El
partido marxista-leninista
Este pequeño
libro está destinado a iniciar a los militantes del Partido, en
el amplio y riquísimo acervo de las ideas marxistas-leninistas.
La elección
de los temas es simple y efectiva. Se trata de un capítulo del
Manual de marxismo-leninismo de Otto V. Kuusinen y de una serie
de discursos de Fidel Castro. La selección es buena porque en el
capítulo del Manual de marxismo-leninismo se sintetiza la
experiencia de los partidos hermanos y se da un esquema general de lo
que debe ser y cómo debe actuar un partido marxista-leninista,
y en la sucesión de discursos del compañero Fidel se ve
desfilar la historia política de nuestros país a través
de las palabras en algunos casos autobiográficos, del dirigente
de la Revolución.
Las dos cosas están
íntimamente ligadas, la teoría general como expresión
de las experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética
y de los partidos marxista-leninistas de toda la humanidad y la aplicación
práctica de estas ideas generales a nuestras especiales características.
De las peculiaridades que dan el marco al desarrollo de los acontecimientos
sociales en esta región del mundo, no debe inferirse que existan
excepciones históricas; simplemente, en el marco general de la
teoría, hija de la experiencia, cabe el caso específico
de la situación cubana que agrega nuevas experiencias al movimiento
obrero del mundo.
El manual nos enseña
con meridiana claridad qué es un partido marxista leninista: «personas
fundidas por una comunidad de ideas que se agrupan para dar vida a las
concepciones marxistas, es decir, para llevar a cabo la misión
histórica de la clase obrera.» Explica además cómo
un partido puede vivir aislado de la masa, cómo debe estar en permanente
contacto con ella, cómo debe ejercer la crítica y la autocrítica
y ser muy severo con sus propios errores; cómo no debe basarse
solamente en conceptos negativos de lucha contra algo, sino también
en conceptos positivos de lucha por algo, cómo los partidos marxistas
no pueden cruzarse de brazos esperando que las condiciones objetivas y
subjetivas, formadas a través del complejo mecanismo de la lucha
de clases, alcancen todos los requisitos necesarios para que el poder
caiga en manos del pueblo como una fruta madura. Enseña el papel
dirigente y catalizados de este partido, vanguardia de la clase obrera,
dirigente de su clase, que sabe mostrarle el camino el triunfo y acelerar
el paso hacia nuevas situaciones sociales. Insiste en que aún en
los momentos de reflujo social, es necesario saber retroceder y mantener
firmes los cuadros para apoyarse en la próxima ola y avanzar más
lejos, hacia el fin fundamental del partido en la primera época
revolucionaria, que es la obtención del poder.
Y es lógico
que este partido lo sea de clase. Un partido marxista-leninista mal podría
ser de otra manera; su misión es buscar el camino más corto
para lograr la dictadura del proletariado y sus militantes más
valiosos, sus cuadros dirigentes y su táctica salen de la clase
obrera.
No puede concebirse
que la construcción del socialismo se inicie con un partido de
la clase burguesa, con un partido que tuviera entre sus integrantes una
buena cantidad de explotadores y éstos fueran encargados de fijar
su línea política. Evidentemente, una agrupación
de ese tipo sólo puede dirigir la lucha en una etapa de liberación
nacional, hasta ciertos niveles y en determinadas circunstancias. En el
momento siguiente, la clase revolucionaria se convertiría en reaccionaria
y se establecerían nuevas condiciones que obligarán a la
aparición del partido marxista-leninista como dirigente de la lucha
revolucionaria. Y ya, en América al menos, es prácticamente
imposible hablar de movimientos de liberación dirigidos por la
burguesía. La Revolución cubana ha polarizado fuerzas; frente
al dilema pueblo o imperialismo, las débiles burguesías
nacionales eligen el imperialismo y traicionan definitivamente a su país.
Se pierde casi totalmente la posibilidad de que en esta parte del mundo
se produzca un tránsito pacífico al socialismo.
Si el partido marxista-leninista
es capaz de prever las etapas históricas a sobrevenir y es capaz
de convertirse en bandera y vanguardia de un pueblo aún antes de
haber liquidado la etapa de liberación nacional -tratándose
de nuestros países colonizados- entonces ese partido habrá
cumplido una doble misión histórica y podrá afrontar
las tareas de la construcción del socialismo con más fuerza,
con más prestigio entre las masas.
Luego vienen la experiencia
cubana; experiencia rica por todo lo que tiene de nuevo, por todo lo que
tiene de vigoroso en esta época de desarrollo de la revolución
americana y también por lo rico en enseñanzas que son sus
errores, analizados y corregidos públicamente, en contacto con
las masa y ante el juicio de la opinión pública.
Particularmente importantes
son los discursos del compañero Fidel referidos al Partido Unido
de la Revolución Socialista y a los métodos de trabajo empleados
en las ORI que marcan dos etapas fundamentales de nuestro desarrollo.
En la primera se expresa la confusión franca de un revolucionario
cabal que ha llegado al pináculo del camino ascendente de la evolución
de su pensamiento y proclama sin dudas, ante el mundo, su profesión
de marxista-leninista. Pero lo hace, no como una simple afirmación
verbal, sino mostrando los rasgos, los hechos más salientes de
la evolución del dirigente, de la evolución del movimiento
y del Partido hacia una conjugación destinada a integrar el Partido
Unido de la Revolución Socialista.
Analizándose
a sí mismo, el compañero Fidel reconoce la cantidad de concepciones
regresivas que el medio había inculcado en él; cuenta cómo
instintivamente fue luchando contra esas concepciones y forjándose
en la lucha, cuenta de sus dudas y explica el por qué de esas dudas
y cómo se resolvieron.
Es esta etapa el Movimiento
26 de Julio constituía algo nuevo, muy difícil de definir;
Fidel Castro, héroe del Moncada, prisionero de Isla de Pinos, entrena
un grupo de expedicionarios que tiene como misión alcanzar las
costas de Oriente, iniciar el incendio revolucionario de la provincia
y separarla del resto de la isla en un primer momento o avanzar inconteniblemente,
de acuerdo con las condiciones objetivas, hasta la propia Habana, en una
sucesión de victorias más o menos sangrientas.
La realidad golpeó
sobre nosotros; no estaban dadas todas las condiciones subjetivas necesarias
para que aquel intento cristalizara, no se habían seguido todas
las reglas de la guerra revolucionaria que después aprenderíamos
con nuestra sangre y la sangre de nuestros hermanos en dos años
de dura lucha. Fuimos derrotados y allí comenzó la más
importante historia de nuestro movimiento. Allí se mostró
su verdadera fuerza, su verdadero mérito histórico; nos
dimos cuenta de los errores tácticos cometidos y de que faltaban
algunos factores subjetivos importantes; el pueblo tenía conciencia
de la necesidad de un cambio, faltaba la certeza de su posibilidad. Crearla
era la tarea, y en la Sierra Maestra comienza el largo proceso que sirve
de catalizador al movimiento entero de la Isla y que va provocando huracanes
ininterrumpidos, incendios revolucionarios ininterrumpidos en todo el
territorio.
Se empieza a demostrar
con los hechos que el Ejército Revolucionario, con la fe y el entusiasmo
del pueblo correctamente encaminados, en condiciones favorables para la
lucha, puede ir aumentando su fuerza mediante el adecuado uso de las armas
y destruir un día el ejército enemigo. Esa es una gran lección
en nuestra historia. Antes de lograr el triunfo, ha ido cambiando la correlación
de fuerzas hasta convertirse en inmensamente favorable al movimiento revolucionario;
se han creado las condiciones subjetivas necesarias para realizar el cambio
y provocado la crisis de poder esencial para el mismo. Se da una nueva
experiencia revolucionaria a América, se demuestra cómo
las grandes verdades del marxismo-leninismo se cumplen siempre; en este
caso, que la misión de los dirigentes y de los partidos es la de
crear todas las condiciones necesarias para la toma de poder y no convertirse
en nuevos espectadores de la ola revolucionaria que va naciendo en el
seno del pueblo.
