Cuba, hacia la irreversibilidad del Socialismo
16/10/2008
Por Noel Manzanares Blanco
Las Reflexiones del compañero Fidel tituladas “Los vicios y las virtudes”, publicadas por la prensa nacional y extranjera el pasado 20 de septiembre, devienen confirmación de una idea suya expresada el 17 de noviembre de 2005, en ocasión de conmemorarse seis décadas de su ingreso a la Universidad de La Habana, a saber: somos nosotros mismos quienes podemos hacer reversible el proceso revolucionario.
Pensando acerca de lo que acabo de significar, me dije: quien se sienta en la obligación moral de ofrecer hasta su vida en aras de la Patria Revolucionaria y Socialista, ha de asumir las citadas Reflexiones del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) como una oportunidad para meditar y actuar, para mirar cómo se comporta cada entorno concreto y extraer fortalezas y debilidades. El objetivo de ello ha de ser alimentar lo positivo y eliminar cuanto esté dañando a la persona, a la sociedad cubana.
En tiempos turbulentos como los que estamos viviendo, la mayoría de mujeres y hombres somos capaces de hacer brillar lo mejor del género humano. Sin embargo, ello ni niega ni de por sí es suficiente para evitar las miserias humanas, manifestaciones antisociales y delictivas que tienen lugar simultáneamente.
Es vox pópuli que expresiones que degradan la dinámica social están presente y actuante y se producen blandenguerías en algunos ciudadanos que se habitúan a recibir y dedican poco tiempo a informarse de las realidades; se da el caso de quienes se siente con el derecho de recibir lo mejor sin el deber de aportar en la producción o en los servicios.
El enemigo conoce sobradamente bien las debilidades, y en correspondencia maniobra.
En este escenario, hemos de hacernos acompañar por la máxima del Comandante en Jefe según la cual cualquier tipo de debilidad en tal sentido es absolutamente inadmisible. Comparto el criterio según el cual la situación no se va a resolver solamente con consejos, llamadas de atención y campañas moralistas, sino también aplicando la ley en su rigor. Valga recordar una sabia de José Martí: “Ni indirectamente debe la sociedad humana alimentar a quien no trabaja directamente en ella”.
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