América Latina está siendo
invadida silenciosamente en varios frentes: político, económico,
militar, científico, cultural, lo que tiene un centro coordinador
común: los medios masivos de comunicación, en momentos en que la
información se ha transformado en un arma de destrucción masiva.
En los permanentemente renovados esquemas de seguridad nacional de
Estados Unidos, la manipulación informativa se ha convertido en el
arma más poderosa que antecede al disparo de los misiles y a los
bombardeos.
Ahora la palabra mata, oculta crímenes brutales bajo envolturas de
mensajes muy bien preparados, en diseños de guerras reales y
cibernéticas, con comandos especializados, con criminales atípicos,
que no llevan armas sino discursos mediáticos tan destructivos como
un misil.
Porque el periodismo actual debe entender que si la palabra mata, o
sirve a los más brutales diseños de genocidio o exterminios
masivos-cuyo mejor y trágico ejemplo es hoy Irak- el que dispara esa
palabra que matará, es tan criminal como el que deja caer la bomba
asesina, sobre todo aquellos que está bajo fuego del terrorismo de
Estado mundial.
Los nuevos diseños de seguridad nacional estadounidense, trazados
mucho antes de los atentados que desplomaron las Torres Gemelas el
11 de septiembre de 2001 extienden las fronteras seguras del poder
hegemónico a todo el mundo, sin consideración alguna de legalidad,
soberanía, o razones humanitarias o morales. Ese hecho fue
absolutamente funcional para las necesidades geoestratégicas de
poner en marcha los trazados de Guerras de Baja, Mediana y Alta
Intensidad remozados en los años 90.
En su momento, Adolf Hitler, bajo los enunciados de la doctrina de
“fronteras seguras” como modelo de la expansión nazi avanzó sobre
todo lo que lo rodeaba o lo que consideraba debía controlar en
nombre de la seguridad de Alemania.
Ahora con la misma concepción nazi, Estados Unidos y sus asociados
definen una guerra infinita, sin fronteras, sin leyes, sin control,
que abarca a todo el mundo, convertido en su también “infinita”
frontera de seguridad.
Y detrás- lo dicen también abiertamente como en estos días lo
reconoció el gobierno de Australia, participante del genocidio
iraquí- están las necesidades cada vez más acuciantes de recursos
naturales, que el capitalismo en su perverso esplendor dilapida sin
control.
LOS MEDIOS PRIVADOS Y LA INCITACIÓN AL GENOCIDIO
Recientemente se publicó el informe “Los medios y el genocidio de
Rwanda” editado por Allan Thompson (2007), donde se cita una
declaración de Kofi Annan, ex secretario general de la ONU,
publicado por el Centro Internacional de Investigación y Desarrollo
de Canadá. Precisamente Annan hablando en la Escuela de Periodismo y
Comunicación de la Universidad de Carleton en Ottawa, durante la
celebración de una reunión sobre “Los Medios (de comunicación) y el
Genocidio de Rwanda” denunció que estos “fueron usados” en ese país
“para diseminar odio, deshumanizar a la gente, y más aún para guiar
a los genocidas hacia sus víctimas. Tres periodistas y propietarios
de medios han sido encontrados culpables de Genocidio por el
Tribunal Criminal Internacional para Rwanda, y también de incitación
al genocidio, conspiración y de cometer crímenes contra la
humanidad. Debemos encontrar una vía para responder a tales abusos
de poder...”
También sostuvo que “No puede haber asunto mas importante, ni
obligación más apremiante que la prevención del genocidio.”
Esta declaración de Annan fue silenciada a nivel mundial, de la
misma manera que se silenció el castigo de la justicia a los medios
de comunicación y periodistas que participaron en la Operación
Colombo, de contrainsurgencia que planeó la dictadura de Augusto
Pinochet con la CIA, los escuadrones de la muerte de la Triple A
(Alianza Anticomunista Argentina) y sectores de inteligencia y
seguridad del gobierno argentino de entonces (1975).