Al mismo tiempo, al
mostrar la necesidad de que los núcleos armados que defienden la
soberanía popular están a cubierto de sorpresas, de ataques,
de aniquilamientos, indica la importancia de que la lucha armada tenga
por escenario los terrenos más favorables a la guerra de guerrillas,
es decir, los lugares más accidentados de las zonas rurales. Ese
es otro aporte de la Revolución a nuestra lucha de emancipación
americana; del campo se va a la ciudad, de menos a mayor, creando el movimiento
revolucionario que culmina en La Habana.
En otra parte Fidel
expresa claramente: condición esencial del revolucionario es saber
interpretar la realidad. Refiriéndose a la huelga de abril, explica
cómo no supimos interpretarla en ese momento y por ello sufrimos
una catástrofe. ¿Por qué se declara la huelga de abril?
Porque había en el seno del movimiento una serie de contradicciones
que nosotros llamamos de la Sierra y del Llano y que se hacía patentes
a través del análisis de los elementos considerados fundamentales
para decidir la luchas armada, los que eran diametralmente diferentes
en cada una de las alas.
La Sierra estaba dispuesta
a derrotar al ejército cuantas veces fuera necesario, ir ganándole
batalla tras batalla, conquistando sus armamentos y llegar algún
día a la toma total del poder sobre la base de su Ejército
Rebelde. El Llano era partidario de la lucha armada general en todo el
país con un epílogo de huelga general revolucionaria que
expulsara a la dictadura batistiana y sentara la autoridad de los «civiles»
como gobernantes convirtiendo al nuevo ejército «apolítico».
El choque de esta
tesis es continuo y no es lo más adecuado para la unidad de mando
que se requiere en momentos como éste. La huelga de abril es preparada
y decretada por el Llano con la anuencia de la dirección de la
Sierra que no se siente capaz de impedirla, aunque tiene serias dudas
sobre su resultado y con las expresas reservas del PSP que advierte el
peligro a tiempo. Los comandantes revolucionarios van al Llano para ayudarla
y así Camilo Cienfuegos, nuestro inolvidable Jefe del Ejército,
empieza a hacer sus primeras incursiones en la zona de Bayamo.
Estas contradicciones
tiene una raíz más honda que las discrepancias tácticas:
el Ejército Rebelde ya es ideológicamente proletario y piensa
en función de clase desposeída; el Llano todavía
sigue pequeño burgués, con futuros traidores en su dirección
y muy influenciado por el medio en que se desenvuelve.
Era una lucha menos
por el control interno, en el marco de la gran lucha revolucionaria por
el poder. Los recientes acontecimientos de Argelia se explican claramente
por analogía con la Revolución cubana: el ala revolucionaria
no se deja desplazar del poder y lucha conquistándolo íntegro,
el Ejército de Liberación es el representante genuino de
la revolución que triunfa.
Los choques se suceden
periódicamente y solamente se logra la unidad de mando (todavía
no acatada por todos, sin embargo) cuando Fidel es nombrado Primer Ministro,
algunos meses después de logrado el triunfo de la Revolución.
Hasta ese momento ¿qué habíamos hecho?; habíamos
adquirido, como dijera Fidel, el derecho a empezar. Sólo habíamos
culminado una etapa que se basaba en la lucha a muerte contra el sistema
establecido en Cuba, representado en el dictador Batista, pero el hecho
de seguir consecuentemente una línea revolucionaria tendente a
mejorar el estado de nuestra sociedad y liberarla lo más posible
de todas la trabas económicas, nos llevaba por fuerza a una lucha
frontal con el imperialismo.
Para el desarrollo
y profundización de nuestra ideología el imperialismo ha
sido un factor muy importante; cada golpe que nos daba precisaba una respuesta;
cada vez que reaccionaban los yanquis, con su soberbia habitual, tomando
alguna medida contra Cuba, nosotros teníamos que tomar la contramedida
necesaria y de esta manera iba profundizándose la Revolución.
El Partido Socialista
Popular entraba en este frente y los compañeros de vieja militancia
revolucionaria y los compañeros que llegaban al poder a través
de la luchas en la Sierra empezaban una tarea de fusión. Ya en
ese momento Fidel advertía contra algunos peligros del sectarismo
y criticaba al que restregara en la nariz de otros los 15 o 20 años
de militancia y el sectarismo de las barbas en la Sierra o del tiratiros
de la ciudad.
En la época
de la lucha armada había un grupo de compañeros que trataban
de defender al movimiento del aparente caudillismo del compañero
Fidel y cometieron el mismo error, que se repitiera después en
la época del sectarismo, de confundir los grandes méritos
del dirigente, los grandes méritos del líder de la Revolución
y sus innegables dotes de mando, con el individuo cuya única preocupación
era asegurarse el apoyo incondicional de los suyos y establecer un sistema
de caudillaje. Fue una lucha de principios falsos llevada por un grupo
de compañeros, lucha que no terminó siquiera el primer de
enero o el momento en que Fidel asumiera el cargo de Primer Ministro,
sino mucho después, cuando el ala derecha del 26 de Julio era destrozada.
Así cayeron, por oponerse a la voluntad popular, Urrutia, Miró
Cardona, Ray, Hubert Matos, David Salvador y tantos otros traidores.
Surge, después
de la victoria total contra el ala derecha, la necesidad de estructurar
un partido: el Partido Unido de la Revolución, exponente del marxismo
leninismo en las condiciones de Cuba. Debiera ser un organismo ligado
a las masas y por cuadros estrictamente seleccionados, de una organización
centralizada y elástica a la vez y, para todo ello, confiábamos
ciegamente en la autoridad ganada en muchos años de lucha por el
Partido Socialista Popular, haciendo dejación casi total de nuestros
criterios organizativos. De esta manera se fueron creando una serie de
condiciones para que madurara el fruto del sectarismo.
En el proceso de estructuración,
el compañero Aníbal Escalante se encargaba de la organización
y comenzaba una etapa negra aunque, felizmente, muy corta, de nuestro
desarrollo. Se erraba en los métodos de dirección; el Partido
perdía sus cualidades esenciales de ligazón a las masas,
del ejercicio del centralismo democrático y del espíritu
de sacrificio. Recurriendo a veces, a verdaderos malabarismos se colocaban
gentes sin experiencia y sin méritos en lugares dirigentes, por
el hecho de haberse acomodado a la situación imperante.
Las ORI pierden su
función de motor ideológico -y de control de todo el aparato
productivo a través de esta función- y pasa a ser un aparato
administrativo; en estas condiciones, los llamados de alerta que debían
venir de las provincias, explicando la serie de problemas que allí
existían, se perdían, porque quienes debían analizar
el trabajo de los funcionarios administrativos eran precisamente los dirigentes
del núcleo que cumplían una doble función de partido
y de administración pública.
La etapa de los conceptos
equivocados, de las equivocaciones garrafales y de los trasplantes mecánicos
ha finalizado, afortunadamente. Las viejas bases en que se fundara este
engendro sectario se han roto.
Frente a los interrogantes,
la decisión de la Dirección Nacional presidida por Fidel
fue volver a las masas, recurrir a las masas, y así se estableció
el sistema de consulta de todos los centros de trabajo para la elección
de los obreros ejemplares por la masa, la posibilidad de ser seleccionados
para integrar los Núcleos del Partido, de un partido íntimamente
unido a ellas.
Como parte de los
cambios del Partido se reformó el sistema de educación,
premiando con ella, no como en momentos pasados, a los amigos, a los «claros»,
a los «bachilleres del marxismo», sino a los mejores trabajadores,
a los hombres que han demostrado con su actitud frente a la Revolución,
con su trabajo diario y su entusiasmo y espíritu de sacrificio
las superiores dotes de miembro del partido dirigente.
De acuerdo con eso
se han cambiado todos los criterios y empieza una nueva época de
vigorización del Partido y de los métodos. Se abre ante
nosotros un amplio y luminoso camino de construcción socialista
en la que al Partido le toca la tarea de conducción. Esa conducción
no será la de la orden mecánica y burocrática, la
del control estrecho y sectario, la del mandar hacer, la del consejo que
debe seguirse en cuanto a expresión verbal y no por constituir
un ejemplo vivo, la del privilegio de las ideas o de la historia pasada.
El partido del futuro
estará íntimamente unido a las masas y absorberá
de ellas las grandes ideas que después se plasmarán en directivas
concretas; un partido que aplicará rígidamente su disciplina
de acuerdo con el centralismo democrático y, al mismo tiempo, donde
existan, permanentes, la discusión, la crítica y la autocrítica
abiertas, para mejorar el trabajo continuamente. Será en esta etapa
un partido de cuadros, de los mejores, y éstos deberán cumplir
su tarea dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir
las experiencias hacia las esferas superiores, transmitir a las masas
las directivas concretas y ponerse en marcha al frente de éstas.
