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Resolución del II° Congreso de la Internacional Comunista,1920
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Tesis sobre la función del partido comunista en la revolución proletaria
Resolución del II° Congreso de la Internacional Comunista,1920
El proletariado mundial está en vísperas de luchas decisivas. La época en que
vivimos es una época de guerras civiles directas. La hora decisiva se acerca.
En casi todos los paises en donde existe un importante movimiento obrero, la
clase trabajadora tendrá que conducir en el próximo futuro una serie de luchas
encarnizadas, empuñando las armas. En este momento más que nunca, la clase
obrera necesita una organización sólida. Ella tiene que prepararse
infatigablemente a las luchas cruciales que le esperan, sin perder una sola
hora del tiempo precioso que queda.
Si durante la Comuna de Paris (1871) la clase obrera hubiera tenido un Partido
Comunista sólidamente organizado, aunque fuere pequeño, la primera heroica
insurrección del proletariado francés habría sido mucho más fuerte,y se
habrianevitado mil errores y mil flaquezas. Las batallas que el proletariado
tiene que sostener hoy, en una situación histórica completamente diferente,
tendrán una influencia mucho más profunda para la suerte de la clase
trabajadora que las de 1871.
En base a estas consideraciones, el II° Congreso mundial de la Internacional
Comunista llama la atención de los trabajadores revolucionarios del mundo
entero sobre los siguientes puntos:
1 - El Partido Comunista es una parte [o, en la traducción francesa, fracción]
de la clase obrera, y precisamente la parte más avanzada, más consciente, y,
por consiguiente, más revolucionaria. El mismo se forma mediante la selección
espontánea de los trabajadores más conscientes, más devotos, más lúcidos. El
Partido Comunista no tiene intereses diferentes de los de la clase obrera. El
Partido Comunista se distingue de la totalidad de los trabajadores porque
posee una visión general del camino que la clase debe recorrer históricamente
y, en todos los virajes del mismo, defiende los intereses no de grupos o de
categorías parciales, sino los de toda la clase obrera. El Partido Comunista
es la palanca organizadora y política con cuya ayuda la parte más avanzada de
la clase obrera dirige en el recto camino a la masa del proletariado y del
semiproletariado.
2 - Hasta que el proletariado no haya conquistado el poder estatal, hasta que
su dominio no se haya consolidado para siempre, haciendo imposible cualquier
restauración burguesa, el Partido Comunista acogerá por regla general en su
organización sólo a una minoría de trabajadores. Antes de tomar el poder y en
la época de transición, el Partido Comunista puede, en circunstancias
favorables, ejercer una influencia ideológica y política incontrastada sobre
todas las capas proletarias y semiproletarias de la población, pero no puede
reunirlas a todas en sus filas de manera organizada. Sólo después que la
dictadura proletaria haya quitado a la burguesía los potentes medios de
influencia como la prensa, la escuela, el parlamento, la iglesia, el aparato
administrativo,etc., y sólo después que la derrota definitiva del régimen
burgués sea una realidad evidente para todos, sólo entonces todos o casi todos
los trabajadores entrarán en las filas del Partido Comunista.
3 - Las nociones de partido y de clase deben ser distinguidas con el mayor
cuidado. Los miembros de los sindicatos «cristianos» y liberales de Alemania,
Inglaterra y otros países, pertenecen indudablemente a la clase obrera.
También pertenecen sin duda a ella las asociaciones obreras más o menos
considerables que siguen todavía a Scheidemann, a Gompers y a sus amigos. En
ciertas condiciones históricas es muy posible que en el seno de la clase
trabajadora subsistan numerosos grupos reaccionarios. La tarea del comunismo
no consiste en adaptarse a estos elementos atrasados de la clase trabajadora,
sino elevar a toda la clase trabajadora al nivel de su vanguardia comunista.