La prensa y periodistas chilenos, y también argentinos, fueron
claves para este engendro contrainsurgente de Guerra Sucia, que
significó la Operación Colombo. Se trataba de un plan para engañar a
la ONU que le reclamaba por una lista de 119 personas desaparecidas.
Entonces se decidió que harían aparecer cadáveres (cinco) en
Argentina en distintos lugares, a los que se colocó entre las ropas
documentos falsos, que tenían el nombre de cinco de los chilenos que
demandaba la ONU.
Pero además escritos y pancartas donde supuestamente se trataba de
una “venganza” del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de
Chile, es decir que los presuntos exilados se estaban peleando entre
sí. Por otra parte se armó un conjunto de informaciones en medios de
Argentina, Brasil y México, que debían ser “tomadas” por la prensa
chilena-entre ellos el diario El Mercurio”- mintiendo sobre
enfrentamientos con militares en la zona de la frontera argentino
chilena, entre grupos de guerrillas que supuestamente intentaban
entrar a Chile, en los cuáles habían muerto alrededor de 60
chilenos, también de la lista de la ONU .
Esta información apareció entre otros medios en el diario O’Día de
Brasil, al que se le entregó una buena suma de dinero cuando estaba
en quiebra en ese año. En Argentina los hombres de José López Rega
publicaron por una sola vez la revista “Lea” donde la presidente
Isabel Perón manifestó estar “asqueada” por la peleas en que “se
estaban matando los izquierdistas” chilenos. Cómo se comprobó todo
era falso.
Lo cierto es que todos los de la lista estaban desaparecidos en
Chile y hasta ahora nadie sabe a quien pertenecían los cadáveres
encontrados en la Argentina. Seguramente a algunos de los
desaparecidos en este país en tiempos de la “Triple A”.
En el caso de Rwanda, Allan Thompson, señala en la presentación del
libro que los medios de comunicación a los que definió como “Los
medios del odio en Rwanda—a través de sus periodistas, locutores y
ejecutivos—jugaron un rol instrumental en el establecimiento de las
bases para el genocidio, luego participaron activamente en la
campaña de exterminación”.
También evaluó el veredicto de culpabilidad emitido por el Tribunal
del Crimen Internacional en el juicio a los medios de comunicación
en Rwanda y sostuvo que “el propósito de revisar el rol de los
medios en el genocidio de Rwanda no es sólo para recordar. Aún
tenemos mucho que aprender sobre este particular y examinar la
manera en que periodistas y empresas de medios se condujeron durante
la tragedia y esto no es solo un ejercicio histórico. Tristemente,
da la impresión que no hemos discernido ni entendido completamente
las lecciones de Rwanda.”
Todo comenzó aquel 6 de abril de 1994 cuando el avión del presidente
de Rwanda Juvenal Habyarimana se estrelló por la acción de un grupo
no identificado y el mandatario murió, precisamente cuando se había
logrado firmar la paz en Arusha, Tanzania en 1993 entre una
población mayoritaria Hutu y la minoría Tutsi y había sido enviada
al lugar una fuerza de paz internacional.
El 18 de abril de 1994 el país había entrado en el caos. Pero como
señala el informe publicado en Canadá, nadie mencionó la existencia
de una “tercera fuerza” de opositores extremistas pertenecientes a
los Hutu que no aprobaban el acuerdo firmado y no estaban
interesados en la paz.
Habría que agregar que estaban movidos por otros intereses. Los
medios locales-también movidos por una mano externa- dijeron que los
culpables de la muerte del presidente eran los Tutsi y casi de
inmediato comenzaron os asesinatos ya en la misma noche del 6 de
abril. Miles y miles de Rwandaneses fueron asesinados por
escuadrones de la muerte que lanzaban granadas en todos los lugares
y refugios. “Los asesinos cortaban el talón de Aquiles de sus
victimas para luego regresar y finalizar su trabajo más tarde.
Profesores mataron estudiantes, vecinos asesinaron vecinos” señaló
el informe.
