Hay momentos en los cuales los habitantes de la
Argentina nos sentimos como tontos espectadores de las mentiras del
poder, sencillamente porque pretenden tratarnos como tarados o incultos.
De eso justamente se tratan las declaraciones efectuadas por la ministro
de Economía y Producción -Felisa Miceli- para intentar justificar lo
injustificable. Lo indemostrable. De lo que ya nadie puede dudar es
sobre el origen de esos dineros “abañerados”. O sea, nos cuesta creer la
veracidad de que sean de su hermano, pero tampoco sabemos de quién son,
quién los colocó allí y cuál fue el justificativo, por qué estaban dónde
no debían estar, cuál es el motivo que por el cuál todo esto huele a
corrupción, cuál es la razón verdadera justificante de tanto tiempo de
silencio ante un hecho que desde el poder nos quieren presentar como
normal, personal, bla, bla, bla.
Debemos saber, para comprender mejor la situación, que la Dra. Felisa
Miceli es Licenciada en Economía de la Universidad de Buenos Aires,
ministro nacional desde hace 19 meses. Fue presidente del Banco de la
Nación Argentina (30 meses), representante del gobierno nacional ante el
Banco Central de la República Argentina (13 meses), directora del Banco
de la Provincia de Buenos Aires (49 meses), asesora técnica del Consejo
Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal (36 meses) y
jefa de la Dirección Nacional de Programación Presupuestaria de la
Secretaría de Hacienda de la Nación (48 meses). Además de profesora
universitaria, analista de temas económicos-financieros y consultora del
gobierno nacional y de los provinciales en diferentes temas.
Solamente con lo mencionado alcanza para sostener que no se trató de una
equivocación, por más que la ministro Miceli diga ahora: “Se ha montado
todo un engranaje a partir de una cosa que era absolutamente normal,
personal...”, “Y si se quiere, eso puede ser llamado inexperiencia…”
(sic). ¡Inexperiencia! ¿Quién lo puede creer con esos antecedentes?
¿Apareció el “prestamista” de la ministro? Sí, claro. ¿O alguien podría
haberlo dudado? No, por supuesto que iba a aparecer. Y que mejor que sea
un hermano caritativo que entrega dólares y billetes de pesos argentinos
termosellados por el Banco Central de la República Argentina para que la
ministro Miceli compre en algún momento una propiedad para ella o para
su hija -porque la versión oficial aún no se ha puesto de acuerdo al
respecto-. Cuánto menos el “prestamista” le entregó unos 60.000 dólares.
O más quizás… 240.000 dólares. ¿Lo sabremos alguna vez con seguridad?
¿Sabremos si es verdad que eran de su hermano “mutuante”?
Preparación profesional y experiencia no le faltan a la ministro Miceli.
Antecedentes menos. Actividad en la función pública tampoco. Pero
pareciera que le faltan otras cualidades para desempañarse como
funcionario público.
La “ocupada” ministro Miceli no ha tenido tiempo de depositar en sus
cuentas bancarias personales los supuestos 100.000 pesos en efectivo
encontrados en el “baño”, aunque ahora dice: “Pensaba justamente
llevarla al banco…”, “El lunes 4 lo traje para llevarlo al Banco Nación
donde tengo una cuenta para depositar la plata en efectivo…”, “Esa era
mi idea, pero no lo pude hacer porque tuve un día agitado…”, “Pero para
no estar con la plata encima…” (sic). Tampoco sabemos al día de hoy si
ya lo ha depositado porque nada declara mediáticamente al respecto, como
tampoco si abrió la caja de seguridad bancaria.
Parece que nuestros conocimientos son más buenos comparados con los de
la ministro Miceli -tan experimentada en temas de bancarios, como
corresponde a un miembro del funcionariato en bancos oficiales y
públicos-. Ella olvidó o al menos no lo consideró (en el momento de
tener el dinero en su poder y tampoco en sus contestaciones al diseñado
a medida reportaje periodístico “pseudoficial”) que los depósitos
bancarios no requieren ser efectuados por el titular de las cuentas
bancarias. O sea, podría haber encomendado esa función a cualquier
persona de su confianza… por ejemplo a su concubino. Pero claro, no lo
hizo o se olvidó de hacerlo y el dinero se mantenía contante y sonante
en el “baño” a la espera de... (La justicia deberá completar esta
frase).
