Publicado el lunes 12 de enero del 2009
Hija de Julio Antonio Mella tras las huellas de su padre
Se cumplen 80 años del asesinato del líder estudiantil
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Por su estirpe y recia personalidad, Natasha Mella parecía predestinada a triunfar en los escenarios de la vida pública. Descendiente por la rama materna de una familia de ilustres músicos, hija del líder estudiantil Julio Antonio Mella (1903-1929) y formada bajo la égida de un abuelo que le inculcó el amor por la astronomía y las plantas, Natasha mostró desde muy joven talentos excepcionales en las artes, el deporte y el modelaje.
Practicó ballet ocho años con maestros rusos y hasta recibió una promesa en Nueva York para integrar la compañía de Mijail Fokine. Esquió en las nevadas montañas de Noruega, modeló con virtuosismo en México y Cuba y cultivó sus habilidades en el dibujo de la mano del pintor húngaro Palco Luckacs. También fue discípula privilegiada del profesor alemán Augusto Thalheimer, quien la introdujo en el conocimiento de la dialéctica.
Pero pronto la política comenzó a gravitar sobre la única descendiente del fundador del Partido Comunista de Cuba, asesinado en la capital mexicana el 10 de enero de 1929.
"Cuando entré en la Universidad de La Habana, allá por 1943 o 1944, me identificaban totalmente con mi padre, me hacían fotos y querían convertirme en líder estudiantil por la fuerza'', recuerda Natasha. "En medio de esa atmósfera, comenzaron también las presiones de los círculos comunistas acusándome de traidora por no afiliarme al Partido Socialista Popular (PSP)''.
Un día llegó llorando a su casa e imploró al padre ausente en busca de una decisión de la que no tuviera que arrepentirse después. Y la halló en un estatuto de la Declaración de Deberes y Derechos del Estudiante que él había redactado y promovido en 1923: el estudiante tiene el deber --expresa el documento-- de ser un investigador perenne de la verdad, sin permitir que el criterio del maestro ni del libro sea superior a su razón.
"Fue así que sentí el espíritu de la libertad y me libré de una vez de las presiones de los jóvenes comunistas de la universidad'', rememoró. "Ese día mi padre me liberó de la obligación de afiliarme a un partido y me facilitó que yo trabajara en función de mi conciencia... La imagen del padre ausente quedó reemplazada por la del líder siempre presente''.
La vida de Natasha ha sido un trayecto cuesta arriba para despojarse de los designios políticos y afirmar su propia identidad. De la educación que recibió en Alemania --entre 1935 y 1939-- aprendió a buscar la autenticidad (echtig) como un rasgo esencial de la conducta. Desde esa convicción profunda fue forjando su carácter de mujer rebelde, independiente y renuente a someterse a voluntades ajenas. Por eso no tuvo reparos en romper públicamente con el régimen de Fidel Castro en febrero de 1961, inconforme con la manipulación propagandística de la figura de su padre. Desde entonces vive en Miami, donde estableció su propio negocio de jardinería y tuvo notable éxito como landscape architect durante más de 15 años.
A los 81 años, Natasha vive modestamente en un apartamento del suroeste de Miami, dedicada a sus dos pasiones irremplazables: sus plantas y sus gatos. Su figura es esbelta y aún permite entrever los rasgos de la singular belleza que la identificó en sus años jóvenes. Se mueve ágilmente por el pequeño jardín y todavía puede hacer una rápida cuclilla de bailarina para arrancar una mala yerba. Su conversación es fluida y lúcida, salpicada de anécdotas, referencias filosóficas y acotaciones cultas.
La música clásica es siempre invitada permanente en su hogar, especialmente las interpretaciones del célebre tenor italiano Tito Schipa (su devoción por Schipa la llevó a organizar un concierto del cantante en La Habana en 1947). Sobre una mesa de la sala reposa la más reciente biografía de Julio Antonio Mella, publicada en el 2004 por la investigadora alemana Chistine Hatzky. Natasha ha recibido por estos días un ejemplar de la edición cubana de ese texto --de 472 páginas-- que será presentada en la XVII Feria Internacional del Libro de La Habana el próximo febrero.