La mezcolanza de estos dos conceptos - partido y clase - puede llevar a los
más graves errores y a la peor confusión. Es evidente por ejemplo que, durante
la guerra imperialista, los partidos proletarios tenían que levantarse a
cualquier precio contra los prejuicios y el estado de ánimo de una parte de la
clase obrera, y defender los intereses históricos del proletariado que
imponían a su partido la declaración de guerra a la guerra. Asimismo, al
principio de la guerra imperialista de 1914, los partidos socialtraidores de
todo el mundo, que apoyaban a la burguesía de «sus» respectivos paises, no
dejaron de recurrir al argumento que ésa era la «voluntad» de la clase
trabajadora. Ellos olvidaban que, aunque hubiera sido así, el deber del
partido proletario era reaccionar contra el estado de ánimo general de los
trabajadores y defender, a pesar de todo y contra todos, los intereses
históricos del proletariado. Así también,a fines del siglo XIX, los
mencheviques rusos de entonces (los llamados economistas) rechazaban la lucha
política abierta contra el zarismo, con el pretexto que la clase trabajadora
en su conjunto no estaba aún preparada a la lucha política. De la misma
manera, los independientes de derecha en Alemania han justificado siempre sus
medias medidas diciendo que «así lo querían las masas», sin comprender que el
partido existe precisamente para preceder a las masas, e indicarles el camino.
4 - La Internacional Comunista está firmemente convencida de que el fracaso de
los viejos partidos «socialdemócratas» de la IIa Internacional no puede ser
considerado, en ningún caso, como un fracaso del partido proletario en
general. La época de la lucha directa por la dictadura proletaria suscita a
escala mundial un nuevo partido del proletariado - el Partido Comunista.
5 - La Internacional Comunista repudia de la manera más categórica la opinión
de que el proletariado pueda realizar su revolución sin un partido político
propio y autónomo. Toda lucha de clase es una lucha política. El objeto de
esta lucha, que se transforma inevitablemente en guerra civil, es la conquista
del poder político. Pero el poder político no puede ser tomado, organizado y
dirigido más que por este o por aquel partido político. Sólo si el
proletariado está encabezado por un partido organizado y probado, que persigue
objetivos claramente definidos y que posee un programa de acción preciso para
el próximo porvenir, tanto en el campo de la política interior como en el
campo de la política exterior, sólo entonces la conquista del poder político
no será un hecho fortuito y temporáneo, sino el punto de partida de un trabajo
duradero para la edificación comunista, llevada a cabo por el proletariado.
La lucha de clase misma exige igualmente la centralización de la dirección de
las diferentes formas del movimiento obrero (sindicatos, cooperativas, comités
de fábrica, asociaciones culturales, elecciones, etc.). Dicho centro
organizador dirigente no puede ser sino un partido político. Negarse a crearlo
y reforzarlo, negarse a someterse a él, equivale a rechazar la unidad de
dirección de las varias patrullas de proletarios, que actúan en diferentes
campos de batalla. La lucha de clase del proletariado exige por último una
agitación concentrada, que ilumine las diversas etapas de la lucha desde un
punto de vista unitario y llame en cada momento la atención del proletariado
sobre las tareas que le interesan en su conjunto; cosa que no puede realizarse
sin un aparato político centralizado, es decir, sin un partido político.
La propaganda de algunos sindicalistas revolucionarios y de los adherentes a
los «Trabajadores Industriales del Mundo (I.W.W.)» contra la necesidad de un
partido político independiente no sirve, objetivamente, sino a colaborar con
la burguesía y con los «socialdemócratas» contrarrevolucionarios. En toda su
propaganda contra el Partido Comunista, que ellos querrían substituir con los
sindicatos o con informes uniones «generales» de trabajadores, los
sindicalistas y los industrialistas tienen puntos de contacto con los
oportunistas declarados.