Primeros en el estudio, primeros en el trabajo, primeros en el entusiasmo
revolucionario, primeros en el sacrificio; en todo momento los más
buenos, más puros, más humanos que todos los otros, deben
ser los cuadros de nuestro partido.
Porque hay que recordar
siempre que el marxista no es una máquina automática y fanática
dirigida, como un torpedo, mediante un servomecanismo hacia un objetivo
determinado. De este problema se ocupa expresamente Fidel en una de sus
intervenciones: «¿Quién ha dicho que el marxismo es la
renuncia de los sentimientos humanos, al compañerismo, al amor
al compañero, al respeto al compañero, a la consideración
al compañero? ¿Quién ha dicho que el marxismo es no
tener alma, no tener sentimientos? Si precisamente fue el amor al hombre
lo que engendró el marxismo, fue el amor al hombre, a la humanidad,
el deseo de combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir
la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida
por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos Marx surja
el marxismo cuando precisamente podía surgir el marxismo, cuando
precisamente podía surgir una posibilidad real y más que
una posibilidad real, la necesidad histórica de la Revolución
social de la cual fue intérprete Carlos Marx. Pero, ¿qué
lo hizo ser ese intérprete sino el caudal de sentimientos humanos
de hombres como él, como Engels, como Lenin?»
Esta apreciación
de Fidel es fundamental para el militante del nuevo partido, recuérdenlo
siempre, compañeros, grábenselo en la memoria como su arma
más eficaz contra todas las desviaciones. El marxista debe ser
el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos
pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante
de un partido que vive y vibra en contacto con las masas; un orientador
que plasma en directivas concretas los deseos a veces oscuros de la masa;
un trabajador incansable que entrega todo a su pueblo; un trabajador sufrido
que entrega sus horas de descanso, su tranquilidad personal, su familia
o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al calor del contacto
humano.
En el terreno internacional
nuestro Partido tendrá deberes importantísimos; como el
primer país socialista de América, un ejemplo a seguir por
otros países, una experiencia viva para se captada por los demás
partidos hermanos; una experiencia viviente, repetida y cambiante, que
muestra a la luz del conocimiento público todos sus aciertos y
sus errores. En esta forma su ejemplo es más didáctico y
no tiene la aspiración de ser elevado solamente ante quienes han
hecho profesión de fe del marxismo-leninismo, sino ante las masas
populares de América.
La Segunda Declaración
de La Habana es una guía para el proletariado, el campesinado y
los intelectuales revolucionarios de América; nuestra propia actitud
será guía permanente. Debemos ser dignos de ese lugar que
tenemos, debemos trabajar todos los días pensando en nuestra América
y fortalecer más y más las bases de nuestro estado, su organización
económica y su desarrollo político, para poder también,
al mismo tiempo que nos superamos internamente, convencer más y
más a los pueblos de América de la posibilidad práctica
de iniciar el camino del desarrollo socialista, en la etapa actual de
correlación de fuerzas internacionales.
Todo esto sin olvidarnos
de que nuestra capacidad emocional frente a los desmanes de los agresores
y los sufrimientos de los pueblos, no puede estar limitada al marco de
América, ni siquiera al marco de América y los países
socialistas juntos; debemos practicar el verdadero internacionalismo proletario,
recibir como afrenta propia toda agresión, toda afrenta, todo acto
que vaya contra la dignidad del hombre, contra su felicidad en cualquier
lugar del mundo.
Nosotros, militantes
de un partido nuevo, en una nueva región liberada del mundo y en
nuevas situaciones, debemos mantener siempre en alto la misma bandera
de dignidad humana que alzara nuestro Martí, guía de muchas
generaciones, presente hoy con su frescura de siempre en la realidad de
Cuba: «Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado
a cualquier mejilla de hombre.»
[Prólogo al
libro El partido marxista-leninista, publicado por la Dirección
Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba,
La Habana, 1963.]
Discurso
de la plenaria azucarera en Camagüey
9
de febrero de 1963
Compañeros:
La reunión
ha sido larga, muchos temas interesantes; pero se me ha asignado para
hacer el resumen, de manera que tengo que hacer lo posible porque sea
un verdadero resumen, no resulte más largo que todo lo anterior.
Voy a tratar tres
temas nada más: el tema de la emulación, algunas consideraciones
sobre lo que es la producción azucarera, y el tema de la mecanización.
Quería decirles
algo de la emulación, porque la emulación es algo muy importante,
es una verdadera arma del Estado socialista. Pero también es un
arma de dos filos cortantes y hay que saber manejarla.
La emulación
no se pude convertir en una competencia deportiva donde, cuando alguno
pierde, le tira naranjas al árbitro; eso no es la emulación.
La emulación es una competencia fraternal. ¿Para qué?
Para que todo el mundo aumente la producción. Es un arma para aumentar
la producción. Pero no solamente eso; es un arma para aumentar
la producción y es un instrumento para profundizar la conciencia
de las masas, y siempre tiene que ir unidos.
Siempre insistimos
en este doble aspecto del avance de la construcción del socialismo.
No es sólo trabajo la construcción del socialismo, no es
sólo conciencia la construcción del socialismo; es trabajo
y conciencia, desarrollo de la producción, desarrollo de la conciencia,
desarrollo de los bienes materiales mediante el trabajo, y desarrollo
de la conciencia. La emulación tiene que cumplir estas dos metas,
es decir, estas dos funciones.
Por lo tanto, ¿cuál
debe ser la aspiración máxima de un triunfador? Pues, que
venga otro y lo supere, supere sus marcas en la confrontación siguiente;
ayudarlo, además, a que supere sus marcas.
De esta manera, la
emulación sirva ¿para qué? Para que aumente la producción
a nivel nacional. No hacemos nada con que se gane aquí o se gane
allá, no tiene importancia, además. Tiene la importancia
local, tiene el orgullo merecido para aquel que resulta triunfador. Pero
no debemos hacer de la emulación simplemente una competencia y
olvidarnos de que estamos, no en un juego de pelota, sino en la etapa
de construcción del socialismo. Por eso es tan importante.
Es decir, que esa
arma de la emulación sirve para desarrollar el brazo, para desarrollar
el cuerpo de quien la esgrime. Pero este cuerpo debe desarrollarse armónicamente
y debe servir para otra cosa; no solamente como un esgrimista para mirarse
frente al espejo, a ver qué bien se para y para hacer poses frente
al espejo. Sirve para desarrollar, para desarrollar, en este caso, la
conciencia de las masas y para desarrollar la producción.
Por eso, nosotros
tenemos que tratar ¿de qué? De hacer romper todas las metas,
y ponerlas y exponerlas para que venga otro y las rompa -si es posible-
al día siguiente, y volver a romperla, y otra más. Y, en
estas cuestiones, la emulación debe considerarse en la misma forma.
Las metas se pueden
romper, no una, todas se pueden romper. No fijarse tanto en cuáles
son los factores favorables que hacen que una provincia u otra provincia
vaya adelante, sino fijarse mucho en los factores desfavorables que han
jugado dentro de cada provincia para hacer que el trabajo en general sea
flojo y que no se pueda luchar por la emulación.
Aquí hay tres
provincias que han prometido que en la próxima confrontación
van a ser primeras. Naturalmente, va a haber un solo primer lugar, a menos
que haya un triple empate -que ya sería muy raro-. Entonces, es
natural que se luche por eso, pero, se luche ayudando a los compañeros.
A la provincia de
Camagüey hay que ayudarla mucho; ha hecho un gran trabajo, ha hecho
un trabajo consciente en los sectores políticos, un trabajo de
discusión en las masas; se ha elevado el sentido de la importancia
de la caña de azúcar en nuestra economía; y se han
logrado cosas muy importantes en este primer mes de zafra.
Ahora: no hay que
desconocer una cosa. En las tareas de reparación de los ingenios,
no había falta de mano de obra de nadie, no había ningún
problema que tuviera ninguna provincia distinta a otra; sólo los
problemas que emanan de la organización mejor o peor del trabajo.