"De todos los libros que se han escrito sobre mi padre, éste es sin dudas el más documentado y el que más satisfecha me ha dejado'', afirma mientras hojea el volumen.
Han transcurrido 80 años de la muerte de Mella, uno de los más estremecedores asesinatos políticos de la historia latinoamericana del siglo XX. Pero el tiempo no ha logrado apartar a Natasha de la indagación histórica sobre su padre y los esfuerzos por esclarecer hechos que --según ella-- han sido manipulados o tergiversados por políticos y biógrafos inescrupulosos.
Retrato de familia
Julio Antonio Mella y Oliva Zaldívar Freyre, conocida como Olivín, se conocieron y se enamoraron al calor de las actividades del movimiento estudiantil en la Universidad de La Habana, donde ambos estudiaban Derecho. La pasión amorosa desembocó en matrimonio, a pesar de la oposición del padre de Olivín, el agrimensor e ingeniero de minas Oscar Zaldívar Peyrellade. Olivín se distanció del hogar paterno en Camagüey y se casó en La Habana el 19 de julio de 1924.
"Mi abuelo se opuso al matrimonio diciendo que un hombre de ideas tan avanzadas no iba a hacer feliz a mi madre, pero mi abuela [la pianista Oliva Freyre Cisneros] estuvo a favor porque pensaba que debía respetarse el sentimiento de amor entre ambos'', cuenta Natasha, quien desde su niñez comenzó a recomponer la figura del padre a partir del testimonio de familiares y amigos cercanos.
Convertido en figura política de dimensión nacional y expulsado de los predios universitarios, Mella fue arrestado junto a varios activistas sindicales y estudiantiles a finales de 1925. Decidió emprender una huelga de hambre de 18 días para pedir su excarcelación y la de sus compañeros de lucha, desafiando al flamante gobierno de Gerardo Machado (1925-1933). Durante el prolongado ayuno, Oliva estuvo a su lado, sobreponiéndose a las molestias del primer embarazo.
El triunfo de la huelga --que lo catapultó como símbolo libertario-- no fue recibido del mismo modo por sus colegas del Partido Comunista, quienes lo sometieron a un proceso disciplinario y terminaron expulsándolo de sus filas dos años como castigo a la decisión de ayunar sin la debida autorización partidista.
Entonces escapó en secreto a México en enero de 1926. Semanas después, su padre, el sastre Nicanor Mella, acompañó a Oliva, con seis meses de embarazo, a reunirse con su esposo en tierras mexicanas. La situación económica de la pareja era tan precaria que cuando dio a luz una niña muerta tuvieron que depositar el cadáver en una caja de cartón, imposibilitados de costear un entierro decoroso.
Pero Oliva estaba dispuesta a respaldar los reclamos políticos de su esposo y participó junto a él en una manifestación frente a la embajada estadounidense en México, pidiendo la liberación de los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Oliva y Mella fueron arrestados y amenazados con deportarlos a Cuba.
Natasha vino al mundo el 19 de agosto de 1927 en momentos en que su padre arreciaba febrilmente el activismo político. La situación se hizo insostenible en el pequeño apartamento que la pareja compartía, pues Mella le permitía pernoctar allí a muchos de sus seguidores procedentes de otros países latinoamericanos. Por entonces la recién nacida dormía en la tapa de una maleta.
"Mi abuelo Nicanor se enteró del nacimiento y mandó de regalo un dinero que mi madre quiso utilizar para comprar una cuna, pero mi padre se opuso pues quería destinarlo a editar una publicación'', dice Natasha. "Mi madre montaba en cólera con este cuento, porque cada vez que me lo hacía, yo le daba la razón a mi padre con el argumento de que una recién nacida no sabe si duerme en una cuna o en una maleta, y que la revista era un proyecto más importante en ese momento... Entonces ella me decía: ‘¡Eres igualita a tu padre!' ''.
