Al indagar este domingo 26 de octubre sobre qué se publica de mi país allende los mares, encontré dos trabajos procedentes de Estados Unidos y España: el primero, en Miami con el título “Rencores por batalla de 1898 siguen vivos en Cuba” y lo firma Hill Weissert, de The Associated Press (www.elnuevoherald.com 25/10/08); el segundo, desde Barcelona aparece con el rótulo “En Cuba no se puede democratizar lo que se acabó” y lo rubrica J. M. Martín Medem, de Revista Pueblos (www.kaosenlared.net 25/10/08).
Sucintamente, cito a cada autor y mis respectivas réplicas.
Mr. Weissert escribió:
“Olvídese del embargo de Estados Unidos contra Cuba. Si usted quiere saber cuál es el origen de los resentimientos entre ambos países, vaya a la Loma de San Juan, escenario de la batalla que decidió la guerra hispano-estadounidense y generó rencores jamás superados.
“En una serie de colinas desde las que se observa la segunda ciudad más grande de Cuba, soldados y voluntarios estadounidenses, incluidos Teddy Roosevelt y sus famosos jinetes Rough Riders, combatieron junto a insurgentes cubanos y derrotaron a los españoles el 1° de julio de 1898.
“Si bien todo empezó como una guerra por la independencia de Cuba, los estadounidenses le prohibieron a los cubanos ingresar a Santiago y negociaron ellos mismos la paz con España.
“Le concedieron la independencia a Cuba pero se reservaron al derecho a realizar intervenciones militares cuando lo considerasen necesario” –y continuó su aproximación al diferendo a ambos lados del Estrecho de Florida.
Es incorrecto hablar de “embargo” porque lo que realmente existe es un Bloqueo que, en el marco de las agresiones del Águila Imperial a nuestro Verde Caimán, ha provocado miles de vidas y sufrimientos a cubanas y cubanas, y por lo menos 200 mil millones de dólares en casi cinco décadas. Escapa a la casualidad que en la Asamblea General de Naciones Unidas desde 1992 se condene esta brutalidad de las autoridades del Norte; que el pasado año la demanda cubana obtuviera el voto favorable de 184 de los 192 países miembros; y que se pueda esperar con toda seguridad una actitud similar de ese importantísimo foro internacional el próximo 29 de octubre, ocasión en que será sometido a votación el proyecto de resolución sobre la necesidad de poner fin al Bloqueo económico, comercial y financiero más largo que registra la Historia.
Es incorrecto hablar del “origen de los resentimientos entre ambos países” a partir de “la guerra hispano-estadounidense” en 1898. El asunto data de mucho antes. Baste decir que ronda las dos centurias (hay autores que se remontan a más allá): en 1805 el presidente Thomas Jefferson, en comunicación con las autoridades británicas, expuso que ante un conflicto de Inglaterra contra España, los EE.UU. “tornarían a Cuba porque consideraban a esta imprescindible cómo defensa militar de la Louisiana y de La Florida, que aspiraban también a poseer”; y en 1823 el entonces Secretario de Estado, John Quincy Adams, expresaba sobre nuestra Patria que “es imprescindible resistir a la convicción de que la anexión de Cuba a nuestra República Federal será indispensable”, pues “una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella e incapaz de sostenerse por sí sola” –obsérvese el grado de desprecio–, tal tendría que ser nuestro destino. Entonces, recomiendo a Mr. Weissert profundizar en la Historia.
Por su parte, el Sr. Martín Medem escribió:
“Raúl no puede perfeccionar el socialismo porque en la isla no lo hay: el autoritarismo de Fidel impidió el establecimiento de un socialismo cubano. Además Raúl ha demostrado que no quiere recuperar el proyecto de democratización del socialismo porque mantiene en la marginación a los sectores del Partido Comunista que desde hace quince años proponen la descentralización, la democratización y la participación popular para un socialismo de verdad.
“Lo que parece que quiere y puede hacer con la vieja guardia de la Revolución y sus generales, es garantizar la soberanía nacional para un país económicamente sostenible en una auténtica integración de América Latina que se prepare para la apertura política que administrarían los dirigentes de la nueva generación designados por el raulismo.
“En tres o cuatro años el Gobierno de Cuba habrá renunciado definitivamente al socialismo para intentar defender por lo menos lo que Fidel consiguió: convertir una isla en una nación. El interés de Estados Unidos por el petróleo cubano del Golfo de México puede desmontar el bloqueo sin condiciones pero Cuba se enfrentará con la peor amenaza, no sólo para cualquier recuperación del socialismo sino para su derecho a ser una nación independiente. Los poderes que han inventado el cambio de Barack Obama para reconducir el dominio de Estados Unidos en la crisis del siglo XXI preparan el escarmiento más eficaz contra la Revolución cubana: sacarla del aislamiento para envenenarla con la contaminación económica y cultural” –y prosigue con su argumentación.
¿De dónde extrajo Medem que en Cuba no hay Socialismo? ¿Habrá olvidado que lo menos que importa es el nombre que se le otorgue a un proyecto de transformación ideo-política y económico-social? ¿Acaso estaba pensando en el “estado de bienestar social” que dice adiós en las naciones desarrolladas, cuando concibió esas ideas? ¿Quién le certificó a él que en el Partido Comunista de Cuba hay sectores y marginación? ¿Cuánto conoce este periodista a ciencia cierta la realidad cubana? Replico desde la teoría y desde la práctica.