Y Oriente ganó la emulación allí. Es decir, Oriente
demostró que hay toda una formación azucarera en la provincia,
una preocupación a todos los niveles, y que, constantemente -ya
el año pasado sucedió lo mismo-, Oriente lucha en los primeros
lugares en cada una de las fases de la emulación.
No es solamente el
problema de llevar caña al central; es también el problema
de reparar, de cómo reparar, de los ahorros lógicos que
se hacen en la reparación -no los ahorros ilógicos-, de
la forma de reparar, de la forma de resolver los problemas que constantemente
se producen en los centrales azucareros. En todo eso la provincia de Oriente
cumplió a cabalidad.
Es decir, nosotros
tenemos que reconocer que la provincia que puede ser el espejo de las
demás en el tratamiento de la producción de azúcar
es la provincia de Oriente. Tenemos que aprender allí todas las
experiencias que se tienen en los trabajos.
Dentro de ellos hay
uno muy interesante que, en Camagüey no se si está desarrollando,
pero, de todas maneras no está desarrollado en el mismo nivel:
son los Batallones Rojos.
He tenido oportunidad
de estar con los compañeros macheteros hace unas semanas. Realmente
es un espíritu extraordinario, es donde se puede ver la fuerza
de la Revolución, lo inconmovible de la Revolución, en el
espíritu de los macheteros que integran los Batallones Rojos. Son
batallones de vanguardia, batallones que cortan cientos de arrobas diarias
de promedio, que están unidos. He asistido a discusiones, a veces
discusiones entre brigadas, violentas, y discusiones donde un jefe de
brigada se quejaba porque tenía dos cortadores nuevos, que tienen
un nombre en Oriente...
¿Cómo
se llaman los cortadores de primera vez? (Murmullos.) No, tienen
un nombre especial; no recuerdo ahora... Sí, para el caso es lo
mismo. (Risas.)
El problema es que
tenía el hombre dos -el jefe de la brigada-, dos novatos, y tenía
dos viejos, que también le daban su nombrecito. (Interrupción.)
Es el lenguaje especial de Oriente. (Alguien del público grita:
«Cortazo.») Así, sí: codazo, algo así;
cortazo, eso es.
Bueno, pues, el jefe
de brigada, sin embargo, entonces, él decía: «Yo me
la juego con cualquiera, pero la brigada mía no puede competir;
sin embargo, yo quiero estar con toda mi brigada. Esto es una unidad y
tenemos que luchar, y el año que viene lo haremos mejor.»
Es decir: había un espíritu de unidad, de grupo, muy fuerte,
de camaradería muy grande entre los cortadores. Cada jefe de brigada,
naturalmente, trabaja más y mejor que el resto de los cortadores.
No se preocupan por las dificultades, no hacen problemas de la comida,
ni de eso ni de aquello; sino que lo fundamental es cortar caña,
y tienen el sueño de acabar allá en Oriente para invadir,
como Maceo, y llegar hasta Pinar del Río si fuera necesario. (Aplausos.)
Este es un espíritu
realmente conmovedor de nuestros trabajadores del campo. Es el espíritu
de los trabajadores de vanguardia que van mostrando con su ejemplo, abriendo
brechas a la Revolución, y es una experiencia que debe estudiarse
y aplicarse en todas las provincias, y aplicarse rápidamente.
Oriente, antes de
empezar la zafra, estaba organizando sus Batallones Rojos. Los compañeros
de Oriente además, el Secretario de las ORI es un viejo cortador
de caña, de modo que le es fácil estar a la cabeza de sus
batallones. Yo creo que, si al compañero Felipe lo ponemos en esa
tarea, le va a ser duro, pero puede agarrar una cortadora de caña
y ponerse ahí unos días y, además, le va a dar un
espíritu nuevo. (Aplausos.) Y podemos darle una alzadora
a Benito también. (Risas y aplausos.)
Ahora: ¿cual
es... (Interrupción.) ¿A quién, al cortador?
Está muy gordo ya; es mejor una máquina. (Risas.)
Ahora compañeros:
hay una crítica... Ustedes saben que yo tengo la manía de
hacer críticas siempre que me encuentro con un micrófono.
(Aplausos.)
Una crítica
le voy a hacer a la provincia de Camagüey. Han hecho una trabajo
magnífico en toda una serie de sectores; sin embargo, todos los
problemas están referidos a una cosa: «faltan hombre, faltan
hombres, faltan hombres y faltan hombres», y no ha habido el suficiente
entusiasmo por las máquinas, no ha habido el trabajo así
tenaz, entusiasta, por las máquinas. ¡Y las máquinas
cortan cañas y alzan cañas, son probadas! (Aplausos.)
Los problemas de Camagüey
se pueden resolver este año, a medias.
(Un compañero
del público le dice algo al Comandante Guevara.)
Bien, por ahí
yo voy a ir. (Aplausos.)
He visto ensamblaje
en muchos lugares, pero el problema está en eso: que a la primera
dificultad los operadores empiezan a protestar. Y otra cosa mala: empiezan
a sacar cuentas de cuánto se les dijo que iban a ganar, y de cuánto
están ganando, o de cuánto ganaban antes, y cuánto
ganan ahora, y entonces empiezan a decir: «no, esto no me rinde.»
En algunos lugares con la alzadora sucedió lo mismo, a pesar de
que ya está prácticamente roto ese espíritu, porque
la alzadora es una máquina probada, una máquina eficaz y
que da mayor rendimiento a los cortadores.
El otro día
estuvimos viendo en una caña que se quemó en el central
«Ciro Redondo», en la zona del central «Ciro Redondo»;
había una brigada de tres personas solamente: un compañero
de más de 60 años y los dos hijos, que cortaron 640 arrobas
para ganarse la emulación. Sin embargo, el promedio que arrojó
allí la brigada fue de 755 o 740 arrobas, la que ocupó el
primer lugar.
Y todo el mundo puede
cortar alrededor de 500, es decir, el cortador, el machetero, puede cortar
500 arrobas cómodamente, cuando se trata del alce a máquina.
Es decir, hay soluciones,
y hay soluciones dentro de la provincia. Yo les decía: se puede
resolver el problema de Camagüey este año, a medias. Si llegan
a ganar la emulación, seguro que Oriente no va a poder contenerse
y les va a restregar los macheteros que entregó; Las Villas, aunque
entregó pocos, también va a decir algo; y La Habana también,
sin contar con otra cosa: con que a veces los macheteros que mandan son
muy malos macheteros y muy buenos trabajadores. Ya en he topado con dos
casos de dos industrias donde estaba gente vital para la industria cortando
caña. Y eso no es positivo. Está bien unos días,
pero no es positivo, no es positivo como sistema; habíamos quedado
que había que sacar a la gente que no hiciera un hueco en la industria,
porque si no se cumplen muchas metas, se cumplen las metas de los 50.000
macheteros a medias y no se resuelve el problema.
Ahora, si en vez de
ser macheteros estos compañeros se dedican a trabajar para las
cortadoras, en las tareas alrededor de las cortadoras, pueden rendir un
trabajo mucho mayor, un arrobaje medio mucho mayor, porque es trabajo
mucho menos especializado, exige menos habilidad y menos resistencia física,
y lo puede hacer cualquiera. Es decir, hay soluciones.
Y después de
eso, hay otra cosa: Camagüey no tiene otra salida -como no la tiene
Cuba, en general, pero sobre todo Camagüey- que la mecanización.
Entonces hay que tomar lo que hay y desarrollarlo, desarrollar la inventiva.
Este año van
a salir 1.000 máquinas cortadoras. Dentro de unos días están
las 500 primeras listas, casi todas vienen aquí; después
estarán las otras 1.000, que algunas llegarán ya al final
de la zafra. Si sobre cada cortadora hay un operador, o dos operadores,
para trabajarla mejor, que piensan en lo que están haciendo, que
tiene amor por su máquina, hay 1.000 o 2.000 cabezas pensando sobre
esa máquina; es una máquina que está en experimentación,
que tiene que sufrir muchos cambios todavía, pero ahí está
la posibilidad de mil inventores puestos sobre la máquina. Y cada
uno que se sube y corta un poco con ella, enseguida encuentra algún
defecto, algo que corregir, algo que agregar, algo para perfeccionar la
máquina. En pocos días de operación se han cambiado
muchas cosas y se han hecho muchas experiencias nuevas, y algunos aditamentos
realmente importantes; se simplificó mucho la cuchilla y está
cortando muy bien ahora con mucha menos cuchilla. Es decir, ahí
es donde hay que poner el énfasis, en toda Cuba, y fundamentalmente
en Camagüey. Y no para el futuro, porque yo estaba oyendo por la
radio -mientras llegaba- al compañero Alfredo Menéndez,
y algunos otros compañeros, que decían: «no, porque
las cortadoras este año no; será...» No, ¡las
cortadoras este año sí! ¡¡este año sí!!