En octubre de 1927 Oliva regresó con Natasha a la casa de sus padres en Cuba, buscando condiciones más favorables para la crianza de la niña. El panorama quedó despejado para que Mella se enrolara en una apasionada relación de cuatro meses con la fotógrafa italiana Tina Modotti, autora de los mejores retratos del líder comunista.
Natasha no tiene ninguna duda de que Modotti fue una enviada del Kremlin con el propósito de espiar a Mella por sus estrategias de lucha nada ortodoxas y sus divergencias con los dictados de la Internacional Comunista. Pero al asumir esa misión, ‘‘no calculó que iba a enamorarse de él''.
"Los comunistas y ciertos libros la presentan como ‘la compañera de Mella', cuando en verdad fue sólo una aventura que concluyó dramáticamente con la muerte de mi padre'', explica. "En las confesiones de Modotti, al final de su vida, está explícito que se arrepiente de haberlo traicionado''.
Según Natasha, los intereses del agente machadista José Magriñat y Modotti confluyeron en un mismo punto, por lo que "hay que verlos a ambos como responsables del asesinato de Mella, es decir, tanto a Machado como al comunismo internacional''.
El caso de Mella fue reabierto en 1931 a petición de su viuda Oliva, con el respaldo del senador cubano exiliado Aurelio Alvarez. El proceso judicial evidenció que Magriñat había tramado el asesinado en complicidad con dos sicarios a sueldo, José Agustín López Valiñas y Arturo Sarabia.
"De mi padre tengo mucho orgullo pues fue un hombre idealista que alcanzó la posición más alta a la que puede llegar una persona en la historia, que es la de mártir'', reflexiona. "Aunque no tuve un apego personal hacia su persona, sí tengo una obligación moral con su legado. Debe entenderse que en esa época el comunismo acababa de surgir en el mundo tras derrotar al zarismo ruso y él lo vio como la representación de un nuevo poder. Por eso justifico a mi padre, aunque ni mi pensamiento ni mi persona tengan nada que ver con el comunismo''.
Delirios de poder
Fue un amigo y contemporáneo de Mella, Leonardo Fernández Sánchez, quien más ayudó a Natasha a conocer la personalidad de su padre: "Todas las tardes venía a mi casa en el Vedado y se le aguaban los ojos hablándome de Mella''.
Fernández Sánchez y Eduardo Chibás lograron convencerla para que se incorporara al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) cuando ella apenas contaba 17 años. Natasha fue nombrada a la vicepresidencia del Consejo Director Nacional, cuyo presidente era Emilio ‘‘Millo'' Ochoa.
"Cada vez que me mencionaban en un mítin aquello se venía abajo en aplausos. Por supuesto, los aplausos eran para Julio Antonio Mella, pues yo era entonces una chiquilla que no había hecho nada y que sencillamente no tenía interés ni disposición para la política'', reconoce.
Pero sus relaciones con Chibás, que se suicidó de un disparo el 16 de agosto de 1951, no estuvieron exentas de encontronazos y porfías. Lo recuerda como "un hombre egocéntrico, con un delirio de poder muy grande, interesado en su popularidad por encima de todas las cosas''.
"Chibás se suicidó porque se vio acosado y estrangulado por el comunismo'', asevera. ‘‘El suicidio fue una forma de liberarse''.
De esos días en la militancia ortodoxa provienen sus escasos contactos personales con Fidel Castro.
"Después de las reuniones, varios miembros del Partido [Ortodoxo] acostumbrábamos a ir a una cafetería en 23 y 12, en el Vedado. Nos sentábamos casi siempre juntos Leonardo Fernández Sánchez, Luis Orlando Rodríguez, Guillermo Rubiera y yo'', recuerda. A veces, cuando le interesaba algo que estábamos discutiendo, Fidel Castro arrimaba una silla, se sentaba a horquetillas sobre ella y decía en tono conclusivo: ‘Porrrque yo pienso...", ‘Porrrque yo digo...' Entre nosotros le pusimos de nombrete ‘Porque...' que aludía en realidad a otra palabra con su debido sufijo''.