“En el año 2003, el veredicto en el Juicio a los Medios de los
ejecutivos de la estación RTLM y el periódico Kangura, el Tribunal
Criminal Internacional para Rwanda confirmó sin ninguna duda el rol
de los Medios privados de comunicación en los asesinatos(...)
demonizando a los Tutsi y acusándolos de poseer inherentemente
condiciones diabólicas”, igualando grupos étnicos con “el enemigo y
presentando sus mujeres como seductores agentes enemigos, los medios
llamaron a la exterminación de los grupos étnicos Tutsi como una
respuesta a la amenaza política que ellos asociaban con esta etnia”
(Veredicto del tribunal 2003: párrafo 72)
Más aún Thompson estima “que gran parte de la matanza hubiera podido
evitarse de no haber sido por el papel jugado por los medios” y que
de”alguna manera ellos encendieron la llama y periodistas
internacionales desentendidos de a tragedia tomaban estas
informaciones, mientras la mayoría de los medios del mundo hacían
silencio sobre Rwanda”
De esta manera mediante su “ausencia” los periodistas contribuyeron
“con el comportamiento de los perpetradores del genocidio, lo cuales
fueron empujados por la apatía mundial y actuaron con total
impunidad” Y eso sucedió durante 13 años.
En ese mismo trabajo de Thompson, el General Canadiense Roméo
Dallaire, en el comando de las tropas de las Naciones Unidas
estacionadas en Rwanda para el momento del genocidio, argumentó que
“los medios del odio funcionaron esencialmente como la pista del
genocidio y fueron usados como armas de destrucción. Señala
igualmente que los medios de comunicación internacionales
“influenciaron los eventos con su ausencia facilitando el proceso
cuando los medios del odio localmente fomentaron el genocidio”.
Thompson terminó su trabajo con un grito “de la humanidad” a los
periodistas para que asuman sus responsabilidades. “La cruel
realidad es que después de todos estos años, escasamente comenzamos
a aprender la lección de Rwanda”.
Si he citado la tragedia de Rwanda es para preguntar ¿qué nos
recuerda todo esto, mientras el mundo mira impasible el genocidio
que cometen los invasores y ocupantes de Irak, contra el pueblo de
ese país?. En Rwanda los tutsis fueron marcados como el mal y fue
suficiente para justificar su exterminio y llevar a una guerra
cruel. Irak y Afganistán fueron señalados en la lista de los
llamados “ejes del mal”, y los periodistas mayoritariamente se
prestaron a la confabulación más grosera de la mentira. Los medios
mintieron a sabiendas que cada palabra mataba a centenares de seres
humanos. ¿Quien los castiga?.
Nunca como ahora el periodismo fue utilizado como un arma de
destrucción masiva de infinita reproducción, ya que una sola
potencia y sus comerciantes de la información controlan los medios
y, a nivel de nuestros países los medios locales, que no lo son
aunque se autonombren como nacionales, ya que se trata simplemente
reproductores conscientes de ese esquema de desinformación que lleva
la muerte y la destrucción al mundo.
PANAMÁ: UN HITO
En 1989 la invasión a Panamá marcó un hito sobre lo que vendría. La
manipulación informativa sobre “las razones” que adujo Estados
Unidos para invadir un pequeño país de poco más de dos millones de
habitantes, dividido en dos por un enclave colonial que la potencia
hegemónica mantenía desde principios del siglo pasado, eran tan
increíbles y burdas, que aún es imposible entender cómo se paralizó
América Latina .
Los medios estadounidenses mantuvieron la atención mundial sobre los
sucesos en Rumania y la visión televisiva desde Panamá fueron
trazadoras de luces, mientras se cometía la atroz invasión con
aviones, barcos, tropas, que salían desde las bases del Comando Sur,
es decir desde el propio territorio panameño. Ha sido uno de los
actos de mayor cobardía, considerando que Panamá tenía fuerzas
armadas incipientes (en formación y sin ningún tipo de armas para
resistir una invasión incluso mucho menor que la que sucedió).
