Enfrentar el avance de la derecha con mayor calidad de organización popular |
La desaparición del compañero Jorge López, cuyo testimonio fue fundamental para encarcelar de por vida al asesino Echecolatz bajo la figura de genocidio, ha enrarecido definitivamente la atmósfera del país. Se multiplican las amenzas a los luchadores populares, y a jueces y fiscales que investigan a los represores. A los avances de la extrema derecha parapetados fundamentalmente detrás de la figura de Blumberg, se ha agregado la aparición mediática de sectores organizados de las fuerzas armadas y de seguridad junto con grupos de civiles y eclesiásticos que reivindican la dictadura genocida y el terrorismo de estado. La confirmación oficial de que aún perduran en las instituciones del estado individuos que participaron en “grupos de tareas” durante los años de plomo, no hace más que dejar a las claras la responsabilidad y la complicidad con ellos de los sucesivos gobiernos “democráticos” desde el ’83 hasta la fecha, y su carácter antipopular. Es que esos gobiernos –incluído el actual- administraron el estado defendiendo el interés de los dueños del poder económico en contra de los intereses del pueblo. Por eso reprimieron cada lucha de las mayorías asalariadas y desocupadas por dignificar sus vidas. Por eso mantuvieron intacto el aparato represivo, recurriendo a esa “mano de obra” entrenada durante la dictadura. Que los “señores” Solá y Kirchner “descubran” ahora su existencia suena a cargada: como si ellos no hubieran tenido nada que ver en el manejo de la cosa pública en la última década y media. Ahí están los vergonzosos hechos en el Hospital Francés para demostrar cómo se manejan estos nefastos personajes. El aparato de disciplinamiento social no sólo abarca a las instituciones oficiales de seguridad, sino a los “camisas pardas” de los partidos del sistema –principalmente del peronismo en su actual expresión, el kirchnerismo-: las patotas, dirigidas fundamentalmente por los caciques sindicales que han traicionado a su clase. Quedan expuestos entonces los puntos de contacto entre el fascismo y el doble discurso, pues, aunque en la retórica parecen enfrentados, uno es consecuencia del otro. Los dos son funcionales a los intereses de los mismos amos: los explotadores. En definitiva, del capitalismo y el estado burgués. De ello son cómplices también –cuando no activos actores- los sectores que desde el campo popular apoyan semejantes atrocidades. Un párrafo aparte merecen las palabras de la señora de Bonafini, que, respecto de la desaparición del compañero López, intentó victimizar a la víctima, poniendo en duda su honorabilidad y credibilidad, al mejor estilo del “algo habrán hecho” de la dictadura. En ese marco, el gobierno continúa con su política de saqueo al pueblo: el miércoles pasado el senado convirtió en ley el proyecto oficial sobre hidrocarburos, que continúa la línea entregadora de los ’90 del menemato y la Alianza; aumenta los subsidios a las privatizadas, e insiste en su intención de promulgar una nueva ley educativa que ponga a la educación bajo el paraguas de los intereses de las empresas y no del pueblo. Las declaraciones de la Senadora Fernandez de Kirchner en EEUU en defensa del sistema capitalista, y el campanazo en Wall Street por parte del santacruceño demuestran el carácter de clase de este gobierno. Este escenario encuentra a la izquierda envuelta en la dispersión y la confusión de siempre. Creemos que es necesaria otra disposición para el momento, dejando atrás los egoísmos y vanidades: si no nos une el amor, que nos una el espanto. Un espacio de discusión fraternal para enfrentar la coyuntura se torna imprescindible, entonces. Podemos empezar por cuidarnos las espaldas entre los que luchamos por una sociedad sin explotadores ni explotados. En ese sentido, la marcha del próximo miércoles 18 por la aparición con vida de Jorge López será un hito fundamental, al que debemos volcar todas nuestras energías. Pero debemos apuntar hacia algo más estratégico, un ámbito unitario que potencie nuestras identidades y proporcione una base mucho más sólida en la lucha por el poder. Un agrupamiento sin condicionaientos electoraleros ni iluminados que nos digiten desde su óptica cerrada y sectaria. Podría ser el comienzo de un camino que nos lleve a un Congreso de la Izquierda, y a la tan declamada y necesaria unidad de los revolucionarios. volver |