Para 1950 Natasha había comenzado a desmarcarse del Partido Ortodoxo. El 20 de diciembre de ese año se casó con Antonio de la Torriente, un hombre que logró conquistarla con singulares gestos de amor y solidaridad. La luna de miel fue en Los Angeles, Estados Unidos, y en México, su tierra natal.
"Yo adoro a los mexicanos, con quienes siempre he tenido experiencias magníficas, desde las personas más educadas a las más humildes'', confiesa. "A veces me siento más mexicoalemana que cubana y ya tengo decidido que cuando muera, me cremen y rieguen las cenizas al pie de un lonchocarpus punctatus, un árbol que es conocido como el guamá de México y que florece en octubre''.
Adiós a Cuba
Cuando triunfa la revolución de Fidel Castro en 1959, Roberto Agramonte, el primer canciller (ministro de Estado) del gobierno revolucionario, le propone irse a Francia como agregada cultural, pero ella decidió quedarse en La Habana y fue asignada al Departamento de Asuntos Asiáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La posterior designación de Raúl Roa en sustitución de Agramonte marcaría un punto de giro en su desempeño laboral. La primera fricción fue por las opiniones controversiales vertidas por ella en un informe sobre el presidente indonesio Sukarno, solicitado por Fidel Castro.
Roa le pidió cambiar el texto sobre Sukarno, pero Natasha se negó. Poco después se produjo su sonada carta de respuesta a las declaraciones del canciller cubano sobre los ideales de Mella. Ninguna publicación accedió a reproducirla en sus páginas, por lo que Natasha se arriesgó a imprimir numerosas copias con la Universidad Católica de Villanueva, gracias a la disposición de Monseñor Eduardo Boza Masvidal, rector de esa institución docente.
"Su pensamiento sigue teniendo vigencia hoy si se quiere interpretar debidamente'', afirmaba la misiva, con fecha del 1ro de febrero de 1961. "Si él [Mella] combatió el imperialismo y la dominación extranjera en lo que esto representaba hace 30 años, hoy hay que combatir por igual a todos los imperialismos y dominaciones extranjeras así se llame yanqui, soviético o chino''.
Su suerte estaba definitivamente echada. El 20 de febrero de 1961 Natasha tomó el camino del exilio y se estableció con su esposo en Miami. Poco después Oliva, que era diplomática en la legación de Dinamarca, siguió sus pasos. Oliva nunca más se casó y murió en 1982 como viuda legal de Mella.
Los nombres de ambas fueron borrados de los libros e ignorados por la historia oficial fabricada en torno a Mella hasta 1999, cuando se les mencionó en una biografía publicada en Cuba por los investigadores Adys Cupull y Froilán González.
"No me arrepiento de haberme ido de Cuba y no quisiera regresar'', dice. "Me han invitado a que vaya, pero no me voy a dejar manipular políticamente''.
Natasha opina que las ideas de su padre se mantienen vigentes con relación al caso cubano: "Para mi padre lo más importante era alcanzar la soberanía de Cuba y creo que ayudó a despertar la conciencia popular de la nación. El proceso de independencia política de Cuba no se habrá completado mientras la base naval de Guantánamo siga en manos de los americanos. Es como si un vecino te roba un jardín para echarle basura. Mi padre luchó por esa independencia total''.
¿Y cómo quisiera que la recordaran?
"Como una persona que no dejó mistificar su identidad''.
La verdad no anda buscando saludos
Adys M. Cupull Reyes — Froilán González
"¡Muero por la Revolución!" dijo Julio Antonio Mella en la calle Abraham González de la capital mexicana aquella fría noche del 10 de enero de 1929, cuando caía herido de muerte a causa del atentado perpetrado por sicarios enviados por el dictador cubano Gerardo Machado y Morales.
En la mesa de operaciones declaró, con mucha dificultad,
"Tengo la seguridad que fueron emisarios del Gobierno de Cuba los que vinieron a matarme por mis ideales comunistas".
