La política salarial como mecanismo de fragmentación social
Buenos Aires, 10 de agosto
de 2007(por Eduardo Lucita*).- Desde al año 2004 las negociaciones
colectivas anuales crecen sistemáticamente abarcando cada vez un mayor
número de ramas, de sindicatos y trabajadores. Constituyen así el hecho
novedoso del mercado de trabajo ya que el nivel de negociaciones parece
estabilizarse año a año, y las paritarias no pueden ya considerarse una
excepción sino una practica normal, institucionalizada.
Un reciente informe
provisorio del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS)
sobre negociación colectiva en el año en curso, da cuenta de que en el
primer semestre fueron homologados 403 convenios, de estos 134 lo fueron por
rama de actividad y 269 por empresa, alcanzando a 3.400.000 trabajadores,
cerca del 70% de los asalariados del sector privado registrados.
Salarios y Condiciones
Si bien las Convenciones
Colectivas deben tratar sobre diferentes aspectos que hacen a la venta de
la fuerza de trabajo –retribución económica, condiciones de trabajo,
horarios, definición de puestos, recategorizaciones y demás- la mayoría de
las paritarias de estos años se centran en las remuneraciones directas.
Esto obedece a que las
conducciones sindicales, y aun los propios trabajadores, han priorizado
hasta ahora recuperar niveles salariales frente a la caída estructural que
se verifica desde los años ’70, y la agudización de la misma desde 1995.
Pero también debe verse que
las patronales están mucho más dispuestas –dentro de ciertos límites- a
conceder incrementos salariales que a modificar las condiciones laborales
impuestas en sucesivas reformas a la legislación laboral durante la década
del ’90. Esas condiciones promueven la flexibilidad laboral en un sentido
amplio, que es esencial para el mantenimiento de las fuertes alzas de
productividad logradas por las empresas.
Pisos y Techos
Durante el 2006 el Gobierno
Nacional intervino directamente en las discusiones paritarias fijando piso y
techo para los acuerdos salariales –los primeros para mantener niveles de
consumo interno, los segundos para no vulnerar la tasa de rentabilidad
empresaria- sin embargo este año las inauguró asegurando que no habría
límites, en tanto que el Secretario General de la CGT, habló de “paritarias
sin pisos ni techos” pero “… sí de una negociación responsable”.
En los hechos no hubo piso,
incluso algún gremio firmó por el 9% de aumento, pero sí hubo techo, en
principio del 15% y luego elevado al 16.5%. Techo que fue vulnerado por
numerosas paritarias. Solo como ejemplo: la UOM acordó un 19.8% más
adicionales; Empleados de Comercio 23%; Neumáticos 25% más adicionales,
Petroleros 30%.
No es posible hacer una
evaluación precisa del resultado ya que la base de cálculo es muy variada
según los convenios, como así también si lo fueron en porcentajes, en sumas
fijas o una combinación de ambos, asimismo si los porcentajes fueron
homogéneos para todas las categorías o bien diferenciados. En algunos casos
los porcentajes se otorgaron sobre los sueldos de convenio, en otros sobre
la remuneración efectiva y en otros sobre los básicos. En algunos casos los
porcentajes escalonados son acumulativos y en otros simplemente se suman.
En muchos acuerdos los
aumentos otorgados son no remunerativos y luego se van absorbiendo
escalonadamente. Se trata de una estratagema patronal, con la anuencia
sindical y el beneplácito del Ministerio de Trabajo para disminuir el
impacto en el costo laboral empresario. El caso extremo tal vez resulte el
de Empleados de Comercio que firmó un convenio por catorce meses, en el que
los diez primeros son no remunerativos!! Con excepción de los aportes a la
obra social.
No obstante esta verdadera
anarquía que prevalece en la negociación colectiva, estimaciones realizadas
por analistas especializados, sobre las homologaciones hasta el 30 de junio
pasado, muestran que en el sector privado el balance de estas paritarias
arroja un incremento salarial promedio que oscila entre el 20 y el 23%.
Una muestra más de cómo la
expansión económica y las mayores tasas de actividad y ocupación han
fortalecido la capacidad de negociación de los trabajadores.
Salario mínimo
Avanzadas las paritarias el
gobierno nacional se apresuró a convocar al Consejo del Salario para
establecer un nuevo mínimo de convenio. Si bien el 60% de los trabajadores
del país gana menos del mínimo el aumento actual, al alcanzar solo a los que
están en blanco, beneficia apenas a unos 420.000 trabajadores, no está
incluido aquí el personal doméstico ni buena parte de los empleados
públicos.
Sin embargo la convocatoria
fue solo formal, el Consejo casi no se reunió y mucho menos debatió. La CGT
llevó como propuesta elevar el mínimo a $1.040, pero fue un mero simbolismo,
el gobierno, con el apoyo tácito de los empresarios y la mirada distraída de
los jefes sindicales, impuso una decisión tomada previamente: llevarlo a
$900 en agosto para llegar a diciembre con $980.
Una vez más se tomó como
referencia la línea de pobreza, y a pesar de que está subvaluada por los
retoques del Indec ni siquiera la alcanza. Estudios privados ubican la línea
de pobreza en $1.070 al mes de Julio.
Sin embargo no es este el
parámetro que hay que tomar, la referencia del mínimo de convenio no puede
ser otra que el valor de la Canasta Familiar histórica, que con los datos
conocidos esta semana se aproxima a los $ 2750.
Estudios del IDEP-CTA
muestran que históricamente el valor del salario promedio de la economía
argentina era del 80% de la Canasta Familiar, por lo que actualmente debiera
ser de $ 2.200, en tanto que el salario mínimo, según el mismo estudio, era
del 60% del salario promedio, por lo que hoy debiera ser de $1.320. Esto es
un 46% mayor que el valor mínimo fijado hoy por el gobierno.
No obstante numerosas
asambleas de base por empresa han reclamado, y en varios casos conseguido,
un mínimo cercano a la Canasta Familiar.
Impuesto a las Ganancias
Continuando con lo que bien
puede considerarse una verdadera aberración de la más que regresiva política
tributaria nacional, que equipara salarios con ganancias empresariales, el
Gobierno ha decidido un nuevo incremento del mínimo no imponible llevándolo
a $3.346 para los trabajadores solteros y a $4.577 para los casados con dos
hijos.
Esto alcanza a unos 600.000
trabajadores de medianos y altos ingresos que dejaran de pagar o pagaran
menos por este impuesto, que en rigor debiera eliminarse totalmente. Pero el
beneficio no alcanza a los monotributistas ni a los trabajadores autónomos.
Así, tomada de conjunto la
política salarial actual es un mecanismo más que colabora en la
fragmentación de los trabajadores. Al mantener bajo el salario mínimo y
favorecer la discusión por empresas incrementa la dispersión salarial, en
tanto que con las desgravaciones a los altos y medios salarios potencia una
capa de asalariados que se despega del conjunto al mismo tiempo que se
mantiene un alto porcentaje por debajo de la línea de pobreza y sometidos a
las condiciones precarias del trabajo en negro.
La mejora de los asalariados
medios y altos se financia a costa de la caída de los más empobrecidos.
* Integrante del Colectivo
EDI-Economistas de Izquierda
Revista Cuadernos del
Sur
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