en la misma Venezuela roja- rojita, hecho repudiado por el propio presidente venezolano.
Mentira tras mentira, impunidad absoluta, odio indiscriminado. Mientras tanto Colombia se desangra, el silencio hiere y el mundo sigue andando…
Ingrid Storgen
Agosto 2007
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