A la 1:45 del 11 de enero falleció sin aún cumplir los 26 años. A su lado la fotógrafa italiana Tina Modotti, luchadora comunista y antifascista, quien lo acompañaba en el momento de los disparos. Ella, que lo había fotografiado en vida, sacó la última foto a su rostro, en el cual ni la palidez de la muerte logró borrar su serenidad y rebeldía.
Al amanecer los principales diarios de México y las agencias cablegráficas internacionales dieron a conocer la trágica noticia. Al ser asesinado, dejaba a su hija Natasha, de un año y tres meses de nacida, que se encontraba en Cuba junto a su madre, la cubana Oliva Zaldívar Freyre.
El muralista mexicano Diego Rivera declaró:
"... La culpa de este horrendo asesinato es del gobierno y la embajada de Cuba, los que urdieron sus maquinaciones para darle muerte a Mella, con la particularidad de que a espaldas del gobierno cubano se encuentra Estados Unidos, que en su afán de imponer su política al mundo entero, está acallando las pocas voces de protesta que se elevan, como la de Mella."
Después del crimen los corazones honrados y sensibles de su patria, de México y de otras latitudes, quedaron atravesados por el dolor de su muerte y por la impunidad de los asesinos quienes, amparados por los funcionarios de Machado y la complicidad del Jefe de la Policía en México, Valente Quintana, burlaron la justicia.
En 1931 fue encausado en la capital mexicana el cubano que disparó contra Mella, José Agustín López Valiñas, acusado por su esposa la mexicana María Guadalupe Gil Oceguera. Celebrado el juicio y comprobado el crimen fue sancionado y cumplió prisión.
En el libro se publican las declaraciones de los cómplices y testigos. Se relata el destino final de cada uno. El 12 de agosto de 1933 el dictador Gerardo Machado fue derrocado; huyó sin que se le pudiera enjuiciar por sus crímenes. Ese mismo año José Magriñat, jefe del plan criminal en México, fue ajusticiado en la ciudad de La Habana.
El imperialismo norteamericano y Machado fueron acusados públicamente, pero no se proporcionaron las pruebas documentales que sólo la historia y el tiempo lo hicieron posible.
En nuestro libro Julio Antonio Mella en medio del fuego, publicado en México por la casa Editora El Caballito en el 2002 y por la Abril en Cuba en el 2006, se revelan cables cifrados, documentos confidenciales, informes de la embajada de México en La Habana dirigidos a la Secretaría de Relaciones Exteriores, las respuestas de esta, los informes del embajador cubano en México, la respuesta de la cancillería cubana, los informes desde Washington, y se explica la forma en que se gestó un estado de opinión contra el joven comunista cubano y sus compañeros.
El asesinato de Mella, el 10 de enero de 1929, causó indignación entre intelectuales, estudiantes, obreros y campesinos, quienes demandaron al gobierno mexicano la ruptura de relaciones con el de Cuba.
Por los documentos encontrados se probó que Tina Modotti, no tuvo relación con el crimen, como se pretendió hacer creer en un principio.
Entre los que planearon y ejecutaron el homicidio se encontraban: Gerardo Machado, Santiago Trujillo, Guillermo Fernández Mascaró, José Magriñat Escarrá, Miguel Francisco Sanabria Nodarse, José Agustín López Valiñas. En el libro se publican las declaraciones de los cómplices y testigos y el destino final de cada uno.
En medio del fuego no sólo trata de las balas que dieron fin a la vida plena y prometedora del destacado líder, fundador de la Federación de Estudiantes Universitarios, de la Universidad Popular José Martí, de la Liga Antiimperialista y del primer Partido Comunista Cubano. Trata también del fuego que envilece las mentes y el alma de los hombres porque ese joven de clara inteligencia, transparencia, firmeza, ideales profundos y nobles en defensa de los desposeídos del mundo, fue víctima de las intrigas, las calumnias, los prejuicios raciales, la envidia, y el odio visceral y enfermizo de esos que en lugar de amar y construir sólo odian y destruyen.
La verdad hay que decirla aunque motive rectificaciones en los conceptos históricos investigados durante una época. El asesinato de Julio Antonio Mella se presenta en el libro con todas sus implicaciones y detalles.