(Aplausos.)
Este es un problema
que hay que resolverlo rápido, ya. Los compañeros de los
centrales se han esforzado mucho... allí, el compañero del
«Enrique Varona» estaba invitando, pero hay varios centrales:
«El Ecuador» están haciendo 80 o 90 alzadoras, en el
«1° de Enero» también están haciendo, en
el «Ciro Redondo» están haciendo alzadoras, en otros
lugares están haciendo cortadoras, aquí en Camagüey.
Esas máquinas deben salir inmediatamente a trabajar.
La tarea de aprender
para un tractorista medianamente experto es sencilla; es verdad que las
máquinas se rompen; yo no les puedo decir estadísticas,
pero la mayoría de las roturas son provocadas por la inexperiencia
del operador. Después que se adquiere un poquito de experiencia
la máquina no se rompe, y la máquina rinde mucho.
Eso es lo que les
quería decir de la emulación, es decir, cómo hay
que interpretar la emulación. Hay que estar conscientes de que
no es un simple juego, de que es un arma de la Revolución, y es
un arma que tiene un fin; el fin del desarrollo de la conciencia de todo
el pueblo sobre la necesidad del trabajo productivo, el fin del trabajo
productivo en sí para crear mayores riquezas y usarlas bien, reconocer
los lugares donde se hace buen trabajo, reconocer y estudiar, estudiar
por qué se hace un buen trabajo.
Este año yo
estaba preguntando por el central «Chile» si estaba en primer
lugar. Está entre los primeros lugares. El año pasado ganó
la emulación; no es fortuito que dos años seguidos esté
en condiciones parecidas. ¿Por qué se produce eso? Porque
hay buen trabajo allí. ¿Qué tipo de trabajo? Bueno:
eso es lo que hay que averiguar; si es un trabajo técnico solamente,
si es un trabajo político, si es un trabajo de organización
de todos los factores que concurren a la producción de azúcar.
Y ahí iba el
segundo tema, que era la producción de azúcar. También
el compañero Menéndez les explicaba que un central es una
fábrica de azúcar, y que lo que hay que analizar es el producto
final y la eficiencia en producir el azúcar. Ahora bien, el producto
final es el azúcar, pero prácticamente la economía
del país en toda la extensión, en mayor o menor grado, pero
en toda la extensión del país está conducida a producir
azúcar; hay una gran zona del país que va confluyendo hacia
el embudo que forma el central por donde sale el azúcar. Y es por
eso que es lógico que el central tenga una participación
determinante en la producción azucarera.
Y la producción
azucarera está compuesta de una multitud de factores. Esos factores
empiezan por el desarrollo... empiezan en el laboratorio, por la búsqueda
de nuevas variedades, el estudio paciente, durante años, de las
nuevas variedades; el estudio durante años de las variedades, pensando
en para qué se van a usar, porque cañas hay de todo tipo.
Entonces, cuando nosotros
sabemos que tenemos que mecanizar, tenemos que pensar en las variedades
que van a ser aptas para la mecanización; el cultivo de la caña,
de tal manera que haga aptos los terrenos, hasta en la conformación
de los surcos, para el corte de la caña por medios mecánicos;
en el trabajo el chequeo constante de cómo va avanzando esa tarea,
la organización misma del corte, el alza, el traslado al central
en el momento de la zafra, todo es una tarea muy compleja.
Cuando se reúne
la Comisión Azucarera, tiene que reunirse no solamente INRA e Industrias,
se tiene que reunir el Partido para movilizar, los sindicatos para movilizar
y para trabajar de acuerdo con todas las cuestiones; tiene que reunirse
el Ministerio de Transportes para ver lo que puede dar, otra serie de
industrias que tienen que suministrar medios para que se haga la producción;
el Ministerio de Comercio Interior para dar el abastecimiento necesario
a la población, en estos momentos en que no sobra nada, e incluso
el Ministerio de Comercio Exterior para prever las necesidades fundamentales
de la zafra. Todo el aparato económico del gobierno tiene que reunirse
en esas condiciones.
Ahora, todo va a parar
al central, por eso es que nosotros insistimos en la importancia que tiene,
no en que sea el dictador de la agricultura, pero sí el que tenga
un peso grande en todo el proceso de producción, que no empieza
cuando la caña llega al central, que empieza cuando los investigadores
están desarrollando nuevas variedades, de acuerdo con ideas ya
establecidas y aceptadas por la dirección económica del
país.
Es decir, que tenemos
que tener un solo camino, una sola opinión, una sola voz, todo
el mundo a verla bien, a acatarla disciplinadamente y trabajar todos juntos
en esa dirección.
La siembra de caña,
por ejemplo, yo creo que este año está retrasada. El año
pasado no se cumplieron todas las metas, faltó. Es cierto que el
peso de toda la agricultura que cae sobre el INRA es muy grande y que
hay que hacer una tarea sobrehumana para corregir además errores
pasados, pero nunca olvidarse de la importancia de la caña, lo
otro es un extremismo infantil.
Pensar que nosotros
somos más revolucionarios atacando a la caña como representante
de la explotación imperialista es un extremismo infantil. Los garands
que nosotros teníamos en la Sierra eran los mismos garands
que habían empuñado los soldados del ejército opresor.
Habían cambiado de manos y a nadie se le ocurría patear
un garand, ni encerrarlo ni quemarlo porque habían pertenecido
al ejército. Era un arma y se utilizaba ahora con otro fin.
La organización
del azúcar era una organización muy compleja, una organización
que lucía fácil, porque hay cincuenta años de experiencia
en Cuba, pero que no era fácil, que era el producto de las relaciones
de toda la economía del país y que había alcanzado
ya un estado de equilibrio dirigida por el central, que era, sí,
el dictador absoluto de toda la economía.
Bueno, pues el aparato
formado no se pude desconocer; la experiencia de los compañeros
que trabajan en toda la empresa del azúcar no se puede desconocer.
Y todo eso hay que convertirlo en un cuerpo sólido que funcione
con una sola dirección, no la dirección de la Empresa Consolidada
del Azúcar, la dirección del Gobierno Revolucionario, que
debe ser única y acatada por todos pero sí con la importancia
debida al central.
Al central al final
es donde se van a resolver una gran cantidad de problemas que, por determinadas
circunstancias, las granjas todavía no pueden resolver; que incluso,
las industrias en cada una de las zonas del país, fuera de las
grandes capitales de provincias, las industrias pequeñas en las
comisiones que llamamos cilos nosotros, los Comités de Industrias
Locales, allí el central es el hermano mayor de todas las industrias,
donde todo va a reflejarse, porque es la fábrica que tiene obreros
de experiencia, que tiene una organización de muchos años
que no se ha roto.
Es decir, nosotros
no cometimos el error que se cometió en la agricultura: destruir
lo viejo, lo anterior simplemente porque era representación de
lo anterior, sin tener lo nuevo. Lo viejo tiene muchas coas que cambiar,
muchísimas cosas que cambiar, pero hay que reemplazarlas, cada
vez que se destruye algo, por una nueva formación. No se puede
destruir y dejar entera la cosa.
Eso es algo muy importante
y algo que hay que recalcar constantemente, para que los compañeros
entiendan bien, no se trata del afán de dirigir, se trata simplemente
de una razón lógica que indica que el central debe ser el
orientador fundamental de la zafra, con toda la libertad y la autonomía
que cada organismo tiene para resolver su propios problemas.
Por ejemplo, ahora
ya se está haciendo el chequeo de la emulación, no por la
caña molida, se está estudiando la eficiencia del central
y han surgido todos los problemas que ustedes conocen, de todo el largo
debate entre Camagüey y Oriente por los cambios ocurridos en la valoración
de los puntos de emulación.
