El 17 de abril de 1916 el ejército Ciudadano Irlandés, junto a los
Voluntarios Irlandeses, se levantaron en armas contra el poderoso Imperio
Británico para dar un mazazo a favor de la libertad de Irlanda y crear una
Republica Irlandesa. Su lucha por la libertad tuvo un eco en todo el mundo y
precedió a la primera Revolución Rusa en casi un año.
El caldo de cultivo para la rebelión eran los siglos de opresión nacional
sufridos por el pueblo irlandés en beneficio de los terratenientes y
capitalistas británicos. Estos habían contado con el apoyo de los
terratenientes y capitalistas irlandeses, y con el de la jerarquía católica,
que estaban vinculados por lazos de interés a los imperialistas, y se
unieron a ellos por miedo a los obreros y campesinos irlandeses.
Es imposible comprender el levantamiento de Semana Santa sin entender las
ideas de su dirigente, James Connolly, el cual se consideraba un marxista y
se basaba en las ideas del internacionalismo y de la lucha de clases. Al
igual que MacLean en Gran Bretaña, Lenin y Trotsky, Liebknecht y Luxemburgo
y otros internacionalistas, Connolly presenció con horror la traición de los
dirigentes del movimiento obrero en todos los países cuando apoyaron la
guerra imperialista. En relación a la traición de la Segunda Internacional,
Connolly declaró en su periódico La República Obrera: "Si estos hombres han
de morir, ¿no sería mejor que muriesen en su propio país luchando par la
libertad de su clase y por la abolición de la guerra, que no ir a países
extranjeros y morir asesinando y asesinados por. sus hermanos para que los
tiranos y explotadores puedan vivir?"
Protestando contra el apoyo del TUC británico a la guerra, Connolly
escribió: "Hubo un tiempo en que la voz unánime del Congreso declaró que la
clase obrera no tenía ningún otro enemigo que la clase capitalista ¡y la de
su propio país en primer lugar!" Connolly defendía la libertad nacional como
un paso hacia la República Socialista irlandesa. Pero mientras que hoy los
estalinistas y los reformistas — 50 años después de 916 — todavía murmuran
en términos políticamente incoherentes sobre la necesidad de la revolución
nacional contra el imperialismo", Connolly era particularmente claro sobre
la cuestión de clase que era la base del problema Irlandés. Sin estar en
contacto directo con Lenin y Trotsky, adoptó una postura similar. "La causa
obrera es la causa de Irlanda, y la causa de Irlanda es la causa obrera",
escribía. "No se pueden separar. Irlanda busca la libertad. Los obreros
buscan que una Irlanda libre sea la única dueña de su propio destino, la
propietaria suprema de todas las cosas materiales en y debajo de su suelo".
Connolly no tenía ilusiones en los capitalistas de ningún país, y menos en
los de Irlanda. Sobre el capitalismo internacional escribió: "Si vemos como
una pequeña sección de la clase poseedora está dispuesta a lanzar una
guerra, a derramar océanos de sangre y gastar millones, sólo para mantener
intacta una pequeña porción de sus privilegios, ¿cómo podemos esperar que el
conjunto de la clase poseedora se abstenga de utilizar las mismas armas y se
someta pacíficamente cuando le llamemos a entregarnos para siempre todos sus
privilegios?".
Los capitalistas irlandeses
Y sobre los capitalistas irlandeses: "Por lo tanto, cuanto más me gusta la
tradición nacional, la literatura, la lengua, más firmemente convencido
estoy de mi oposición a la clase capitalista que en su desalmado afán de
poder y oro trituraría las naciones como en un mortero". Y de nuevo:
"Estamos por una Irlanda para los irlandeses. Pero, ¿quiénes son los
irlandeses? No el casero rentista poseedor de suburbios, no el capitalista
sudoroso triturador de beneficios, no el pulcro abogado untado, no el
prostituido hombre de la prensa — los mentirosos a sueldo del enemigo. No
son estos los irlandeses de los que depende el futuro. No son estos, sino la
clase obrera irlandesa, la única base sólida sobre la que se puede alzar una
nación libre".
Escribiendo sobre la necesidad de una insurrección irlandesa para expulsar
al imperialismo británico, escribió en relación a la 1 Guerra Mundial:
"Empezando así, Irlanda puede que todavía encienda la antorcha de una
conflagración europea que no se apagará hasta que el último trono y los
últimos bonos y obligaciones capitalistas se hayan consumido en la pira
funeraria del último militarista".
Como respuesta a la demanda de conscripción que había sido impuesta en Gran
Bretaña y que era apoyada por los capitalistas irlandeses también para
Irlanda, donde los empresarios estaban presionando para forzar a los
trabajadores irlandeses a presentarse voluntarios, Connolly escribió:
"Queremos y debemos tener conscripción económica en Irlanda para Irlanda. No
a la conscripción de los hombres por hambre para obligarles a luchar por el
poder que les niega el derecho a su propio país, sino la conscripción por
parte de una nación irlandesa de todos los recursos de la nación — su
tierra, sus ferrocarriles, sus canales, sus talleres, sus muelles, sus
minas, sus montañas, sus ríos y corrientes, sus fábricas y maquinaria, sus
caballos, su ganado, y sus hombres y mujeres —, todos cooperando juntos bajo
una dirección común que les agrupe de tal manera que Irlanda pueda vivir y
alimentar con su fruto abundante al mayor número de la gente más libre que
nunca haya conocido".
