Un año que parecen miles

Un año que parecen miles...

LAURA CANOSA
28-7-2010 28-7-2011

HOY TE AMO MÁS QUE AYER, MI VIDA

Tengo irremediablemente consolidada esa sensación de vacío, de fin de camino, de dolor artero, de vida terminada... Todo lo que construí se ha perdido o no tiene sentido. Siento que todo lo que fui fue echado a las cloacas de la existencia, que soy otro, nacido de la muerte más dolorosa - la del ser amado-... otro... que no me gusta. Esta sensación está siempre, haga lo que haga... A veces se torna más profunda, otras se disimula, pero es mi artera y constante acompañante.

Laura fue mi sostén, me hizo ser lo que fui y ya no existe, porque morí con ella. Lo que queda de mí es este pusilánime ser que apenas respira y no es capaz ya no sólo de cambiar su entorno, sino siquiera de emparcharlo.

Laura fue, es y será mi amor eterno. Es recuerdo y es vacío que todo lo inunda. No hay palabras para describir su ausencia, para poder contar las sensaciones que me desgarran, por más que intento e intento. Es... es como si estuviera sin estar. Es... la siento tan cerca y tan lejos. Es... una huella indeleble que condiciona mi rumbo. Es... no poder creer que haya polvo allí donde hubo tanta vida. Hablo con ella aún, pero es sólo un monólogo sin respuesta... aunque la espero. Es un estímulo sin retorno, cuando antes iba y venía pintando nuestro mundo de alegría. Todo tenía sentido con ella: el aire frío del invierno, los frutos de la huerta, el trabajo en las mañanas, el calor del hogar, el abrazo ante la tele, el desandar los caminos, la lluvia sobre los hombros. El futuro...

Yo tenía mi vida resuelta en lo estrictamente existencial, lo que me permitía luchar con todas mis fuerzas por una sociedad mejor, igualitaria, sin explotación. Laura me había llenado el cosmos, era todo lo que había soñado... a partir de ella todo en mí estaba ordenado, no había temores, me animaba a lo que otros temían, incluso a la tristeza... Podía escuchar el Aria de Bach en una tormenta, el Canon de Pachelbel en noche cerrada, el Agnus de Barber frente a un solitario mar un día de lluvia suave... Ella estaba allí siempre para rescatarme

Ella, ella, ella...

Laura

No hay dios, no hay luz, no hay alma, no hay nada de eso de lo que todos hablan y nunca nadie pudo probar. Si cabiese una mínima posibilidad de ello, Laura se hubiese comunicado ya para sacarme de tanta tristeza. Pero no. Y eso que yo espero, a pesar de mi razonada incredulidad. Esa contradicción inexplicable me atenaza, me confunde, porque desespero por algo que sé nunca llegará. La espero en la pieza oscura, en la madrugada sola, en las luces del cielo, en todos los rincones de la casa. Espero su voz, su sonrisa, su silueta, un roce de su piel etérea... La espero... pero nunca aparece. No puede hacerlo. Su tiempo, su hermoso tiempo en la tierra... pasó

Es horrible, en fin, esta existencia. Ninguna conciencia superior pudo haber pensado semejante calvario. Estamos condenados a sufrir, lo asumamos o no, porque la muerte del amor nos espera agazapada inexorablemente. Si alguien pergeñó esto, nada de bueno puede tener. Es un monstruo.

Queda así la vida, librada a nuestra suerte de organismos mortales, falibles, pequeños, temerosos ante la inmensidad del cosmos... hacedores de un corto tiempo bajo las estrellas, únicos posibles creadores de alegrías e imposible felicidad en un Universo cruel como el propio salvajismo.

Eso me enseñaste vos, Lau, amor mío...

con tu partida

(28-7-11)

El recuerdo del amor de mi vida, pero también de una mujer extraordinaria, una luchadora por un mundo hermoso, sin miseria ni explotación
UNA IMPRESCINDIBLE

LAURA CANOSA ¡¡PRESENTE!!

Te amo mi vida

Gustavo