La “ocupada” ministro Miceli no ha tenido tiempo de presentar su
declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción -dependiente nada
menos que del Ministerio de Justicia-. O sea que sus datos patrimoniales
y públicos obligatorios que se tienen hoy disponibles datan de hace un
año y medio atrás. La ministro Miceli deberá dar explicaciones sobre la
complejidad de su declaración jurada, que requiere de la asistencia de
otros profesionales de Ciencias Económicas (“Le pedí también a mi
contadora que haga todo lo posible para que la semana que viene la pueda
presentar…”, “Le estoy pidiendo a mi contadora, porque esto va a aclarar
hasta el 31 de diciembre del 2006, que incluya esto aunque no
corresponda, porque yo lo tengo que presentar a mediados del 2008”
(sic).
Parece que la ministro Miceli nos está haciendo un chiste -por no decir
que nos está mintiendo-. Además lo grave del asunto es que tiene la
intención de realizar un declaración jurada mentirosa y fraudulenta,
porque pretende adelantar hechos e ingresos patrimoniales a su
declaración con total premeditación sabiendo que eso no se ajusta a la
realidad temporal. Para que quede claro, dice que va a mentir. Ahora nos
dice que va a declarar que al 31 de diciembre de 2006 tenía lo que no
tenía. Es algo así como jurar en una declaración una cosa mientras que
el “hermano” tuvo necesariamente que haber declarado otra cosa a esa
misma fecha. También, que existirá una inconsistencia entre lo que
declarará y su presentación anterior ante la AFIP en el presente año:
“Fue presentado a la AFIP hace poco por el impuesto a los bienes
personales. Y estamos presentando la documentación a los organismos de
control, a la Oficina Anticorrupción” (sic). Pero claro, pudo presentar
una declaración jurada ante la AFIP que tiene básicamente los mismos
datos requeridos por la Oficina Anticorrupción -pero a ésta no-, y
entonces la incongruencia estará en que... (La justicia deberá completar
esta frase).
Ante estos hechos de no “poder” (querer) depositar y de “aclarar e
incluir” (falsear) en sus declaraciones juradas públicas, por analizar
dos de los tantos otros que podríamos mencionar para comprender que la
ministro está falseando a la verdad y a la realidad de la cuestión. Ella
fue descubierta y es por ello que debemos esperar una pronta
investigación judicial, con la correspondiente resolución sin demora en
la justicia. Porque sabemos que dentro de tres meses hay elecciones
nacionales y entonces…
Mientras tanto también debemos exigir que sean los legisladores de la
Nación quienes procedan a hacer efectivo el correspondiente pedido de
informes, porque conforme al Art. 71 de la Constitución Nacional pueden
hacerla comparecer en cualquiera de las Cámaras para que de
explicaciones. Institucionalmente es necesario, conveniente y deseable
-aunque sea politiquería-. Sabemos que esto depende de la voluntad
política que tiene la mayoría de la facción gobernante y que es la misma
que sostiene a la ministro en su cargo. Más claro: el presidente Néstor
Kirchner y el gabinete de ministros. ¿Será que no lo aceptarán porque un
pedido de informes legislativo es también una “campaña sucia”?
Sinceramente creo que la falta de transparencia, la inexistencia de la
rendición de cuentas, el silencio oficial, la demora en la información y
el autoritarismo es lo verdaderamente sucio por estos tiempos en las
políticas gubernativas.
Pero mientras todo esto va sucediendo para el Gobierno Nacional todo
sigue igual como si nada hubiese ocurrido, aunque públicamente estamos
todos enterados desde hace 15 días por haber sido correctamente
publicado y denunciado por el semanario Perfil con lujo de detalles.