Este 10 de enero del 2009, se cumplen 80 años de los hechos, la historia indetenible, enjuicia y acusa. Se reconocen los valores de aquellos que consecuentes con los principios elementales de honradez y justicia se enfrentaron a los mandatos criminales de Machado y del imperialismo norteamericano y cada año sitúan claveles y rosas rojas donde fue asesinado y flechas de dignidad para combatir las tergiversaciones, olvido y manipulaciones.
Por ello en este enero, nos detenemos para reconocer a los mexicanos que aportaron datos, documentos y nuevos elementos que permitieron esclarecer irrefutablemente toda la trama de la conspiración criminal.
Entre ellos el profesor Alberto Hijar, la crítica de arte Raquel Tibol, la arqueóloga Lourdes Patiño, el economista y profesor Antonio Gazol, el abogado René Ortiz, el historiador y escritor Manuel López Gallo, el doctor Alfonso Herrera Franyutti, la escritora Elena Poniatowska, los Licenciados Berta Zapata Vela, Edna Aldama, Eugenia y Andrea Huerta, Antonio Bolívar, Roberto Marín, Leonor Hernández, María Eugenia Conchola, Raúl González, Roberto Beristaín y Rocio Romero.
Merece el reconocimiento especial la dirección y personal especializado del Archivo General de la Nación, el del Acervo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Hemeroteca de la Universidad Nacional Autónoma de México y al personal diplómatico de las Embajadas de Cuba en México y de México en La Habana.
La valiosa ayuda permitió que mexicanos y cubanos pudieramos reconstruir los hechos y demostrar con documentos a los culpables del crimen y describir la vida inmoral, corrupta, inescrupulosa y mercenaria de los asesinos.
La verdad, como escribió el Héroe Nacional cubano José Martí, no ha de quedar sin decir, y la verdad no anda buscando saludos, ni saludando. También señaló que exagerarla era debilitarla y que aborrecía las falsedades de la vida, y solo amaba a quien tenía el valor de vivir en el agradecimiento y en la verdad, y el mérito es de la verdad y no de quien la dice.
En el Ensayo Nuestra América, José Martí escribió:
"... porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella".
El desafiante poema de Neruda
Adys M. Cupull Reyes — Froilán González
"Escribí un poema desafiante contra los que ofendían a nuestra muerta".
Afirmó Pablo Neruda cuando escribió Tina Modotti ha muerto. Los versos del gran poeta chileno, latinoamericano y universal no debemos olvidarlo porque las mentiras y difamaciones acerca de las causas del fallecimiento de la famosa artista comunista, siguen apareciendo por conveniencia ideológicas, políticas o desconocimientos históricos de la verdad.
El 5 de enero de 1942 falleció en Ciudad México, Assunta Adelaide Modotti Mondini. conocida internacionalmente como Tina Modotti, una de las más sobresalientes personalidades femeninas del arte fotográfico y del internacionalismo del siglo pasado. La autopsia reveló que había muerto de un infarto. Y Benvenuto Modotti, su hermano, declaró en una carta, que ella se sabía gravemente enferma del corazón y de esa enfermedad había muerto y quien dijera otra cosa era un difamador.
1939 fue un año lacerante para los que defendían la República Española. Ella estaba en sus filas. Ese año cumplió misiones importantes, duras ante una derrota inminente, trasladó desde Barcelona hasta París a varios heridos. Cuando las tropas fascistas atacaron Madrid, ella se encontraba en el Congreso Nacional del Socorro Rojo, que se celebró allí, en ese mismo año después de vivir los terroríficos momentos de la guerra, salió en la columna organizada con los que iban al exilio, junto a medio millón de refugiados, mujeres, niños, ancianos, combatientes heridos atravesaron Los Pirineos hasta Francia, donde durante mes y medio los ayudó en París.
En el mes de marzo de 1939, partió hacia Nueva York, donde le negaron el permiso de entrada, pese a tener la visa de tránsito a México. Llegó al puerto de Veracruz, donde la esperaba su compañero Vittorio Vidali. Entró de forma ilegal y clandestina con el pasaporte a nombre de Carmen Ruíz Sánchez, se establecieron en la casa de Martín Díaz de Cossío en la Colonia San Angel.
