¿De donde sale el personaje?
Probablemente el joven Madoff, a finales de los años
50, siendo socorrista de las playas de Long Island de Nueva York se sintiera
ya tentado de robar a turistas acaudalados, pero no será hasta entrado el
siglo XXI cuando construya su particular máquina de sacar dinero a los
poderosos.
Su imagen de austeridad, su cartera VIP de clientes y su estancia en el
consejo de administración del Nasdaq, le dotaban de una aureola de gurú
infalible al que se le podía confiar dinero, mucho dinero. Madoff pasará a
la historia por méritos propios por haber sido capaz de timar a las mayores
fortunas del mundo, a los grandes bancos internacionales y los opacos hedge
founds (fondos de inversión libre), entre los cuales había mucho dinero de
origen sionista. Hollywood también ha recibido su particular: ¡Eso es todo
amigos!. Otra celebridad, y no por cine, sino por poseer la mayor mansión de
EEUU, el pobre señor Ira Rennert, lleva una semana sin dormir y ha colocado a
Bernard en una diana improvisada en su casa.
50.000 millones dólares que se han ido para no volver
En euros estamos hablando de 37.000 millones. Para ser
exactos los que se salieran a tiempo consiguieron rentabilidades hasta del
200% en 10 años, y los que no lo hicieran, como ocurre en todo juego
financiero, los últimos son los tontos: los que pagan los platos rotos. No es
descartable, -cuidado trabajadores de Timofónica- que haya pillado a planes
privados de pensiones que de ningún modo pueden ser una alternativa a un
sistema público digno, y menos, en crisis.
Centrándonos en los más perjudicados, los magnates, la colección de
pardillos que tienen apellidos españoles son: Ortega, Abelló, Koplowitz, Del
Pino, el hijo de Botín... y además, un tipo de sociedades de inversión
colectivas llamadas SICAV, muy entrañables, del que sólo tributan al 1% de
impuesto de sociedades, y que de facto son el refugio de las grandes fortunas
para evitar el IRPF y el extinto Impuesto de Patrimonio.
El antihéroe capitalista
“Quién roba a un ladrón, tiene 100 años de perdón”,
dice el refranero popular castellano. ¿Se lo podemos aplicar a Madoff?. Tengo
la convicción de que sí, aunque Bernard no sea un Robin Hood ni mucho menos.
¿Y el lucro? Es cierto, tiene un desorbitado afán de lucro, pero no un lucro
homologable; su pecado es el lucro sobre los mayores explotadores del planeta.
Así pues se puede considerar que ha tenido el mérito de servir una ración
de la medicina que le da todos los días la burguesía a los trabajadores. ¿Es
un héroe? De entrada, al caer en desgracia, se ha convertido en un antihéroe
capitalista, que no por ello le hace automáticamente héroe socialista, pero
sí, en mi opinión, le hace mejor persona.
Alguien que sabía que el ‘pastel’ tarde o temprano iba a salir a la luz,
ya sea una década más o una menos (en este caso ha durado una década), es
alguien que toma una decisión deliberada un tanto punk: el mañana no
importa, hoy lo es todo. Quizá a sus 70 años pensara en agotar la edad límite
para entrar a la cárcel, diciéndose aquello de que le quiten lo bailao. Si a
eso le sumamos que la fuente de su enriquecimiento es la estafa del rico,
estamos ante un personaje que se merece algo más que darle un óscar al
“mayor cara dura de todos los tiempos”, puesto que, entre otros motivos,
los hay mayores y con buena prensa.
En un momento en que la cólera de la aristocracia financiera internacional se
cierne sobre su cabeza, merece al menos que conservemos de él un grato
recuerdo. Que fuera un filántropo sionista, lo cual es en sí mismo
contradictorio, no merece mayor interés. Madoff es simplemente otro nombre
diabólico al trauma histórico de la burguesía ante la expropiación.
Bernard engrosará ese top ten de castigadores de la burguesía cuyo primer
puesto siempre tendrá el endiablado hombre de acero ruso.
El socorrista Madoff ante el descenso de la marea
La crisis capitalista eleva a la superficie muchos
movimientos subterráneos. En palabras de otro gurú financiero, éste todavía
sin pirámide a la vista, Warren Buffet: “cuando baja la marea es cuando se
sabe quien nadaba en bañador y quien a calzón quitado”. La crisis ha
expuesto las vergüenzas del señor Madoff a la intemperie. Sin embargo, y me
dirijo a ti, Bernard, mereces de reconocimiento porque en todo este tiempo te
pudiste sobreponer a tu instinto de socorrista para que finalmente con el máximo
de dignidad ESTAFASES a los grandes magnates hasta la módica cantidad de...
(redoble).... ¡50.000 millones de dólares!. Dejas el listón alto.
Preferiste la aguadilla a la burguesía que el boca a boca de los Bancos
Centrales y los Estados al decrépito capitalismo.
Estas navidades brindaremos por ti, o mejor, brindaremos por lo que realmente
nos importa, que no eres tú, sino: la histórica colleja que le has dado a la
gran burguesía a escala internacional.
100 años de perdón para Madoff, ninguno a la burguesía.
Comandante Recalcio
volver