Introducción:
La Inquisición es, seguramente, la institución más oprobiosa de la
Iglesia Católica. Existen infinidad de textos que la denostan y, aunque
parezca increíble, otros tantos que la justifican, siempre basados, por
supuesto, en el fanatismo religioso. Veamos entonces cómo nació la
Inquisición, cómo creció, cómo desapareció en muchas de sus formas y su
remanente actual, pues la Inquisición no desapareció del todo: algunas
de sus funciones siguen vigentes hoy.
I.
Origen de la Inquisición
La Inquisición no fue una institución que se creó acabadamente como la
conocemos durante la expulsión de los judíos de España en 1492 y en su
nefasta actuación con los conversos. Fue creciendo gradualmente y
adaptándose a los acontecimientos históricos que se dieron en Europa
durante la Edad Media y el Renacimiento.
Veremos entonces en éste primer módulo los comienzos de la Inquisición
en Europa durante el siglo XI, cuándo aparecen las primeras
inquisiciones, por qué se instauró y en qué consistieron.
Podemos distinguir tres formas de Inquisición:
a. Inquisición Episcopal.
b. Inquisición Pontificia.
c. Inquisición Española.
Contexto histórico
Recordemos un poco de historia: las invasiones de los bárbaros al viejo
imperio Romano habían finalizado con la conversión a la cristiandad, de
los príncipes y reyes de éstas tribus que provenían del norte.
El Imperio Romano se había dividido en dos en el año 395 de la ec.: al
Este, el Imperio Bizantino, con capital en Constantinopla, hoy Estambul,
y al Oeste, el Imperio Romano con capital en Roma. También se había
dividido la iglesia cristiana en dos: la Iglesia Romana y la Iglesia
Ortodoxa Griega, desde el año 867 de la ec. El intento de Carlomagno de
crear un nuevo Imperio Romano con base y fuerza en Alemania había
fracasado con su muerte en 814. Los moros dominaban el norte de África y
la Península Ibérica hasta los Pirineos. Ya había comenzado la
reconquista desde León, Castilla, Navarra, Aragón y Barcelona, donde los
príncipes cristianos luchaban para conquistar territorios presionando a
los moros hacia el sur.
Mientras tanto, el papado se fortalece en Roma y comienza a influir
marcadamente sobre los diferentes reinos cristianos. Se consolida el
canon del cristianismo definiendo la Ortodoxia tal como la conocemos
hoy. Los dogmas de fe tales como la virginidad de María, la Trinidad, y
el más y el que acentuó el poder de la Iglesia Romana fue el concepto de
Salvación.
Definición de conceptos y terminología:
Hay que definir cuatro conceptos de importancia: ortodoxia,
salvación, herejía e indulgencia.
Ortodoxo según el Diccionario de la Real Academia Española, desde ahora
DRAE, significa: "conformidad con el dogma de una religión."
Salvación: según el DRAE es: "consecución de la gloria y bienaventuranza
eterna." Según el Espasa Calpe, de acuerdo a la concepción teológica es:
"la obtención del último fin del hombre, entrando el alma en el cielo,
en contraposición a la frustración de dicho fin por la eterna
condenación en el infierno."
Dijimos entonces que se define la ortodoxia católica y se impone el
criterio de salvación. Surge el término hereje y herejía. Veamos la
definición de éstos vocablos:
Según el citado DRAE, hereje significa: "Cristiano que en materia de fe
se opone con pertinacia a lo que cree y propone la Iglesia Católica."
Herejía según el DRAE es: "error en materia de fe sostenido con
pertinacia."
Vemos en ésta definición de hereje un punto muy importante a tener en
cuenta: hereje es un cristiano, o sea que no puede serlo un judío o un
musulmán. Un judío podía ser entonces sospechoso de herejía desde el
momento en que se convertía al cristianismo, no antes. La Inquisición no
persiguió a los judíos, persiguió a los judíos conversos.
Por último la palabra indulgencia que significa según el DRAE: "remisión
que hace la Iglesia de las penas debidas por los pecados."
Inquisición Episcopal
Hechas estas aclaraciones volvamos a la Historia. El edificio de la
Inquisición comenzó a construirse varios siglos antes de la gran
conversión de judíos españoles al final del siglo XIV.
Una vez establecida la ortodoxia, las desviaciones de ella son
inquiridas, estudiadas por el obispo de cada diócesis y de comprobarse
el delito, son castigadas. Ésta es la primera forma de Inquisición
conocida como Inquisición Episcopal. Los castigos en éstos casos eran
castigos y penitencias canónicas, como ser asistir en ocasiones
determinadas a la iglesia, rezar determinadas oraciones, hacer ayunos,
etc.