Hasta hoy el mundo en su totalidad ignora que allí murieron miles de
personas, que se arrasó un país sin defensas, sometido antes a una
de las más descarnada campaña de manipulación y desinformación
masiva. Esto se continuó con el ocultamiento de las armas de
destrucción masiva que se probaron en ese país, al que alguien llamó
con toda razón “la Guernica” de América.
También se ocultaron las víctimas, el robo y depredación de las
tropas estadounidenses, las tumbas colectivas que mucho después
aparecieron sin que nada o muy poco se informara en el mundo.
Un jefe de gobierno, el general Manuel Antonio Noriega, fue llevado
cautivo a Estados Unidos como prisionero de guerra y juzgado por un
tribunal ya preparado para dar un veredicto inamovible, sin
posibilidad alguna de defensa, en lo que resultó una burla para la
justicia del mundo y la legalidad internacional.
Esto impulsó luego fácilmente la llamada operación “Tormenta del
desierto” en 1990-1991, donde se movilizó una coalición
internacional para supuestamente obligar a Irak a retirarse de
Kuwait, empleando varias de las armas y equipos como los aviones
silenciosos probados en Panamá.
En ambos casos los medios informativos con el modelo de la noticia
continuada y al momento implantado por CNN, impusieron como verdad
única e indiscutible la información que proveía el Pentágono
estadounidense: es decir la mentira elaborada en oficinas cerradas,
por los miles de publicistas, sicólogos, periodistas, y demás que
trabajan para formatear y dar pautas de acción sicológica que lleven
a captar “mentes y corazones” a nivel nacional (Estados Unidos) y
mundial.
La llamada Guerra del Golfo fue transmitida por los medios
estadounidenses como CNN, y el resto de los medios masivos se habían
convertido en simples repetidores a nivel mundial. Es decir Estados
Unidos y sus asociados podían actuar con las manos desatadas y sin
ningún control, porque los medios masivos de comunicación en el
mundo, salvo raras excepciones que además sólo tienen un escaso
radio de influencia, transmitían los partes del Pentágono,
conformados como información.
De esta manera todo el dispositivo de propaganda que Estados Unidos
armó durante la Guerra Fría cuando lo usaba para su combate con la
entonces Unión Soviética, fue globalizado y después de la caída de
la URSS, simplemente, sin competencia alguna, sin ninguna
contención, avanzó sobre el mundo.
El estudio de todo los realizado por los medios masivos de
comunicación, por el periodismo ”bien pagado”, por los periodistas
cooptados ya sea por salarios o incentivando su vanidad con premios
sustanciosos, o por el hecho de ser publicitados como “los mejores”
por ese poder mundial, nos pondrían ante una verdadera galería del
horror.
Ese poder siniestro y sigiloso está a la caza de periodistas- y
nunca como en estos tiempos- que bien le sirvan para echar a andar
abrir con “palabras que matan” el plan de muerte y desolación.
Ya en los años 90, en los nuevos trazados de la Guerra de Baja
Intensidad que superó el clásico esquema contrainsurgente militar de
sus inicios, para llevar la contrainsurgencia sin límite alguno a lo
político, económico, social, cultural, los enemigos eran el
narcotráfico, el terrorismo, el narcoterrorismo, las insurgencias
presuntamente ligados a estos, previendo conflictos sociales de
envergadura, resurgimientos indígenas y campesinos, como una
respuesta al plan neoliberal sin anestesia que se impondría al
mundo.
Uno de los planes estratégicos prioritarios fue el apoderamiento de
todos los medios masivos de comunicación concentrados bajo un poder
central y asegurarse el control absoluto de las nuevas tecnologías.
Esto significaba asegurar el primer golpe de la guerra que ya en los
años 90 se trazaba como lo que es ahora, sin límites, sin fronteras,
sin legalidad alguna.
Como lo han señalado varios analistas, entre ellos Thierry Meyssan,
en Francia, bien sirvió el concepto de “información continua” por la
forma en que difunde
imágenes en forma inmediata y esto hace que los televidentes crean
que están absolutamente informados, cuando sólo se le muestran
hechos registrados al momento, pero ya manipulados en la forma como
se registran y en la elección del lenguaje que oculta la
desinformación.