Después del fracaso de la revolución de 1905, los mencheviques rusos apoyaron
por unos años la idea de un llamado Congreso obrero que debía substituir al
partido revolucionario de la clase obrera. Los «obreristas amarillos» de toda
índole, en Inglaterra y en América, que en realidad llevan a cabo una política
abiertamente burguesa, difunden entre los obreros la idea de la creación de
informes uniones obreras o de vagas asociaciones puramente parlamentarias,
pero no la de la creación de un verdadero partido político. Los sindicalistas
revolucionarios y los industrialistas quieren si combatir contra la dictadura
de la burguesía, pero no saben cómo. Ellos no ven que una clase trabajadora
sin partido político autónomo es como un cuerpo sin cabeza.
El sindicalismo revolucionario y el industrialismo representan sin duda un
paso adelante respecto a la vieja y mohosa ideología contrarrevolucionaria de
la IIa Internacional. Pero, en comparación con el marxismo revolucionario, es
decir con el comunismo, el sindicalismo y el industrialismo significan un paso
atrás. Las declaraciones de los comunistas «de izquierda» alemanes del «K.A.P.D.»
en su congreso constitutivo de abril p.p., según las cuales ellos forman un
partido, pero «no un partido en el sentido corriente» (keine Partei im
überlieferten Sinne) es una capitulación ideológica frente a las opiniones
reaccionarias del sindicalismo y del industrialismo.
Con la sola huelga general, con la sola táctica de los brazos cruzados, la
clase trabajadora no puede alcanzar la victoria completa sobre la burguesía.
El proletariado tiene que lleyar a la insurrección armada. Quien ha
comprendido esto, debe también comprender que la necesidad de un partido
político organizado es su consecuencia indispensable, y que, para alcanzar
este objetivo, no son suficientes informes organizaciones proletarias.
Los sindicatos revolucionarios hablan a menudo de la gran importancia de una
minoría revolucionaria decidida. Pero esta minoría revolucionaria decidida de
la clase trabajadora, esta minoría comunista que quiere actuar, que posee un
programa, que se propone la organización de las masas, es precisamente el
Partido Comunista.
6 - La tarea más importante de un partido verdaderamente comunista es la de
mantener un estrecho contacto con las masas más extensas del proletariado.
Para lograr esto, los comunistas tienen que trabajar también en organizaciones
que no son de partido, pero que abarcan extensas masas proletarias. Tales son
por ejemplo las organizaciones de los inválidos de guerra en varios paises,
los comités «Fuera las manos de Rusia» (Hands off Russia) de Inglaterra, las
uniones proletarias de iñquilinos, etc. Particularmente importante es el
ejemplo de las llamadas conferencias de obreros y campesinos «sin partido» (bezpartiniji)
de Rusia. Dichas conferencias son convocadas casi en cada ciudad, en cada
barrio obrero, en cada aldea. En su elección participan las más vastas capas
de trabajadores, aun atrasados, y en ellas se discuten los problemas más
candentes: abastecimiento, vivienda, situación militar, instrucción, tareas
políticas del día, etc. Los comunistas se esfuerzan con todos los medios de
influenciar a estas «conferencias de sin partido» y lo hacen con gran éxito
para el partido mismo.
Los comunistas consideran como tarea principal el trabajo sistemático de
organización y educación dentro de estas organizaciones. Pero para que éste
sea un trabajo fecundo, para que los enemigos del proletariado revolucionario
no se apoderen de estas organizaciones de masa, los trabajadores comunistas
dotados de conciencia de clase deben tener su partido comunista independiente
y disciplinado, que actúa de manera organizada y que, en todas las
circunstancias - y cualesquiera que sean las formas del movimiento - esté en
condiciones de representar los intereses generales del comunismo.
7 - Los comunistas no rehuyen las organizaciones obreras de masa políticamente
neutras, ni siquiera, en determinadas circunstancias, cuando las mismas
presentan caracteres claramente reaccionarios (sindicatos amarillos,
cristianos, etc.). El Partido Comunista desarrolla continuamente en ellas su
obra y no se cansa de mostrar a los trabajadores que la idea del apartidismo
como principio es cultivada adrede entre ellos por la burguesía y sus lacayos,
con el intento de desviar al proletariado de la lucha organizada por el
socialismo.
