En una rueda de prensa ayer, martes, voceros del Frente Nacional de Resistencia Popular, FNRP, presentaron un resume de los planteamientos y decisiones tomadas por los delegados nacionales en su más reciente reunión en el municipio de Siguatepeque.
La reunión debatía temas organizativos como políticos en un ambiente de fraternidad, sostenía Juan Barahona, sub coordinador del Frente.
Sara Elisa Rosales, integrante de la Dirección nacional del FNRP, leyó el documento final en donde la organización popular llama al pueblo de incorporarse a la Resistencia en la toma del poder político en Honduras y la lucha por una Asamblea Constituyente.
En febrero del 2011, el Frente ha convocado a una Asamblea Nacional en donde llegarán 582 delegados desde la base y delegados de las casi 50 organizaciones nacionales que constituyen el FNRP.
Los voceros de este movimiento, que surgió como una organización popular y una herramienta para derrotar el golpe de estado militar el 28 de junio 2009, ha crecido en forma descomunal y se ha constituido como una pesadilla para el Poder Fáctico.
El 15 de septiembre fueron resumidos 1,4 millones de firmas en un país en donde el padrón electoral solo llega a 4,6 millones de personas con derecho a votar. Las firmas eran el primer paso en la lucha del Frente para la Refundación a Honduras y la instalación de una Asamblea Constituyente en el país centroamericano.
Para contrarrestar ese reclamo popular, el régimen de facto y el congreso nacional, constituido hasta 70 por ciento por diputados que son partidarios del golpe de estado militar, tomaron la decisión de reescribir el artículo 5 en la Magna Carta para preguntar al pueblo si esta a favor o no a una revisión de la Constitución. Es el mismo congreso nacional que a principio de la década 80 reescribió la constitución y en donde ellos mismos tomaron la decisión, que varios artículos serian para siempre “pétreos”, es decir intocables en la constitución hondureña.
Honduras estaba saliendo en esos momentos de una dictadura militar y el hombre fuerte en el país, cuando se revisó la constitución, era el embajador estadounidense John Negroponte. Éste, en poco tiempo, militarizó a Honduras, entregó territorio para entrenamiento a las fuerzas especiales salvadoreñas que combatían a la insurgencia de FSLN y también entregó bases militares en territorio hondureño a la contrarrevolución nicaragüense que combatía el gobierno sandinista que había tomado el poder, derrocando a la dinastía dictatorial y progringa Somocista.