Federico García Lorca: el cantor
de sueños
García Lorca, Lorca, o
simplemente Federico, recogió
como nadie las pasiones,
dolores y alegrías de los
pueblos de España. Los siempre
postergados, los despreciados,
los siempre reprimidos se
reconocen en la obra de este
hombre, que convierte al
pueblo en protagonista del
arte mayor.
García Lorca era también
compositor, dramaturgo,
pintor, diseñador de
vestuario, e incluso
incursionó en el cine. Todo
esto además de haberse
graduado como abogado,
profesión que sin embargo
jamás ejerció.
Federico apoyó la República
que surgió el 14 de abril de
1931 y al gobierno del Frente
Popular, integrado por el
Partido Comunista de España
(PCE), el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), el
Partido Obrero de Unificación
Marxista (POUM), Izquierda
Republicana y Unión
Republicana, entre otras
organizaciones políticas,
sindicales y sociales.
Comprometido con los cambios
que este Gobierno
revolucionario impulsaba en
España -particularmente en el
ámbito de la cultura, que
hacía efervescencia por toda
la península y en todas sus
lenguas y dialectos-, García
Lorca fue designado director
del grupo de teatro La
Barraca, cuyo objetivo era
producir, dirigir y adaptar
obras teatrales
representativas del teatro
clásico español, con el
objetivo de presentarlas en
zonas rurales.
Las modernas adaptaciones de
La Barraca fueron presenciadas
por cientos de miles de
personas en más de setenta
localidades españolas y las
presentaciones que se
realizaron en el extranjero de
éstas y de las obras de
Federico, lograron conmover a
los públicos del mundo entero.
“Cuando escucho la palabra
cultura, llevo mi mano a la
pistola”
Estas palabras atribuidas a
Joseph Goebbels, ministro de
Información del régimen nazi
del Tercer Reich alemán, bien
podrían endilgársele al propio
Francisco Franco y a toda la
estructura de poder franquista
que se alzara el 18 de julio
de 1936 contra el legítimo
Gobierno republicano.
Junto con la intención de
restaurar la monarquía y
eliminar todo lo que pareciera
“rojo”, se hizo explícita la
intención de eliminar esa
explosión cultural que
simbolizaba, entre otros,
Federico García Lorca.
El 16 de agosto, Federico fue
arrestado en Granada, en casa
del también poeta Luis
Rosales. Varios amigos le
habían pedido que saliera de
España, ya que su vida corría
peligro.
“Yo soy español integral y me
sería imposible vivir fuera de
mis límites geográficos; pero
odio al que es español por ser
español nada más, yo soy
hermano de todos y execro al
hombre que se sacrifica por
una idea nacionalista,
abstracta, por el sólo hecho
de que ama a su patria con una
venda en los ojos. El chino
bueno está más cerca de mí que
el español malo. Canto a
España y la siento hasta la
médula, pero antes que esto
soy hombre del mundo y hermano
de todos. Desde luego no creo
en la frontera política”, dijo
en entrevista al diario
madrileño El Sol pocos días
antes de morir.
Entre las razones por las
cuales fue fusilado al costado
de un camino, algunos
historiadores especulan con un
crimen de odio por su opción
sexual, con una supuesta
venganza contra su padre, e
incluso con una serie de
confusiones y malos entendidos
protagonizados por la
“benemérita” Guardia Civil, a
quien tantas veces cuestionó
Federico por su represión
hacia los gitanos.
El crimen contra Federico sólo
se puede comprender en ese
período de oscurantismo que se
inició en España en 1936 y del
que aún ésta no se ha repuesto
del todo. El franquismo
fascista que también mató de
hambre y enfermedad al poeta
Miguel Hernández en la cárcel.
Que mató a decenas de miles.
Que exilió a millones. El
mismo que asesinó los sueños
de un pueblo. Los sueños que
cantaba Federico.
El 18 de agosto de 1936 murió
asesinado por soldados
franquistas Federico García
Lorca, el poeta gitano, el
poeta de España.
Pablo Siris.-
Caracas, 18 ago. 2009, Tribuna
Popular TP