En los últimos días en Colombia, hemos visto como distinguidos generales, que según ellos “salvaron la democracia”, han sido encarcelados, no en cárceles de verdad, sino en lujosos clubes militares, pero encarcelados, o mejor dicho escarmentados, porque encarcelados como a cualquier colombiano, no es cierto, por haber ordenado el asesinato de los magistrados, trabajadores y visitantes del palacio de Justicia.
Por: Miguel Suárez *
En los últimos días en Colombia, hemos visto como distinguidos generales, que según ellos “salvaron la democracia”, han sido encarcelados, no en cárceles de verdad, sino en lujosos clubes militares, pero encarcelados, o mejor dicho escarmentados, porque encarcelados como a cualquier colombiano, no es cierto, por haber ordenado el asesinato de los magistrados, trabajadores y visitantes del palacio de Justicia.
También hemos escuchado como reclutan jóvenes para entrenar tiro y los hemos visto como agreden y asesinan indígenas que reclaman sus derechos después de mas de tres lustros de incumplimientos de los diferentes gobiernos y casi dos, del desgobierno de la “seguridad Democrática”.
Pero estos hechos no son aislados, como nos quieren hacer creer, ni se solucionan entregando a los soldados una tarjeta laminada sobre derechos humanos y menos aun con reuniones de generales hablando de derechos humanos, con los periodistas al servicio de la guerra haciéndoles tomas.
Estos hechos demuestran como para la oligarquía colombiana el pueblo es el enemigo al que hay que avasallar, así sea a balazos.
Un rápido vistazo al accionar criminal de ese ejercito y la policía, nos servirá para entender, porque el pueblo los ve como su enemigo, así nos salgan con sus torcidas encuestas diciendo que el pueblo los aprecia.
En Tulúa, departamento del Valle del Cauca, muy cerca donde este mismo ejercito en asocio con los narcotraficantes asesino a mas de cien colombianos, despedazándolos con motosierra, incluido el sacerdote del pueblo, en diciembre de 1993, el Coronel Luis Enrique Becerra, simulando el estar agitado y sudoroso, alumbrándose con velas, en pleno “Campo de batalla”, daba a Colombia su parte de victoria, según el había dado de baja a 13 peligrosos guerrilleros del ELN, según sus palabras de la “cuadrilla Luis Carlos Cárdenas”
Dos días después se conocía la verdad, la terrible cuadrilla por ellos desmantelada, era una familia campesina por ellos masacrada, en cuya “dura batalla” asesinaron al padre, los hijos y los nietos.
Este mismo delincuentes uniformado, venia de realizar las conocidas masacres de las fincas “Honduras” y “La Negra”, donde se comprobó había cancelado con su tarjeta de crédito el hotel de los asesinos.
En el 2006, poco antes de posesionare como ministro de guerra de la oligarquía Colombiana, Juan Manuel Santos, la oficina del alto comisionado para los Derechos Humano de ONU, le pidió a la procuraduría asumir la investigación por el asesinato de 37 personas, que luego fueron presentadas como guerrilleros dados de baja en combate.
De la investigación no sabe nada, pero de la practica si, hoy se repite por campos y ciudades siendo un delito no solo consentido por ellos, sino fomentado, allí esta el caso de los jóvenes de Soacha cuyo numero en todo el país puede fácilmente pasar de los 200 asesinados.
En cuanto a los ataques a la población debemos recodar el bombardeo a la población de Santo Domingo, el 1997, donde se asesinaron a unas 30 campesinos, donde para justificar el caso dijeron que ellos mismo se habían colocado la bomba.
Como la coartada no era muy convincente dijeron que la bomba había sido arrojada por las Farc y al final, al conocerse un video donde se comprobaba su autoría anunciaron una investigación exahustiva de la llamada “justicia penal militar” de cuyo resultado, por lo menos yo, no se nada.
Otro muy grave tuvo lugar en agosto del 2002 en Pueblo Rico (Antioquia), donde un batallón del ejercito de la oligarquía asesino seis niños e hirió a otros tres y justificaron el hecho diciendo que eran guerrilleros del ELN dados de baja en combate.
El mas sangriento ocurrió en Arauca con las masacres contra indígenas en el departamento de Arauca donde varias niñas indígenas fueron violadas y a Omayra Fernández, niña de 16 años de edad, estando en el sexto mes de embarazo, le fue abierto su vientre, sacado el feto con vida y picado en pedazos. Los dos fueron arrojados al río. En este caso esta implicada la 18 Brigada del ejército en Arauca.
Pero ellos no solo asesinan y torturan colombianos indefensos, entre ellos mismo se torturan y hasta asesinan.