¿A qué
se debe? Pues a que tenemos ahora un concepto más técnico,
un concepto más científico de lo que debe ser una fábrica
de azúcar y que estamos investigando precisamente y chequeando
los puntos neurálgicos de los centrales y valorando allí
su real eficiencia.
Eso es algo muy importante,
porque nosotros estamos -si ustedes quieren- condenados, o si no simplemente
estamos obligados, que es lo mismo, es la misma cosa, en definitiva tenemos
que producir azúcar durante muchos años para mantener nuestros
saldos exportables, para poder adquirir una serie de productos que necesitamos
del extranjero.
Hoy en los periódicos
salen los editoriales de los créditos a largo plazo que la Unión
Soviética concede. ¿Para qué son esos créditos?
No son para construir industrias, que es la forma habitual de dar créditos,
es para pagar los desbalances existentes con la Unión Soviética;
es decir para pagar todo aquello que le debemos a la Unión Soviética
porque hemos adquirido más de lo que hemos entregado. ¿Por
qué? Porque las zafras son pequeñas, porque no había
azúcar, que es nuestra moneda en definitiva, mientras no desarrollemos
el níquel, las industrias que vayan a suplantar con su volumen,
poco a poco, a la industria azucarera.
Y si la industria
azucarera, es decir, el azúcar, producto final, es tan importante,
pues todos los aspectos de la producción del azúcar tienen
la misma importancia. Y en la agricultura no nos podemos olvidar de la
caña, y tenemos que pensar en la caña, no solamente como
agricultura sino en razón del producto final, ese producto que
será el azúcar, y acomodar todo a las condiciones óptimas
para que se produzca el azúcar en la forma más eficiente
posible.
La forma más
eficiente para nosotros, es el tercer punto de lo que íbamos a
tratar, es la mecanización. Para eso, ya les he dicho, hay que
organizar la agricultura. Ahora hay un trabajo muy importante de organización
del corte y del alza y del transporte al ingenio y un factor muy importante
de cambio de la conciencia de la gente con respecto a las máquinas.
Con la facilidad con
que se pudieron quitar los jefes de campo en un momento dado, parecía
una cosa más sencilla: los inspectores todos liquidarlos y nadie
protestaba; era un cambio en la mentalidad de la gente que todo el mundo
lo aceptaba.
Ahora, este problema
tan importante, tan fundamental como es el cambiar la actitud del trabajador
frente a la máquina, va muy lenta la aceptación. Muchas
discusiones, muchos cabildeos, muchas demostraciones con papel y lápiz
a cada obrero de que va a ganar más.
Y yo me pregunto ¿cómo
puede ser que haya que hacer tantas demostraciones, si los Batallones
Rojos no preguntaron cuánto iban a ganar para salir a romperse...?
(Aplausos.)
Los trabajadores van
a ganar más cuando estén bien organizadas las cosas con
las máquinas. Pero lo fundamental no debe ser eso ni siquiera para
el mismo trabajador que va a ganar más, lo fundamental es que la
mecanización es imprescindible para la Revolución, para
el desarrollo económico del país. Entonces, eso es lo que
cuenta en primer lugar, y ese es el argumento primero, después
vienen los otros.
Después puede
venir la demostración, más o menos accidental, de que se
va a ganar más. Pero lo importante es que se necesita, que es imprescindible;
y cómo puede ser que los mismos milicianos que van a morir cada
vez que se les pide, que van con el espíritu más alto a
luchar por defender la Revolución, que lo primero que hagan es
sacar papel y lápiz para empezar esas cuentas tan difíciles
de todos los problemas de los jornales de la caña, si la Revolución
es lo que cuenta primero.
Ahora, ¿por qué
sucede eso? Bueno, porque ha habido debilidad en el tratamiento, porque
no se ha establecido que lo que cuenta es la Revolución y que la
máquina es fundamental. ¿Por qué? Porque muchos de
los compañeros que están aquí sentados no le tenían
la más mínima confianza a la máquina, y muchos todavía
tienen sus dudas allí. (Aplausos.) Yo no señalé
a nadie, yo pasé la mano así, en general...
Pero por ejemplo,
voy a citar un nombre, el compañero Mongo Castro no le tenía
confianza a la máquina, pero hemos quedado en que va a hacer una
prueba con la eficiencia que él tiene, con el entusiasmo que él
tiene, para que realmente vea lo que pueden dar las máquinas; entonces,
en la próxima confrontación vamos a ver si realmente es
o no es eficaz la máquina. Hay muchos compañeros que no
tenían fe. En realidad, fue un paso bastante atrevido.
No hay país
del mundo que tenga mil máquinas, y por supuesto, no hay país
del mundo que se le haya ocurrido hacer mil máquinas para producir
sin prototipo siquiera. Eso solamente se nos ha ocurrido a nosotros hasta
ahora, no hay ningún record bueno para emular (aplausos),
pero yo creo que nosotros «tocamos la flauta» y ahora tenemos
que desarrollar el concierto ese que vamos a formar después de
«tocar la flauta».
Ahora yo voy a hacer
mi alarde personal aquí. El día lunes empecé a cortar
en la máquina; al principio sucede lo de siempre, se rompen los
cardanes, se rompe esto, se rompe aquello, se da golpes, incluso tuvimos
un accidente, compañeros que no tuvieron precaución. La
máquina es peligrosa, hay que hacerles algunas defensas. Tiene
unos dientes abajo que son los que cortan la caña, muy peligroso,
casi le lleva una pierna aun compañero. Sin embargo, después
de eso se empezó a estabilizar la producción.
Esa máquina
está cortando cuatro mil arrobas allí donde la están
probando y todo el mundo protesta; claro, todas las condiciones no son
las óptimas. Ahora, yo llevo cortado en esta semana cuarenta y
cinco mil arrobas. (Aplausos.) La cosa no es para aplaudir, sino
para poner el ejemplo aquí y tirar el récord par que me
rompan mañana la marca. Cuarenta y cinco mil arrobas, un operador
novato que no pasó por la escuela que tiene...
En el día de
ayer corté diez mil quinientas arrobas, en una jornada de 11 horas,
12 horas (aplausos); en la mañana de hoy, con una máquina
más veloz -un tractor soviético que tiene más fuerza-
corté siete mil seiscientas arrobas en seis horas y media de trabajo.
Las máquinas
pueden cortar a razón, por lo menos, de ochocientas arrobas por
hora de trabajo -no por hora de trabajo efectivo, por hora de trabajo-
en campos medianos. Eso es un rendimiento que hay que pelear para conseguirlo,
es una tarea dura, yo diría que no es la tarea de un operador,
sino de dos operadores.
No se le puede exigir
a la gente que esté 12 horas arriba de un tractor, además
de las horas que se necesitan para acondicionarlo, y naturalmente, como
se están haciendo experiencias, de un cuerpo de mecánicos
que lo acondicionen.
En el día de
ayer, después de diez horas de trabajo, se saltó un diente
de la cuchilla nada más; en el día de hoy y después
de seis horas y media no hubo ninguna interrupción que impidiera
cortar. Son interrupciones que se producen en la máquina porque
la máquina no es perfecta ni mucho menos.
De aquí de
Camagüey me voy con cien mil arrobas cortadas, por lo menos, en 15
días. Eso indica que una máquina, si tuviera las mismas
condiciones, corta doscientas mil arrobas en un mes. Y si las mil máquinas
se ponen a andar son doscientos millones, ya es una cifra considerable;
es un cifra que ayuda. Además, hay una cosa, la máquina
obliga a la gente a trabajar, a correr.
Hay compañeros
que se llaman repasadores, que son los que van cortando la caña
que la máquina -la máquina no es perfecta- no corta todas
las cepas, deja algunos plantones. Esos compañeros que tienen que
cortar el plantón para que la máquina pueda tomar el próximo
surco; y esos compañero tienen que correr, tienen que hacer una
jornada dura.
Ahora cuatro compañeros
sobran, es decir, cuatro macheteros buenos pueden hacer una buena tarea
y más o menos descansada. El resto, puede no ser machetero si quieren.
En las condiciones en que estamos cortando, la caña queda en el
suelo y se puede recoger por gente que no sea experta y que sea minuciosa
recogiendo todo el reguero de la caña.