El espectador común piensa “lo estamos viendo en directo, no es
falso, porque lo estamos viendo en el momento en que sucede” pero
por supuesto es una sensación falsa y trágica.
En realidad esto lo pone ante un hecho que sucede en un lugar o en
otro, pero no sabe que hay detrás, cuál es el contenido real de lo
que está viendo aparentemente “in situ”. Como dice Meyssan “esto es
la negación del periodismo” un oficio que “de hecho consiste en
distanciarse de un acontecimiento para analizarlo, seleccionar los
hechos más relevantes, confirmar las fuentes, verificar las
imputaciones y emitir un criterio”.
El periodismo no es una técnica de descripción, sino un arte de la
comprensión. “Lejos de garantizar la verdad, la inmediatez la hace
vulnerable a las apariencias y a los prejuicios”.
Si se añade que “esa información continua” está en manos del mismo
poder que mata, entonces lo que vemos es en general una visión
deformada al minuto por los esquemas en que se orienta el tipo de
información que se dará.
Que hay fugas, las hay, pero son infinitamente menores a lo que
logrará el equipo mundial de desinformación en su tarea de ocultar y
deformar la realidad.
El ocultamiento, silencio, olvido y complicidad en lo actuado contra
la ex Yugoslavia, facilitó el camino hacia las operaciones «Libertad
Infinita» contra Afganistán, cuya invasión y ocupación, aún siguen
siendo un agujero negro en la información, ya que ni siquiera existe
una movilización de derechos humanos ante los terribles crímenes de
lesa humanidad cometidos y que se siguen cometiendo contra esa
población. La cortina de silencio sigue allí, tapando el crimen
sobre el crimen.
La invasión a Irak bajo el argumento de liberar ese país de “una
tiranía” que a su vez amenazaba al mundo “con armas de destrucción
masiva” y alimentaba al terrorismo, todo lo cuál era falso, pareció
vivirse minuto a minuto.
El reconocimiento de que estos argumentos eran falsos no paró ni la
ocupación ni la destrucción masiva de ese país, donde ya rondan casi
el millón de muertos, sin contar los miles de discapacitados,
huérfanos, mujeres violadas, refugiados. En el 2003 no había nación
en el mundo que no supiera que Irak estaba fundido, por el brutal
bloqueo que llevaba más de una década. Las armas eran obsoletas para
resistir semejante ofensiva.
Aunque como siempre les ha sucedido, la mentira también los engañó a
los ocupantes que nunca imaginaron una resistencia cómo la que
desarrolló el pueblo iraquí en su conjunto.
Cualquier analista de medios debía preguntarse ¿ no es curioso que
el pueblo iraquí que resiste a la mayor potencia del mundo y sus
poderosos aliados que cuentan con ejércitos de mercenarios para los
trabajos más sucios, no pudo derrocar a un dictador, si consideraba
así al gobierno de Saddam Hussein?.
Otro ejemplo cercano de la criminalidad de los medios de
comunicación al servicio del nuevo esquema de seguridad
estadounidense, se vio en Venezuela, cuando durante el golpe de
Estado de abril de 2002 financiado por organismos de seguridad de
Estados Unidos y dirigido desde Washington contra el presidente Hugo
Chávez de Venezuela, los medios privados masivos de comunicación
fueron no sólo el ariete que abrió el camino a los golpistas, sino
que participaron activamente minuto a minuto en este hecho, que dejó
decenas de víctimas.
