Sobre la Cumbre en Washington
En realidad es poco lo que surge de la reunión y no podría ser de otra manera, pues hasta ahora el tema ha sido tratado en forma “nacional” por cada país, siendo que la crisis es un tema global que requiere respuestas integrales y mundiales. No alcanza con decir que la crisis es de EEUU, o que empezó en EEUU. Es evidente que la crisis es de la economía mundial. Otro de los problemas pasa por concentrar el tema en la dimensión financiera y es por ello que las principales recomendaciones estuvieron concentradas: a) en la regulación de las calificadoras de riesgo; b) los derivados financieros y el control sobre las entidades bancarias de inversión no controladas o insuficientemente reguladas y en el conjunto de instrumentos financieros productos de la ingeniería financiera desarrollada en los últimos años; c) en los organismos financieros internacionales, con el intento de reflotar al FMI en sus funciones de asistencia financiera, para lo cual hay que dotarlo de mayores recursos (Japón habla de contribuir con 100.000 millones de dólares al efecto). En rigor, el problema no es solo financiero, sino económico, e incluso de carácter civilizatorio, afectando el orden social en conjunto.
El problema de fondo es el orden capitalista, y no alcanza con pensar en “otro capitalismo” tal como indicó la presidenta de la Argentina en el cónclave de los jefes de gobierno. No alcanzan con cambios cosméticos en el orden capitalista, sino que hacen falta profundas modificaciones al orden socioeconómico vigente. No es un problema de que la crisis pasa ahora de lo financiero a lo productivo y por lo tanto resolviendo algunas regulaciones todo se normaliza; sino de cambiar también el modelo de producción y en consecuencia la circulación. En definitiva, producción y circulación en conjunto. La crisis no es de las finanzas y su difusión en la economía real, sino que es una crisis económica que objetivamente cuestiona el modelo de producción capitalista.
Nada de esto último fue parte del debate en Washington y por eso George W. Bush (desprestigiado internacional y localmente) insistió en la defensa del capitalismo, el libre cambio y la apertura de la economía. EEUU presionó al G20 para incluir en la resolución final una apelación para un final de la Ronda de Doha que se negocia en la OMC. El objetivo es la liberalización de la economía mundial y que varios países entre los presentes vienen rechazando, ya que los países capitalistas desarrollados piden facilitar el ingreso de bienes industriales a nuestros países y protegen sus mercados del ingreso de productos primarios. Mientras ellos demandan apertura, no dudan en destinar gigantescos subsidios a la producción y exportación, potenciando la asimetría de la inserción de las empresas y los países en el mercado mundial.
Algunos imaginaron que esta reunión sería un “Bretton Woods II”, a imagen y semejanza del de 1944 cuando al final de la segunda guerra se organizó el orden mundial bajo hegemonía del dólar y EEUU. El problema es que ahora no existe una potencia de reemplazo, sin perjuicio de que China puede terminar siendo una de los países que adquiera mayor protagonismo en el orden multipolar que pretenden los países en desmedro de la unipolaridad ejercida por EEUU. Hoy no existe esa potencia militar, económica con fortaleza suficiente para encarar un nuevo liderazgo del sistema mundial, tal como ocurrió en la posta traspasada de Inglaterra a EEUU en las postrimerías de la segunda guerra.
Al mismo tiempo que se realizaba el encuentro de los presidentes se realizó en varias ciudades del mundo un día de acción global. En la Argentina, en Rosario y Buenos Aires se realizaron acciones de un conjunto de organizaciones sociales y personalidades para difundir una carta dirigida a la Presidente de la Argentina relativa a la preocupación y rechazo por la presencia de Cristina Fernández en la Cumbre de Washington. La misiva encabezada por Adolfo Pérez Esquivel “pone en discusión las políticas hegemónicas en los últimos treinta años en el ámbito mundial que promovieron la liberalización de la economía a favor del capital transnacional”. La nota critica a quienes visualizan este encuentro “como una importante oportunidad para fortalecer los cimientos del capitalismo, al abordar como mejorar la liberalización del comercio y la inversión”. Se critica el libre comercio y a los organismos internacionales para proponer un conjunto de medidas que apuntan en resolver los problemas de los pueblos y no de los bancos o de quienes propiciaron la crisis. Se sustentan propuestas de integración alternativa y de nuevo orden mundial sobre la base del protagonismo popular en la toma de decisiones. Es el camino de la protesta y la constitución de sujetos para enfrentar la estrategia del poder.
Puede verificarse entonces la crisis y los problemas del capitalismo para superarla. Un asunto adicional a considerar es la capacidad de construir propuesta alternativa al capitalismo. Si el capitalismo está en crisis, es un problema también la estrategia de confrontación al capitalismo y la constitución de propuestas anticapitalistas y por el socialismo. Es un tema que empieza a discutirse en algunas de las realidades sociales y políticas de la región latinoamericana y caribeña, aunque debe consignarse que esas voces estuvieron ausentes en el debate en Washington, salvo en la protesta callejera, en esa y otras ciudades del mundo. Se discute la crisis, sí, pero también la posibilidad de otro orden social para la sociedad. No solo está cuestionado el neoliberalismo, sino también el capitalismo.
Julio Gambina
ALAI AMLATIN
- Julio C. Gambina es profesor Titular de Economía Política en la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.