Después de una semana de bombardeos aéreos brutales -que dejaron más de 400 muertos y 2.000 heridos- Israel lanzó la anunciada invasión terrestre contra la Franja de Gaza. Diez mil soldados armados con el equipamiento más sofisticado, respaldados por tanques, cuerpos de ingeniería, grupos de operaciones especiales e inteligencia, tanques, aviones y artillería fueron lanzados contra un enclave en el que se hacinan 1 millón y medio de palestinos. Las tropas sionistas utilizan bombas de fragmentación (diseñadas para causar el mayor número de víctimas entre la población civil) y municiones de uranio empobrecido (cuyas secuelas de contaminación radiactiva duran por siglos). Una vocera del ejército israelí alegó que también las usan otras fuerzas armadas de Occidente.
Los sionistas entraron en Gaza para aplastar y erradicar todas las formas y el menor atisbo de resistencia nacional palestina.
Dos años
En los días posteriores a la invasión, comenzaron a salir a la luz las mentiras de la "historia oficial", que decía que Israel bombardeaba Gaza para frenar el lanzamiento de cohetes artesanales por parte de las milicias palestinas. Falso. La operación, según la prensa sionista (Haaretz, 3/1), comenzó a prepararse hace dos años, inmediatamente después del fracaso de la invasión al Líbano.
Durante esos dos largos años, el alto mando sionista se dedicó a entrenar especialmente a sus soldados para combatir en las callejuelas de Gaza (hasta se construyeron réplicas de sus calles en el desierto de Neghev), a probar distintos tipos de armamento para este combate, a infiltrar las organizaciones palestinas de la Franja, a recoger "información de inteligencia" por medio de satélites, aviones espía y en el propio terreno acerca las lanzaderas de cohetes, de los grupos palestinos, sus instalaciones, depósitos y los domicilios de sus dirigentes. La "inteligencia" recogida fue utilizada por la aviación sionista en sus ataques: el 50% de las víctimas son servidores civiles -policías, funcionarios, profesores- del Estado y militantes.
El Estado sionista sigue una política deliberada y planificada; no es una reacción "emocional" ante el disparo de algunos cohetes por las milicias palestinas. "La operación actual no es una reacción impulsiva desencadenada por un inesperado casus belli: es una decisión que pretende cambiar la ecuación estratégica entre Israel y el régimen de Hamas en Gaza", apunta Shlomo Ben-Ami, ex canciller de Israel (El País, 30/12).
Durante el período de preparación de la operación contra Gaza, el Estado sionista continuó sometiendo a Gaza a un implacable cerco de hambre y miseria. Este bloqueo llevó al colapso del sistema sanitario, a la falta de energía, a la desaparición de medicamentos y alimentos de primera necesidad. Cuando el alto mando estimó que la preparación política y militar del operativo contra Gaza estaba completada, comenzaron las provocaciones. El 4 de noviembre, aviones israelíes atacaron los túneles que permitían el contrabando de alimentos y bienes de Egipto a Gaza y mató a varios dirigentes del Hamas. Fue el primer incidente armado en el curso de la tregua. En respuesta, los grupos palestinos comenzaron a disparar cohetes contra el sur de Israel. El Estado sionista creó así los pretextos para lanzar el operativo militar que había planeado y ensayado durante tanto tiempo.
La finalidad de esta invasión es poner fin al régimen de Hamas y a cualquier otro régimen político en Gaza, y a convertir a ésta y a Cisjordania en dos conglomerados poblacionales políticamente inertes. Al final del camino está la intención de borrar a Palestina del mapa. De este modo habrá superado el reclamo de "reconocimiento" que ha exigido a los palestinos. También pretende convertir en realidad su mito de que ha colonizado "una tierra sin pueblo".
Operativo internacional
La erradicación de Palestina tiene el apoyo de los regímenes árabes reaccionarios. El bloqueo de Gaza por parte de Egipto (su frontera) es tanto o más implacable que el del sionismo. "No se debe permitir que Hamas gane su conflicto con Israel", se sinceró Hosni Mubarak ante el presidente checo de la Unión Europea, en una conversación a puertas cerradas (Haaretz, 6/1). Jordania aplaudió la masacre. Mientras las bombas caían, la Liga Arabe se dio toda una semana para organizar una "reunión de emergencia". Seyyed Nasrallah, dirigente del Hezbollah, denunció que "los mismos regímenes árabes que le reclamaron a Israel que eliminara a Hezbollah, son los que hoy le reclaman a Israel que elimine a Hamas" (IHT, 30/12).