Un estudio realizado por diversos investigadores de Europa y América
Latina, se convirtió en un verdadero modelo de laboratorio de
observación del papel cumplido por los medios en ese país, que nunca
fueron castigados a pesar de que su actividad dejó innumerables
víctimas y un golpe a los difíciles intentos realmente democráticos
del continente. También en Venezuela en este año 2007 los grandes
medios y sus repetidores convirtieron la simple decisión legal de un
gobierno de Chávez de no renovar la concesión a una señal de
televisión de RCTV- un monopolio que sigue utilizando una buena
parte del espacio radioeléctrico venezolano y es dueño de una
cantidad de otros medios, radios, prensa escrita, canales de cable,
empresas de telenovelas- en un cierre que “atenta contra la libertad
de expresión”. Sin más información que esta ,repetida por todos los
medios asociados, un grupo de senadores en Brasil condenó la
decisión del gobierno venezolano, violando el respeto a la
autodeterminación de los pueblos con un paso de injerencia
inadmisible sobre un país hermano. Nadie se preocupó en conocer la
raíz de la cuestión.
Pero si consideramos que esta campaña mediática tenía como finalidad
tratar de que la Organización de Estados Americanos (OEA) condenara
al gobierno de Chávez-como se vio en los intentos de Estados Unidos
en la reunión de esa organización- se podría considerar que se
estaba apoyando el camino de una intervención mayor sobre Venezuela,
con las consecuencias que se derivaran de esto.
IMPUNIDAD
Estamos constantemente hablando de estos sucesos, de temas como las
consecuencias de la enorme concentración del poder en los medios de
comunicación. Tenemos cifras, datos incuestionables, denuncias que
vienen desde hace tiempo en distintos congresos, pero en este punto
hay es escasa la reflexión sobre qué hacer frente a esta ofensiva
mediática, mucho más peligrosa a partir de que la información es
parte clave del engranaje del nuevo esquema de seguridad del trazado
imperial.
Es en estos momentos donde se puede ver con mayor claridad, cómo se
ha logrado anular la conciencia de buena parte de las sociedades, en
especial de las clases con mayor poder de consumo. Pero también
existe impunidad en el tipo de programaciones similares que
impusieron los medios privados. Estos programas se diseñan en las
oficinas mismas donde se trazan las contrainsurgencias, las
políticas de control, que incluyen todo tipo de espionaje como el
electrónico, entre otros.
Desde esas oficinas en Washington se diseñan programas de
destrucción cultural para los pueblos de aquellos territorios sobre
los que se han elaborado planes de reconquista colonial, como sucede
con América Latina y otros países del llamado Tercer Mundo.
Por una parte la impunidad protege a todos esos medios y la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), que no es nada más ni nada menos que
una asociación de dueños o testaferros de los verdaderos dueños de
los medios masivos de comunicación, es la encargada de dar el primer
paso, cuando Washington realizará una embestida sobre algún gobierno
“inconveniente” a sus intereses.
La SIP también es responsable de los crímenes de lesa humanidad que
se han cometido contra los pueblos del continente, así como de
intervenciones militares y de la implantación de dictaduras. Un
libro blanco sobre su actuación en el continente a partir de su
alianza con la CIA de Estados Unidos, sería una verdadera galería de
horrores.
Entre los programas de destrucción cultural o de experimentos para
convertir a una sociedad en fácilmente manejable para los fines
coloniales o neocoloniales podemos ver algunos de gran difusión a lo
largo de toda América en estos tiempos, pero que también alcanzan a
los países del llamado Primer Mundo. Un ejemplo de esto son las
telenovelas de facturas degradantes o programas como “Gran hermano”
o el famoso “Bailando por un sueño”.
Gran Hermano no es sino una experiencia similar al encierro de un
grupo de ratas en una enorme caja en el espacio de un laboratorio
para estudiar cómo sobreviven, los mecanismos de esa sobrevivencia,
la desesperada carrera por la comida o por ganar espacios. Esto
permite estudiar los diversos estímulos que pueden aplicarse para
conocer las reacciones de un grupo o de una sociedad determinada.
En Gran Hermano como en Bailando por un Sueño, se enseña que toda
humillación vale si alguien puede ganar algo. No importa cuanto se
degrade cada uno de los participantes.