Mientras tanto, la autoridad del papado sobre los reyes y príncipes
cristianos se afianza, los reyes reinaban por mandato divino y para su
coronación era necesaria la bendición romana. Además, el papado comienza
a administrar las indulgencias.
Inquisición Pontificia
Veremos entonces cómo una serie de hechos que al parecer son sin
relación, comienzan a configurar otra forma de Inquisición.
En el año 1095, el papa Urbano II difunde la necesidad de una cruzada
para reconquistar Tierra Santa que estaba en poder del Islam. Para
reclutar voluntarios, afirmó que una cruzada a Tierra Santa era el
sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba una remisión total
del pecado. Esto dio lugar al comienzo de las Indulgencias.
Al principio, una cruzada suponía penas y sacrificios muy arduos para un
cristiano y era la única forma de obtener indulgencias, pero con el
tiempo y con las necesidades crecientes de fondos, éstas indulgencias se
fueron extendiendo a todos los que ayudaban con bienes o dinero a los
cruzados, y luego se comenzaron a vender por ejemplo a los peregrinos a
Roma para la construcción de la catedral de San Pedro, hasta que
finalmente se vendieron por cualquier motivo y por sumas ínfimas.
Otro hecho importante fue que a mediados del siglo XIII se fundan las
órdenes mendicantes: los franciscanos y los dominicos.
Santo Domingo y San Francisco predican la austeridad, la beneficencia y
la caridad, retornando a las fuentes primitivas del cristianismo y
haciendo votos de pobreza. Éstas órdenes tienen un crecimiento rápido.
En pocos años construyen monasterios en casi todas las ciudades de
Europa. Éstos monjes mendicantes hacen un marcado contraste con el
opulento clero episcopal establecido. Dependen directamente de Roma. Su
ortodoxia es extrema. La Orden Dominica es encargada por el papa para
predicar el evangelio y actuar en alguna región infectada de herejía.
También se ocuparon de la educación e influyeron y obtuvieron las
principales cátedras de las universidades.
Las ideas no ortodoxas, paradójicamente, comienzan a llegar a Occidente
de la mano de los cruzados que regresaban de Tierra Santa. Ellas
consistían en considerar que Cristo no había creado una iglesia
organizada, entonces –decían– la enseñanza católica acerca de la
imágenes, los santos, el bautismo de los infantes, la inmaculada
concepción eran falsos. Estas ideas se difundieron rápidamente por
Occidente. Los herejes sostenían que los únicas garantías de salvación
eran la castidad, la pureza, el ascetismo, la humildad, virtudes que
ellos (los herejes) practicaban y el clero establecido no. Esta herejía
se inició en el sur de Europa y se expandió rápidamente tomando diversos
nombres: cátaros, arrianos, albigenses, valdenses, dependiendo del líder
o de la región donde predominaba. La Iglesia se sintió aterrorizada por
la posibilidad de un nuevo cisma y de una desintegración de la
cristiandad.
El Papa Inocencio III reaccionó y envió varias inquisiciones de los
monjes cistercienses y también a Domingo de Guzmán (que luego fuera
canonizado Santo Domingo). Si bien consiguieron algunas retractaciones,
la herejía continuaba. Finalmente el papa terminó llamando a una cruzada
interna contra los albigenses, en la región del sur de Francia cerca de
los Pirineos, a partir de 1208. Los cruzados recibían una indulgencia
plenaria luego de los 45 días de servicio, la condenación de sus deudas
e intereses, y la posibilidad de recibir las tierras confiscadas a los
herejes derrotados. Estos beneficios congregaron un ejercito de 500.000
hombres quienes, capitaneados por el duque de Borgoña y el conde de
Monfort, marcharon hacia la región de Albi. Encabezaban el bando de los
herejes Rogerio, vizconde de Albi, y Raimundo, conde de Touluose. Los
papistas tomaron la ciudad de Beziers, pasaron a cuchillo a 60.000
habitantes, sin respetar a mujeres, ancianos y niños; la saquearon y
luego incendiaron en julio de 1209. La anécdota que quedo de estos
hechos es que los soldados, cuando preguntaron a los prelados como
distinguían entre católicos y herejes, la respuesta fue: "Matad a todos
que luego Dios los distinguirá en el cielo".
Luego se dirigieron a Carcasona donde se rindió el vizconde Roger y
fueron quemados algunos centenares de habitantes. Pero la fuerza de la
cruzada se debilito cuando transcurrieron los 45 días necesarios para
alcanzar la indulgencia. El foco hereje continuo vivo en Touluose,
apoyada por su aliado, al rey de Aragón. La lucha continuo por muchos
años hasta que los herejes fueron derrotados finalmente en 1253.
El Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por el papa Inocencio III,
dictó un reglamento que dio forma a la Inquisición pontificia,
reagrupando disposiciones de los papas que lo precedieron en concilios
anteriores.
Los puntos principales eran:
Toda herejía debía ser perseguida concertadamente por las autoridades
civiles y eclesiásticas.
Los procesos deberán ser iniciados de oficio —sin instancia de parte—.
Los obispos deberán disponer la realización de inquisición en cada
parroquia de su diócesis.
Las propiedades de los herejes deberán ser confiscadas.
Los recalcitrantes deberán ser “relajados” al brazo secular para ser
sancionados.
La palabra relajar significa según el DRAE: "entregar el juez
eclesiástico al secular un reo digno de pena capital." En buen romance,
los mandaban al verdugo.
Si bien los papas habían encomendado a los monjes cistercienses algunas
inquisiciones aisladas contra grupos de herejes, aún no había una
Inquisición organizada.
Como consecuencia de tantos desmanes cometidos a inocentes en la
represión de la herejía albigense, se levantaron voces de protesta en
toda la cristiandad, las que dieron lugar al concilio de Touluose (1229)
que creó el Tribunal de la Inquisición. La Inquisición se encomendó a la
orden Dominicana en donde se conformó un tribunal permanente que actuaba
en concordancia con el obispo de la región infectada por la herejía, por
ello se la denomina Inquisición Pontificia. Es ésta la segunda forma de
Inquisición. Esta institución creada en principio para mitigar los
excesos de las actuaciones no controladas contra los herejes, finalmente
incorporo los abusos de la practica anterior y agrego otros.
Además, los papas impulsaban a los reyes y príncipes a la adopción de
leyes civiles que penaran a los recalcitrantes de herejía con la pena
capital. Para la coronación del emperador Federico II, el papa Inocencio
III insistió para que organice en su imperio la persecución de la
herejía. Federico II sancionó, a instancias del Papa, leyes que
condenaban a los herejes dentro de su imperio, a la pena de muerte en la
hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda a todos los reyes y
príncipes cristianos incorporar a sus legislaciones locales leyes
similares a las del emperador Federico II.
Veamos dos ejemplos del pensamiento eclesiástico de aquella época:
Una bula del papa Bonifacio VIII de 1296 donde determina las
prerrogativas del "poder terrenal" y del "poder espiritual".
Una excomunión del papa Inocencio III a Markward de Anweiler quien
intentó oponerse a sus designios.
Ya en 1231 queda constituido en Roma el tribunal de la Inquisición, o
del "Santo Oficio"; su constitución fue encomendada la orden dominica.
El primer inquisidor había sido Domingo de Guzmán quien predicó ante los
albigences ya en 1208.
La Inquisición podía actuar por acusación, por denuncia o de oficio.
Había tres opciones posibles:
Que los procesados se presentasen libre y voluntariamente a confesar sus
faltas; en este caso serían sancionados con medidas espirituales,
generalmente leves.
Que se arrepintiesen solamente por miedo a la muerte; sufrirían entonces
penas de prisión.
Que se mantuvieran obstinados en sus “errores”; serían “relajados” al
brazo secular para que se les aplique la pena de muerte en la hoguera.
Los inquisidores se dirigían al sitio donde se sospechaba que había un
foco de herejía. Pedían el apoyo de las autoridades locales que estaban
obligadas a otorgarla so pena de excomunión y ser a su vez acusados de
herejes. Se leía un edicto de gracia en la iglesia mayor donde se
detallaba cuales eran los “errores” contra la fe y se daba un plazo para
el arrepentimiento. Además se instaba a quien conociera herejes los
delatara. El plazo era generalmente de un mes.
Los que confesaban voluntariamente eran sentenciados inmediatamente con
penas religiosas que consistían en oraciones diarias, peregrinaciones,
ayunos y multas.
En el caso de existir pruebas que los inquisidores consideraran
“suficientes” contra el reo y éste no confesaba la verdad, se aplicaba
el tormento. Los elementos de tortura eran: el potro, la garrucha y el
castigo de agua. Si el acusado confesaba, entonces era condenado a
varios años de prisión o de galeras, confiscación de bienes, prohibición
de ejercer ciertos oficios pare él y sus herederos, llevar vestimentas
que denotaran su condición de arrepentido.
En caso de persistir en su “error”, era “relajado” al brazo secular que
aplicaba la pena de muerte. Encontramos entonces un eufemismo. Se pedía
clemencia para el reo por un lado y se impulsaba a las autoridades
civiles (los reyes y príncipes) a promulgar la pena de muerte para los
herejes.
Cuando había suficientes sentencias y se consideraba que la herejía
estaba conjurada, se hacía lo que finalmente se conoció como auto de fe.