También miraba desde un punto de vista de crítica de clase a los empresarios
que se oponían a la conscripción: "Si aquí y allí encontramos por casualidad
a un empresario de los que nos combatieron en 1913 (el Gran Cierre patronal
de Dublín en el que los empresarios trataron de destruir la organización
sindical, pero fueron derrotados en esto por la solidaridad de los
trabajadores irlandeses y también de sus compañeros británicos) que esté de
acuerdo con nuestra política nacional en 1915, no es porque se haya
convertido o porque este avergonzado de la utilización injusta de sus
poderes, sino simplemente porque no ve en la conscripción económica los
beneficios que esperaba ver al negar a sus seguidores el derecho de
organizarse por sí mismos en 1913".
Respondiendo a las objeciones que se hacían al firme posicionamiento de
clase que él defendía declaró: "¿Pensamos que es incorrecto que el
empresario defienda sus intereses? No. Pero tampoco nos hacemos ilusiones
sobre cuáles son sus motivaciones. De la misma manera nosotros tomamos
partido por nuestra clase, abiertamente por nuestros intereses de clase,
pero convencidos de que estos intereses son los intereses más elevados de la
raza".
Esta es la luz bajo la que se debe examinar el levantamiento de 1916. Como
consecuencia de las luchas del pasado, Connolly, que era el secretario
general del Sindicato de Trabajadores General y del Transporte de Irlanda (ITGWU),
había organizado el Ejército Ciudadano con el objetivo de defenderse contra
los ataques de los capitalistas y la policía y preparar la lucha contra el
imperialismo británico. El Ejercito Ciudadano tenía una composición casi
exclusivamente obrera: estibadores, obreros del transporte, de la
Construcción, impresores y otros sectores de la clase obrera de Dublín
nutran sus filas.
Fue con esta fuerza y en alianza con los Voluntarios Irlandeses, más de
clase media, con la que Connolly preparó el Levantamiento. No tenía ninguna
ilusión sobre su éxito inmediato. Según William O'Brien, el día de la
insurrección Connolly le dijo: "Vamos a ser masacrados." Él le dijo:
"¿Tenemos alguna posibilidad de éxito?" y Connolly respondió: "Ninguna en
absoluto".
La Huelga General
Connolly comprendía que la tradición y el ejemplo creados serían inmortales
y sentarían las bases para la futura libertad y la futura República
Socialista Irlandesa. En eso reside su grandeza. ¡Qué diferencia con los
cobardes y traidores dirigentes estalinistas y socialdemócratas alemanes,
que a pesar de tener tres millones de trabajadores armados apoyándoles, y
con la simpatía y el apoyo de la inmensa mayoría de la clase obrera alemana
dispuesta a luchar hasta la muerte, capitularon ante Hitler sin disparar un
solo tiro!
Una vez dicho esto, es necesario ver no sólo la grandeza de Connolly — héroe
de los trabajadores irlandeses y uno de los mas grandes hijos de la clase
obrera de habla inglesa — y los efectos de la insurrección en preparar la
expulsión, por lo menos en el sur de Irlanda de la dominación directa del
imperialismo británico, sino también sus errores.
No hubo ningún intento de convocar una huelga general que hubiese paralizado
al ejército británico. No hubo una auténtica organización y. preparación de
la lucha armada. No sé hizo propaganda entre las tropas británicas para
ganar su apoyo y simpatía. Los dirigentes de clase media de los Voluntarios
Irlandeses estaban divididos. Uno de los dirigentes, Éoin MacNeill revocó
órdenes para la "movilización" y para "maniobras" y en la confusión sólo
parte de los Voluntarios se unió al Ejército Ciudadano Irlandés en la
insurrección. Así, en el último minuto, la insurrección fue traicionada por
la vacilación de los dirigentes de las capas medias, como han traicionado
tantas veces en la historia de Irlanda y en la historia de otros países.
Las tropas de ocupación británicas suprimieron la insurrección y ejecutaron
salvajemente a sus dirigentes, incluido su líder, James Connolly, que ya
estaba gravemente herido. Connolly fue asesinado pero, en última instancia,
el imperialismo británico sufrió una derrota.
Hoy en día todos los sectores de la sociedad irlandesa en los 26 condados
hipócritamente apoyan el "inmortal heroísmo de Connolly". Los capitalistas
irlandeses pretenden rendirle honores. Connolly les hubiera escupido a la
cara con des-precio. Les combatió siempre, desde que se hizo un hombre, en
interés de los obreros irlandeses y del socialismo internacional. Pero su
desprecio mayor lo hubiera reservado para aquellos que en el movimiento
obrero, incluidos los dirigentes del Partido Laborista, del llamado Partido
Comunista y de las varias sectas que dicen hablar en nombre de los
trabajadores irlandeses, 50 años después de la Semana Santa de 1916, no han
comprendido que la unidad de los trabajadores irlandeses del Norte y del Sur
sólo se puede conseguir llevando la lucha sobre una base de clase por una
República Socialista Irlandesa, en unidad indisoluble con los trabajadores
británicos en su lucha por una República Socialista democrática británica.
Ted Grant
Fuente: tedgrand.org
Ver También: La Dialéctica Revolucionaria del Republicanismo Irlandés, Alan
Woods
Fecha: Abril de 1964