La bancarrota capitalista mundial abrió una brecha que ha permitido filtrar una reivindicación histórica de los trabajadores: la liquidación del sistema de jubilación privada. El matrimonio Kirchner y sus secuaces, que fueron promotores activos de la privatización de la previsión social que llevaron adelante Menem y Cavallo, se han visto obligados a estatizar las AFJP para sortear una cesación de pagos inminente de la deuda pública.
Los 15.000 millones de pesos que ingresan por año a las AFJP servirán ahora para aportar al pago de los vencimientos de la deuda hasta fines de 2009, que se estiman en 20.000 millones de dólares. Los intentos de obtener esa financiación por medio de una renegociación de los títulos que vencen a corto plazo, con el auxilio del Citibank, el Deutsche Bank y el Barclays, habían fracasado en forma rotunda como consecuencia de la crisis financiera internacional. Asimismo, esta estatización de la jubilación privada transfiere al Estado más de 15.000 millones de dólares en títulos de la deuda pública que se encontraban en poder de las AFJP, lo cual elimina la necesidad de hacer frente a su pago, en especial la porción que vence a corto plazo. En una palabra, la estatización de las AFJP es, antes que nada, un operativo financiero para evitar una nueva cesación de pagos y hacer posible la continuidad del pago de la deuda pública. Se trata, por lo tanto, de una operación de rescate, antes que nada, de los acreedores internacionales y del sistema financiero internacional. A cambio de esto, claro, el Estado asume la responsabilidad por el pago de las jubilaciones de otros cuatro millones de trabajadores. Ese compromiso es "implícito", porque no aparece registrado en ninguna de las cuentas oficiales. La estatización penaliza a los bancos que lucraban con la jubilación privada (el español BBVA o el holandés ING), pero apunta a darle aire al conjunto del sistema bancario y en especial a los amigos del oficialismo: el Banco Macro o el grupo Eskenazi y otros bancos extranjeros con sucursales en Argentina.
Derrumbe de la jubilación privada
La estatización de la jubilación privada era igualmente obligatoria, porque las condiciones para cumplir los compromisos con los afiliados de las AFJP se estaban deteriorando a toda velocidad. El dinero de los contribuyentes de las AFJP se encontraba invertido en títulos de deuda pública y en acciones que han perdido el 70% de su valor como resultado de los derrumbes de la Bolsa y del mercado de capitales en general. Como consecuencia de esto, también se habían desvalorizado fuertemente las cuentas individuales de los afiliados, en especial las de aquellos que debían jubilarse a corto plazo. Debido a esto, el gobierno autorizó a las AFJP a contabilizar sus inversiones al valor histórico, no a su precio de mercado. De esta manera se evitaba perjudicar las cuentas personales y, en particular, las de aquellos que tramitaban su jubilación. Pero como las AFJP no podían pagar estas jubilaciones con la venta de los títulos y acciones en su poder, el dinero debía salir, no de la cuenta de los que se jubilan, sino de los aportes de los trabajadores en actividad. Se había creado entonces una situación de vaciamiento de las AFJP, que debían pagar los retiros como si fueran un sistema de reparto, no de capitalización. Este vaciamiento no había tenido la oportunidad de manifestarse en las crisis de 1995 y de 2001, debido a que por esas fechas no se producían todavía retiros. Asimismo, como los pronósticos sobre la crisis actual, incluso los más optimistas, prevén que no habrá una recuperación financiera internacional ni siquiera a mediano plazo, la bancarrota de las AFJP estaba sellada si pretendía seguir pagando los retiros de acuerdo con el acumulado en cuentas individuales, infladas por no registrar el derrumbe de la cotización de las inversiones! . Incluso antes de la crisis, los afiliados de las AFJP no cobraban jubilaciones por más del 30/40% del sueldo en actividad, además de los millones de afiliados que no podían completar el período de cotización debido a años de desempleo o de trabajo en negro.
La liquidación de la jubilación privada es un hecho histórico progresivo, por el cual hemos luchado infatigablemente desde antes incluso de que se concretara la privatización. El 99% del oficialismo actual, en cambio, y en especial la burocracia sindical, se jugaron con todo por la privatización menemo-cavallista; se formaron numerosas AFJPs con la participación de la burocracia, que ofrecía a los afiliados de los sindicatos como clientela cautiva para sus administradoras. Aún hoy funciona Previsol, una AFJP del ‘solidario' Heller, del banco Credicoop, en conjunto con la burocracia kirchnerista del Suterh. Es claro que el matrimonio oficial no buscó nunca la estatización, ni menos fue nunca, para él, una reivindicación oficial; ha sido impuesta por la bancarrota capitalista mundial: sacrifica a una fracción menor del capital financiero para poder hacer frente a un nuevo colapso de la deuda pública. Se ha venido abajo un pilar de la estrategia kirchnerista para ‘reconstruir a la burguesía nacional': nos referimos al desarrollo de "un mercado de capitales en pesos", el cual acaba de ser enterrado solemnemente con la estatización de las AFJP.