Era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a primeras horas
de la mañana, cuando los reos eran llevados a la casa del inquisidor, en
la que se los vestía con una túnica amarilla y un bonete en pico. Se
hacía un desfile hasta el lugar donde se llevaría a cabo el acto; en
general una plaza importante. Se celebraba misa con un sermón que se
refería a lo horrendo de la herejía. Luego se leían las sentencias,
comenzando por las más leves. A los que se relajaban al brazo secular
para ser quemados se los conducía hacia otro lugar que se llamaba
quemadero, donde había preparado una pira y allí eran quemados vivos.
Esta Inquisición cumplió con los objetivos fijados de eliminar la
herejía de los reinos y principados cristianos. luego de algunos siglos
de funcionar fue quedando en desuso y en el olvido. En la Inquisición
Pontificia, las sentencias de los juicios eran apelables ante la Santa
Sede y generalmente los acusados eran absueltos allí por dinero,
posición social o mediante un favor importante a los ojos de la Iglesia.
II. La Inquisición en España
Debemos hacer aquí una distinción entre la Inquisición en España y la
Inquisición Española, expresiones que parecen iguales pero no lo son. La
Inquisición Española es la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando
de Aragón establecen en España a partir de 1478 y que fue independiente
y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin embargo, en España
también funcionó la Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia,
como veremos enseguida.
La Inquisición era casi desconocida en la Península hasta la fecha
mencionada. En Castilla no había tribunal de la Inquisición y los
delitos de la fe se atendían en los obispados. Era la Inquisición
Episcopal que ejercían los obispos en su diócesis; pero éstos estaban
ocupados en otros asuntos y le prestaban poca importancia a la herejía.
Por el contrario, en Aragón, había un tribunal de la Inquisición
Pontificia establecido desde la época de la herejía albigense que se
había extendido desde Touluose hasta la vecina Aragón. Domingo de
Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a principios del siglo XIII
a Raimundo de Peñafort como comisario y a instancias de éste, el papa
Gregorio IX designó un tribunal de la Inquisición que se ocupó de
erradicar la herejía albigense en Aragón luego de largas vicisitudes.
Pero para la época que nos interesa, mediados del siglo XV, también el
tribunal de Aragón estaba casi olvidado.
De la misma forma que los acontecimientos se fueron desencadenando para
dar lugar a la creación de los tribunales de la Inquisición Pontificia,
también en España los hechos se sucedieron de tal forma que los reyes
consideraron necesario crear la Inquisición Española.
Podemos Señalar como la primera causa el fenómeno de conversión masiva
de judíos que se produce durante las revueltas y motines antijudíos de
1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray Ferrant
Martínez. Continuaron con la prédica de Vicente Ferrer en Castilla entre
los años 1400 y 1420, que también lograron una conversión masiva de
judíos. Estas conversiones, en su mayoría, no fueron por propia
voluntad, sino que se hicieron a la fuerza, ante la presión de un pueblo
enardecido, excitado por sacerdotes fanáticos.
Entonces comienza el fenómeno de los "conversos" y su calvario, que
signará la historia de España y de los judíos hasta mediados del siglo
pasado. El tema de los conversos lo estudiaremos aquí en lo que tenga
que ver con la Inquisición, porque es muy complejo y requiere un estudio
por separado.
A mediados del siglo XV encontramos en la península Ibérica varas clases
sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el poder, manejan las armas,
hacen la guerra a los moros y son dueños de las tierras, desprecian el
trabajo manual; el pueblo, que es esclavo de la gleba, o sea que depende
de los señores feudales y son los que cultivan la tierra, son incultos e
iletrados; el clero, que depende de Roma y está agrupado en conventos de
diferentes órdenes, las más importantes, ya vimos, son los dominicos y
los franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la vida
dedicada a la oración y dependen directamente de Roma, no del obispo
local, dominan el saber, los libros y las bibliotecas, son los
cristianos educados; las minorías de otros credos: judíos y moros. Los
moros son el pueblo vencido que retrocede a medida que los cristianos
conquistan el territorio hasta concentrarse finalmente en Andalucía, en
la provincia de Granada. Los judíos, que habitaban la Península desde
tiempos inmemoriales, son habitantes urbanos, que ejercen toda clase de
oficios, hasta los más elevados como consejeros de los reyes. Son
letrados y conocen la contabilidad y la numeración decimal.
Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez más las
posibilidades de trabajo de los judíos impidiéndoles ejercer diversos
oficios. Sus actividades son cada día restringidas y son obligados a
vivir en barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida
económica.
En éste panorama se insertan los conversos, llamados también marranos o
cristianos nuevos, en contraposición a los cristianos viejos o “lindos”
que son los originarios cristianos. Los conversos ven que al cambiar de
religión, los impedimentos que tenían como judíos son eliminados y
tienen acceso a todos los oficios y puestos del reino, que antes les
eran vedados. Enseguida comienzan a escalar posiciones en las cortes de
España por su capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos
lindos.