La Autoridad Palestina denuncia la masacre sionista; sin embargo, esto no alteró en nada su estrecha alianza con Israel, Egipto y Jordania. La policía palestina -entrenada por la policía jordana con la financiación de Estados Unidos- disuelve a palazos las manifestaciones que tienen lugar en Cisjordania para respaldar al pueblo de Gaza.
El imperialismo norteamericano respalda incondicionalmente a los masacradores de Gaza. Bush y Obama comparten al mismo secretario de Defensa (Pentágono), Robert Gates. Bush veta en el Consejo de Seguridad de la ONU cualquier intento de establecer un "cese del fuego", incluso parcial. El silencio cómplice de Obama ya ha sido admitido por la prensa mundial. En las últimas horas, el presidente electo rompió su silencio para anunciar que hará "nuevas propuestas" para el Medio Oriente, después de su asunción, el 20 de enero. Le ha dado otras dos semanas a los masacradores. Su jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, es ciudadano de Israel y veterano de su ejército.
La Unión Europea está dividida. Gran Bretaña y los países orientales están plenamente integrados al operativo internacional que sostiene la masacre. Francia y Alemania, en minoría, reclaman un "cese del fuego", pero condicionado a que Hamas abandone toda forma de resistencia nacional. La disputa en la UE tiene también otras razones: Sarkozy quiere establecer una presidencia con mandato prolongado en la UE, a lo que se opone el bloque pro-yanqui. El presidente temporal (seis meses) de Checoslovaquia ha apoyado a Israel con condiciones. El objetivo político de la re-ocupación de Gaza es la liquidación de Palestina.
Masacre
"Israel marcha a reocupar Gaza (...) es imposible que se retire sin logros", reclama Haaretz (6/1); por eso, si no lo logra, "Israel ampliará la operación". La masacre va hasta el final. Después de los bombardeos con fósforo blanco y bombas de fragmentación y el ingreso de 10.000 soldados, ¿qué puede significar una "ampliación de la operación"? Haaretz explica: "‘Ampliar la operación' puede significar moverse casa por casa, como en la operación ‘Escudo Defensivo', en 2002, en Cisjordania, tratando de matar o capturar tantos militantes de Hamas como sea posible, o puede significar sitiar Gaza, como se cercó Beirut en 1982, hasta que los dirigentes de Hamas emerjan de sus escondites con las manos en alto". Durante el sitio de Beirut, más de 4.000 palestinos fueron masacrados por los aliados libaneses de Israel en los campos de refugiados de Sabra y Chatila.
"Todo esto puede llevar semanas", concluye el diario israelí (que, aclaremos, expresa a la opinión progresista del sionismo). Los sionistas quieren convertir a Gaza en un ente sin personalidad política (esto ya ocurre con Cisjordania, con la Autoridad Palestina). No es casual que esta autoridad abogue ahora, como prioridad, "por las inversiones privadas" (ver nota en página 10).
El operativo internacional, además de cubrir el accionar de Israel, también procura brindarle una "estrategia de salida". El primer ministro Olmert y el secretario de Defensa Barak reclaman insistentemente una presencia internacional que garantice el mantenimiento del status quo impuesto por las armas. "Egipto es la clave" (Haaretz, 6/1). Los sionistas e Israel confían en que Egipto respalde un "mecanismo internacional"; la tarea sería asignada a fuerzas norteamericanas que operarían en Egipto. El control del paso de Rafah, entre Egipto y Gaza, sería puesto en manos de la Autoridad Palestina (El País, 6/1). Los "veedores internacionales" se encargarían de asegurar la supervivencia física de la población que quede en Gaza.
En minoría, la canciller Livni rechaza la presencia internacional, lo que supone que Israel se encargaría de administrar el despoblamiento de Gaza.
Crisis mundial
Pero lo más difícil de todo este operativo estratégico todavía está por hacerse. El ejército sionista deberá enfrentar la resistencia de Hamas y la hostilidad de la población palestina. Debe enfrentar, también, la resistencia de los propios árabes-israelíes y de la población palestina de Cisjordania. Israel no tiene la menor intención de aminorar la construcción de asentamientos en los territorios ocupados ni de aflojar su política de persecución a los palestinos que viven en Israel.
Por otro lado, la crisis mundial agrava las contradicciones entre las potencias y sus choques. Pero sin la cobertura de las grandes potencias y los regímenes reaccionarios árabes, Israel no tiene condiciones para asegurar la desaparición nacional de Palestina.
La crisis y la lucha de clases mundiales se encargarán de mandar esta tentativa al basurero de la historia, como ya ha ocurrido en el pasado.
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