8 - La vieja subdivisión «clásica» del movimiento proletario en tres formas
(partidos, sindicatos, cooperativas) ha caducado visiblemente. En Rusia la
revolución proletaria ha engendrado la forma fundamental de la dictadura
proletaria, los soviets. En el próximo porvenir tendremos por doquier esta
subdivisión: 1) el partido - 2) el soviet - 3) el sindicato.
Pero el partido del proletariado, es decir, el Partido Comunista, debe dirigir
sistemáticamente y sin cesar el trabajo de los soviets así como el de los
sindicatos revolucionarios. La vanguardia organizada de la clase obrera, el
Partido Comunista, representa igualmente los intereses tanto de la lucha
económica como de la lucha política y cultural de la clase obrera en su
conjunto. El Partido Comunista debe ser el alma tanto de los sindicatos como
de los soviets, al igual que de las demás formas de organización proletaria.
El nacimiento de los soviets, como forma histórica fundamental de la dictadura
del proletariado, no disminuye para nada la función dirigente del Partido
Comunista en la revolución proletaria. Cuando los comunistas alemanes «de
izquierda» (ver su Manifiesto al proletariado alemán del 14 de abril de 1920,
firmado «Partido obrero comunista alemán - K.A.P.D.») declaran que «también el
Partido debe adaptarse cada vez más a la idea de los soviets o asumir carácter
proletario» (Kommunistische Arbeiterzeitung, n. 54) quieren decir simplemente
que el Partido Comunista tendría que disolverse en los soviets, que los
soviets estarían en condiciones de substituirlo.
Este concepto es radicalmente falso y reaccionario.
En la historia de la revolución rusa hubo toda una fase en que los soviets
marchaban contra el partido proletario y apoyaban la política de los agentes
de la burguesía. Lo mismo se observó en Alemania, y es también posible en
otros paises.
Para que los soviets puedan cumplir su misión histórica es necesaria la
presencia de un Partido Comunista fuerte que no se «adapte» simplemente a los
soviets, sino que sepa ejercer una influencia decisiva sobre su política,
empujarlos a repudiar su «adaptación» a la burguesía y a la socialdemocracia
blanca, y hacer del Partido Comunista, mediante las fracciones comunistas, el
partido dirigente de los soviets.
Quien recomienda al Partido Comunista «adaptarse» a los soviets, quien ve en
esta adaptación un refuerzo del «carácter proletario» del Partido, este hombre
no comprende la importancia ni del partido, ni de los soviets. La «idea de los
soviets» triunfará más rápidamente si logramos crear en cada país un partido
lo más fuerte posible. También algunos socialistas «independientes», y aun de
derecha, reconocen hoy, en palabras, la «idea de los soviets». Pero se puede
impedir a estos elementos de deformar la idea soviética sólo poseyendo un
fuerte Partido Comunista que esté en condiciones de determinar y dirigir la
política de los soviets.
9 - El Partido Comunista es necesario a la clase obrera no sólo antes y
durante la conquista del poder, sino también despues de que el poder haya
pasado a las manos de la clase obrera. La historia del Partido Comunista ruso,
que desde hace tres años detiene el poder en un país inmenso, nos muestra que
la función del Partido Comunista, lejos de disminuir después de la conquista
del poder, ha crecido considerablemente.
