Opinión
Argentina
Los pibes y el agua
Por: Carlos del Frade (APE)En los años noventa, el agua se convirtió en uno de los tantos patrimonios que debían privatizarse siempre a favor de capitales internacionales asociados a intereses locales.
Desde los onas a los aztecas, desde los guaraníes a los mapuches, los pueblos originarios seguían los cursos de agua para establecer la vida colectiva de sus comunidades.
Tejidos, pinturas, alfarería y centenares de leyendas atraviesan la geografía americana cargados de alusiones de ríos, lagos y mares.
Mitos sobre el origen de la humanidad y el mundo, historias de amor y esperanzas, también nacen de la relación de las naciones primarias del continente con el agua.
El agua es sinónimo de vida para la memoria popular de estos arrabales del universo.
Sin embargo, el presente anula aquella convivencia alojada en el recuerdo vivo y denuncia el despojo del que son víctimas las mayorías.
La agencia italiana de noticias ANSA acaba de informar que 'unos 21 millones de niños de América Latina y el Caribe enfrentan serias amenazas de mortalidad y desnutrición debido a la falta de acceso al agua potable y al saneamiento, indicó un estudio conjunto de CEPAL y UNESCO', sostuvo la noticia.
Los más castigados, en una demostración de obscena obviedad, son las nenas y nenes menores de cinco años, los adolescentes empobrecidos, los que sobreviven en las llamadas poblaciones rurales y las chicas y chicos pertenecientes a los pueblos originarios o 'afrodescendientes', según apunta la información.
Desde el siglo quince al presente, la conquista fue expulsando a los americanos de su propia naturaleza. Los echó sin moverlos del lugar. Les robaron todo. Desde aquellos minerales como el oro, la plata y el cobre, a sus cultivos de placeres increíbles.
El saqueo los hizo extranjeros en sus tierras y ahora, a principios del tercer milenio, la permanencia de aquella matriz del desalojo los hace ajenos de la vital fuente de existencia colectiva que es el agua. Sin agua no hay vida. Esa era la enseñanza que venía acumulada en la memoria de los pueblos originarios.
En los años noventa, en distintos países del continente, el agua se convirtió en uno de los tantos patrimonios que debían privatizarse siempre a favor de capitales internacionales asociados a intereses locales.
Algunas puebladas sirvieron para detener aquellos procesos de remates, pero la conquista continuó por otros medios. Y el costo, como siempre, lo pagan los pibes.
Chicas y chicos de América del Sur que aprenden que todo lo que les rodea les pertenece pero, al mismo tiempo, no lo pueden disfrutar porque forma parte de los que siguen con el saqueo.
Desde los confortables escritorios de la CEPAL y la UNESCO, frente a esta situación de violento despojo de lo esencial para la vida, se sugiere 'buscar las mejores combinaciones posibles entre la provisión directa del Estado y el recurso a diversos agentes, manteniendo la responsabilidad social frente a los más desprovistos', remarcan las fuentes informativas. El documento termina considerando que 'el acercamiento de los usuarios a las estructuras responsables del abastecimiento, recaudación y distribución de estos servicios maximiza la rendición de cuentas y la transparencia, y ayuda a sensibilizar a las autoridades sobre sus necesidades'.
Un canto de sirenas, una denuncia tan liviana y superficial que no se condice con el tamaño del robo de siglos. Las nenas y nenes latinoamericanos esperan que sus adultos sean capaces, alguna vez, de recuperar algo de lo mucho que les sacaron desde antes de nacer.
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