Con el correr del siglo XV, éstos cristianos nuevos despiertan la
envidia y los celos de los cristianos viejos y comienzan las intrigas y
las demandas en su contra.
La sucesión del trono de Castilla luego de la muerte del rey Enrique IV
recae, no sin ciertas intrigas y luchas, en su hermana Isabel en el año
1465. Isabel contrajo matrimonio con Fernando, sucesor del trono de
Aragón, por lo que ambas coronas se unieron, a la muerte de Juan II de
Aragón.
Era confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada, prior de los
Dominicos y influyente en la corte.
Torquemada se hizo eco de las protestas de los cristianos viejos y
comenzó a predicar acerca de la conveniencia de crear una Inquisición en
Castilla. En 1478 se produce un acontecimiento fortuito en el cual se
descubre en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos que hacían
ceremonias extrañas a la religión cristiana. Esto convence a la reina,
quien ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al papa la
creación de una Inquisición para Castilla y Aragón. El papa Sixto IV
expide una bula en noviembre de 1478 que autoriza a los reyes de España
a nombrar inquisidores y removerlos a perpetuidad.
Se crea el tribunal y los primeros inquisidores, Miguel de Morillo y
Juan de San Martín, llegan a Sevilla en setiembre de 1480. Sus pesquisas
les llevan a hallar un grupo de criptojudíos cuyo líder era Diego de
Susán. Se levanta la acusación de herejía y luego de un proceso, los
principales autores son condenados a la hoguera en el primer auto de fe
en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el quemadero de la Tablada.
Características especiales de la Inquisición Española
La Inquisición Española se diferenciaba de la Inquisición Pontificia en
primer lugar por que a los Inquisidores los nombra el rey, no el papa, o
sea que pasan a ser funcionarios de estado y responden a las políticas
del reino; la segunda diferencia es que en que los procesos no eran
apelables en Roma. El tribunal se organizó de tal manera que Torquemada
fue nombrado Inquisidor Supremo para Castilla, Aragón y Sicilia,
formando parte del tribunal el cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan
de San Martín. La sede primitiva estaba en Sevilla, trasladándose luego
a Toledo. La autoridad del Inquisidor Supremo era inapelable. El
Inquisidor Supremo presidía un consejo llamado supremo, compuesto por
cinco ministros.
El papa Clemente VIII les otorgó facultades de revisar todo tipo de
impresos y manuscritos y de prohibir la lectura y circulación de todos
los libros y papeles que juzgasen perjudiciales a la moral o contrarios
a los dogmas ritos y disciplina de la iglesia.
Composición del Tribunal
El consejo Supremo nombraba a los miembros de los Tribunales Subalternos
con jurisdicción sobre todo el territorio del reino y de ultramar.
Los tribunales eran formados por dos jueces letrados y un teólogo,
tenían el trato de Señoría y debían vestir traje eclesiástico. Había un
fiscal acusador y un juez de bienes que tasaba las posesiones
confiscadas a los acusados. Los asistía un numero de personal auxiliar
que cumplía diversas funciones; entre ellos, los más importantes para la
historia fueron los notarios, que escribían todas las preguntas y
respuestas hechas a los presuntos herejes y que hoy son muy valiosos
documentos, inclusive anotaban las declaraciones hechas cuando el
acusado era sometido a tortura, como veremos en éste ejemplo de una
confesión arrancada bajo la tortura.
Además, en cada pueblo o ciudad había comisarios que debían cumplir las
órdenes del tribunal de la región. Sus funciones eran las de difusión de
los edictos de la Inquisición, especialmente el edicto de fe que se leía
en las iglesias. Debía hacerlos cumplir, investigar los casos de herejía
que pudieran presentarse y arrestar a los sospechosos.
Luego estaban los "familiares" que ejercían la función de vigilancia y
protección de los miembros del Santo Oficio y secundaban a los
comisarios en los arrestos. Es importante hacer notar que todos los
miembros, comisarios y familiares del tribunal gozaban de una
indulgencia plena mientras duraran sus funciones. Esto quiere decir que
iban directamente al cielo.
Jurisdicción y establecimiento en los reinos de España
Como ya dijimos, la jurisdicción del tribunal abarcaba todas las
posesiones españolas, las sedes que se fueron creando a lo largo de su
actuación fueron: Sevilla, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Cuenca, Murcia,
Valladolid, Santiago, Logroño, Granada, Llerena, Zaragoza, Barcelona,
Valencia, Baleares, Jaén, Canarias, y en América: Méjico, Lima y
Cartagena de Indias; en Italia en Cerdeña y en Sicilia. El tribunal de
Ciudad Real fue trasladado con el tiempo a Madrid.