En 1940 vivió en la casa de la periodista mexicana Adelina Zendejas quien testimonió que ella llegó enferma de España y que le expresó:
"Este barrio lo conozco muy bien, ha cambiado pero tiene los mismos comercios. Me duele volver aquí, sin embargo me agrada porque a veces pienso que me voy a encontrar con Mella. He tratado a muchos dirigentes comunistas, y jamás encontré a ninguno con la profundidad de Julio Antonio".
En 1941 Tina fue informada personalmente por el General Lázaro Cárdenas que podía residir legalmente en México. Poco después junto a Carlos Vidali se mudaron para un pequeño apartamento en la azotea de un edificio en la Colonia de los Doctores, ubicado en la calle Doctor Balmis número 137.
Tina Modotti siguió trabajando en actividades del Socorro Rojo Internacional, para ayudar a los refugiados de la guerra. Despidió el año en la casa del poeta chileno Pablo Neruda. En los primeros días de enero, participó en actividades para recoger dinero y comprar juguetes a los niños españoles refugiados en México. El 5 de enero de 1942 cenó en la casa del arquitecto suizo Hannes Meyer, pero comenzó a sentirse mal y decidió regresar a su casa. Tomó un taxis y en este le sobrevino el paro cardiaco.
La prensa sensacionalista y hasta la considerada seria la hizo víctima de difamaciones. Un reportero dijo que al abrir el bolso este se encontraban sin polvera, ni siquiera un peine, sólo un pañuelo arrugado, un billete de a peso, unas llaves, una credencial con su nombre y dirección y una fotografía de ovalito de un joven con el pelo crespo.
Refirió que en el hospital se encontraba totalmente desnuda. Su cuerpo hermosísimo, más joven que su rostro y los labios a punto de sonreír. Después se conocería que la foto que llevaba en el bolso correspondía a Julio Antonio Mella. La velaron en una funeraria al frente del hospital Benito Juárez, muy humilde, donde velaban a los pobres.
En aquellos días, una nueva campaña se desató contra ella. Culparon a Vittorio Vidali de la muerte
"... ordenada por los comunistas".
La prensa fue el instrumento para divulgar esas calumnias. Afirmaban que Vidali, tenía gran responsabilidad en el hecho. Que era "un agente comunista fanático" y se corría el rumor de que bien pudo envenenarla, porque
"... ella sabía demasiado ya que siempre llevó una vida misteriosa".
El periódico "La Prensa" tergiversaba la militancia comunista afirmando que obtuvo un pasaporte italiano gracias a la intervención personal de Benito Mussolini. La catalogaban como una mujer depravada, peligrosa, mezclada en numerosos asesinatos, también como espía de los fascistas italianos. Algunos de los titulares decían:
"LA MUJER MISTERIOSA DE MOSCÚ"
"MURIÓ PORQUE SABÍA DEMASIADO".
"LA MATARON POR TROTSKISTA".
"ELLA AYUDÓ EN EL ASESINATO DE JULIO ANTONIO MELLA".
"ERA UNA TENEBROSA ESPÍA COMUNISTA".
La autopsia reveló que había muerto de un infarto; pero la ofensa se le hizo hasta a la Ciencia Médica, señalando que la autopsia no estuvo bien hecha, que el veneno fue casi instantáneo y no dejaba huellas en el cuerpo y que su "amante terrorista", al servicio de Stalín, lo sabía mejor que nadie. Así comenzó la tergiversación de un hecho serio y delicado.
Pablo Neruda escribió:
"... La reacción mexicana intentó revivir la infamia cubriendo de escándalo su propia muerte, como antes la habían querido envolver a ella en la muerte de Mella. Mientras tanto, Carlos y yo velábamos el pequeño cadáver. Ver sufrir a un hombre tan recio y tan valiente no es un espectáculo agradable. Aquel león sangraba al recibir en la herida el veneno corrosivo de la infamia que quería manchar a Tina Modotti una vez más, ya muerta. El comandante Carlos rugía con los ojos enrojecidos; Tina era de cera en su pequeño ataúd de exiliada; yo callaba impotente ante toda la congoja humana reunida en aquella habitación".
