En el país del superávit millonario en dólares, en el país del súperpropagandizado crecimiento del PBI y de las reservas, está muy claro que nada de eso va a parar a los bolsillos de los trabajadores. Con una canasta familiar de alrededor de los $2200, la abrumadora mayoría de los que trabajan ganan salarios muy por debajo de esa cifra, piso a partir del cual podría empezar a aspirarse a una vida digna.

Esto, indefectiblemente, provoca constantes reclamos de los trabajadores.

Como ahora lo hacen los docentes en la mayoría de las provincias de nuestro país.

El gobierno, sin embargo, en lugar de atender esos reclamos, mientras le paga puntualmente al FMI, quiere pagar deudas ilegítimas al Club de París, al Banco Mundial y sigue emitiendo bonos de deuda que hipotecan a las generaciones presentes y futuras, reprime salvajemente a quienes reclaman, demostrando claramente su carácter de clase profundamente antiobrera. A las apretadas a los docentes de Santa Cruz, se le suman las recientes represiones a los de Neuquén y Salta, con varios compañeros heridos, algunos de ellos de consideración.

El Partido Comunista de los Trabajadores repudia la acción del gobierno kirchnerista, que utiliza como método la violencia contra la clase trabajadora. Son muchos los ejemplos, entre los que se destacan los sucesos en Las Heras y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Al mismo tiempo, nos solidarizamos con los compañeros docentes y sus reclamos, a la vez que queremos expresar nuestra indignación por la pasividad de la burocracia sindical, tanto de la CTA como de la CGT, funcionales a las políticas antiobreras impulsadas por el gobierno.

Hoy más que nunca, la solidaridad de clase debe expresarse en un Paro General para exigir el cese inmediato de la represión y concesión de las exigencias de los trabajadores.