Colombia: reflexiones de Pablo Catatumbo, comandante de las FARC-EP


-Dice allí en esa entrevista doña Yidis, no obstante haberla tratado como a un guiñapo y tenerla en la Cárcel: "Uribe es un buen presidente, él es honesto, pero tiene malos asesores. El presidente debería mirar quienes lo rodean". Igualito a lo que decían los alemanes de Hitler, anota Catatumbo desde las montañas de Colombia.

Estamos viviendo, o sería más exacto decir que estamos saliendo de una etapa ciertamente difícil, pero mutable y pasajera, porque el fascismo nunca se ha podido eternizar en ninguna parte (y eso ya empieza a hacerse evidente), como aquella que se vivió, después de la caída de la República Española, a mediados de la década del 30, (guardadas las proporciones lógicamente), cuando el fascismo se mostraba altanero, abusivo y tan prepotente, que ya no solo amenazaba sino que arrasaba con todos los derechos ciudadanos, tanto en su propio país como allende sus fronteras.
Hitler, Franco y Mussolini eran los héroes de la jornada, buena parte de la opinión los aclamaba casi que unánimemente y los consideraba los elegidos, los salvadores, los redentores de la humanidad.
Piensa uno, que son fenómenos sociológicos que se reproducen de tiempo en tiempo, debido en buena parte a la manipulación de las grandes masas a través de la propaganda engañosa de los medios de comunicación, a la desesperanza en que la miseria ha sumido al pueblo y por sobre todo a la necesidad, que debido a la concentración del capital en pocas manos, y a su propia crisis, tienen las oligarquías de imponer su mano dura y el control social para desarrollar sus planes.
Y digo que estamos como en esos tiempos, porque aquí también se ha venido presenciando un fenómeno parecido.
Buena parte de la opinión manipulada, ha tenido a Uribe como el Hombre Providencial, el Elegido, el que va a sacar a Colombia del atolladero, el que se sacrifica, el que más trabaja y, además, el que es de una honorabilidad y de un patriotismo impoluto.
Por eso le resbalaban casi todas las acusaciones y pruebas que podían implicarlo a él personalmente. Poco importaron las denuncias sobre la para-política, sobre las masacres de la fuerza pública, el robo de tierras a los campesinos, los centenares de escándalos que prueban la corrupción del régimen, los desplazamientos forzados, la entrega de nuestra soberanía y de nuestra economía a las oligarquías, a las multinacionales y al imperialismo. Todo lo envuelven con un manto de cinismo, lo enredan y lo embolatan.
No importó que su padre y su hermano Santiago, hayan sido mafiosos y paramilitares y que él mismo también lo haya sido, no importa, que sea un ambicioso, un tramposo, un demagogo, un fascista; sencillamente, los medios de comunicación se han encargado de lavar su imagen y una buena parte de la gente todavía no cree, que la podredumbre lo involucre a él.
Curiosamente, en estos días estoy leyendo una biografía de un hombre al que siempre, no digamos que he admirado, pero si respetado, por su sagacidad, por su temeridad y por sus hazañas guerreras a pesar de haber servido en el ejército de Hitler: El General Erwin Rommel.
Y leyéndola, he encontrado una serie de coincidencias entre la personalidad y el estilo de mando de Hitler, que llevan a pensar que la "originalidad" de Uribe, parece estar copiada punto por punto, de aquel.
Dice el autor, Desmond Young, un General Británico, que combatió contra Rommel en la famosa campaña del norte de África, donde el alemán se ganó merecidamente el apodo de "Zorro del desierto":
"Rommel no era propiamente un fascista. Era más bien lo que se llama un guerrero nato". "Sus amigos jamás le conocieron opiniones políticas bien definidas. Y si se inscribió en el partido Nazi, lo hizo más bien por cumplir un requisito o por su ferviente admiración personal a Hitler, pues lo admiraba".