El establecimiento de la Inquisición en España no fue acatado en todas
las ciudades con igual beneplácito. En algunas regiones hubo una fuerte
oposición y en el reino de Nápoles, vasallo de Aragón nunca se pudo
establecer por la oposición de los Barones que nunca la admitieron, es
un ejemplo digno de admiración.
Mismo en Aragón, las Cortes demoraron dos años en acatar el
establecimiento de la Inquisición a la manera de Castilla, pese a que la
inquisición pontificia funcionaba desde el siglo XIII. Al poco tiempo de
instalada fue asesinado el Inquisidor Gaspar Juglar y luego su sucesor,
Pedro de Arbués. Pero luego los promotores de estos asesinatos fueron
descubiertos y protagonizaron los primeros autos de fe de Aragón a
partir de 1485.
Ya tenemos entonces a la Inquisición establecida firmemente por
Torquemada en toda la Península Ibérica salvo en Portugal, Navarra y
Granada, todavía esta última un baluarte moro.
Procedimientos
Los procedimientos de la Inquisición Española eran similares al de la
episcopal. Incluían los interrogatorios durante la tortura del que
daremos un ejemplo, y el eufemismo de la relajación al brazo civil,
donde sabían que la pena era la muerte en la hoguera.
El uso de la tortura era común, muchas veces sólo consistía en mostrar
al reo la sala de tormento, los verdugos y los instrumentos de tortura.
Con sólo mostrarlos se conseguían confesiones y delaciones.
En los casos de que el reo insistiera en sus convicciones era sometido
efectivamente a tormento. Los más usados eran:
La cuerda, consistía en sujetar al reo en una mesa y luego dar vueltas a
un cordel arrollado a sus brazos y piernas produciendo estiramiento de
las articulaciones y un fuerte dolor;
El tormento del agua consistía en verter agua sobre el rostro del
torturado impidiéndole respirar;
El garrote consistía en una tabla sostenida por cuatro patas con
garrotes que se ajustaban hasta producir dolor;
En el Tormento de la garrucha el torturado era atado de las manos,
elevado y dejado caer violentamente sin llegar al suelo, lo que
provocaba intensos dolores en las articulaciones
Cuando había una cierta cantidad de condenados por la Inquisición, se
celebraban los llamados "Autos de Fe".
Eran ceremonias que duraban un día entero, desde la mañana hasta la
noche, con gran pompa y boato. Comenzaban con una procesión de las
autoridades civiles y eclesiásticas y finalmente los condenados,
vestidos con ropas infamantes llamadas sambenitos, palabra que es una
deformación de "saco bendito". Se leían las condenas, y aquellos
destinados a la pena de muerte, eran relajados al brazo civil, donde el
verdugo los quemaba en la hoguera en presencia de todo el pueblo.
Procesos célebres:
El niño de la Guardia, se imputó a un judío el sacrificio de un niño
para arrancarle el corazón y conjurar así los males de la Inquisición.
Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana fue acusado
ante la Inquisición y luego absuelto.
Fray Luis de León, por su traducción del cantar de los cantares fue
procesado y puesto en prisión. Absuelto al cabo de cinco años acuñó al
volver a su cátedra la frase: "decíamos ayer…".
Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz también sufrieron procesos.
Otras acciones:
La Inquisición tuvo el principal papel durante la expulsión de los
judíos de España; más tarde se ocupó de la persecución de brujas; luego
persiguió a los protestantes en el siglo XVI y XVII y finalmente en el
siglo XVIII persiguió a los masones y a los seguidores de la ilustración
y de la Revolución Francesa. Siempre continuó con el Index de los libros
editados en España y las colonias, determinando qué se podía leer y qué
no.
III. La Inquisición en América
En las clases de Historia Argentina se ha oído decir que en nuestro país
nunca hubo Inquisición. Esto es un eufemismo, una forma de minimizar las
cosas y de apartar a las mentes inquietas algunas preguntas
comprometidas. Lo que sí puede afirmarse es que no había "Tribunal de la
Inquisición" en lo que es actualmente la República Argentina. Veremos
cómo llegaban los tentáculos de la Inquisición a nuestros territorios y
los vecinos.
Los conversos en América
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arriba al Nuevo Mundo.
