Por D.Malnatti
El “Reino de la Plata”, una leyenda que prometía al
valiente riqueza fácil en metales preciosos, atrajo en 1536 a don Pedro de
Mendoza hasta estas costas. Aquí, el Conquistador; paró, miró y fundó
la ciudad de Santa María de los Buenos Aires.
Pero los indios querandíes se resistieron y hubo
que esperar hasta 1580 para que Juan de Garay funde la ciudad en forma
definitiva.
Sin embargo, toda esta historia no es tan
reveladora como la inicial leyenda que da cuenta que quien creó la ciudad de
Buenos Aires... lo hizo sólo por la plata.
Hoy en día asistimos a una silenciosa segunda
conquista. La ley minera sancionada durante la presidencia de Carlos Menem
ofrece al inversor todas las garantías que en su tiempo no gozó el pobre
Mendoza.
Son fenomenales sus beneficios impositivos. Sólo
por ejemplo, no pagan retenciones, ni impuesto al gasoil, ni están obligados a
liquidar sus divisas en el país.
También se les permite importar maquinaria sin
pagar derechos de importación y tiene importantes beneficios en el cómputo del
impuesto a las ganancias.
Como contraprestación, a cambio de tanta comprensión
impositiva y de las toneladas de oro y otros metales que se llevan, los
inversores están obligados a pagar regalías a las provincias. No es mucho,
apenas un 3 por ciento del valor del metal extraído.
Eso sí,
cuando la exportación se hace por puertos patagónicos, la ley establece que el
estado debe reintegrarles el 5 por ciento. La cuenta es fácil: si pagan 3 y
reciben 5, ganan un 2 por ciento, por llevarse los metales. Negocio redondo.
Pero sería
injusto decir que se llevan todo y no dejan nada. Porque aún siglos después de
la partida de estas multinacionales un importante legado va a quedar entre
todos nosotros por siglos y siglos: la contaminación.
La
extracción del oro con cianuro, la voladura de montañas enteras con dinamita,
el depósito de los químicos en gigantescos basureros al aire libre, son parte
de un sistema explotación que contamina el aire y el agua de las zonas vecinas
a las minas.
En
octubre del año pasado empezó a funcionar la mina de Veladero en San Juan.
Piensan generar 7000 millones de dólares en oro en los próximos 17 años. El método
elegido para la extracción del metal incluye el uso de un controversial químico:
el cianuro.
Los
impulsores de un proyecto vecino, Pascua Lama, ubicado entre San Juan y Chile
llegaron hasta el punto de pretender trasladar tres glaciares enteros.
La mina
Bajo de la Alumbrera en Catamarca es una de las más grandes del mundo. Utiliza
100 mil millones de litros de agua al día, y según los ambientalistas de la provincia
estaría consumiendo el acuífero que nutre a los agricultores de la zona
quienes, debido a la sequía, ya están abandonando sus tierras.
Pero la amenaza en Catamarca es aún mayor. El
proyecto Agua Rica es un emprendimiento vecino a la mina Bajo de la Alumbrera,
pero tres veces. Para imaginar su magnitud sólo hay que recordar que la
Alumbrera es el mayor consumidor de electricidad del país y que por mes utiliza
la misma cantidad de dinamita que consume el país entero, todo un año.
Pero todavía no está dicha la última palabra. En
Esquel, por ejemplo, la movilización popular obligó a un plebiscito con el que
por ahora frenaron la instalación de la mina El Desquite. Y las esperanzas son
aún mayores a la luz del despertar de la conciencia ambiental que sopla
desde Gualeguaychú.
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