Colombia: Uribe sigue a través de Santos...¿Qué hacer?

 


Las “elecciones” presidenciales en Colombia no han registrado cambio alguno para esa sociedad ni en el contenido ni en la modalidad de su gobierno.
Uribe y Santos son dos almas gemelas al servicio del crimen de Estado, de la alianza narco-paramilitar con la oligarquía, de la intervención de EEUU, de la guerra sucia, del Plan Colombia, del Plan Pueblo-Panamá y del proceso de conversión de Colombia en una especie del “Israel de América”.
Uribe gobernó con Santos y Santos gobernará con Uribe, ambos con altísimos índices de ilegitimidad (dada la elevada abstención).
La complicidad entre los dos es demasiado profunda como para establecer distinciones mas allá de los estilos, las ambiciones y los datos particulares; amén de que las razones que han convertido a Colombia en un “país sicario” (término certeramente empleado por el intelectual venezolano Luis Britto), van mucho más allá de lo que podría significar un cambio de rostro o un ligero giro de tendencia en el ejercicio de la Presidencia de esa nación.

¿Qué actitud asumir?

Disipada toda ilusión de desplazamiento del uribismo y a punto de confirmarse su continuidad “monda y lironda” en segunda vuelta, de nuevo brota la inquietud sobre el qué hacer desde el campo revolucionario, antiimperialista, popular, democrático y progresista respecto a ese régimen.
¿Qué hacer al interior y desde fuera de Colombia? ¿Qué actitud asumir frente a la reimposición de ese régimen? ¿Cuál posición adoptar a lo interno y a lo externo de las fronteras colombianas ante esa realidad?
El plano interno es responsabilidad soberana de la diversidad de fuerzas enfrentadas a ese gobierno narco-para-terrorista, tutelado militarmente por los EEUU y enmarcado dentro la política de guerra de esa súper potencia.
El otro plano, el que refiere al tratamiento, a las posiciones, a las actitudes que debemos asumir las fuerzas solidarias con la causa de la libertad, la autodeterminación y la aspiración de justicia de ese pueblo hermano y los pueblos del continente amenazado por ese engendro imperialista…nos sitúa ante una realidad desafiante y expansiva, que viene presionando en los últimos años.
Colombia es un Estado agresor, con siete bases militares estadounidenses en su territorio, destino del Plan Pueblo Panamá y sede del Plan Colombia-Iniciativa Andina dirigido contra la autodeterminación latino-caribeña de la Amazonía.
Colombia es un Estado terrorista controlado por una derecha política y una oligarquía asociada al para-militarismo.
Colombia es un narco-estado contra-revolucionario.
Colombia -además de aplicar un programa de expansión de sus fuerzas paramilitares en Venezuela, Ecuador y otros países del área- sirve al propósito estratégico estadounidense de de desestabilizar los cambios hacia la auto-determinación de nuestros pueblos y de agredir el “corazón de Brasil”, su “principal competidor” como potencia emergente en el continente americano (Project New American Century/Proyecto Nuevo Siglo Americano.- La Guerra y la Paz en Venezuela.- Luis Britto García.)
Los EEUU –contando ya con Colombia como plataforma para el establecimiento en tierra suramericana de una parte de sus unidades aéreas, de sus tropas elites y de su tecnología militar de punta- ha reactivado su poderosa IV Flota en las aguas del Pacífico suramericano; sintonizadas esas decisiones con sus propósitos medulares de conquista de la Amazonía y sus fabulosas riquezas naturales, de intervención mayor contra-insurgente en territorio colombiano y de desestabilización progresiva de los gobiernos avanzados de la región fuera de su control; muy especialmente del venezolano.

Razones para condenar y aislar internacionalmente al uribismo

Estas son razones más que poderosas para sembrar conciencia continental sobre la verdadera naturaleza y los verdaderos propósitos de ese “Estado sicario”, dependiente de un imperialismo guerrerista en extremo y asesorado por el engendro de Israel y su tenebrosa Mossad.
Para contribuir a su aislamiento y a su derrota política por encima de los resultados de sus elecciones amañadas.
Para negarle la condición de democracia al sistema imperante en ese país.
Para considerarlo como instrumento de la política de guerra de EEUU y de su socio israelí.
Para defender al pueblo colombiano de la masacre americana más prolongada, cruel y persistente de las ultimas décadas.
Para denunciarla en todos los foros y espacios nacionales e internacionales.
Para condenar por múltiples vías y por todos los medios posibles la naturaleza criminal de ese régimen y de sus actuales gobernantes, negándole el falso status de “gobierno democrático” que indebidamente le ha otorgado la llamada “comunidad internacional”.
Para exigir el canje humanitario de prisioneros, la salida política al conflicto armado y la retirada de las bases militares estadounidense.
Para reconocer a las fuerzas insurgentes y a toda la oposición al actual Estado Terrorista Colombiano como fuerzas beligerantes.
Este es un reto ineludible tanto para los gobiernos revolucionarios y progresistas de la región, especialmente para las fuerzas del Alba, como para –y sobretodo- los movimientos políticos y sociales de la región comprometidos con el antiimperialismo, la democracia participativa, la soberanía nacional y continental y la paz en la región y en el mundo.
Ante una realidad tan cruda, amenazante y peligrosa no debemos vacilar ni dar pie a la ambigüedad. Ante un cuadro tan desgarrador como el que sufre el pueblo colombiano no se justifica la indiferencia o el silencio frente al genocidio persistente que lo tortura. Urge un viraje colectivo a favor de aislar y arrancar de raíz el uribismo y cualquier otra variante de ese Estado aberrante, criminal y agresivo; sin aceptar necesariamente su viciada institucionalidad y sus amañados calendarios electorales.

Narciso Isa Conde

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