Para la ministro Miceli todo se reduce a que el Presidente de la Nación
la “apoye” y la “quiera”: “Sentí mucho apoyo y cariño” (sic). Mientras
tanto -con todo ese cariño y apoyo- todos estos días se ha presentado
risueña en actos públicos. ¿Querrán poner a prueba a nuestra tolerancia
una vez más?
Quiere decir entonces que cuando un funcionario público comete actos que
ponen en duda sus deberes, cuando no se someten a la justicia cuestiones
que rozan -cuanto menos- incumplimientos públicos, cuando el Ministerio
Público -fiscales- se hace el distraído, cuando se han emitido
comunicados oficiales que han mentido sobre la cuestión, cuando se han
utilizado edificios y bienes públicos para guardar dineros
injustificados, etc. nada pasa en este país. Claro esta, más allá que
desde el autoritarismo reinante se hagan “apoyaturas” y manifestaciones
de “cariño”. ¿Estarán menospreciando a la inteligencia humana?
Es una vergüenza ajena esta forma institucional de mentirnos.
Nos da una pauta más sobre la forma en que la corrupción está presente
en los actos ilegales del funcionariato. Porque una cosa es saber que
roban y delinquen por doquier, pero otra es que ante hechos como estos
no presenten siquiera la dignidad de reconocerlos y actuar en
consecuencia.
Porque a la Dra. Felisa Miceli seguramente no le faltará trabajo en el
futuro en la actividad privada, o bien en la función pública como
siempre sucede en Argentina con los que se van para siempre volver a
vivir de la cosa pública. Pero ella sabe muy bien que si de la
investigación surge que cometió ilícitos quedará inhabilitada -especial
o perpetuamente- para seguir desempeñándose como funcionario público. Y
si volvemos a repasar sus antecedentes pareciera -como le sucede a la
mayoría de los personajes de este Gobierno- que no saben o no quieren
hacer algo diferente de vivir permanentemente de la actividad pública.
¿Será ese el motivo por el cual consideran de su propiedad a la cosa
pública?
Creo que ya existe, desgraciadamente, demasiada delincuencia en nuestras
calles y barrios como para que nos mantengamos inertes cuando estos
personajes siguen sentados en los sitiales de la Administración Pública.
Alguien puede creer que trabajan y que no roban. Alguien puede
reconocerlos como funcionarios públicos y no como aprovechadores de la
cosa pública. Alguien puede creer que los motiva vocaciones patrióticas
y no meramente personales. Cualquiera puede pensar lo que quiera.
Cualquiera puede seguir sosteniendo, como lo hago acá, que hoy por hoy
la política partidaria y gubernamental es sinónimo de mentira y
corrupción. Ejemplos: Fideicomisos públicos. Adelantos del Tesoro
Nacional. Skanska. INDEC. Secretaría de Ambiente y Desarrollo
Sustentable. Gasoductos. Decretos de necesidad y urgencia. Consejo de la
Magistratura. Helicópteros presidenciales. Publicidad y propaganda
oficial. Viajes de campaña política al exterior. Venta de armamento a
precio vil. Concesiones públicas de todo tipo. Actos políticos
financiados con fondos públicos. Etcétera.
¿Alguien hará algo? Espero sinceramente que sea la justicia argentina.
Porque sino más temprano que tarde seremos nosotros, el pueblo, los que
hagamos lo que debemos hacer. Echarlos sin más, sin miramientos y abrir
las puertas de las cárceles para que paguen a la sociedad por todo
aquello que día a día nos han ido negando, por sus corrupciones y
extralimitaciones públicas y por todo aquello que va prohibiendo e
hipotecando el bienestar de las próximas generaciones.
Un día hace 191 años los diputados de las Provincias Unidas en Sud
América, en un Congreso General, juraron la independencia de España y de
toda otra dominación extranjera. Entonces ahora: ¿Cómo no podemos
nosotros declarar la independencia de toda la corrupción política que
nos domina? ¿Cómo no podemos recuperar todos los derechos de los que
hemos sido despojados?
Podemos y debemos hacerlo para que nuestra Argentina sea lo que puede y
merece ser y no lo que unos cuantos personajes quiera que sea para su
propio beneficio personal y de la “clase” a la que representan.
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