"Los periódicos la llamaban la mujer misteriosa de Moscú. Algunos agregaban: Murió por que sabía demasiado. Impresionado por el furioso dolor de Carlos tomé la decisión. Escribí un poema desafiante contra los que ofendían a nuestra muerta. Lo mandé a todos los periódicos sin esperanza alguna de que lo publicaran. ¡Oh, milagro! Al día siguiente, en vez de las nuevas y fabulosas revelaciones que prometían la víspera, apareció en todas las primeras páginas mi indignado y desgarrador poema".
Muchos intelectuales de México y de otros países hicieron declaraciones contra esa campaña. Los amigos de Tina no pudieron reunir suficiente dinero para enterrarla y tuvo que ser sepultada en la parte más pobre del cementerio de Dolores, sección cinco, fila veintiocho. En la despedida de duelo fue cubierta con la bandera de la Internacional Comunista y el director del periódico El Popular, Enrique Ramírez y Ramírez, dijo que Tina fue, desde el año 1927 hasta el último momento en que su corazón latió, miembro del Partido Comunista Mexicano y afirmó que ella era mexicana ad honorem, con el pleno derecho de ser parte de la historia de la revolución mexicana. En la lápida fue escrito parte del poema de Pablo Neruda titulado "Tina Modotti ha muerto".
Figuras de la intelectualidad mexicana y amplios sectores populares del país, fundamentalmente obreros, campesinos, estudiantes y agrupaciones de refugiados, respondieron contra la indigna campaña de los difamadores y varios centros obreros comenzaron a llamarse "Tina Modotti" en recordación a la luchadora italiana.
Tina Modotti ha muerto
Tina Modotti, hermana, no duermes, no no duermes:
tal vez tu corazón oye crecer la rosa
de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa.
Descansa dulcemente, hermana.
La nueva rosa es tuya, la nueva tierra es tuya:
te has puesto un nuevo traje de semilla profunda
y tu suave silencio se llena de raíces.
No dormirás en vano, hermana.
Puro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida,
de abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma,
de acero, línea, polen, se construyó tu férrea,
tu delgada estructura.
El chacal de la alhaja de tu cuerpo dormido
aún asoma la pluma y el alma ensangrentadas
como si tu pudieras, hermana, levantarte,
sonriendo sobre el lodo.
A mi patria te llevo para que no te toquen,
a mi patria de nieve para que tu pureza
no llegue al asesino, ni al chacal, ni al vendido:
allí estarás tranquila.
¿Oyes un paso, un paso lleno de pasos, algo
grande desde la estepa, desde el Don, desde el frío?
¿Oyes un paso de soldado firme en la nieve?
Hermana, son tus pasos.
Ya pasarán un día por tu pequeña tumba,
antes de que las rosas de ayer se desbaraten;
ya pasarán a ver los de un día, mañana,
donde está ardiendo tu silencio.
Un mundo marcha al mundo donde tú ibas, hermana.
Avanzan cada día los cantos de tu boca
en la boca del pueblo glorioso que tú amabas.
Tu corazón valiente.
En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas
polvorientas, algo se dice y pasa,
algo vuelve a la llama de tu adorado pueblo,
algo despierta y canta.
Son los tuyos, hermana: los que hoy dicen tu nombre,
los que de todas parte del agua, de la tierra,
con tu nombre otros nombres callamos y decimos.
Porque el fuego no muere.
Pablo Neruda
Fuentes
Adys Cupull y Froilán González. En Medio del Fuego, Editora Abril.
Adys Cupull y Froilán González. Hasta que llegue el Tiempo, Editora Política.
Christiane Barckhausen-Canale. Verdad y Leyenda de Tina Modotti, Premio Casa de las Américas.
Adys Cupull. Semilla Profunda, Editora Pablo de la Torriente Brau.
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