10 - En el momento de la conquista del poder por parte del proletariado, su
partido sigue constituyendo sin embargo, como antes, sólo una parte de la
clase trabajadora. Pero es justamente esa parte de la clase proletaria que ha
organizado la victoria. En el curso de dos decenios como en Rusia, y por toda
una serie de años, como en Alemania, el Partido Comunista, en su lucha no sólo
contra la burguesía sino también contra aquellos «socialistas» que son en
realidad los agentes de la burguesía entre los proletarios, ha acogido en sus
filas a los militantes más enérgicos, más lúcidos, más adelantados de la clase
trabajadora. Sólo la existencia de tal organización compacta de la mejor parte
de la clase obrera permitirá superar todas las dificultades que el Partido
Comunista deberá salvar después de su victoria. La organización de un nuevo
ejército proletario - el Ejército Rojo -,la abolición efectiva del mecanismo
estatal burgués y la creación de los primeros lineamentos del aparato estatal
proletario, la lucha contra las tendencias corporativas de algunos grupos
proletarios, la lucha contra el «localpatriotismo», la apertura de vías nuevas
en la creación de una nueva disciplina del trabajo - en todos estos campos la
palabra decisiva toca al Partido Comunista, cuyos miembros guían con su
ejemplo viviente a las capas más extensas de la clase obrera.
11 - La necesidad de un partido político del proletariado desaparece solamente
con la eliminación completa de las clases. Es posible que, en la marcha hacia
la victoria definitiva del comunismo, la importancia de las tres formas
fundamentales de la organización proletaria contemporánea (partido, soviets,
sindicatos de industria) se modifique,y que un único tipo de organización
obrera se cristalice poco a poco. Pero el Partido Comunista no se disolverá
completamente en la clase obrera sino cuando el comunismo deje de ser el
objetivo de la lucha, cuando la clase trabajadora, toda entera, se haya vuelto
comunista.
12 - El II° Congreso de la Internacional Comunista debe no sólo afirmar la
misión histórica del Partido Comunista, sino también decir al proletariado
internacional, por lo menos en sus líneas esenciales, cuál es el partido que
necesitamos.
13 - La Internacional Comunista piensa que sobre todo en la época de la
dictadura del proletariado, el Partido Comunista debe estar construido sobre
la base de una inquebrantable centralización proletaria. Para dirigir
eficazmente a la clase obrera en la larga y áspera guerra civil que habrá
estallado, el Partido Comunista debe establecer también en sus filas una
disciplina severa, militar. La experiencia del Partido Comunista ruso, que por
tres años ha guiado con éxito a la clase obrera en la guerra civil, ha
mostrado que sin la disciplina más fuerte, sin una centralización completa,
sin una plena confianza de camarada de todas las organizaciones del partido en
el centro dirigente del partido mismo, la victoria de los trabajadores es
imposible.
14 - El Partido Comunista debe basarse sobre el principio del centralismo
democrático. La eligibilidad de los órganos superiores del Partido por parte
de los inferiores, el carácter absolutamente obligatorio de todas las
directivas de los órganos superiores para con los inferiores, y la existencia
de un fuerte centro del partido, cuya autoridad, en el intervalo entre los
Congresos del mismo, no puede ser contestada por nadie: éstos son los
principios esenciales de la centralización democrática.
15 - Toda una serie de Partidos Comunistas en Europa y en América han sido
obligados, por el estado de asedio proclamado por la burguesía contra los
comunistas, a llevar una existencia ilegal. En tales circunstancias es posible
que el principio electivo deba sufrir algunas minoraciones, y que se esté
obligado a conferir a los órganos directivos del partido el derecho a cooptar
miembros nuevos, como sucedió en Rusia. En estado de asedio, el Partido
Comunista no puede evidentemente recurrir al referéndum democrático entre
todos sus miembros cada vez que surge una cuestión grave (como propondrían un
grupo de comunistas americanos); él mismo, en cambio, tiene que otorgar a su
centro dirigente el derecho de tomar, cuando es necesario, medidas importantes
y obligatorias para todos los miembros del partido.
16 - La reivindicación de amplia «autonomia» para cada organización local del
partido no puede en este momento más que debilitar las filas del Partido
Comunista, minar su capacidad de acción y favorecer el desarrollo de
inclinaciones anárquicas, pequeño-burguesas y centrífugas.
