HASTA CUANDO SERA…
Un nuevo crimen masivo, uribista, se avizora en medio de tanto genocidio; esta vez le toca a los niños y niñas colombianas, quienes el 1 de agosto verán cerradas las puertas de la Clínica del Niño, en Bogotá, quedando en el mayor de los desamparos.
La Empresa Social del Estado (ESE), sí, “ese” donde acudían los pequeños bogotanos en condiciones de alto riesgo, anunció el cierre del establecimiento, con la misma facilidad con que alguna gente pierde la moral y el respeto.
Igual destino alcanzará el Instituto Materno Infantil (IMI), dejando desprotegido el futuro de un país ya de por sí castigado en el presente y el pasado.
La respuesta ante tamaña barbaridad no puede sino lastimarnos el corazón, la Secretaría, “preocupada”, dice que es superior la demanda de camas para los internados, que la oferta con que cuentan.
No se habló de instalar otras o ampliar el lugar, simplemente se decidió cerrar…
En cambio y según el subgerente de Unidades Hospitalarias de ESE, el cierre responde a la falta de pediatras, los que no “quieren” trabajar porque no cobran sus sueldos.
Resulta evidente que para el presidente Uribe y su séquito de para-políticos, resulta más beneficioso cerrar una institución de salud que remunerar a los trabajadores que velan por la vida de los enfermitos.
De todas las formas podemos ver que ese criminal no se cansa de matar, sea con balas, con desidia, o mediante las fumigaciones con glifosato que alcanzan el suelo hermano de Ecuador, hecho que le costará una denuncia que el presidente vecino está preparando para presentar en La Haya.
Dan fe de esta extraña compulsión una serie de hechos que se están denunciando en estos momentos (mencionamos sólo algunos):
Llanto, angustia, muerte, exclusión, marginación son la constante en ese vasto territorio gobernado por un narco-para-presidente, que utilizando la ferocidad de su can Cerbero protege las puertas de su propio infierno.
Colombia se desangra, mientras en algún lugar, donde aún no llegó el horror, el sonido de la cumbia y el vallenato permiten que sepamos que hay quienes están vivos.
Aunque nunca, nadie, pueda asegurarnos hasta cuando será…
Ingrid Storgen
Julio de 2007
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