PLANETA EN PELIGROELN de Colombia
Las alarmas están prendidas en el mundo, todos hacen referencia al acelerado cambio climático global producido por el aumento de concentraciones de los gases que producen el efecto invernadero, causa principal del recalentamiento del planeta y por tanto de los efectos devastadores que se desprenden de éste: deshielo de los polos, elevación del nivel de los océanos, perturbaciones climáticas que producen inundaciones, huracanes, sequías, incendios, acidificación del océano y plagas. Los primeros seis años del siglo XXI fueron los más calientes de los últimos 100 años.
Inundaciones de ciudades y países, sequías e incendios ya producen contingentes importantes de “refugiados climáticos” y en los años venideros se contarán por cientos de millones, pues a los desastres mencionados hay que sumarle la afección de la agricultura que incrementará la pobreza y el hambre, y la propagación de las enfermedades, como se ha visto en esta última década.
La ausencia de verdaderos controles ambientales en el mundo dejan ver, en lo concreto, el catastrófico futuro que está por venir: El sur de África padece una epidemia de malaria, las sequías en el centro de este continente, las islas del Pacífico Sur amenazadas por el nivel de las aguas y la carencia de agua potable se extiende por Asia y África.
El Protocolo de Kioto, que busca reducir a nivel mundial los gases que producen el efecto invernadero, fue ratificado en 1990 por 169 países. Australia y Estados Unidos se negaron a firmarlo. Siendo vicepresidente de los Estados Unidos en ese entonces Al Gore, tanto él como Clinton no jugaron el liderazgo para que el Congreso lo aprobara, o en últimas pudo haberse emitido una orden ejecutiva para meter el país en el Protocolo.
Es importante que entre los premios Nobel de este año, se busque tener en cuenta a quienes luchan por la defensa de los ecosistemas y del planeta, pero habría que preguntarse si Al Gore había hecho los méritos para estar entre los laureados, pues durante su permanencia como el segundo del gobierno de los Estados Unidos no hizo lo que correspondía para que su país, responsable de 25 por ciento de la contaminación planetaria, estuviese a tono con las exigencias que el mundo le hacía.
La campaña de Al Gore ha estado más referida a defender la propuesta de sustituir los combustibles derivados de los hidrocarburos, por agrocombustibles, que no es otra cosa que impulsar la producción de 35.000 millones de barriles de dicho combustible para alimentar la economía consumista estadounidense, impulsada este año por Bush, que traerá como consecuencia una deformación sustancial del papel de agricultura como una de las principales fuentes para la alimentación de la humanidad, para colocarla ahora a alimentar autos.
El mundo atraviesa por otro momento de singular preocupación. Según las Naciones Unidas, a partir de 2007, la mayoría de los seres humanos están viviendo en las grandes ciudades, en ciudades que albergan más de 10 millones de habitantes. El proceso de urbanización es creciente, sin que puede decirse cuando pueda detenerse, hoy 414 ciudades tiene más de un millón de habitantes. Esta tendencia ha modificado el estilo de vida de grandes concentraciones humanas, y va en detrimento de los ecosistemas amenazando la existencia misma de la naturaleza.
La afección a las especies vivientes es imparable, estamos presenciando una extinción masiva de especies sin precedentes en 65 millones de años. En menos de 100 años las dos terceras partes de las especies actuales habrán desaparecido de la Tierra.
La Lista Roja de La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), considerada la evaluación más efectiva del estado actual de la biodiversidad del Planeta, este año señala que 41.415 especies están amenazadas, de las cuales 16.306 están en peligro de extinción, superando en 200 al año pasado. Señala además que en el último año desaparecieron 785 especies.
Lo que se pensaba sucedería en el futuro, es un asunto del presente, las medidas que debían tomarse en el pasado, hoy no es mucho lo que pueden ayudar a contener la catástrofe. No se puede desestimar las medidas individuales o costumbres de consumo, pero se requieren medidas que comprometan a los Estados responsables del cambio climático.
No podemos dejar de señalar que es el capitalismo, en su desaforado afán de enriquecimiento individualista, el que ha introducido prácticas productivas, patrones de vida y de consumo, que han colocado en riesgo al planeta y por tanto produce un desarrollo insostenible para la vida misma.
Hoy debemos caminar hacia la edificación de conceptos y prácticas que den cuenta de una interrelación más completa y compleja, que abarque a la totalidad de la especie humana, el ecosistema, el planeta y el cosmos, una ética que proyecte comportamientos del ser humano en estos cuatro ámbitos. Sólo así será viable la vida en el futuro y por tanto la existencia de la humanidad.
Hay que replantearse nuestra manera de vivir en este planeta.
Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN)
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