Marx y Engels redactaron en“La Ideología Alemana”:
“Para nosotros, el comunismo [y, por supuesto, el socialismo] no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de ajustarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente” –las negritas son mías.
Para una operacionalidad conceptual, quien escribe sostiene: Socialismo es el proyecto que, a partir de los mejores valores del pensamiento universal, en lo interno se aleja del predominio de la propiedad privada, básicamente desde una planificación que privilegie el bienestar de-con-para las masas populares, en una perspectiva de racionalidad, cuyo eje es la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la persona; al tiempo que en lo externo se esfuerza por concretar la fraternidad, la dignidad, la equidad y la felicidad de todos los pueblos del Universo, en contracorriente con el egoísmo, el mercantilismo, el consumismo y el dogmatismo. Su viabilidad está sujeta –en medida considerable– a la calidad de su vanguardia ideo-política, a la capacidad de asimilación-creación del sujeto rector y a la magnitud en la que el Partido dirigente sea carne-sangre-sudor-lágrimas-corazón del pueblo. Su dinámica depende de las condiciones histórico-concretas del país enfrascado en su construcción, de la mezcla de la situación endógena y exógena de cada momento y época –en combinación dialéctica.
A tono con esta operacionalidad, carece de seriedad cualquier análisis que obvie que sobre Cuba gravita un conjunto de problemas objetivos que al repercutir en su interrelación generan una situación en extremo compleja para un país sin muchos recursos naturales, enfrentado a las consecuencias de desastres climatológicos de magnitud y frecuencia crecientes –como los huracanes Gustav e Ike–, amén del citado Bloqueo.
Sin embargo, en Cuba disfrutamos de bondades que ni siquiera son sueños para la inmensa mayoría de los habitantes del planeta Tierra. Tenemos educación gratuita, incluso para los estudios universitarios, extendidos ahora a todos los municipios del país, donde se superan más de dos tercios de los jóvenes entre los 18 y 24 años con oportunidad de hacer hasta un Doctorado en Ciencias, a pesar de serias deficiencias que han de irse solucionando a partir del Curso Escolar 2008-09. A disposición de la ciudadanía, entre otras está una vacuna terapéutica contra el virus del papiloma humano, al cual se vincula prácticamente al 100 % de los cánceres del cuello uterino en todo el mundo –apenas una muestra de los beneficios derivados de la Biotecnología que, como todos los servicios en la nación, se disfrutan al margen de ideología–. Además, tenemos hoy una esperanza de vida que se enrumba a los 80 años, menos de cinco de mortalidad infantil por cada mil nacimientos vivos y carecemos de robo de infantes o tiroteos en Instituciones estudiantiles, entre otros genuinos valores humanos. Ello, en buena medida, gracias a un Estado generado por la propia Revolución Cubana, afincado en medios de producción y plustrabajo administrados en beneficio de las mayorías. Esto es verdadera democracia.
Claro está, es secreto a voces que estamos obligados a resolver serios problemas subjetivos, a construir la irreversibilidad de la Revolución dándole un puntapié a todo lo que se asocie a las indisciplinas sociales, las ilegalidades, el delito, el burocratismo y la corrupción, además de batallar vs. el formalismo, el verticalismo, el papeleo, el peloteo, el reunionismo, la insensibilidad, la subestimación de las ideas de los entendidos y el desprecio por encarar las opiniones contrarias, entre otras desgracias. Paralelamente, hemos de llevar a la práctica el pensamiento dialéctico y sustancialmente revolucionario-creador, y un quehacer acompañado de la sabia del poeta español Antonio Machado según la cual “no hay caminos, se hace camino al andar”; al tiempo que un elemento debe quedar desligado de la duda: aun cuando hayamos superados las limitaciones materiales que nos embargan, el éxito de nuestra marcha triunfal girará alrededor de la aprehensión de VALORES –con mayúscula y negritas– en infantes, adolescentes, jóvenes y adultos que convivan en este Verde Caimán.
Como he dicho otras veces, así ganamos la apuesta por un futuro luminoso en la mayor de las Antillas, todavía más si cubanas y cubanos creamos cada día una obra mejor, mayor aún en la magnitud en que adquiera cuerpo concreto el concepto de Revolución expuesto por el Comandante en Jefe y Primer Secretario del PCC, compañero Fidel, el 1ro de mayo de 2000, particularmente “luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.
Concluyo recordando lo que escribí en el periódico Adelante de mi natal Camagüey con el título “Existe y existirá el Socialismo en el mundo”, justamente el 30 de abril de 1991, cuando tenía lugar el proceso de bancarrota de la Unión Soviética y sus alrededores, mientras que la mayoría de gobernantes y politólogos de Occidente pensaban que Cuba iba a ser la próxima víctima, y el archipiélago nacional se adentraba a los difíciles y gloriosos días de inicio del Período Especial: “La fiesta del imperialismo se acabará más temprano que tarde porque, como bien sabemos los patriotas cubanos, ¡el futuro pertenece al Socialismo!”. He aquí un mensaje para el Sr. Medem.
Noel Manzanares Blanco