"Rommel, quien instintivamente distinguió y hacia siempre una gran diferencia, entre Hitler, que lo deslumbraba, y la camarilla que lo rodeaba, halló en su mejor amigo el Coronel Schmund, en vísperas de su adhesión al Partido Nazi, una confirmación a sus puntos de vista. En efecto, decía Schmund: "Hitler, era un gran hombre, un gran patriota, pero lamentablemente estaba rodeado de un grupo de bandidos, la mayoría de ellos heredados de un pasado inmediato. Pero Hitler, en cambio, ¡Qué gran hombre era! ¡Qué idealista! ¡Qué señor tan digno de que uno lo sirviera!". A uno le parece estar escuchando a José Obdulio.
Escribe también el autor, refiriéndose al mismo tema:
"Hitler acostumbraba a hablar en tono profético". Decía Rommel: "Hitler casi siempre actuaba siguiendo sus impulsos, pero aún así, "Hitler poseía la extraordinaria facultad de religar en un solo haz, los puntos esenciales de una discusión para darles una solución, y casi siempre acertaba". ¡Qué gran hombre era, tenía una inteligencia superior". (Ojo, con la expresioncita)
"Poseía la facultad intuitiva (Hitler) de adivinar el pensamiento de sus interlocutores y si estaba de humor, decirles lo que a ellos más les gustaba. Hitler manejaba con destreza y cuando le convenía, la lisonja con sus aduladores, y otras veces, el desprecio, para asegurarse la obediencia".
Otro detalle de la personalidad del Fuhrer que impresionó a Rommel, y por lo cual lo admiraba fue "su memoria, realmente extraordinaria". Decía él: "Hitler se sabía prácticamente de memoria todos los libros que había leído. Llevaba fotografiadas dentro de su mente páginas y páginas de libros y hasta capítulos enteros".
"Tenía un gusto particular por las estadísticas, que podía recordar por entero: Era capaz de alinear hasta el infinito cifras y más cifras, sobre las disponibilidades de tropas del enemigo, los tanques destruidos, las reservas de gasolina y de municiones, etc., con una maestría que impresionaba grandemente a los cerebros del estado Mayor General, no obstante ser estos, hombres muy bien entrenados para esa gimnasia mental"
Le gustaba también, hacer quedar en ridículo a sus Generales para mostrarles su superioridad como jefe.
"Es conocida la anécdota según la cual en uno de sus frecuentes viajes de inspección a las tropas llamó al General encargado y le preguntó: ¿Cuantos obuses por pieza, tiene la artillería media de usted? El General le dio una cifra.
"No señor, -replicó el Fuhrer-, Eso no es exacto, porque, yo le he enviado mas municiones de las que dice; usted tiene que tener tantas y tantas municiones, telefonee inmediatamente al encargado de la artillería y le pregunta cuantas municiones tiene.
Por el hilo telefónico llegó la cifra exacta. De nuevo, acertaba Hitler, el caudillo tenía la razón, y, mientras el General avergonzado cambiaba de colores, el Fhurer dejaba deslizar cierta imperceptible sonrisa de satisfacción. Una vez más, había demostrado su superioridad ante sus hombres".
Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Sencillamente, nuestro fascista aprendió los trucos de su maestro.
No es sino leer la entrevista que le hizo el Espectador a Yidis Medina, después que la utilizaron para reelegir al Fhurer de aquí y luego la traicionaron y abandonaron, (como se hace generalmente con todo traidor,) para uno entender la calidad humana tan despreciable, de los unos y de los otros.
Dice allí en esa entrevista doña Yidis, no obstante haberla tratado como a un guiñapo y tenerla en la Cárcel:
"Uribe es un buen presidente, él es honesto, pero tiene malos asesores. El presidente debería mirar quienes lo rodean".
Igualito a lo que decían los alemanes de Hitler.
A uno le va quedando la idea, que la tan mentada originalidad de Uribe no es más que una burda copia de los métodos que usó el peor de los peores especímenes, que por la humanidad ha pasado.
Y eso que, ni hablar de lo que le aprendieron a Goebbels.

Dick Emanuelsson (ANNCOL)

volver