Editorial de Julio 2009
Las elecciones legislativas fueron un golpe mortal al proyecto kirchnerista, que perdió alrededor de 2.500.000 de votos respecto del 2007
AVANZA LA DERECHA, PERO HAY OTRO CAMINO QUE CONSTRUIR
Acabamos de atravesar otras elecciones nacionales. Este acontecimiento obliga, como siempre, a intentar sacar conclusiones políticas con vista a futuro
El enfrentamiento principal fue librado por los representantes políticos de distintas fracciones de la gran burguesía monopolista local e internacional, lo cual determina inequívocamente que en este juego en el que cualquiera de ellos puede ganar, el que siempre lleva las de perder es el pueblo, en especial los trabajadores y demás sectores oprimidos y marginados, ya que está quedando cada vez más clara la continuidad, con algún cambio de ropaje, de un "modelo" neoliberal, antinacional y antipopular, lo que implica una mayor explotación de los laburantes y un creciente saqueo de nuestras riquezas naturales.
Más allá de las consideraciones que se puedan tener sobre Pino Solanas y su Proyecto Sur, resulta un hecho positivo el desenvolvimiento de esa fuerza en la jornada del pasado 28, ya que en un contexto de castigo al oficialismo kirchnerista, el voto al cineasta aparece como el más coherente con un discurso que va a contramano de las políticas que hegemonizan nuestra sociedad desde los '90 (encarnadas hoy por Macri, De Narváez, Reutemann y la oligarquía sojera): en este caso, se votó por la recuperación del petróleo y los demás recursos estratégicos, la recuperación de los ferrocarriles y las empresas de servicios privatizadas, asignándole al Estado un rol que las clases dominantes se encargaron de demonizar en los últimos años de nuestra historia. Si bien esto es sólo un ápice de lo que realmente hay que realizar para lograr la sociedad que soñamos, aparece como un enorme avance la reivindicación de esas ideas, y demuestran que no todo está perdido. Cuidado hay que tener de no contribuir a repetir errores del pasado, corporizados en nefastas experiencias como el Frente Grande, el Frepaso o la Alianza, estructuras que no se planteaban ir más allá del posibilismo del progresismo, en definitiva siempre funcional a los intereses de las clases dominantes. Está en nosotros el generar las condiciones para llevar aquellas propuestas de recuperación del patrimonio del pueblo, más allá de la simple reivindicación de la soberanía nacional, hacia la liberación social y el socialismo.
No es tampoco un dato menor el aumento del porcentaje de los ciudadanos que no votaron, que orilla el 30%, además del voto en blanco, nulos o impugnados, cifras ocultadas o muy poco mencionadas por los grandes medios de difusión, que nuevamente, como era de esperar, jugaron un papel destacado y para nada objetivo en la contienda electoral.
Por el otro lado, nos encontramos con el reiterado y triste papel de los partidos de izquierda, ya sea de los que infantilmente se niegan a dar pelea "por principios" en un escenario más de la lucha de clases como lo es el electoral, como de los que decidieron participar en las elecciones ya sea solos o en ínfimas alianzas prefabricadas a último momento, luego de que entre varios de ellos se pelearan por cargos, es decir por los primeros lugares en las listas electorales. ¡ Cuándo aprenderán que juntar dos o tres enanos, no hacen un hombre alto !
Siguen siendo así meros adornos de las elecciones burguesas, condenados a la marginación política. Sus dirigencias son gloriosos y consecuentes "mariscales de las derrotas", con todo el respeto que nos merecen por supuesto, sus militantes de base, con los cuales nos seguiremos encontrando hombro con hombro en las luchas de nuestro pueblo.
Por cierto que el más grave error, que tiene que ver con el sectarismo y el hegemonismo, es creer dogmáticamente que un solo partido, supuestamente dueño absoluto de la verdad y de la revolución, puede enfrentar nada menos que a un poderoso bloque de poder hegemónico, económico, político, cultural y militar . Es como querer pelear contra un enorme y muy agresivo elefante, con un pequeño alfiler.
En consecuencia, todas estas primeras y breves conclusiones, nos obligan a seguir luchando con más empeño por una real y fuerte alternativa unitaria, obrera y popular, para frenar los inmediatos intentos de los capitalistas de hacerle pagar su crisis al pueblo, con más despidos, suspensiones o baja de salarios, considerándola a la vez como la única opción posible para vencer a un enemigo de tales dimensiones.
En este sentido, continúa siendo prioridad fundamental el llevar a cabo una intensa lucha ideológica-cultural, a fin de concientizar e ir logrando una participación masiva y organizada de la población, partiendo siempre del concepto básico de que las profundas transformaciones sociales las hacen los pueblos, en base a un proyecto asumido en común, y no un grupo de elegidos e iluminados.
No caer tampoco en la trampa en la que nos quiere encerrar el sistema, planteando que la única opción viable es entre dictadura militar o democracia burguesa, fundamentada en una constante prédica posibilista y de resignación. Si no rompemos con estos barrotes, seguiremos llamando “libertad” a dar algunas vueltas dentro de una jaula.
Por tal razón, hemos apostado - y lo seguiremos haciendo - a un espacio unitario como "Otro camino para superar la crisis", donde se ha aprobado por consenso un programa que no es solo para las elecciones, aunque para la coyuntura se presentó como "voto programático", sino que se plantea con toda claridad la labor a desarrollar:
"Para hacer realidad este programa, necesitamos organizarnos desde abajo. Construir en la lucha y en las calles el poder popular que sea la base de una democracia verdadera, asentada en los intereses y necesidades del pueblo y no en los del poder económico."
En esta difícil y compleja batalla de clases, creemos que es necesario a la vez ampliar dicho espacio, convocando a todas las organizaciones políticas y sociales que coincidan con el mencionado programa, e incluso puedan enriquecerlo con nuevos aportes. En este aspecto, también es muy clara y precisa la mencionada declaración:
"Solo la unidad, la organización y la lucha popular, irán creando las condiciones para el cambio social, que nos permita acabar con el capitalismo y abrir camino a una sociedad sin explotación ni opresión, una sociedad socialista."
Finalmente, en un contexto de aparente meseta de la crisis mundial en los claustros financieros, pero de permanencia de la ebullición social en todo el mundo, mientras en las elecciones al parlamento europeo la abstención fue del 60%, el golpe militar en Honduras, contra la figura del presidente Zelaya, quien anuló el TLC con EEUU y adhirió al ALBA, aparece como una sombra anacrónica y amenazante al proceso de luchas encarnado por los pueblos de Nuestramérica. Es innegable el papel de los sectores más retrógrados de la derecha yanqui en la revuelta uniformada hondureña, que parece haber lanzado un "globo de ensayo" para intentar frenar ese proceso. La reacción de los gobiernos de la región, y el sorprendente papel de la OEA para reponer a Zelaya, aparecen como datos saludables para enfrentar esas oscuras intenciones, y sólo pueden explicarse por el protagonismo adquirido por las mayorías populares en la región.
POR LA CONSTRUCCIÓN DE UN SÓLIDO BLOQUE DE PODER DE LOS TRABAJADORES Y DEMÁS SECTORES POPULARES PARA LA LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL DE NUESTRA PATRIA.
REPUDIO TOTAL AL GOLPE PRO IMPERIALISTA EN HONDURAS. SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DE SU PUEBLO Y CON TODOS LOS PUEBLOS EN LUCHA POR SU LIBERACIÓN.
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