Una tortura consistente en introducir papel entre los dedos de los pies de un recluta y encenderle fuego, produjo la muerte de dos soldados del batallón Agustín Codazzi, de Palmira (Valle). Unos días antes, un video mostró cómo un capitán asestaba tablazos a varios soldados en la Brigada XIII de Bogotá. En febrero de ese año, 21 soldados fueron maltratados en el Batallón Patriotas, de Honda (Tolima). Con anterioridad, soldados del Centro de Entrenamiento de Piedras (Tolima) denunciaron que unos suboficiales golpearon y quemaron a 18 primerizos por fallar en una práctica; dos soldados del Batallón Guardia Presidencial fueron gravemente corroídos con ácido muriático que les arrojó un sargento, otro se suicidó tras padecer maltratos de un subteniente, y un lancero de Tolemaida murió ahogado al ser sometido a la tortura conocida como el 'caimán'.
Y a los que no matan los declaran locos, como ocurrió con el Coronel Víctor Hugo Ferreira, a quien debido a su posición en contra de todos estos actos delincuenciales, bajo un burdo montaje fue declarado loco y sacado de la policía, asesinando luego a su abogado.
Son tan peligrosos los delincuentes de los aparatos de represión del estado, que el Coronel Víctor Hugo Ferreira, quien hacia parte de ellos y los conoce muy bien, decía “A mí me a ido bien, a otros por menos los han matado”
En Arauca, cuando un General del ejercito, que expresaba públicamente su preocupación por las constantes denuncias de violación de los derechos humanos por parte de sus subalternos, misteriosamente apareció suicidado, en un suicidio provocado y que sus familiares pusieron en duda ya que el General no tenia motivo alguno para suicidarse.
Y cuando no se suicidan por voluntad de otro, se masacran entre ellos por defender los intereses de los narcotraficantes como los muy famosos caos de Guiatarilla y Jamundi.
En Guaitarilla, en el departamento de Nariño, al sur de Colombia, Siete policías y cuatro civiles fueron asesinados por unidades del Ejército de la oligarquía colombiana, ya que, según los medios de desinformación, los confundieron con paramilitares.
El hecho ocurrió el día 19 de marzo, y el día 20, del 2004, en la mañana, el comandante de la III brigada del Ejército, general Mario Fernando Correa, aseguró a la prensa que "Se trata de un éxito operacional del Ejército. Hay 11 presuntos extorsionistas muertos, posiblemente vinculados con grupos de autodefensa”, decía el Comandante con voz agitada como si hubiese participado en los supuestos combates, haciendo recordar al nefasto General Francisco Becerra.
Hoy sabemos que la masacre se dio ya que los policías respondían a los intereses de un grupo de narcotraficante y los militares a otro, en un episodio que luego se repitió en Jamundi, donde como cosa rara, y lo dijo sarcásticamente, se vio mezclada la familia de Álvaro Uribe, ya que el hecho se dio en una finca de propiedad del conocido “Clan de los Ochoa”, familia mafiosa de la cual proviene su esposa.
Es la innegable “cooperación” del ejercito con los paramilitares en cada salvajada donde los soldados profesionales cambian frecuentemente su brazalete de Fuerzas Militares por el de paramilitares, donde sus altos mandos, destacados asesinos, son enviados como diplomáticos a otros países o disputan curul en el congreso.
Como fue el caso del tenebroso general Rito Alejo del Rió, quien se desempeño como comandante militar en Antioquia en los tiempos de “Uribe Gobernador”, general al que le llaman el pacificador de Uraba, por su estilo sanguinario que hacia recordar tímidamente los métodos del “Pacificador Murillo”.
El saldo de la barbarie de ese ejercito de ocupación en su “asalto” a los indígenas deja hasta el momento una cifra de al menos 100 heridos, cerca de una decena de asesinados, entre ellos un niño de 7 meses, allanamiento y desalojos, intentos de violación a menores de edad y hasta robo de dineros, alimentos y de enseres de los comuneros.
Nos dicen que van a hacer una purga en la policía para arreglar el problema, una purga como la realizada por el “general Serrucho”, Rosso José Serrano, que dizque era en mejor policía del mundo, y según él, saco a unos 150 policías asesinos y la policía ya estaba depurada, hoy nos quieren repetir el cuento y nos dicen que van a sacar otros 150 y arreglado el problema.
Para depurar ese ejercito y esa policía, hay que comenzar por sacar al narcotraficante numero 82, que oficia de presidente, quien es su comandante en jefe, mandar buena parte de esa oligarquía a vivir a Miami y meter a la cárcel al estado mayor y altos mandos militares, que se han prestado para aplicar la doctrina yanqui de la seguridad nacional que ve en el pueblo a su enemigo.
En Colombia hay que instaurara un ejercito bolivariano y un gobierno patriótico que vele por los intereses de todos los colombianos y no por unos cuantos que han multiplicado sus fortunas hasta 7 veces durante los 6 años del gobierno mafioso de Álvaro Uribe Vélez.
*Director de Radio Café Stéreo
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