Recordemos que partió del puerto de Palos en España el 3 de agosto de
1492, que era el 10 de Ab según el calendario hebreo, último día
permitido por los Reyes Católicos para la permanencia de judíos en
España antes de la expulsión. Muchos autores creen firmemente que Colón
era converso, al igual que alguno de sus tripulantes, en especial Luis
de Torres. Esto quiere decir que los conversos habitaron América desde
el comienzo de la exploración y la conquista. En las sucesivas
expediciones de Colón ingresó gran número de cristianos nuevos. Pensaban
posiblemente que en las tierras descubiertas estarían mas lejos de las
garras de la Inquisición, que hacía ya más de diez años que funcionaba
en España.
Desde el comienzo de la colonización española, al crearse los obispados
de México y Lima, funcionó la Inquisición Episcopal. Pero los obispos
tenían, como siempre, múltiples ocupaciones. Los asuntos de la fe no les
preocupaban demasiado.
Expulsión y conversión forzosa en Portugal
Mientras tanto, en la península Ibérica se produce un nuevo
acontecimiento que marcará el destino de los judíos conversos de los
próximos trescientos años: la expulsión primero, y luego la conversión
forzosa de los judíos de Portugal. Sucedió que en 1496, el rey Manuel de
Portugal debía contraer nupcias con la princesa Isabel de España, hija
de Fernando e Isabel. Los Reyes Católicos Imponen al rey Manuel, como
condición para acceder al matrimonio, la expulsión de los judíos de
Portugal.
El rey Manuel accede al pedido de sus futuros suegros y firma un edicto
de expulsión de los judíos, dando nueve meses de plazo para la salida;
pero luego se arrepiente y les prohibe la salida y promueve la
conversión forzosa de éstos judíos. Los judíos son llevados a la pila
bautismal a la fuerza. Lo hacen porque no les queda otra salida, de la
boca para afuera; se convierten en criptojudíos. Profesan externamente
el cristianismo, asisten a misa, se confiesan, pero en secreto practican
la religión judía. Esperan pacientemente la oportunidad para salir de
Portugal.
Veamos qué calidad de personas eran éstos conversos forzosos
portugueses. En 1492, cuando fue la expulsión de judíos de España, se
calcula que un 30% de ellos emigró a Portugal, país vecino. Pensaban que
al poco tiempo el Edicto de Expulsión sería revocado y podrían regresar
a sus hogares. Es importante tener en cuenta la ideología de éstos
judíos. Eran aquellos que prefirieron dejar sus casas y trabajos en
España, pero mantenerse fieles a la fe de sus mayores. Eran firmemente
creyentes en la ley de Moisés. Esto explica por qué, al ser forzados al
bautismo, permanecían profesando su fe en secreto.
Portugal, que ya tenía experiencia en la exploración oceánica de las
costas de África hasta dar la vuelta al cabo de Buena Esperanza,
comienza también la exploración del Nuevo Continente, y es Fernando de
Noronha, converso, a quien el rey encomienda éstas exploraciones.
Los reyes de España, inmediatamente después de los descubrimientos,
aplican leyes raciales de limpieza de sangre para obtener las licencias
para pasar a las Indias. Había que demostrar que el candidato no tenía
sangre de moros o judíos entre sus antepasados por siete generaciones.
Si bien muchas veces estas disposiciones fueron burladas, era difícil
para los conversos españoles pasar a América.
Muy distinta fue la suerte de los conversos forzosos de Portugal,
durante la primera mitad del siglo XVI no tuvieron impedimentos para ir
a las Indias, y de origen converso fue un porcentaje importante de los
primeros portugueses que poblaron el Brasil.
Creación de los tribunales de la Inquisición en América
A mediados del siglo XVI en Hispanoamérica están ya los Españoles
firmemente establecidos en México y en Perú. En estas colonias había un
porcentaje importante de cristianos nuevos. Surgen entonces reclamos
para nombrar un tribunal de la Inquisición. El rey Felipe II por real
célula del 25 de enero de 1569 crea los tribunales de la Inquisición en
la ciudad de México y en Lima.
Nos limitaremos a ilustrar los casos y la historia del tribunal de Lima,
que es el que tenía jurisdicción sobre las tierras que conforman
Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay, además del propio Perú.
También tenía jurisdicción sobre lo que hoy es Ecuador, Colombia y
Venezuela hasta que en el año 1610 se crea el último tribunal de América
en Cartagena de Indias que tiene jurisdicción sobre éstos últimos
territorios.
Los primeros inquisidores designados para ocupar el tribunal de Lima
fueron Serván de Cerezuela y Andrés Bustamante. Bustamante falleció
durante la travesía y Cerezuela llegó a Lima en el año 1570.
La jurisdicción del tribunal comprendía los obispados de Panamá, Quito,
el Cuzco, Los Charcas, Río de la Plata, Tucumán, Concepción, Santiago de
Chile y todas las provincias y señoríos del Perú. Esto queda claro desde
el primer sermón leído en Lima por el inquisidor Cerezuela.