17 - En los paises en donde el poder está todavía en manos de la burguesía y
de la socialdemocracia contrarrevolucionaria, los Partidos Comunistas deben
aprender a integrar sistemáticamente la acción legal con la ilegal, y
precisamente el trabajo legal debe estar siempre controlado por el partido
ilegal. Los grupos parlamentarios comunistas y las fracciones comunistas que
actúan en las instituciones, ya sea centrales como locales, del Estado en
general, tienen que estar enteramente subordinadas al partido en su conjunto,
cualquiera sea la situación, legal o no, del partido en un momento particular.
Quien, poseyendo un mandato cualquiera, de una u otra manera, rehusa someterse
al partido, debe ser excluido. La prensa legal (diarios, ediciones varias)
debe depender en todo y por todo del conjunto del partido y de su comité
central. Ninguna concesión es admisible en este campo.
18 - La piedra angular de cada trabajo organizador del Partido Comunista debe
ser la creación de núcleos comunistas dondequiera se encuentren proletarios y
semiproletarios, aunque su número sea reducido. En cada soviet, en cada
sindicato, en cada cooperativa, en cada taller, en cada comité de inquilinos,
en cada institución en que aun solamente tres personas apoyen al comunismo,
debe ser organizado inmediatamente un núcleo comunista. Sólo la compacidad de
la organización comunista da a la vanguardia de la clase obrera la posibilidad
de arrastrar tras de sí a la clase trabajadora entera. Todos los grupos
comunistas que trabajan en organizaciones apartidarias deben estar
absolutamente subordinados al partido en su conjunto, cualquiera sea su accion,
legal o ilegal, en un momento particular. Los núcleos comunistas deben ser
coordinados de manera rigurosamente jerárquica, según un sistema lo más
preciso posible.
19 - El Partido Comunista nace casi por doquier como partido urbano, como
partido de los trabajadores de la industria que viven preponderantemente en
las ciudades. Para asegurar a la clase obrera la más fácil y rápida victoria
posible, es indispensable que el Partido Comunista no sea exclusivamente un
partido urbano, sino que adquiera influencia también en el campo. El mismo
debe desarrollar su propaganda y su actividad organizadora entre los
asalariados agrícolas y los campesinos pobres y medios. El Partido Comunista
debe cuidar con esmero la organización de núcleos comunistas en las aldeas.
La organización internacional del proletariado puede ser fuerte sólo si la
concepción expuesta arriba acerca de la tarea del Partido Comunista se impone
en todos los países en donde viven y luchan comunistas. La Internacional
Comunista invita a todos los sindicatos que aceptan los principios de la IIIa
Internacional a romper con la Internacional amarilla. La Internacional
organizará una sección internacional de aquellos sindicatos rojos que se ponen
en el terreno del comunismo. La Internacional Comunista no rechazará la
participación de ninguna organización obrera políticamente neutra que quiera
llevar a cabo una seria lucha revolucionaria contra la burguesía. Pero la
Internacional Comunista no dejará, haciendo esto, de indicar a los proletarios
de todo el mundo:
1) que el Partido Comunista es el instrumento esencial para la emancipación
del proletariado; por consiguiente, debemos tener en cada país no más grupos o
tendencias, sino un Partido Comunista;
2) que en cada país debe haber un solo Partido Comunista.
3) que un Partido Comunista debe fundarse sobre el principio de la
centralización más estricta y, en la época de la guerra civil, debe instaurar
en su seno una disciplina militar;
4) que dondequiera haya aun sólo diez proletarios o semiproletarios, el
Partido Comunista debe contar con un núcleo organizado;
5) que en cada organización apartidaria debe existir un núcleo comunista
enteramente subordinado al partido en su conjunto;
6) que mientras defiende inquebrantablemente el programa y la táctica
revolucionaria del comunismo, el partido debe siempre estar en ligazón del
modo más estricto con las grandes organizaciones obreras, y evitar tanto el
sectarismo como la falta de principios.