Hay distintas formas:
el algunos lugares se despaja primero -yo creo que es una pérdida
de tiempo, que se puede despajar después de cortada-, hay infinidad
de cosas que hacer sobre la máquina, pero lo único que no
se puede hacer es nada con la máquina si uno toma a la máquina
como un purgante. Entonces con el purgante que le dan se tapa la nariz
y empieza a andar con la máquina, se le para en el primer surco
y dice: «Esto no sirve.»
Ahora, la gente que
va a trabajar con la máquina y se le rompe algo, y mira por qué
se rompe, y va estudiando los problemas, los defectos de la máquina,
los defectos de operación de la máquina, en poco tiempo
puede convertirse en un operador externo.
La alzadora no tiene
discusión, la alzadora alza diez mil arrobas de promedio fácilmente.
Ahora, hay una cuestión muy importante: las máquinas alzadoras
o cortadoras son aditamentos de tractores, el tractor es el alma de la
máquina, y eso que está muy mal tratado, y no hay un método
para tratarlo. En general, ustedes ven: le falta aceite, se le rompen
las poleas, toda una serie de problemas del tractor, porque no hay un
equipo de mantenimiento adecuado. En eso ya no tiene nada que ver la máquina;
hay que tener en cada granja, donde estén haciéndose pruebas,
equipos de mantenimiento especiales, que le den una atención a
todo: al tractor y a la máquina.
Es una máquina
relativamente complicada, que tiene muchos tornillos, que tiene muchas
cadenas, y que está en una etapa de experimentación, la
cortadora; de modo que hay que ponerse sobre ella.
En pocos días
han surgido muchas iniciativas nuevas. Una de ellas es cortar con cuatro
cuchillas nada más, cuchillas mas largas, de hojas de muelle o
de lo que sea, que se hicieron para probar. ¿El resultado de eso?
Magnífico, mucho mejor que la cuchilla de los dieciséis
dientes; corta mucho más limpiamente la cepa.
La cortadora, como
está hoy está cortando con más limpieza que el promedio
de los macheteros -no diré yo: hay macheteros que limpian mucho,
que cortan con mucha limpieza, pero son casos excepcionales-; ahora, el
promedio de macheteros profesionales corta con menos limpieza que la máquina.
Eso es muy importante en favor de la máquina. Es decir, todas aquellas
cosas de que destruye la cepa, de que la arranca, todo aquello ya quedó
en el pasado.
Hay un nuevo problema:
el despaje. Ya han surgido una cantidad de iniciativas para ver cómo
se despaja. Incluso, hay siempre posibilidades de desarrollar nuevas variedades,
que despajen fácilmente; es decir, puede ser también una
tarea de la genética resolver este problema. Pero ya, mecánicamente,
hay una cantidad de iniciativas; puede ser que alguna dé resultado.
Pero la máquina,
a verla con sentido crítico y con sentido de resolver el problema.
Eso es lo que nosotros tenemos que conseguir, esa es la tarea que hoy
tiene Camagüey que conseguir, fundamentalmente. Las 500 máquinas
cortadoras que van a salir en primer lugar, hasta el 15 de febrero, van
a ser para Camagüey. Así que Camagüey tiene esa tarea.
Tiene que tener 500
o 1000 inventores -ya sea que operen con uno o dos operadores en cada
máquina- mirando los problemas, cambiando lo que les parezca que
no sea fundamental, para mejorar la eficiencia. Y así va a ir surgiendo
una experiencia grande.
El año que
viene no repetiremos esto de sacar 1.000 cortadoras; seremos más
cautos, sacaremos más recogedoras, porque la recogedora no tiene
problemas.
Además, la
recogedora trabaja, prácticamente, en todas las áreas de
Cuba, y el machetero rinde más cortando para la recogedora; solamente
corta abajo, corta el cogollo y tira a un montón, al lado.
Las alzadoras, después
que se adquiere un poco de práctica, entongan casi tan bien como
los entongadores a mano. Ahora, no puede usar todo tipo de equipo; el
equipo de carreta alta, de buey no le sirve; ahí hay problemas
que pensar, cómo resolver estos problemas, cómo utilizar
lo que hay, el equipo que hay, la organización que hay, para conseguir
que las alzadoras trabajen a plena capacidad.
Ya en la zona esa
del central «Ciro Redondo», en esa zona, está trabajando
un equipo de cinco alzadoras -trabajaron el otro día-, perfectamente
acopladas con camiones, para resolver una situación de urgencia
por una quema de cañas, y el resultado es extraordinario... (Del
público le dicen algo.) ¿Qué, hay caña quemada?...
¡Ah!...
Continúa
el del público diciéndole: Entonces resulta que esa
máquina tumba caña, alza y quita la paja; hice un plano,
se lo enseñé a Paquito Herrera, que creo que está
ahí. El lo vio; pero, en fin, esa máquina, yo quería
preguntarle si usted tiene intención de hacerla o no, porque yo
escribí allá y mandé a decir que los compañeros
que están en nuestro departamento están dispuestos -el tornero,
el soldador y todo el mundo dispuesto- a experimentar y empezar a hacer
esa máquina aquí mismo, si la orden la manda el Gobierno
(aplausos). Entonces resulta que yo estuve hace cinco o seis días
allá en el Ministerio de Industrias y vi al ingeniero Guerra, y
vi al ingeniero López Vigueiras, que me mandó a buscar,
para el motor que yo le dije a usted que trabaja. Así que el Gobierno
no tiene nada más que dar la disposición para meterle mano
a lo demás. Entonces resulta que yo tengo una carta ahí
que la traje para entregársela a usted, porque resulta que la máquina
limpia -yo expliqué con lujo de detalles a usted mismo, y le especifiqué
en la carta cómo la máquina le quita la paja, cómo
la alza y cómo responde a las distintas diferencias del terreno.
Eso existió en 1930, y yo cuando pequeño vi trabajar esa
máquina; le pinté las trasmisiones, los ejes, las cadenas,
cómo trabajan los ventiladores, y lujo de detalles, y el compañero
Paquito Herrera me mandó al laboratorio donde yo estoy trabajando
el plano, que no ha aparecido.
Comandante Guevara.
Bueno, vamos a ver después eso.
El compañero
del público. Yo quiero saber si usted quiere construir esa
máquina o no.
Comandante Guevara.
Bueno, mira, yo quiero asesorarme mi poquito con la gente que sabe, porque
yo no sé de máquinas. Pero hay un problema: las máquinas
que son combinadas, en Cuba hoy por hoy parece que no pueden resolver
el problema, porque la máquina combinada, que corta, despaja, alza
y carga en la carreta en estos casos, en promedio de arrobaje de 40.000
arrobas por caballería tendría que dar seis vueltas con
una carreta detrás. Entonces, sería muy cara la operación.
Ahora, innovaciones
de éstas surgen todos los días. Nosotros tenemos todo un
Departamento Técnico estudiando las innovaciones. El problema es
uno: todas las ideas son buenas; ahora, las ideas que se llevan para hacer
una máquina nueva, totalmente distinta, no pueden tener la misma
acogida que las ideas para corregir una que ya se ha resuelto. ¿Por
qué? Porque tenemos un aparato hecho ya para hacer una máquina,
una máquina a la cual se le pueden corregir y se le deben corregir
muchas cosas.
¿Hacer una nueva?
Entre otras cosas, la combinada tiene una característica, y es
que ya es una máquina permanente; es decir, el tractor debe ser
para la máquina. Y, además, probablemente, no puede ser
un tractor de 45 o 50 caballos, que tenga que ser de más caballaje.
Hay toda una serie de problemas de esos.
En cambio, ahora,
al acabar la zafra, se quita a cualquiera de las dos, pero sobre todo
a la cortadora, y queda el tractor listo par usarlo. En el caso de la
cortadora, en un taller en una hora u hora y media se deja el tractor
listo para ser usado como tractor. Es decir, tiene todas las ventajas
para la zafra; inmediatamente de acabar la zafra, pueden empezar a trabajar
con el tractor en cualquier otra cosa. Por eso nosotros elegimos un modelo,
que fue hecho en base a distintas ideas que se fueron agregando.