Después de todo el colonialismo se implanta mejor y sin mayores
problemas sobre una población acostumbrada a la humillación o
degradada al punto de la inmovilidad. El “buen aliciente” es la
competencia brutal. El que juega a ganar y abandona todos sus
principios de convivencia y solidaridad, gana. No importa en ese
juego lo que haya que hacer, ni las humillaciones a las que un ser
humano es sometido festivamente. Instalar apetencias por una fama
que dura lo que una vela encendida es un modelo del sistema.
Sin embargo también hay que decir algo sobre lo que no se habla.
Y es la fuga de información de ese sistema orwelliano de control que
ejercen Estados Unidos y sus socios. El fracaso de ese gran aparato
del poder se ha visto en América Latina, donde la ola de
transformaciones políticas y sociales logran vencer los mecanismos
de la contrainsurgencia mediática brutal que se nos aplica.
Si ese conglomerado de medios en manos de la potencia que se revela
como una dictadura mundial, y practica el terrorismo de Estado a
nivel universal, hubiera sido tan efectivo en sus accionar no
tendríamos presidentes como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa
sólo para citar a los que estuvieron en la línea de ataque más duro
de la Guerra de Baja Intensidad mediática de los medios masivos en
los últimos años.
Es una necesidad histórica exponer ante el mundo cómo ese temible
aparato de poder fue vencido por la voluntad simple de los pueblos,
muchos de los cuáles están a salvo de la brutalidad de la
información para la guerra y el control, gracias a que han mantenido
sus antiguas culturas, valores, principios.
Nadie creía-y especialmente entre algunos intelectuales, cuya
brújula se disloca con bastante frecuencia en estos tiempos- que
Morales pudiera vencer el aparato mediático que lanzó campañas
sucias como bombas sucias se arrojan sobre Irak o Afganistán.
Cuando Correa expuso su presidencia jugándose en el plebiscito
constituyente estaba para muchos “jugando con fuego" . Lo que no
sabían y no conocían es el fuego de abajo, el que se enciende al
chispazo de miles y miles de pies que caminan sobre la carreteras y
caminos de nuestra América.
Los mismos que bajaron por los antiguos senderos indígenas en
Ecuador, una y otra vez, y marcaron el hito histórico de derrumbar
sin violencia, sólo con multitudes, a tres presidentes que
incumplieron la voluntad popular y que contaban-en todos los casos-
con el apoyo del imperio.
¿Fue analizado esto debidamente o se dejó pasar como una alborozada
anécdota en este camino latinoamericano de realidades mágicas y
mágicos .
La acción popular venezolana en abril de 2002 produjo un hecho único
en la historia de América Latina y el mundo como fue la restitución
a su cargo de un presidente tomado prisionero y destituido por un
golpe pagado, armado y dirigido por Estados Unidos.
En menos de 48 horas el presidente Hugo Chávez fue restituido por la
voluntad de un pueblo que multitudinariamente salió a las calles con
una Constitución en las manos, y por la decisión de un fuerte sector
del ejército venezolano que se puso junto al pueblo en esa
circunstancias.
En este caso la manipulación no viene por el derroche de palabras,
sino por el silencio. ¿En cuantos medios europeos y latinoamericanos
se contó esta historia?. ¿En cuantos medios europeos se habla sobre
la verdad de lo que sucede en América Latina?.
De eso se trata también. El silencio sobre hechos de vida y dignidad
tiene el mismo objetivo que la palabra usada para invadir, matar,
torturar o cometer genocidio en nombre de la democracia. En estos
tiempos los pueblos deben recuperar la voz y la palabra y poner en
su lugar a los fariseos del periodismo, al periodista que se presta
por dinero o vanidad a obedecer los mandatos de un poder asesino.
El campo de concentración de Guantánamo, las imágenes de los hombres
con los ojos vendados, arrodillados, atadas sus manos, las imágenes
de Abú Graibh y otras son el límite conque un hombre, un ser humano,
un periodista, pueden demostrar si eligió por usar la palabra para
justificar esos crímenes o tomó el camino de la defensa de la
humanidad, en toda y cada una de sus circunstancias.
FUENTE: http://www.defensahumanidad.cult.cu/artic.php?item=3719
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