La diferencia principal de los tribunales americanos con respecto a los
de la Península era que el tribunal no tenía jurisdicción sobre los
indios; procuraba su evangelización. Su principal objetivo era erradicar
de las Indias a los cristianos nuevos sospechosos de judaizantes y a los
protestantes.
Cerezuela comenzó a ocuparse del establecimiento del Santo Oficio
nombrando comisarios, familiares y todo el personal del tribunal en
todas las ciudades de su jurisdicción. Se hizo cargo de las causas
pendientes en el obispado.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lima el 15 de noviembre de 1573 y el
primer "relajado", o sea quemado, fue Mateo Salado, de nacionalidad
francés, por luterano.
El establecimiento de la Inquisición en América tuvo una fuerte
oposición de los obispos, especialmente con Fr. Francisco de Victoria,
obispo de Tucumán, sindicado como cristiano nuevo, a fines del siglo
XVI.
Unión de las coronas de España y Portugal
En el año 1580, año de la segunda fundación de Buenos Aires por Juan de
Garay, en la Península se produce la unión de los reinos de España y
Portugal, pues Felipe II es el único heredero del trono de ese reino.
Muchos portugueses "sospechosos de su fe" comienzan a ingresar al
Virreinato del Perú por la ciudad recientemente fundada, en la cual la
vigilancia de la Inquisición era más débil. La unión de los reinos dura
hasta 1640 en que los lusitanos se rebelan contra la monarquía española
y el duque de Braganza, bajo el nombre de Juan IV, ocupa el trono del
reino de Portugal. Pero fueron sesenta años durante los cuales América
hispana estuvo bajo una misma corona y, durante ellos, un gran número de
cristianos nuevos pasó de los dominios portugueses a los dominios
españoles. De tal manera que en el Río de La Plata, decir que alguien
era "portugués", era sinónimo de "judío converso".
Los delitos penados por la Inquisición eran muy variados y los pueden
ver en el ejemplo de condenas que se adjunta. El auto de fe más
importante fue el del 23 de enero de 1639. En él fueron quemadas once
personas por judaizantes; entre ellos al tucumano Francisco Maldonado da
Silva, descendiente de portugueses, cuya historia fue contada por Marcos
Aguinis en la novela "La gesta del Marrano". Es importante hacer notar
que la concurrencia masiva del pueblo a los autos de fe se lograba
brindando una indulgencia plena a los asistentes.
Intento de crear un Tribunal de la Inquisición en Buenos Aires
En el siglo XVII surgió la idea de crear un tribunal de la Inquisición,
ya fuera en Córdoba o en Buenos Aires. Los motivos alegados eran que por
el puerto del Río de la Plata ingresaban portugueses judaizantes y
también se introducían libros prohibidos; finalmente ésta idea no fue
aprobada por la Suprema española. Pueden ver en los ejemplos las cartas
cursadas al respecto.
En el siglo XVIII la actividad del Tribunal fue menor. Hubo una sola
ejecución, una mujer, María Francisca Ana de Castro, por judaizante. La
mayor actividad consistió en investigar la circulación de libros
prohibidos, los escritos de los enciclopedistas franceses y de aquellos
autores que estaban a favor de las formas de gobierno republicanas como
Voltaire y Rousseau. También se ocupó de perseguir a los masones que
profesaban ideas que la Inquisición consideraba no ortodoxas.
Fin de la Inquisición
El siglo XIX se inicia con las victorias de Napoleón quien corona a su
hermano José en el trono de España. En diciembre de 1808 decreta la
extinción del Tribunal de la Inquisición. Las cortes españolas que se
oponen militarmente a Napoleón dictan una constitución liberal y en 1813
decretan la abolición de la Inquisición. En 1814, derrotado Napoleón y
vuelto al trono el rey Frenado VII, restablece el Tribunal.
Mientras tanto, en América, la Asamblea del año Trece, a instancias de
San Martín y de Alvear, decreta la eliminación de la Inquisición en
Buenos Aires. Si la Asamblea tuvo que derogar la Inquisición, es prueba
de que existía. A medida que las fuerzas independientes derrotan a los
españoles, una de las primeras medidas siempre fue la eliminación del
Tribunal. La abolición del Tribunal de Lima se produce en 1820, por
orden de las cortes españolas, porque por pocos años vuelve a tener
vigencia la constitución de Cádiz de 1812 que derogaba el tribunal.
Pocos años después, Fernando VII vuelve a instaurar el tribunal en
España, pero América ya era independiente, gracias a las victorias de
San Martín y Bolívar. Los tribunales de la Inquisición no funcionaron
más en toda América del Sur.
También en España, muerto Fernando VII, su sucesora, la regente María
Cristina elimina el Tribunal de la Inquisición en el año 1834.
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