Los límites de la estatización capitalista
Llegado a este punto, es necesario decir que, en el marco de la privatización jubilatoria no existe una diferencia de principio entre el sistema privado y el estatal de previsión. De un lado, el Estado ha debido complementar una parte de la jubilación privada con aportes propios. Del otro, la privatización solamente podía ser viable si la remuneración que ofrecía la jubilación privada funcionaba como un techo para todo el sistema jubilatorio; o sea que la jubilación estatal no podía ofrecer nunca una jubilación superior al 35% en promedio. La estatización que acaba de consumar el kirchnerismo no devuelve el 82% móvil y las remuneraciones siguen la pauta impuesta por la privatización. Por otro lado, el gobierno ha invertido el aporte previsional de los trabajadores en la misma línea de las AFJP: títulos públicos y acciones. El Fondo de Sustentabilidad de la Anses parece ‘sustentable' porque cotiza las letras y títulos públicos a la par, no a precios de mercado. El Estado capitalista es incapaz de utilizar el enorme fondo de aportes obreros de un modo diferente al que lo hace la propia clase capitalista. Para que ocurra lo contrario es necesaria otra clase de Estado, y por de pronto que la Anses sea gestionada por representantes de obreros y jubilados electos, en función de las prioridades que debería establecer un congreso nacional de trabajadores. Otra similitud entre el régimen privado y el público es la abolición completa o parcial de los aportes patronales. Si se tiene en cuenta que la jubilación forma parte del salario de los trabajadores, la falta de aportes patronales significa que la jubilación se obtiene mediante la amputación del salario (un porcentaje del salario financia jubilaciones misérrimas), o sea que hay una confiscación en beneficio del capital.
Las conclusiones
Para que la estatización previsional sea real es necesario, entonces: 1. restaurar el aporte patronal; 2. establecer el 82% móvil; 3. que la Anses no sea manipulada por el gobierno sino que sea dirigida por representantes electos de trabajadores y jubilados; 4. que la inversión de los fondos acumulados sea establecida por un congreso de trabadores.
La pregunta del millón es ahora la siguiente: ¿la absorción de los ingresos de las AFJP y la recuperación de la deuda del Estado en manos de ellas, resuelve la inminencia de la cesación de pagos que pretende resolver?
De ninguna manera. Incluso con la amputación que ha sufrido la deuda pública, la fuga de capitales es incesante, esto como consecuencia de la crisis financiera mundial, que es más intensa que nunca. La salida de dólares no para, el fenómeno es general en los llamados ‘países emergentes'. Argentina ha sufrido una sangría de 23.000 millones de dólares en poco más de un año. Por otro lado, hay una manifiesta caída de los precios de exportación. Como la estatización de las AFJP ha sembrado el temor en el capitalismo mundial de que otros países puedan hacer lo mismo, esto porque la bancarrota del sistema privado es internacional, la tendencia a la fuga de capitales se habrá de acentuar. Argentina está afectada por una presión devaluatoria del peso, que tiene alcance internacional como lo demuestra la desvalorización que sufren México, Turquía, Brasil, Rusia, Corea del Sur, Hungría, Letonia - e incluso la Unión Europea y en especial Gran Bretaña. Además, la jornada del miércoles dejó en claro que hay en marcha un ‘golpe de mercado' contra la estatización de las AFJP. La estatización debe ir más allá: se impone nacionalizar los bancos sin indemnización; establecer un control obrero de los bancos estatales; nacionalizar el comercio exterior y poner un control de cambios; prohibir suspensiones y despidos; repartir las horas de trabajo sin afectar los salarios.
Se ha abierto en Argentina una perspectiva de agudización de la crisis política: el equilibrio precario que dejó el conflicto por las retenciones de la soja, se ha vuelto a quebrar aún más decisivamente. Asistimos al fenómeno de un gobierno capitalista que toma una medida parcial de amputación de un gran negocio capitalista, forzado por una crisis mundial gigantesca. Es necesario ver ambos lados de la crisis en forma unificada: un choque de un gobierno patronal con una fracción del capital, como un intento para evitar una quiebra de conjunto del régimen capitalista. "La idea de usar los fondos de la seguridad social para evitar la cesación de pagos (o para pagar la deuda) el próximo año" -dice el blog RGE que dirige el afamado Nouriel Roubini- "debería causar un aguda caída de la confianza en el país y en su gobierno". Aquí hay un medio anuncio de que en el exterior le han bajado el pulgar al oficialismo. Hagamos notar que la crítica a la intervención del gobierno en las AFJP parte de uno de los partidarios de un rescate ‘progresista' del sistema capitalista internacional.
Una campaña por un programa de medidas urgentes y transitorias como las señaladas, debe apuntar a desarrollar las alternativas estratégicas al régimen capitalista, en primer lugar un reagrupamiento obrero independiente que impulse el objetivo de la unidad socialista de América Latina.
Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)