Puede ser que surjan
nuevas ideas de cargadoras, alzadoras, y maquinarias más complejas,
y en algún momento tendremos nosotros que ir a ellas. En Estados
Unidos hay toda esa clase de máquinas, pero en lugares donde los
promedios son de 250.000 arrobas por caballería. En Cuba son este
año probablemente menos de 40.000, ¿no?; es decir, cinco o
seis veces más. Entonces sí, vale la pena; la máquina
puede trabajar lentamente y puede ir cargando con mucha velocidad, porque
recogen una gran cantidad de caña en un corto espacio de terreno.
En la agricultura
nuestra, con caña de 40.000 arrobas por caballería, tiene
que recorrer seis surcos para llenar una carreta; y no se puede llevar
a rastras, la carreta pesa, y cada vez va pesando más, hay que
poner un motor para llevarla, además de todas las otras cosas que
tiene que hacer la máquina.
Esos son los problemas
prácticos que hay. Por eso nosotros vamos a lo más sencillo.
La máquina cargadora es una máquina muy sencilla, es un
tractor invertido con un brazo, como una grúa, que tiene unos dientes,
no es otra cosa -una jaiba-. La máquina cortadora tiene un aparato
que se le pone encima y se quinta cuando acaba la zafra. Es decir, son
maquinarias muy sencillas, que permiten utilizar el tractor. Hay que acordarse
de que no somos ricos, de que no tenemos todo el material a nuestra disposición,
y que si podemos darles usos alternativos es mucho mejor, mejor para las
granjas, sobre todo.
Ahora bien, todas
esas ideas son magníficas; todo lo que sea trabajar sobre este
problema de la mecanización de la caña es algo fundamental,
y hay que seguir haciéndolo, y hay que escuchar a todos los compañeros
que tengan ideas sobre esto, y trabajar en todos los sentidos. No es que
se haya adoptado un tipo de máquina que sea el definitivo; simplemente,
se ha tomado ese tipo ahora y hay que desarrollarlo.
Son mil máquinas
que irán dando nuevos resultados a medida que se opere con ellas.
Hoy por hoy, lo que
queda es tratar de que en esta zafra las máquinas corten habitualmente
no menos de 200.000 arrobas por mes. Esto es una tarea dura, difícil,
en algunos centrales no se puede; esta máquina no admite cualquier
terreno, es muy sensible a la piedra y a los declives pronunciados de
los terrenos, a los troncos que hay dentro de los terrenos. Pero de todas
maneras hay una enorme cantidad de campos en Cuba que pueden ser trabajados
por esa máquina; sobre todo Camagüey, que es una provincia
llana, una provincia con una serie de buenas condiciones para el corte
mecánico, y donde, además, está el problema más
agudo, el problema de la mano de obra.
De modo que aquí
es esa tarea a resolver ahora. Y tan importante como moler caña,
tan importante como todos los trabajos de purificación del azúcar,
de lograr un azúcar mejor en el central, y los trabajos de ahorro
en la tasa de eficiencia de la casa de calderas, es este de impulsar al
máximo el espíritu de la mecanización en esta provincia,
como provincia pionera, y en todas las demás.
En todas las provincias
hay máquinas cortadoras y alzadoras para que la gente las vaya
probando y vaya demostrando lo que se puede hacer.
Hoy por hoy, queda
que se han cortado 10.500 arrobas en un día, que se cortarán
más, y queda como meta de hacer mañana -no para dentro de
mucho tiempo, para mañana-, para que alguno anuncie que ha cortado
once mil, o doce mil o quince mil arrobas. Y así ir superando cada
vez más la máquina, ir limitando sus defectos, describiéndolos,
resolviéndolos y meterse sobre ella.
Esa creo que es la
tarea para Camagüey. Será la tarea para Cuba entera el año
que viene ya, donde tendremos que preparar las condiciones de la mecanización
con la misma escrupulosidad con que trabajamos este año para preparar
la zafra, que ya no fue la improvisación del año pasado,
sino que hemos trabajado, hemos creado comisiones hasta a niveles locales
para resolver los problemas. El año que viene será lo mismo
con la máquina.
Hay que acordarse
que la máquina no es, ni mucho menos, como en el sistema capitalista,
la competidora del hombre o la esclavizadora del hombre. La máquina
debe tomarse por todos los obreros con un sentido de liberación
de su fuerza. La máquina se pone al servicio del hombre cuando
se anula la explotación del hombre por el hombre. Y nosotros estamos
buscando eso: buscando que la máquina se convierta en un instrumento
de liberación del campesino, que le permita tener más tiempo
para desarrollarse en todos los sentidos, para lograr lo más pleno
que nosotros tenemos que lograr, que es el hombre desarrollado al máximo,
la aspiración por la cual todos luchamos. Ese hombre del futuro,
que tendrá que ser un hombre de corazón tan sencillo como
el hombre de hoy, tan puro, pero, además, un hombre capaz de realizar
las abstracciones mentales más grandes para ir descubriendo nuevas
cosas que vayan poniendo la naturaleza a disposición de la humanidad,
en beneficio de la humanidad.
Nosotros aquí
en nuestra pequeña Cuba, en el mismo momento en que tenemos la
tarea gigantesca de la lucha contra el imperialismo, de ser el ejemplo
para toda América, de sostener una lucha a muerte donde no puede
haber claudicación, tenemos también que dar nuestros pasos
de avances en sentido tecnológico, crear nuestra técnica;
la técnica que, con nuestros propios técnicos, suministre
base para que avancemos nosotros por nuestra propia cuenta; para que no
tengamos que recibir siempre técnicos de países amigos que
vengan a enseñarnos cada cosa como hay que hacerla, para que después
caminemos con nuestros propios pies, creemos nuestra propia sociedad con
nuestra propia técnica, con nuestro propio impulso, con nuestra
manera de ser, y podamos ser un país fuerte y un país rico.
Es una tarea de años.
Pero como todas las tareas de años, cortas o largas, para acabarlas
hay que empezar. Y ahora, en este momento, se ha dado el paso imprescindible
para empezar; después surgirán solas, por su propia fuerza,
todas las inventivas del pueblo, y dentro de muy pocos años las
máquinas serán lo habitual, y a aquel que le hablen de cortar
a mano, de cargar a mano, considerará que aquello es un trabajo
bestial, inhumano, una cosa del pasado a la cual no se puede regresar.
Acuérdense
que no hay macheteros en Cuba, y no porque la gente se haya ido, porque
la gente que cortaba caña está aquí; sino que eligió
cualquier otra cosa que no fuera cortar caña. ¿Por qué?
Porque cortar caña es duro, porque cortar caña es un trabajo
agobiador, pesado, que no tiene ninguna gracia, además; y, además,
no se acaba nunca el cañaveral. (Risas y aplausos.)
Por todas esas cosas,
compañeros, nosotros tenemos que ponerle el énfasis a la
mecanización. Y eso que digo para Camagüey debe ser interpretado
por los compañeros para todo el país. Y trabajar en cada
lugar donde haya aparatos para ir perfeccionando ideas, o creando ideas
nuevas. No somos renuentes a recibir todas las ideas que a la gente se
les ocurra y que tengan lógica.
Bien, compañeros:
dentro de un mes se realizará la próxima confrontación,
donde hay tres provincias que van a disputar el primer lugar -por lo menos
recocido por ellas-; a los otros compañeros Conrado les quitó
el uso de la palabra, no pudieron decir lo mismo; probablemente uno o
dos más hubieran dicho... yo creo que Matanzas sería más
modesto porque está en malas condiciones.
De todas maneras el
esfuerzo de la emulación debe seguir, pero acordarse siempre de
lo que empezamos a decir en este resumen que se va alargando un poco;
es decir, que la emulación es el arma que nos va a permitir aumentar
el trabajo, crear en este sector del azúcar más riquezas
para tener más moneda, para tener más posibilidades de adquirir
lo que nosotros necesitemos en el extranjero, y al mismo tiempo sirve
para modelar a todo nuestro pueblo en el espíritu de trabajo constructivo.
Así lo que
tenemos que ver, y el ganador parcial de la próxima confrontación
debe tener como aspiración máxima que haya otra provincia
que lo supere, pero que lo supere ampliamente mediante su trabajo en la
siguiente confrontación.
Ahora el asunto es
trabajar, y el asunto es trabajar con este sentido.
Bien, compañeros,
creo que en la próxima confrontación no estaremos presentes,
pero en la siguiente, en Santa Clara, pienso darme un saltico para asistir
también a ver como están.
Hasta ese momento
pues. (Ovación.)
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